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6 de abril de 2025

DESARRAIGA LAS PASIONES


“La salud no depende sólo de la alimentación, sino sobre todo de la tranquilidad del espíritu. La vida en Dios, mantiene sano el cuerpo. La inquietud del espíritu y las pasiones corrompen la sangre y perjudican radicalmente la salud. Mantener la salud es un deber. ¡Quédatelo! Porque incluso las personas sanas tienen que pensar en la muerte”.
San Teófano el Recluso

“Cuando desees hacer algo por amor a Dios, pon la muerte como límite a tu deseo. Así, en la práctica, te elevarán al nivel del martirio al luchar con cada pasión, sin sufrir daño alguno dentro de este límite, si perseveras hasta el final y no flaqueas”.
San Isaac de Siria

Mario Felipe Daza Pérez

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El desarraigo de las pasiones puede que sea uno de los temas más difíciles de tratar para el cristiano experimentado, o aquel que está batallando los procesos de combate espiritual desde sus causas, y no tanto del pecado en sí. De esto se desprende que para que un pecado sea considerado como tal, primero tuvo que haber pasado por una pasión (surgida de unas emociones) tomada de los pensamientos, repetitivos, graduales, del cual despierta cierta enfermedad latente del alma, por ejemplo, la ira, la persona que actúa iracundamente frente a una situación la hace porque ya existe en él un cúmulo de deseos ardientes tendientes a actuar de forma contraria a la paciencia, y así podemos decir de los vicios carnales o espirituales, entre ellos la envidia, soberbia, etc. Por tanto, necesitamos curación, pero antes una terapia para sanar estas patologías, entre ellas, el arrepentimiento, el perdón, la confesión frecuente, para que así podamos tomar las medicinas correctas para la corrección (disciplinante) de nuestro ser.

¿Cuál es el camino a tomar? Adoptar las virtudes opuestas a los vicios, y por supuesto a sus originadores como lo son las pasiones, por ejemplo, si actuamos con soberbia, arrogancia, orgullo, debemos aplicar la humillación como método para obtener de ella el valor de la humildad, puesto que nadie se salva siendo altivo, para tener entonces el desapasionamiento que es el estado natural del hombre antes de la caída, debe ejercitarse mucho en lo espiritual, y obtener de ello un diploma que certifique que es apto a entrar al reino de los cielos, pero antes debe luchar, para poder ganarse ese título. De allí que la conciencia entre como un pararrayo antes las actuaciones de nuestra alma, del cual se revierte con el arrepentimiento, que materializamos luego con la confesión, pero antes que esto pase debemos reconocer nuestras faltas, examinándolas, para si obtener misericordia de Dios, teniendo en cuenta que la santidad está llena de altibajos, y su purificación requiere de un fortalecimiento del cuerpo desde los sentidos (externos): ojos, oídos, gusto, tacto, olfato, ya que pueden estar contaminados por el mundo, nuestra propia carne o los demonios, por eso que debemos rechazar y romper toda atadura a la idolatría, impureza, pasión, y apego a lo material.

El arrepentimiento siempre está disponible hasta el último momento de nuestras vidas, como regla general, siempre y cuando no rechacemos la gracia, o seamos negligentes en conseguirla (faltas imperdonables), esto es como el pozo que se va ahondando y cuando quieres ver no puedes salir, por ello quien más peca se le hace más difícil obtener el arrepentimiento, a menos que como trampolín que en esta caso sería la gracia sobrenatural lo catapulte a la tierra (humus) de allí deviene la humildad, por tanto, para poder arrepentirse y hacerse saber que ha actuado mal se necesita "justificación de la gracia" que comienza con el esfuerzo por un lado o por regalo divino por el otro, y es así como se trata las enfermedades del alma, pensemos en el caso de Santa María de Egipto, quien como mujer del mundo, resucitó como mujer nueva, ya no lujuriosa, encarnadas en la impureza carnal, precisamente porque aplica a su vida el examen de conciencia que hizo de sí mismo cuando no se le permitió entrar a un lugar sagrado del cual reflexionó entrando en el arrepentimiento, para luego conseguir el perdón de Dios.

Salir de la ignorancia, es el primer paso precisamente para poder tratar la enfermedad y conocer de nuestros pecados, del cual se debe conseguir con el arrepentimiento constante, inclusive de las faltas ya perdonadas, llorando los pecados de los que habías caído con anterioridad, esto, con tal de conseguir mayor pureza y humildad, ya decía el Padre del Desierto, Abba Isaac, "bienaventurado el hombre que conoce su enfermedad espiritual. Porque este conocimiento se convierte en el fundamento, la raíz y el principio de todo bien". Por este medio, como en otros, sumamos la oración, el ayuno, la mortificación, etc, porque de ellos podemos obtener en si la gracia del Espíritu Santo, y salir de la condenación: limpiando nuestros sentidos de todo apasionamiento de las cosas materiales, entre ellas de las imaginaciones, y pensamientos que siendo espirituales, se mezclan con las del mundo, brotando basuras desde el corazón, impurezas propias de los caídos, debemos por tanto a esforzarnos a ser puros no solo de cuerpo, y alma, sino también de espíritu.

Hermanos, cuidémonos de los sentidos que son bien traicioneros, y lo decimos como experiencia propia, debemos obtener fuerza, no solo de la mente, sino también del corazón, pero sobre todo mantenernos limpio de la materia, la entrada de todo al alma de este mundo sensible son los ojos, que son los que atrapan todo lo existencial, pensamos que David, Sansón, y demás cayeron por este órgano, por eso debemos aguantar, resistir a las pasiones esta es una de los mejores medicinas que podemos tener para ganar santidad, a menos que consigamos el desapasionamiento que es una gracia de Dios, que no lo consiguen todos, sino pidiéndola y dándola a los que El quiera. Ahora, si queremos servir a Dios (Serviam Deus) como verdaderos soldados, atletas, debemos resistir al deseo mundano, invocar (arrodillados) a Dios, a nuestra Santa Madre y decir: "Santísima Theotokos, salvarnos", "Ángel de la guarda, protégenos" o al "arcángel Rafael sananos" esto, para que interceda por nosotros. Tengamos en cuenta siguiendo a San Máximo el Confesor que "los demonios son los que aumentan nuestras pasiones aún más, en cambios los ángeles la disminuyen llevándonos a la perfección de la virtud".

Cuando rezamos el rosario, hacemos la oración de Jesús o recitamos los salmos, estas oraciones nos llevan por la vida sana [orthos-doxa] de la curación de las enfermedades del alma, es una terapia segura contra las pasiones corporales y del espíritu, que nos arreglan cualquier problema espiritual que tengamos. Son estas poderosas armas que siempre están a nuestro alcance contra los pensamientos malvados (logismoi) lo que nos ayudan a salir del fango, por tanto, invoquemos a nuestros amigos, los santos, a la Madre de Dios o a Dios mismo, todo esto hace parte de la guerra espiritual que enfrentamos a diario, no solo contra nosotros mismos (kenosis) sino contra el mundo, y las insidias del maligno, del quien en su guerra asimétrica nos intenta dar batallas con argucias malvadas, para que caigamos, por esto es que no nos podemos descuidar en el rezo, ni tener negligencia por ello (acedia), porque en vez de avanzar nos arrastran con más fuerza hacia el abismo, es el alma-espíritu quien se debe concentrar a través del intelecto (nous) para conseguir los esfuerzos necesarios de la salvación, que bien se consigue producto de la humildad en nuestros actos, virtud que derrota con ahínco a nuestros enemigos que andan en los aires.

Terminemos este articulo con una oración de sanación dirigida al Arcángel de la Sanación:
San Rafael Arcángel, Medicina de Dios, ¡ruega por nosotros, especialmente por aquellos que más necesitan curar sus pasiones desordenadas!. 

30 de marzo de 2025

¿ES MEJOR PEDIR PERDÓN QUE PEDIR PERMISO?


"¿De qué sirve invocar con la voz a quién niegas con las obras?"
San Jerónimo

Mario Felipe Daza Pérez

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Cuántas veces hemos escuchado el aforismo, entre ellos, en muchas canciones que dice "es mejor perdón que pedir permiso", esta frase por supuesto puede ser aplicada a la filosofía viviente cristiana, ya que el arrepentimiento, y el perdón hacen parte de los ejes centrales del catolicismo, de nada vale, ser piadoso si tienes resentimiento con el prójimo o para con Dios. El amor (caridad) es la base teologal del encuentro con la Santísima Trinidad cuando es genuino. Puede resultar una falsa dicotomía pensar que el primero siempre antecede el segundo, pero esto dependerá de la circunstancia, y sobre todo del uso de las virtudes dentro de la ocasión, entre estas, de la prudencia y el discernimiento, por tanto si nos vamos a la parte ética/moral tenemos que debemos reconfigurarla a que es mejor o estar seguro de lo que se va hacer, porque no se trata de obrar mal, porque si lo haces, deberás pedir perdón, y arrepentirse por el acto de error que pudieron prevenirse o no hacer (omisión), la cual puede dar lo mismo como un efecto negativo sobre el otro.

