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16 de marzo de 2025

EL VALOR DEL AYUNO


“Si ayunas de comida, pero tu mirada te hace fornicar, si te inclinas a la curiosidad pecaminosa, a la envidia, si tu oyes blasfemias, canciones lascivas y palabras malvadas, o que dañan otros sentidos, ¿de qué sirve el ayuno? Sin duda, de nada”.
San Gregorio Palamas

“El verdadero ayuno es la eliminación de todo mal”.
San Teodoro el Estudita

“¿Ves lo que hace el ayuno?: Cura enfermedades, expulsa demonios, aleja malos pensamientos, purifica el corazón”.
San Atanasio el Grande

Mario Felipe Daza Pérez

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Los medios ascéticos te permiten llegar a la gracia, entre ellos, el ayuno que es el que más se practica durante cuaresma, ya que restaura nuestra salud espiritual, disminuye las tentaciones, como los desórdenes concupiscentes, de lo que se cree que se aumenta en el resto del año, como en carnavales del cual se indaga que "quien peca y reza, empata" esta llamado a la perdición, quien saca esa conclusión está condenado del todo, ya que no se consigue el verdadero arrepentimiento que no es remordimiento, más bien es una actitud pasiva, diferente a la activa, una es condenatoria, otra es salvífica, el arrepentirse con cierto remorder de conciencia o no es recalcar en el pasado para transformarse (metanoia), porque lo hecho está marcado, lo que se conduce es tomar la vía correcta hacia la salvación, no se trata de decir voy hacer tales votos/promesas y no cumplirlos, sino aquellos que sean más valederos que vengan del esfuerzo no de la boca, hacerlo en la práctica (como en la Parábola de los 2 hijos de Mateo 21) y esto sí que es contrición perfecta, en todo caso el santo ayuno es una parte de esta disciplina que debe ser discernido, porque todo mal hecho puede causar daño, como le sucedió a San Juan Crisóstomo (durante 3 años) con sus excesos durante su vida de monje antes de ser Obispo.

Uno de los aspectos importantes del ayuno además de los múltiples beneficios que trae es el de aprovechar como alienta el dominio propio, del cual te permite conocerte a ti mismo, hasta ciertos límites, y por tanto te permite reconocer tus faltas y pecados para poder corregirlos, sobre todo los de la carne, esto evitará por supuesto juzgar a los demás, murmurar..., te centras en ti mismo, en tu corrección. Si esto nos es difícil debemos hacer tan siquiera como dice Juan Crisóstomo, si no es de comida, entonces al menos hagámoslo de i) malas palabras, ii) malos pensamientos o iii) malas acciones, por tanto, el fin del ayuno sea de la modalidad que sea, su fin es el de humillarnos, en oración, buscando la comunicación con Dios (vía iluminativa o unitiva) separándonos un poco de la carne, de la glotonería, de la lujuria, de la distracción de los sentidos, cerrándolos limitadamente, abriendo el ojo espiritual que es el verdadero rasero del alma, que se conoce como intelecto (nous) contribuyendo en esto a la pureza del corazón, que es lo que hacer ver realmente el rostro del del Señor.

Dice San Teófanes el Recluso:

"Sucede que, si alguien se acerca a pedirle algo a Dios, lo hace con el alma dividida: lo menciona de pasada en su oración una o dos veces, y luego se da por vencido y luego dice: "Dios no escucha". No, cuando se pide algo en particular hay que ser perseverante e incansable en la oración, como la viuda que obliga hasta al despiadado juez a satisfacer su petición con su importunidad. Los verdaderos guerreros de oración, cuando piden algo en la oración, combinan con la oración ayunos, vigilias, privaciones de todo tipo y todo tipo de caridad, y al mismo tiempo piden no un día, ni dos, sino meses y años; Eso es lo que obtienen por ello. Imítalos si quieres tener éxito en la oración".

La oración incesante, acompañado de otros medios elimina las impurezas que llevan el cuerpo a la perdición, lo purifica, y enaltece el alma, pues ya decía San Agustín que las virtudes del ayuno entre otras cosas está la de clarificar el intelecto, concentrar los sentidos, someter la carne al espíritu, haciendo así del corazón y el alma queden humillado, proclive al arrepentimiento, quitando de por medio la concupiscencia (al menos disminuyéndolo) apagando la esclavitud de las pasiones, y más, prendiendo el amor hacia la caridad, la limosna y la misericordia. Al tomar todo esto como un conjunto se obtiene de si una claridad de la mente, para así poder ver según la conciencia el verdadero camino de la verdad que es el Evangelio, que nos lleva a la vida eterna, por medio del fin de la salvación que es