En todo caso la vida del cristiano es lucha, es decir es acción, no rendición, por tanto, en toda conducta que emerja debe estar ceñida por la sabiduría, y el temor de Dios, que son los cimientos para determinar luego la prudencia y el discernimiento para actuar, el hombre que hace, Dios le gusta no el que pasa hablando, o diciendo Señor, Señor. El cumplir es ya una oración tácita perfecta por sí mismo, mientras que lo hagas en favor de su Santo nombre, y si te metes en problemas él mismo te rescata, dependiendo siempre el contexto, no voy a tirarme de un barranco porque así quiero glorificar a Dios, no, esto no significa valentía, coraje, ni magnanimidad del cual nos predica el Evangelio sino soberbia, es tentar al Señor, una prueba reaccionara contra Dios, lo que no significa que debamos ser atrevidos, astutos como serpientes y mansos como palomas según el momento, verbigracia, cuando se trata de esparcir su palabra y de convertir a otros, eso es lo que la Santísima Trinidad quiere, por tanto antes de pedir permiso en estos casos, pidamos perdón, y gracias por lo hacemos en su honor.

Dice San Juan Crisóstomo que "El blasfemo afila la espada para traspasar su propio corazón", por tanto, es mejor no pedir permiso para golpear en la boca al impío, que pedir perdón ante esta barbaridad, que inclusive es más gravoso que el homicidio mismo como diría Santo Tomas de Aquino, porque es una afrenta directa contra Dios. Es claro que la sociedad [pos] moderna, no pide permiso, pero para perecer en el pecado y los vicios, no para defender ni resistir ante la maldad y las acciones del maligno. En muchos casos sabemos que en el Evangelio que Jesús no pides abrir nuestro corazón para que Él pueda entrar (véase Apocalipsis 3:20) pero en muchos casos no lo pide, sino que lo hace su voluntad, por nuestro propio bien, por nuestra salvación, es natural que no quiera forzar nuestra relación, porque quiere a través de nuestra conducta cerrar un acuerdo de recuerdo permanente, de amor, del cual quiere derramar su gracia increada en los corazones, tomemos el caso de la conversión de San Pablo que sin quererlo fue transformado por la luz, (véase, Hechos 9), esto significa que muchas veces sin pedirlo la Santísima Trinidad forja su sello, y no es que se pierda la libertad sino que con esto confirma su bondad, porque a la final puedes desistir y seguir en tus caminos de ceguera/sordera. 

Recordemos cuando en Juan 15:16 dice, "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros" y el Señor siempre lo hace con propósitos benignos (no pide permiso), igual es el esfuerzo el que cuenta en el comportamiento continuo del recién convertido, ya que debe ejercitar el cultivo de la fe, el arrepentimiento, la oración, la ascesis en sí, la vida sacramental, es una sanación que va calando y poniendo más fácil el el trabajo para Dios del alma. Tengamos en cuenta la anunciación de la Virgen Maria (que comenzó ex ante en el intelecto/corazón antes del cuerpo), cuando dijo que "si" con su Fiat (secundum) esa aceptación fue libre, del cual aceptó con permisos recíprocos, y ahora con perdón, esto sería la más grande obra humana del cual se encarnaría el verbo (logos), la redención, la derrota del pecado y la muerte, como la victoria de Cristo sobre los demonios, y por supuesto lo que sería la resurrección, por esto, la regla general es el consenso, pero no siempre es asi, precisamente cuando no lo hace, es porque te ama más, como paso en el caso de Job, cuando Satán le pidió consentimiento de atacar a su siervo y accedió pero no a él, (véase, capitulo 1), parafraseando a San Juan Crisóstomo es el hombre quien debe responder con su consentimiento, o como diría San Agustín, "El que te creó a ti sin ti, no te salvará a ti sin ti".

Dice San Agustín, en "Exposición Segunda al Salmo 26", en sus puntos 5 y 19, lo siguiente:

"Por consiguiente, hermanos míos, ni siquiera las cosas mismas que hemos recibido de modo temporal nos las puede quitar nadie sino sólo quien nos las dio. Las cosas espirituales que da no te las quitará si tú no le abandonas. En cuanto a las realidades carnales y temporales, él mismo las quita, porque aun cuando sea cualquier otro el que las quita, las quita cuando él le faculta para hacerlo. Esto ya lo sabemos y leemos en el libro de Job: que ni siquiera el diablo, que parece detentar temporalmente el máximo poder, puede hacer nada sin permiso. Se le concedió poder sobre las realidades inferiores y perdió las cosas de mayor grandeza y sublimidad. Y este no es el poder de alguien enfurecido, sino el castigo de alguien condenado. Por tanto, ni siquiera él tiene poder alguno si no se le concede. No solo lo tienes en el libro citado; también en el evangelio dice el Señor: Esta noche, Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, Pedro, para que tu fe no desfallezca. Y este permiso lo consigue para castigarnos o para someternos a prueba. Luego ya que nadie puede quitarnos lo que Dios da, no tengamos miedo de nadie, sino solo de Dios".

"¿Quién, si no Dios, otorga algo al hombre incluso tratándose de bienes mundanos? ¿O de qué cosas se le priva al hombre sin mandato o permiso del que las dio? Sin embargo, los hombres superficiales creen que tales bienes los otorgan los demonios a quienes les rinden culto, y a veces se dicen para sí mismos: es cierto que Dios resulta imprescindible para la vida eterna, para la vida espiritual; no obstante, debemos rendir culto a estos otros poderes en atención a las realidades temporales. ¡Oh frivolidad del género humano! Amas más las cosas por cuya causa quieres darles culto a estos demonios: y qué duda cabe que tienes motivos para ofrecerles culto, si no mayor, sí al menos igual. Pero Dios no quiere compartir su culto con ellos, ni siquiera cuando a él se le rinde adoración mayor y a ellos menor. Y tú replicarás: ¿Entonces es que no son necesarios para estos menesteres? No lo son. Pero hay que temer que nos perjudiquen con su ira. No harán daño alguno sin permiso de él. Ellos siempre tienen deseos de hacer daño, y ese deseo de hacer el mal no lo pierden ni siquiera si se les aplaca o se les ruega. Esta es una característica de su mala voluntad. Luego lo único que harás, rindiéndoles culto de adoración, es ofender a aquel que, con esta ofensa, te entregará al poder de ellos, y esto hasta el punto de que quienes nada pudieron hacerte estando él aplacado, hagan contigo lo que les venga en gana cuando él está airado".

Los demonios como ven operan distinto a la metodología de Dios, su permiso es consensuado, uno está centrado en el orden de la libertad, y la salvación, el otro en las pasiones, la esclavitud, el engaño, todo lo contrario, asi de lado y lado haya cierto tipo de permisos son distintos sus formas y contenidos (solo comparten el nombre), el primero como dijimos como regla general está sujeto a un consentimiento libre, mientras que el segundo, por influencias, tentaciones, trampas, del cual tambien requiere una aceptación, como cuando abres una puerta, asi seas ignorante o no sepas, de lo que llaman acciones ordinarias y extraordinarias, como cuando se comete pecados, o se habitúa vicios, como puede ser la codicia, lujuria..., pero para ello debe anteceder una acción negativa, cosa que no pasó con el Santo Job, dado que el permiso fue explícito entre dos partes espirituales, no con el hombre, solo le pidió que le quitaran la protección por un tiempo para tentarlo por una parte el Diablo (haciendo caer, haciendo) y probarlo Dios (fidelidad, dejando hacer), dado que este no tiene poder absoluta y necesita autorización para comenzar atacar desde los sentidos.

Dice San Agustín nuevamente que "el diablo es como un perro encadenado: solo muerde a quien se le acerca demasiado", por tanto, si no tuviera que pedir permiso, es porque no tiene el poder que dice que tiene y por tanto necesita de los engaños para poder operar, por medio de las tentaciones que son sus acciones ordinarias, sugiere, aconseja, tenta, a través de las imaginaciones, la mente, el no arrepentimiento, odios, resentimientos, el no perdón, no confesión, las pasiones, las idolatrías, apegos..., que son en últimas sus herramientas de trabajos para llegar al pecado al hombre y por supuesto luego al vicio (habito permanente), siempre y cuando no mantengamos una vigilancia (nepsis) y la disciplina espiritual, ya que por si solo nada puede hacer, a menos que se acceda al tal permiso solicitado a Dios, como paso con Job y otros varios santos o convertidos, pero estos son casos rarísimos, y excepcionales, como también lo puede hacer en su caso la Santísima Trinidad en casos específicos, sin que directamente hayamos acudido, sino otros, o por su mismo acción para iluminar conciencias.

En este sentido siguiendo a los monjes, y los sabios del desierto, como Juan Clímaco, o el asceta Diadoco de Fotice, esto nos dice que Dios permite (prueba) que los demonios tienten por un bien en sí mismo, sobre todo cuando llega el bautismo, y se eleva aún más en los sacramentos (estados de vida), se libra una guerra, cuando eso pasa la "gracia" está escondida, recóndita en el nous y tiene que florecer con nuestros esfuerzos para poder activar las armas de justicia, es precisamente con el trabajo arduo, el ascetismo, la oración, etc, como crecemos. Satanás y sus bellacos utilizan las herramientas de las pasiones/deseos y de más para engañar al hombre a través de los deleites de las placeres mundanos/carne, lo que el intelecto (parte del alma) queda confundido, loco y Dios lo permite (da permiso) para pasar las pruebas de fuego necesarias para enaltecer al hijo de Dios (tu), purificándote aún caigas, creces, pero si pasa no es porque así este lo quiso, sino debido a nuestra debilidad (no madurada), (véase Salmos 66:12), entre más te retires de lo mundano y tienes una vida hesicasta/sacramental aumenta la gracia en ti, va apareciendo se revela y lucha, y al mismo tiempo el diablo acecha asiduamente, sobre todo para acrecentarse en virtudes, entre estos se desarrolla la prudencia y mayormente el discernimiento, en vía de la humildad/pureza.

23 de marzo de 2025

BUSQUEMOS LA INTEGRIDAD EN TODO


"En nuestra época de decadencia moral y espiritual, solo el ejemplo heroico de hombres y mujeres justos [íntegros] puede despertar el fervor por una vida piadosa, conforme a los mandamientos divinos".
San Serafín Rose

"La integridad no está sujeta a reglas".
Albert Camus

"Sé íntegro en palabras y en las obras"
Solón

Mario Felipe Daza Pérez

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La decadencia no sólo de occidente, sino también de oriente en lo que respecta a la formación humana es un hecho, lo que nos referimos a su integridad, del cual comienza con la moralidad (que va intrínseca a las leyes divinas) y viene de fábrica en nuestra alma, como valor de la justicia. Predicar lo justo es precisamente una de las principales misiones de la Iglesia del cual se traduce en preservar la tradición, en conjunto con suministrar los sacramentos, y pastorear, fue esta la tarea que le dejó Cristo a sus apóstoles y sucesores, más nada, pero parece que las cosas van por otro rumbo, del que llamamos como "sinodalidad" palabra que tiene un efecto u acción de lo sinodal como si fuera algo distinto a lo establecido en los primeros siglos, de la cual pretender "democratizar" o bien "culturizar" a través de un [pos] modernismo progresista/liberal los dogmas de fe que son inalterables y sin discusión alguna, inamovibles.

El Señor con la conformación de las primera escrituras, hasta sus primeros comienzos como humano (hecho carne) con el Evangelio mandó a guardar la fe, es decir, su tradición en un depósito que hoy en día se pretende socavar, por esto es que debamos protegerlas por medio de "katejoneada", que es el muro que resiste al mal/maligno, ciñéndonos a formar integralmente una "orthos-doxa", para evitar estos intentos de cambios heréticos/apóstatas, que quieren envenenar las enseñanzas de la Iglesia, debemos ser honestos, íntegros en nuestros trabajos, ser fieles a la palabra de Jesús, que no solo es la Biblia, sino de todo lo que se transmite desde los primeros siglos con los Santos Padres, este es el camino a la verdad que siguieron los apóstoles, discípulos y demás santos que han aparecido en la historia quiénes desarrollaron y fortalecieron la doctrina para que no disminuyera la enseñanza dejada, aquí la integración de los valores, va a la escala almática-espiritual como una necesidad imperiosa del que todo cristiano debe mantener hasta lo últimos de sus días.

Debido a los cambios que ha venido dándose (y de los que quieren hacer en contra de la tradición) en la Iglesia de Roma (sinodalidad), resulta rescatar que se está martillando esta integridad en todo el sentido de la palabra, debido a que se ha venido trayendo mentiras, astucias malignas, como confusiones en los distintos documentos del cual no permiten aclarar sino oscurecer la palabra de Dios, y esto va en contra del Evangelio, ya que todo lo que es orden, claridad, simpleza, viene de Dios, lo contrario es del maligno, esto hace que se revuelva el trigo con la cizaña, que ahora sí el Señor lo permite es para un bien particular que ahora desconocemos, si mantenemos esta integridad no solo en la Iglesia como cuerpo místico, sino también moralmente, en nuestras profesiones/trabajos, en el sentido personal, actuaremos con justicia/piedad con el fin de alcanzar la gracia del Espíritu Santo.

Dice San Teodoro el Estudita:

"Cuando duermas y descanses, cuando simplemente estés sentado y conversando con alguien, cuando estés contento, haz siempre todo con buen juicio y sabiduría. De igual forma, cuando estés trabajando en algo, o cuando salgas al huerto a sembrar, o cuando te dediques a construir algo, o en cualquier otra actividad, según tus posibilidades y necesidad, cultiva las bondades de la obediencia, y no te apartarás de la gloria de los Santos Padres".

La integridad debe ser buscado en todo, no solo en la Iglesia, como personas, sino que también en todo lo que hacemos, por eso cuando alguien caiga, no debemos decir nada, sino solo tener compasión puesto que no sabemos cuánto durará nuestra integridad, ya decía Tomas Kempis que mantenerla es difícil, ya que somos débiles y frágiles, por esto la oración debe estar acompañada de la vigilancia (nepsis). No importa que tanto te cueste, haz lo correcto, expresaba el estoico Marco Aurelio, como los santos, y todo aquel ignorante o no que busca la verdad, que se destaca en una persona íntegra, que sigue la "orthos-doxa" (doctrina sana-correcta) en cualquier ámbito de la vida, del cual implica esta “integrîtas”, un buen estado físico, rectitud, buena salud, seriedad, justicia, robustez, atlético no solo en lo corporal, nutritivo sino también almático-espiritual, todo esto en conjunto no elimina, pero si disminuye la corrupción (concupiscencia) a sus mínimas proporcionales, o al menos las encierra.

A la final ser íntegro, es mantener unos principios consolidados en contra de la hipocresía, en todos los aspectos cristianos, hasta eclesiales, del cual pululan en el mundo moderno, que son precisamente los que mantienen el camino mientras que vivamos, ya que no se trata de lo que digamos, sino de lo que hacemos con nuestros comportamientos. El que trasciende con el actuar (acción) en palabras y obras ese es el correcto, el justo, ya dice Proverbios en sus versículos 10:9-11 y 28:6: "El que camina en integridad anda confiado; más el que pervierte sus caminos será quebrantado"; "Mejor es el pobre que anda en integridad que el rico que anda perverso" y en Salmos 15:2-5 se dice: "Sólo el que vive con honestidad [integridad], y hace lo justo, pensando y diciendo la verdad", todo el que vive así significa vivir de acuerdo a lo que se profesa, o al menos del quién más se acerca lo más posible a la vida recta, del cual se trasluce como coherencia entre: i) valores, ii) principios y iii) conductas en todas sus áreas del que debe tomar con la honestidad, rectitud, honradez, lealtad en conjunto con otros valores que la componen inexpugnablemente como "katejon".

16 de marzo de 2025

EL VALOR DEL AYUNO


“Si ayunas de comida, pero tu mirada te hace fornicar, si te inclinas a la curiosidad pecaminosa, a la envidia, si tu oyes blasfemias, canciones lascivas y palabras malvadas, o que dañan otros sentidos, ¿de qué sirve el ayuno? Sin duda, de nada”.
San Gregorio Palamas

“El verdadero ayuno es la eliminación de todo mal”.
San Teodoro el Estudita

“¿Ves lo que hace el ayuno?: Cura enfermedades, expulsa demonios, aleja malos pensamientos, purifica el corazón”.
San Atanasio el Grande

Mario Felipe Daza Pérez

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Los medios ascéticos te permiten llegar a la gracia, entre ellos, el ayuno que es el que más se practica durante cuaresma, ya que restaura nuestra salud espiritual, disminuye las tentaciones, como los desórdenes concupiscentes, de lo que se cree que se aumenta en el resto del año, como en carnavales del cual se indaga que "quien peca y reza, empata" esta llamado a la perdición, quien saca esa conclusión está condenado del todo, ya que no se consigue el verdadero arrepentimiento que no es remordimiento, más bien es una actitud pasiva, diferente a la activa, una es condenatoria, otra es salvífica, el arrepentirse con cierto remorder de conciencia o no es recalcar en el pasado para transformarse (metanoia), porque lo hecho está marcado, lo que se conduce es tomar la vía correcta hacia la salvación, no se trata de decir voy hacer tales votos/promesas y no cumplirlos, sino aquellos que sean más valederos que vengan del esfuerzo no de la boca, hacerlo en la práctica (como en la Parábola de los 2 hijos de Mateo 21) y esto sí que es contrición perfecta, en todo caso el santo ayuno es una parte de esta disciplina que debe ser discernido, porque todo mal hecho puede causar daño, como le sucedió a San Juan Crisóstomo (durante 3 años) con sus excesos durante su vida de monje antes de ser Obispo.

Uno de los aspectos importantes del ayuno además de los múltiples beneficios que trae es el de aprovechar como alienta el dominio propio, del cual te permite conocerte a ti mismo, hasta ciertos límites, y por tanto te permite reconocer tus faltas y pecados para poder corregirlos, sobre todo los de la carne, esto evitará por supuesto juzgar a los demás, murmurar..., te centras en ti mismo, en tu corrección. Si esto nos es difícil debemos hacer tan siquiera como dice Juan Crisóstomo, si no es de comida, entonces al menos hagámoslo de i) malas palabras, ii) malos pensamientos o iii) malas acciones, por tanto, el fin del ayuno sea de la modalidad que sea, su fin es el de humillarnos, en oración, buscando la comunicación con Dios (vía iluminativa o unitiva) separándonos un poco de la carne, de la glotonería, de la lujuria, de la distracción de los sentidos, cerrándolos limitadamente, abriendo el ojo espiritual que es el verdadero rasero del alma, que se conoce como intelecto (nous) contribuyendo en esto a la pureza del corazón, que es lo que hacer ver realmente el rostro del del Señor.

Dice San Teófanes el Recluso:

"Sucede que, si alguien se acerca a pedirle algo a Dios, lo hace con el alma dividida: lo menciona de pasada en su oración una o dos veces, y luego se da por vencido y luego dice: "Dios no escucha". No, cuando se pide algo en particular hay que ser perseverante e incansable en la oración, como la viuda que obliga hasta al despiadado juez a satisfacer su petición con su importunidad. Los verdaderos guerreros de oración, cuando piden algo en la oración, combinan con la oración ayunos, vigilias, privaciones de todo tipo y todo tipo de caridad, y al mismo tiempo piden no un día, ni dos, sino meses y años; Eso es lo que obtienen por ello. Imítalos si quieres tener éxito en la oración".

La oración incesante, acompañado de otros medios elimina las impurezas que llevan el cuerpo a la perdición, lo purifica, y enaltece el alma, pues ya decía San Agustín que las virtudes del ayuno entre otras cosas está la de clarificar el intelecto, concentrar los sentidos, someter la carne al espíritu, haciendo así del corazón y el alma queden humillado, proclive al arrepentimiento, quitando de por medio la concupiscencia (al menos disminuyéndolo) apagando la esclavitud de las pasiones, y más, prendiendo el amor hacia la caridad, la limosna y la misericordia. Al tomar todo esto como un conjunto se obtiene de si una claridad de la mente, para así poder ver según la conciencia el verdadero camino de la verdad que es el Evangelio, que nos lleva a la vida eterna, por medio del fin de la salvación que es la conservación de la gracia del Espíritu Santo (y su adquisición), por medio de la ciencia de la cruz (sufrimiento), el alma entra a un estado espiritualizado que se vivifica, se eleva, toma para de la vida de la deificación (theosis) por adopción de la gracia santificante.

Como sabemos, existen varios tipos de ayuno, de distintos modos, formas o modalidades, está la que recomiendan en Medjugorje, a pan y agua, los miércoles y viernes, puede tenerse de presente los parciales o ciertas abstinencias de alimentos, están los que saltan una o dos comidas, los que lo hacen en diferentes días y horas o periodos, los de solo agua, o café, aromáticas, verduras, caldos, los de la merienda sencilla (al final es algo que cueste), o hasta determinado horas (sexta, nona, etc) lo importante de todo esto es poder aguantar los deseos de gula y ofrecer este sacrificio con oración como reparación general, y porque no particular de nuestros actos, por supuesto esto conlleva a una disciplina que podemos llamar ascética, corporal que lleva a la espiritual cuando lo hacemos por gloria a Dios, no solo por tanto la comida en sí, sino también de los pensamientos, de las acciones, de las obras justas que hacemos en favor del prójimo como de la Santísima Trinidad, de esta forma cada facultad/potencia después de ejecutar el ayuno aparece diferente con un mayor vigor y mejorado como dice San Atanasio el Grande, "con un gran remedio que cura enfermedades, echa fuera malos pensamientos, expulsa demonios y purifica el corazón".

La disciplina del ayuno nos mantiene en forma no tanto física, sino almaticamente, porque nos recupera la salud espiritual, a corto, mediano y largo plazo (según las condiciones/capacidades), más si lo hacemos con oración, vigilias y aún más con rezo incesante, por tanto es este un medio para un fin que potencializa tu espíritu, contra los vicios entre ellos de la carne, por lo que al someterlos entramos in situ al mundo espiritual. Lo importante es hacer de esto un hábito en nuestro diario vivir, para mantener a raya los deseos concupiscentes, apretando cada vez lo corporal por debajo de lo almático-espiritual, ya que los deseos materiales van a querer subirse de cualquier forma, como si se tratara de una gravedad inversa, quieren subir para hacer y cumplir con sus propósitos mundanos, materiales. Por tanto, al ser estas actividades una práctica voluntaria no podemos permitir sobrepasarnos evitando así el dolor de cabeza o malestares innecesarios de mala salud que nos impidan los ejercicios de piedad/justicia (véase, "La práctica del ayuno", en Jonas Abib, Editorial San Pablo, p. 27-29).

Como hemos analizado hermanos, el valor del ayuno se centra como medio importante para además proteger la virtud, ya que es el comienzo de la ascesis, siempre que vaya acompañado de la oración misma (eje transversal), de todas estas proceden los demás, porque no vale nada abstenerse de alimentos, si somos lascivos con nuestras miradas, curiosos con lo impío, vanidoso, atento las canciones sin pudor, a las palabras obscenas, etc, que dañan nuestros sentidos, por tanto no sirve de nada el ayuno, si este se hace por moda o fitness, no deja de ser solamente corporal (vanagloria) ya que para que sea considerado como verdadero debe estar acompañado de la parte espiritual, del cual se suma el rechazo de pensamientos impuros, de alejarse de todo mal, resistir al maligno, pero si de de cumplir su voluntad de la Santisima Trinidad (preceptos, actos, mandamientos, etc). Porque es con la restricción de toda pasión [placer] que se elimina toda esclavitud, con esfuerzo, para poder mejorar la escala espiritual, obtener sabiduría, temor de Dios, maximizando así los dones, domando los sentidos y nuestro tu ser, consiguiendo para ello un cuerpo y luego un alma espiritualizado [magnánima], tal cual como lo hicieron los profetas/apóstoles, como dijo uno de ellos: “Estuve afligido [luto], no comí alimentos sabroso, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me perfumé, hasta que se cumplieron tres (3) semanas" (véase, Daniel 10:2-3).

Por último, San Neófito de Chipre, en sus "Escritos", tomo o volumen V, dice que si queremos conseguir la pureza del corazón debemos comenzar con el ayuno, el discernimiento, la misericordia y la humildad, lo que podemos completarlo con la llamada limosna que nace de la caridad, del cual eleva espiritualmente a toda alma, porque conlleva humillación. Ahora, hemos visto que los paganos, los mahometanos, hinduistas ayunan, pero, ¿de qué forma? inclusive los animales, la tierra (naturaleza) y las plantas ayunan, pero no siempre comen lo mismo, y no absorben todo el agua que se le pone, los profetas también lo hicieron, por cuarenta (40) días Moisés, Elías, y el mismísimo Jesús, tambien lo hizo luego el Apóstol Pablo por tres (3) días, para curar la ceguera, y así posteriormente los Santos Padres, todo en espera de la adquisición de la venida del Espíritu Santo en sus vidas, y esto es porque permite por esta vía una verdadera restauración del desapego de la carne, inclinado a la salud almática para que el hombre sea como sea se restaure, es decir entre en la espiritualidad a fortalecerla aunque no necesariamente católica en ciertos casos, si con cierta iluminación de su conexión con Dios, del cual permite acercarte a la verdad para que puedas verla/analizarla, pudiendo conseguir el arrepentimiento de tus pecados, faltas, etc, obteniendo la justa recompensa del creador, destinando sus energías a la contemplación del Señor y no a los placeres o deseos mundanos.

9 de marzo de 2025

LA CUARESMA PENITENCIAL SANA TU ALMA


“[...] Como leones que escupen fuego”
San Juan Crisóstomo

"Cuídate a ti mismo, para que nada destructivo pueda separarte del amor de Dios. Guarda tu corazón, y no te desanimes, ni digas: '¿Cómo lo guardaré, si soy pecador?'. Porque cuando el hombre abandona sus pecados y vuelve a Dios, su arrepentimiento lo regenera y lo renueva por completo"
San Isaías de Gaza

Mario Felipe Daza Pérez

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Estamos en la entrada de lo que es el arrepentimiento pleno y por tanto de la penitencia de nuestras faltas, del cual se formaliza con el inicio de la cuaresma el miércoles de ceniza, pero que bien materialmente hablando se ha forjado con el "abandono de la carne" (carne-levare) del mal llamado "carnaval" como preparación al inicio de esta festividad, del cual se debía dar con anterioridad con contrición desde esa misma semana (pre-calentamiento espiritual). De este modo podemos explayar que la semana de la fiesta pagana carnestolendas impide de alguna u otra forma el perdón/el arrepentirse porque no es seguro que se llegue a tal estado de un día para otro o en un tiempo reducido de penitencia que bien se da duramente con la semana santa hacia el paso a la pascua, por tanto, la idea del maligno de su festejo impide comenzar con los dos (2) pies el trabajo con respecto a esta efemérides. En todo caso, la cuarentena o cuaresma hecha como penitencia, debe estar esta saldada de mortificaciones, ayunos, vigilias, que harás por errores tuyos o de otros que hemos tenido en vida terrenal, como medio de reparación.

Recordemos las veces como nuestra señora, y madre, en todas las apariciones nos ha recordado la misma cosa: "penitencia, penitencia", muchas veces, y lo repite incesantemente y es porque no lo hacemos, y si lo ejecutamos no como es, ya las cosas están dichas solo falta aplicarlas. De esto que sea importante no solo el aumento de oración en la cuaresma, sino también de la toma del ayuno (de la forma discernida y requerida) y de la mortificación para poder acrecentar la purificación de cuerpo y alma, sobre todo del intelecto (nous) que es el ojo espiritual que debe ser depurado de las cosas del mundo y de la carne, para poder tener mayor combate espirituales contra los demonios que nos acechan. Son en estos tiempos de guerra en el que se necesita que el atleta/soldado se arme de fortaleza en la adversidad [magnanimidad] como en la paciencia, para poder combatir corporal como pneumatológicamete por medio del hesicasmo y el ascetismo, llenándose de conocimiento espiritual, junto al rezo de la comunión de los santos que juntos constituimos en el oficio de la guerra invisible.

Si estamos apegados a la carne, muy difícil nos podremos acercar a lo espiritual, teniendo en cuenta que nuestra conversión es permanente, es lo que debemos mayormente esforzarnos en estas cuarentenas, del cual se ha implementado para el combate, ahora sí ha gozado del carnaval muy poco nos va a dar ganas de seguir esta devoción, y menos de ayunar, y rezar, debido a los desenfrenos causados, es el trabajo espiritual el que permitirá aquí, sacar todo fango del alma, con el arrepentimiento, el lloriqueo santo, el perdón, el ayuno, las vigilias, la mortificación, postraciones, oraciones incesantes, lecturas, con gran esfuerzo sacando de nosotros toda atadura de pasiones que bien son las herramientas del maligno para atraparnos, indistintamente cometamos pecado o no, pero que nos distrae, y de esto se trata de adquirir salud de cuerpo y alma. Para esto debemos apegarnos a la Santa Cruz, a la que te han moldeado a seguir en tus caminos hacia la verdad no para quitárnosla, sino para saberlas llevar, del cual debes apegarte como si se tratara de una ciencia en sí mismo (scientia crucis), del cual compone la sabiduría del sufrimiento y el combate del mal/maligno (en sentido amplio).

Podemos tener en este son un lunes de examen de conciencia, y de reconocimiento de faltas, un martes de contemplación, un miércoles de concientización de ayuno, un jueves de adoración eucarística, un viernes de arrepentimiento y confesión, un sábado de contemplación y oración, y un domingo de perdón, y de acción de gracias, tomemos estos días, para combatir fortalecidamente en ese guerra espiritual que tenemos del cual que nos acompaña la gracia, que no se trata de esfuerzo físico, sino meramente de un ascetismo guiado por la luz increada, es un combate de espíritu para que pueda desapegarse de la carne y el mundo, y esto se consigue con la combinación de la oración más el ayuno, unido a las ya mencionadas forma ascetas, todo esto constituye una fuerza conjunta de Dios (recordemos el nombre Gabriel), que si no lo hacemos hermanos, no nos podemos purificar para alcanzar el cielo, indistintamente vayamos a misa diario, recemos el rosario, de esto no vale, sino se consigue obras buenas para el Cielo (tesoros), ya que para evitar caer en alguna falta debes dominar por tanto el desapasionamiento (apatheia), que comienza en la mente, en el pensamiento, del cual es posible pecar desde la psyche, y nos evita adquirir la santa humildad.

Tengamos en cuenta que quien no tiene humildad/obediencia, no podrá salvarse, hemos dicho reiteradas veces, apoyados en los Santos Padres y los monjes ascetas siempre lo recalcaban, esta virtud es como la "sal" que condimenta la comida, la pegatina que va tomada de la mano de todas las virtudes, si falta nada hace, por tanto, si te arrepientes presuntamente de las faltas cometidas pero sin esta sazón, no hay purificación, también pasa con el falso perdón de nada vale perdonar si no lo haces de corazón, contritamente, sepan que este es el único camino de la salvación, y el valor que siempre nos debe preocupar de adquirir, solo por medio de ella evitarás se evitan males y tribulaciones buscadas, ¿pero cómo conseguirlo? con el arrepentimiento, la humillación y sobre todo con la confesión frecuente, el contar todo al padre espiritual, trae vergüenza en sí misma para el alma, ya que la salvífica, y con esto tesoros centrados en las buenas acciones, enmendadas en la protección almática que se va ingiriendo como medicina se te pondrá a tu favor para extinguir las pasiones, entre ellas la más peligrosa de todas el orgullo, la soberbia que carcome en contraste a la consecución de la perfección cristiana.

2 de marzo de 2025

LA CONSERVACIÓN DE LA HUMILDAD


"El arrepentimiento levanta al hombre. El luto llama a la puerta del cielo. La santa humildad la abre"
San Juan Clímaco

"La humildad es lo único que ningún demonio puede imitar"
San Juan Clímaco

Mario Felipe Daza Pérez

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Se puede decir casi con seguridad que quien no tiene humildad no podrá salvarse, los santos monjes se refieren a ella como la "sal de las virtudes", es decir, que por buenas obras que hayamos hecho, sino está condimentada con esta pegatina, cemento, no sirvió de nada, trabajamos en vano y por tanto no se tendrá en cuenta para el reino de los cielos. Por tanto, quien ayune, se mortifique, no solo sin un propósito para la gracia, en favor de la Santísima Trinidad, no le convendrá nada en favor, porque le puede incluso achacar la soberbia por el mismo acto sin discernimiento. Más bien en este tiempo que devenga de cuaresma, o penitencial debemos reconocer nuestras debilidades, para alcanzar esta humillación que es necesario para nuestra salvación, que se consigue una y otra vez con el arrepentimiento sin fin de nuestras faltas, pasadas, presentes, y pidiendo no caer en las posibles futuras. Lo que no genera humildad, produce orgullo, esto carcome el alma entera, del cual está en la cima de la perfección, sobre todo de los más avezados que ya han dominado la "carnis" es como si destrozara todas las virtudes anteriormente construidos desde sus cimientos.

Son los pecados los que dañan el hombre, los santos padres, y monjes lo relacionan con una úlcera (ceguera espiritual), pero antes que este se torne, se puede tomar como una gastritis (vanagloria), que va dañando no el cuerpo sino alma, hasta alcanzar su mayor grado de putrefacción (orgullo), que es el vicio, hasta el pecado sistemático, imperdonable de la desobediencia, que es la resistencia a la gracia, el no querer salir del fango a pesar de las oportunidades dadas. Muchos caemos, si, pero no es óbice para poder levantarse nuevamente, de hecho, el verdadero santo es que se lastima, se cae pero que rápidamente tomar el rumbo nuevamente en el que quedó para seguir avanzando en su camino, en la vía por la humildad, del debajeo (humillación), porque en práctica estos errores son permitidos por Dios, muchas veces precisamente para evitar el mal de los males, como lo es la soberbia, como la desobediencia plena, del cual coincide con la voluntad demoníaca, por esto es que la Santísima Trinidad, nos sugiere seguir su divina voluntad para ajustarnos a sus fines, y así poder salvarnos cumpliendo con los mandamientos y el Evangelio.

Conservar la humildad es crucial, es parecido a mantener la gracia, que, aunque siendo diferentes, se estima un mayor esfuerzo hacia Dios, (verticalmente hablando), más que de uno mismo, en el punto primero, esta debe estar cimentado en otras virtudes con tal de no enorgullecernos por cosas impías, necias, que no valen la pena, debemos por tanto tener la perseverancia en esa humildad que es difícil de contener, (que depende en muchos casos de nosotros). Por tanto, mantenerse dentro de los límites de la humildad es necesario para toda la vida, para no caer, es extremadamente complicado para el hombre dentro de la exigencia que hace diario para no desfallecer, por eso que requiere al 100% estar acompañado de la gracia santificante, ante cualquier tropiezo la Santísima Trinidad deja que te tropieces, pero para evitar un mal peor. Está claro que esta no se produce asi no más, a menos que sea un regalo divino (muy difícil de obtener, por adopción), por tanto, se comienza desde cero con mero trabajo espiritual, esto es, con simpleza, mansedumbre, pobreza de espíritu, temor de Dios, cultivo de fe, y demás virtudes, del cual aseguran ese ungüento que clarifica el alma.

Se dice dentro de los apotegmas de los Padres del Desierto que Abba Macarios:

"Regresaba del pantano a su celda, llevando algunas hojas de palma, se encontró en el camino con el diablo con una guadaña. Este último lo golpeó todo lo que quiso, pero en vano. Y le dijo: ¿Qué poder tienes, Macario, que me hace impotente ante ti? Todo lo que tú haces, lo hago yo también. Tú ayunas, yo también. Tú velas, yo no duermo en absoluto. Sólo en una cosa me vences. Abba Macarios preguntó qué era aquello. Dijo: Tu humildad. Por eso no puedo hacer nada contra ti".

Si queremos liberarnos de nuestras pasiones, debemos ser sencillos, austeros, con lo poco se obtiene la humildad, este es el primer paso, digamos que es el abono de siempre y la sazón de todas las virtudes, para poder recoger de este magna valor una virtud transversal, que se mantiene con el esfuerzo, con el fuego que se prueba, dotándolos hacia lo espiritual, Hace que sea difícil de contener en ciertos casos, aunque pueda venir algunas veces temporal o permanentemente en el tiempo, por gracia depende de la condición/capacidad de cada quién, eso no lo sabemos porque pasa, es un misterio, en todo caso, debemos pedir siempre arrepentimiento de nuestros actos, todo el tiempo, como lo dice el Santo Ortodoxo San Paisios del Monte Athos, hermanos, en la oración no solicitamos "luces divinas, ni milagros, ni profecías, ni dones espirituales, nada más que el perdón, ya que el arrepentirte e traerá humildad, la humildad te traerá la Gracia de Dios, y Dios tendrá en Su Gracia todo lo que necesites para tu salvación o cualquier cosa que puedas necesitar para ayudar a otra alma".

¿Cómo saber si estamos arrepentidos o si tenemos la gracia? Nos dice San Serafín de Sarov que a través del temor de Dios, por medio de la sabiduría, pues si comenzamos a juzgarnos a nosotros mismos, si dejamos de ver las faltas de los demás es un indicio de que se está haciendo lo correcto de acuerdo a la virtud, como dice San Máximo el Confesor, "El que se ocupa de los pecados ajenos o juzga a su hermano por sospecha, aún no ha comenzado a arrepentirse ni a examinarse a sí mismo para descubrir sus propios pecados", si hacemos esto o lo otro, muy difícilmente los demonios podrán atormentarnos, porque nos ven la iluminación que proviene de los pensamientos buenos (humillación), por tanto a mayor no solo acciones, sino también mentalidades santas, nos alejamos de los ángeles caídos, ya que no controlan lo que brotan del corazón, a pesar de poner o no tentación recurrentes en nuestra mente, e intelecto (nous), por ello es que debamos pedir incesantemente limpieza de cuerpo y alma de toda impureza, para poder asemejarnos a Dios hacia el camino a la deificación (theosis).

A solo Dios le está dado conocer los corazones de las personas, sabe cómo brotan, pone pruebas, pero también aflicciones, sufrimientos, éxitos, logros, de todo tipo, para poder batallar contra el mal (en sentido amplio), la Santísima Trinidad revela a sus siervos (buenos o malos) así no le obedezcan sus providencias, en algunas ocasiones por misterio desconocido algunos de los pensamientos son puestos a impíos, herejes, maleantes, solo por un fin, hasta de gente que no se lo merece le puede decir lo que sucederá, esto es algo desconocido para nuestra limitada capacidad. Lo que sí está permitido al maligno conocer, es nuestra astucia demoníaca, de lo que vaya acorde a su plan, más no la astucia de Dios, por ello, cuando siembran una idea la conocen de antemano, porque ellos fueron quienes la plantearon, lo que no saben es cómo la vas a tratar, aunque sospechen de su finalidad, por tanto por experiencia, las entiende psicológica/antropológicamente, en lo demás, su visibilidad es entenebrecida, oscura hasta que no nos arrepintamos contritamente, o hagamos el lloriqueo santo nuestro alivio, en general no conocen lo que nos transmite los seres celestiales por comunicación, aunque esto es materia aún de análisis por parte de los estudiosos del tema, como de los exorcistas.

Tengamos claro hermanos que la conservación de la humildad es la única "virtud sazonada" que nos mantiene a salvo de las tinieblas, y fuera de la oscuridad (existe una línea delgada que mantener), porque si por ejemplo hacemos una limosna con soberbia, para que todos vean, el demonio lo sabe, porque conoce que no fue de corazón, sino a gloria tuya (vanagloria), en cambio si realizas unas buena acción para salvar a alguien, con recta intención (caridad), sin orgullo, no lo conoce y le da rabia, por tanto lo aleja, y esto es un tesoro que vas acumulado en el cielo, por tanto, la mayoría de las veces (salvo que Dios lo quiera, de otro modo) es el hombre mismo quien le da derecho (en muchos casos posesión) para que los ángeles caídos lo pueda molestar (según los permisos concedidos), haya o no ignorancia, por esto que entre aquí de la mano no tanto el tema del ejercicio de la piedad (oración, ascesis), sino también de la justicia (obras), la cual no es excluyente, sino complementario para poder limitar su acción adecuadamente. Recordemos nuevamente el relato contado en los apotegmas de los Padres del Desierto como el que se cuenta en el que el maligno no había podido molestar a los monjes de cierto sitio menos uno que luego se fue contra él, un tal Teopempt, esto fue porque el abad Macario educó al que faltaba, y esto fue porque le enseñó el rol de la humillación, con amor, ya esto no le permitirá leer sus pensamientos malvados, por tanto se retracta todo "acto jurídico espiritual" (permiso), para quien elige la gracia de Dios, que está escondida en la conservación de la humildad.

23 de febrero de 2025

¿SE PUEDE LLEGAR AMAR A LOS ENEMIGOS?


“Si Dios esperó con paciencia a los impíos, ¿Quién eres tú para odiarlos? No debes odiar al hereje, sino su herejía; no al blasfemo, sino su blasfemia”
Juan Crisóstomo, Homilía sobre Romanos, 7

“Según amemos y perdonemos a nuestro prójimo [enemigos], así seremos juzgados”

Mario Felipe Daza Pérez

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Muchos pensaran que el enemigo solo es ese sujeto que nos ha hecho daño, o aquel grupo sinvergüenza que está dañándonos a cada rato, o de esas personas malas que sabemos cómo están llevando las cosas y que nos afectan mancomunadamente, pensemos en quienes atacan por dentro y afuera la Piedras Edificadas por Cristo (Iglesia), quien comenzó Pedro (Cefas) y siguen sus sucesores. Tenemos claro de los problemas que se están presentando adentro por la falta de tradición [ortodoxia], esto no es óbice para dejar de orar por la situación ni tampoco de seguir combatiendo, el beneficioso de todo esto es querer el bien inclusive de quienes nos molestan/agravian, que en todo caso es voluntad de Dios su permisión, y esto nos debes afectar, sea en la salud de un hermano o su muerte, sea quien sea, nos debe doler, aun suponiéndonos como "enemigos", ya que todos los hombres somos iguales en creación, ya decía San Silouan el Athonita, “ama a tu prójimo, porque es nuestra vida, el otro siempre vas a ser tú”, y eso es lo que quiere Jesús que repliques en todos lados.

“Quien ama a sus enemigos, se ama asi mismo en plenitud”, incluso aprender a amar ya es perfeccionar la caridad como una virtud que viene de Dios mismo, del cual no solo perdona pecados, y se arrepiente, sino que se edifica espiritualmente hablando en todo el sentido de la palabra, en resumen, todo en el reino espiritual se basa en el ladrillo del amor que es la humildad que es la sal del hombre virtuoso. Muchos podrán pensar equivocadamente que el “enemigo” es el diablo, pues sí, eso dice los santos que debemos tenerlo como tal, aun así, es Dios quien lo reprende, no nosotros, otros dirán que son los mismos humanos, pues no, ya que somos hermanos, de la misma naturaleza, por tanto, si alguien nos tiene odio, aunque sea muy difícil de reconocer en nuestro caso debemos hacer algo para que eso se resuelva, y si no, se lo dejamos en manos de la Santísima Trinidad, como de la Reina y Madre, Maria.

El enemigo no es solo quien te tiene ganas de matar, o quien te injuria, sino que puede estar en tu mismo hogar, puede ser tu pareja, hijo, o en este caso alguna autoridad, por eso que toque orar por ellos, porque esto no solo aumenta la humildad, sino que trae muchas bendiciones para ti como ejercicio piadoso/justo, así que quien discute contigo puede volverse tu acusador (satán), contrincante en ese momento u otro episodio, y por tanto, es tu deber como cristiano apaciguar las aguas, y rezar/obrar por él, para mejorar a su vez las relaciones con Dios, y demostrar de que estas hecho (fortaleza), como hombre en Cristo y que respondes como el Santo Job con amor, ya que la relación con la Santísima Trinidad solo se da por caridad.

Una de las cosas por tener en cuenta en este aspecto y del porque en el Evangelio Cristo manda a amar a los enemigos y como bienaventuranza, no solo es por humildad, es porque él personalmente no tiene enemigos porque es Dios, además de comprender la situación que pasa en todo los demás humanos (psyche), sean ya ignorantes, negligentes, olvidadizos, en todo caso, somos materias concupiscentes, que no sabemos que el verdadero mal, se esconde en el maligno en su personificación, por esto además que nos haya pedido que pidiéramos perdón por todo, aunque no hayamos tenido la culpa, lo mismo el arrepentirnos sin fin es esencial, no en si por el otro sino por ti mismo, para la salvación, ya que te impide además de purificarse por limpiarte en cuerpo y alma, en consecuención de un corazón puro.

Podrán decir los hermanos, que eso piensas tú porque vives acomodado o el otro porque no hace nada, llegan a preguntarse analices eso porque a ti no han asesinado toda la familia, o porque no te ha sucedido tal acontecimiento, diríamos que eso no tiene nada que ver, porque en cuanto a más hechos te pasan, más humildad debes de tener y todo el comportamiento contrario debes confrontar frente a quien te lo hace, y es la venganza perfecta (en el buen sentido) en el reino espiritual, no se trata de no hacer nada, sino de perdonar, obrar piadosa/justamente, y en caso de proseguir, dejar la justicia en manos de Dios, Él lo decide todo, no nosotros, realmente no conocemos los corazones de las otras personas, a menos que tengamos el carisma de la cardiognosis, que muy probablemente nadie lo tendrá porque sí, a menos que la Santísima Trinidad a través del Espíritu Santo, así lo quiera.

Resulta que es tan importante “amar a los enemigos” tan así que el cristianismo es la única religión que lo manda hacer, no solo como modelo de vida, sino como mandamiento divino, y esto es otra las razones para considerar la ortodoxia católica como la única religión verdadera, de hecho, es un cambio celestial que no se concibe ni siquiera en el antiguo testamento (se apalabra solamente a la misericordia y no del enemigo como del perdón, recordemos al Rey David cuando tiene piedad de Saúl). Podemos tener caridad frente a algunos de como dar de comer, de no desearle el mal a otro pero no de “amar” a quién nos hace daño, de todo esto resulta necesario además sentir compasión y alegría cuando tenemos al enemigo con nosotros de nuestro lado, ya que así podemos ser nosotros mismos cuando nos comportamos mal, ya sea con la esposa, novia, amigos, desconocido, cualquiera de ellos puede ser uno, cuando pase eso recordemos la Oración de Jesús o el Padre Nuestro, sobre todo el aparte que dice: “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

Dice San Agustín, en el Sermón 56 en este tema, lo siguiente:

“Con todo, no os parezca imposible; yo sé, yo conozco, yo he comprobado que existen cristianos que aman a sus enemigos. Si os parece imposible, no lo hagáis. Pues ¿Qué provecho sacas del mal de tu enemigo? Si no tuviera mal ninguno, tampoco sería tu enemigo. Deséale el bien: si pone fin al mal, dejará de ser enemigo tuyo. ¿Acaso es tu enemigo porque posee alma y carne? Es lo mismo que tú: tú tienes alma, él también la tiene: tienes carne, él también. Los dos primeros hombres, Adán y Eva, fueron nuestros padres. Él es el padre, ella la madre; en consecuencia, somos hermanos. Dejemos de lado el primer origen. Dios es nuestro Padre, la Iglesia es nuestra Madre. Por tanto, somos hermanos. «Pero mi enemigo es pagano, es judío o hereje». ¡Oh Iglesia! Tu enemigo es pagano, o judío, o hereje: es tierra. Si tú eres cielo, invoca al Padre que está en los cielos y ora por tus enemigos. Porque también Saulo era enemigo de la Iglesia; aun así [la Iglesia] oró por él y se convirtió en amigo. No solo dejó de ser perseguidor, sino que se esforzó por ser una ayuda. Y si buscas la verdad, se oró contra él; pero contra su maldad, no contra su naturaleza. Ora también tú contra la maldad de tu enemigo; muera ella, y viva él. Pues si llega a morir tu enemigo, te parecerá haberte quedado sin enemigo, pero tampoco habrás hallado un amigo. Si, en cambio, muere su maldad, has encontrado también un amigo”.

El amar a nuestros enemigos no es fácil y por tanto es un esfuerzo enorme, que se requiere hacer frente a las personas que no valoramos, no pasa lo mismo frente a los demonios, con la excepción que podamos tener de los ataques de los blasfemos, impíos que van en contra de Dios directamente existen ciertas flexibilidades en cuestión de justicia pero por sus actos no por su condición de persona, por ello que Jesús utiliza dentro de sus parábola para ampliar este amor, a los samaritanos que eran profundamente odiados pero aun así ayudaron, de hecho, se dice que es el acto más difícil de sostener, e incluso de lo que podría ser los “pecados de carne” (carnales), esto, debido a que nuestros caídas espirituales, concupiscentes que tenemos desde la naturaleza adámicas se encuentra lastimada, es por esto que debemos orar por ellos y por todos los hombres, así nos caigan mal, esto traería mayores bendiciones para tu vida, cuando lo haces, por la humanidad (hijo del hombre), por lo divino (hijo de Dios), en torno a su corrección, no su represión.

Si uno se pone analizar bien, puede hasta incluso sacar beneficios de los enemigos, que de los necios de los amigos, ya que dicen a menudo la verdad en nuestras caras, de lo que te puede molestar o de lo que ellos quieren decirte para herirte, que como buen cristiano no solo lo debes tomar como algo positivo, sino edificador, como ejemplo, digamos que te digan “gordo/a asqueroso”, para un insensato, le molestará el comentario, pero a un sabio y temeroso de Dios, le agradará no solo por la injuria (gloria, corona) en sí que debe soportar, sino porque está fomentando una situación que puede ser verdad, de lo que debes hacer que ni siquiera tus familiares te han dicho, por tanto debes rebajar y perder grasa, de este modo no solo lo escuchas, sino que tomas sus consejos, aprendiendo de él, pero en sentido contrario (virtuoso), como diría Aristóteles, “los hombres sabios aprenden muchos de sus enemigos”: ¿entonces porque no amar a este tipo de personas?

El mandato de “amar a nuestros enemigos” se puede tomar como una escisión en el sentido in extremis de lo que sería el “amar el prójimo” que como hemos decantado ninguna religión ni espiritualidad la tiene como propio, solo el cristianismo, de allí que este concepto, bienaventuranza, hasta modelo de vida, deba ser aprendido como ejercicio no solo piadoso sino de justicia, aunque no lo queramos ver así, de esto se desprende además que no hay “enemigo pequeño”, por muy tonta que veamos una persona esa es la que nos puede hundir o salvar, por ello que no debamos partir de las apariencia, el ideal deberá ser siempre de tratar a todos por igual en dignidad como persona. Hasta incluso podemos tener enemistades ocultas, que no sabemos, y por esto, es que debemos ser concernientes de la situación, hagamos más bien que estos se vuelvan en nuestros amigos, aun sin saberlo, de esto se toma que, a los herejes, cismáticos, se aman, pero no su error, no su por sus faltas, ni por sus conductas sino como hombres que pueden ser sanados por Dios.

Por último, si bien Cristo mandó a “amar a los enemigos”, existen ciertos casos de excepción que nos puede remitir los Padres o Doctores de la Iglesia, entre ellos San Agustina, Santo Tomas o San Bernardo (véase, De Laude Novae Militiae) como para citar unos ejemplos, y esto se presenta en casos particulares, que por eso no tomamos aquí generalmente, pero que tiene su eco en la defensa del cristiano, como del que puede partir el tema de la “guerra justa”, o en su defecto cuando está de por medio la virtud de la “justicia”, como “orden” también “disciplinario” de las cosas divinas, pensemos en la legítima defensa. Podemos mucho querer el bien del otro, incluso de quien nos desagrada, pero en todo caso debemos defender la vida, la del tercero o la del bien común, debemos siempre resistir al mal (katejon), como al maligno (armas espirituales), y esto se hace con la corrección de lo que resulta dañino para la comunidad (ecclesia), o de peligro (como los heréticos), pensemos en el tema también de los cruzados (acción defensiva). El rechazo de injusticia siempre debe tomarse en protección de los más afectados/necesitados, sin que se torne personal, por tanto, una cosa es soportar personalmente y otra castigar a los malvados, del cual además es un deber cristiano.

16 de febrero de 2025

EL ARREPENTIMIENTO NO TIENE LÍMITES


“La única esperanza de salvación de los engaños y herejías, de las innovaciones y de las trampas de los malvados y del diablo es la oración, el arrepentimiento y la humildad”.
Elder José el Hesicasta

“Dios nos envía pruebas inesperadas para enseñarnos a practicar la vida ascética y nos conducen al arrepentimiento incluso cuando somos reacios a ello”
San Marcos el Asceta

“Los ministros de la gracia de Dios, por el Espíritu Santo, han hablado del arrepentimiento”.
San Clemente de Roma

“Busca el arrepentimiento todo el tiempo y no te dejes llevar por la pereza ni un solo momento”.
San Antonio el Grande

Mario Felipe Daza Pérez

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El problema del ser humano, no es la cantidad de pecados que cometa, porque de un acto divino pueden ser perdonados todos ellos, sea cuales fueren, la gravedad se centra en el no querernos arrepentirnos, aunque digamos que no lo volvemos hacer, lo que debemos aprender en toda medida es estar en permanente conversión de “hombres arrepentidos”, sumado al uso de la “confesión frecuente”, en vía de la toma de la comunión que es vida misma, adjunto al hesicasmo, en velo de una contrición perfecta, para luego no caer en desesperación, por ejemplo, como cuando luchamos contra la impureza, está no solo se hace desde el cuerpo sino también en el alma, pero para ello es importante el “arrepentirnos”, en compañía de la oración incesante, el lloriqueo santo, la lectura santa, las postraciones, etc de todo lo que tenga que ver con el aspecto central dentro de la transformación popularmente conocido como “metanoia” o “cambio de mentalidad” en “estado permanente”.

Podemos aprovechar todas las “cuaresmas” de nuestras vida, si se quiere desde esta que viene para arrepentirnos nuevamente por todo, no solo haciendo ayunos, mortificaciones, aumentando la devoción hacia lo espiritual, sino tratando de curar pasiones de todo tipo, lloremos, lavemos nuestras culpas, con coraje, confesémonos humildemente, aceptemos los sufrimientos como reparación, de los malos actos de nuestras vidas, las palabras, los pensamientos, maledicencias, juzgamientos injustos e impurezas cometidas, ya decía Juan Crisóstomo: “El pecado es una herida; el arrepentimiento es una medicina” y esta última trae valentía, magnanimidad para el estado almático del cual es concedido la gloria a través del dolor, de la cruz, esto es, por medio de las pruebas, volviéndose a Dios en una actitud activa y positiva hacia el cambio que se consigue con la ascesis, el esfuerzo y el combate que se da gradualmente en camino a la gracia.

Si uno se arrepiente frecuentemente, tal cual como se utiliza el sacramento de la confesión a menudo (ya que es una indulgencia de indulgencia), estamos por seguro que los demonios no tendrán cabida sobre en nuestro ser, al volvernos violentos contra nosotros mismos, con el ascetismo se expulsa como vinagre cualquier suciedad de la plata, por sus oraciones, lágrimas, conversiones, obras, etc, se consigue un valor alto de magnanimidad en la lucha en el combate espiritual que hace difícil a los espíritus malignos prevalecer, y esto lo hace precisamente la humildad de los actos, como de los pensamientos, de lo que se consigue más adelante como las virtudes, de nada sirve ser el jefe, gobernante, líder, si tu alma se condenará, por tanto, las asechanzas del maligno resultan beneficiosos si y sólo si resulta positivo para nuestra humillación, ya dice San Macario, “Ante Él es más agradable un pecador con arrepentimiento que un justo con orgullo”.

Por lo general, los cristianos de tradición, vemos las cosas blanco y negro, aunque las leyes divinas se miden a rajatabla muchas veces, existe casos de cierta flexibilidad no al pecado, no al demonio, tampoco a ser parte de un bando, sino en cuento a la debilidad humana, que conforma las faltas cometidas, que se corrigen a través del “arrepentimiento sin límites”, como dice San Efraín el Sirio, “El arrepentimiento es la escalera que nos levanta del lugar donde hemos caído”, una cosa es caer, y otra levantarse, y esta última es la que hace agradable al Señor, si una persona desfallece espiritualmente pero sigue intentando, esto es humildad, y por amor a Dios la misericordia llegará, por tanto, es crecimiento, justicia que no se pierde con el tiempo, sino que se va acumulando, ya decía San Silouan el Athonita: “El hombre continuamente debe arrepentirse en todo tiempo, hasta la muerte”.

Dice San Agustín en el Sermón 19.2:

“Pues ¿qué es el arrepentimiento, sino la ira contra uno mismo? El que se arrepiente se aíran contra sí mismo. En efecto, salvo el caso de que sea ficticio, ¿de dónde proceden los golpes de pecho? ¿Por qué te hieres si no estás arrepentido? Así, pues, cuando golpeas tu pecho, te aíras con tu corazón para satisfacer a tu Señor. De ese modo puede entenderse también lo que está escrito: Airaos y no pequéis. Aírate por haber pecado y, dado que te castigas a ti mismo, no peques más. Despierta tu corazón con el arrepentimiento, y ello será un sacrificio a Dios”.

Las batallas espirituales se ganan con cicatrices, lágrimas, llantos, heridas, etc grandes o pequeñas, en este caso el arrepentimiento real, lleva a ganar esas luchas, porque se nutre de la pegatina de la humildad, que es una obra del combate contra las pasiones, un muro con que se edifica en el cemento de las experiencias santas, del cual se va haciendo más fuerte, y esto es importante saberlo no solo con quien luchamos, sino que y como lo hacemos, en nuestros actos, sino también en nuestras mentes y el corazón, desde el alma y la carne, en simbiosis, para llegar a tener una curación de vida en Cristo Jesús, como requisito sine qua non de la salvación, conservado dentro de la ilimitada forma de arrepentirnos que no tiene límites, en el curso a la perfección (perfectibilidad) del cual se ciñe mientras vivamos, en el tiempo y espacio hasta el último segundo de nuestras vidas.

No importa que tan impuros seamos, si nos arrepentimos con sinceridad llegamos a la salvación, lo que se trata es cambiar el amor carnal por el amor espiritual de la Trinidad Santísima, por ello que sea bueno tener atención en el recuerdo de las faltas pasadas, o presentes, para no cometerlas más, el que busca este estado se deifica (theosis), lo mismo el que lo haga con el hermano, ven ambos la gracia de Dios, por esto que sea necesario la humildad para que pueda llegar, si no, nos engañamos a nosotros mismos, así hayamos confesados los pecados. El corazón contrito es el que trasciende, el que eleva el hombre, por tanto es un “don”, esto hasta que sea eliminados por completo, consiguiendo la impasibilidad (apatheia), sintiendo aflicción por los vicios, dolor, sufrimiento por estos defectos: forja el carácter del santo, y la gracia del Espíritu Santo, ya decía San Tikhon de Zadonsk: “Los pecadores que se arrepienten todavía son salvos; tanto los publicanos como los fornicarios limpiados por el arrepentimiento entran en el Reino de los Cielos”.

El problema de la Iglesia moderna (sinodal) es la llamada “teología de la prosperidad” que no se centra ya en el arrepentimiento sino en el realizamiento de los objetivos personales, que le llaman “éxitos”, que por lo general son “egocéntricos”, eufemísticamente, “propios” donde el mensaje del perdón, del sufrimiento, del cargue de la cruz, queda en un segundo plano o de nula presencia en la vida del cristiano. El alma crece pero en la lucha, en la adversidad, en las tribulaciones en la prueba que soporta, no en la zona de comodidad, en la pereza, la acedia, lo que necesita el justo/piadoso para que sea santo es que pelee, con un espíritu de arrepentimiento, contrición, penitencia, reparación, oración, en una vida sacramentada, por esto es que el “arrepentirse no tiene límites” y se extiende para todo el tiempo mientras vivas, a la final, lo que verdaderamente Dios tiene en cuenta es lo que se aloja en el corazón, de cómo obramos según nuestras acciones.

En los dichos de los Padres del Desierto sobre el Abba Sisoe se cuenta, sobre la “humildad perfecta” y el “arrepentimiento sin fin o “sin límites”, lo siguiente:

“Los discípulos, reunidos a su alrededor, vieron de pronto que el rostro de su anciano brillaba como el sol. ¡Mirad, nuestro Padre ha sido arrebatado en el espíritu!, Decían: Padre, ¡ya no tienes necesidad de arrepentirte. Entonces, Abba Sisoe, con una humildad les dio su última y más profunda enseñanza: En verdad, no sé si he comenzado siquiera a arrepentirme. En ese momento, la celda se llenó de luz increada y Sisoe, transfigurado”.

Hermanos, el que tiene verdadero arrepentimiento, lleva en la actitud de contrición la humildad del acto de reproche por lo que ha hecho, vergüenza santa, y cuenta sus faltas no por orgullo sino para que no se cometan más, y nadie caiga porque puede que mañana no lo tenga, debemos los pecadores violentarnos todo tiempo, esto hace que la gracia del Espíritu Santo habite en él o no, no lo sabemos, por esto, practiquemos la búsqueda del desapasionamiento, para que el dolor, se vuelva más sabio para los justos, y que con el lloriqueo obtengamos la tristeza santa. Esforcémonos por cambiar las cosas del mundo por la de Dios, para nuestra salvación y al de otros (véase Isaías 30:15), el esfuerzo es el camino proporcional que nos aloja en el perdón, pero no solo esto, sino también a la misericordia de Dios que es desmedida, en últimas, son los frutos los que nos dirán si estamos arrepentidos o no (véase Mateo 3:8) y además si fueran aceptadas, que en todo caso de concederse debe ser visto siempre como abandono del pecado y no solamente como un deber "penitenciario" sino una acción alegre y positiva en el celo de un hombre nuevo.

Por último, puede que a muchos en la vida nos hayan servido no conocer las causas de los pecados al menos no al principio o más tarde, pero parece que otros no lo quieren conocerlo para hacernos los bobos, y no arrepentirse, precisamente para no volverlos a cometer se debe salir de la ignorancia, por ejemplo, muchísimos no sabemos cómo funciona la gula pero creemos que está bien no saber, para no caer en ese vicio, pero cometemos un grave problema, que viene del corazón para el juicio de Dios, que ahora ahonda tu alma al pensar que no sabías y esto es fatal, por tanto, el reconocer una falta, así sea conociéndolo y yendo contra su voluntad, y así caigas, cuando te arrepientes de ello, te levantes, y vas creciendo, y esto sí que es una construcción espiritual que te eleva en la ascensión en la escalera divina, que haces para volverte humilde que es lo que realmente te cambia y te salva, lo contrario te lleva al orgullo, como a la desobediencia igual que a Satanás, como dice San Ambrosio de Milán, “El verdadero arrepentimiento es dejar de pecar”.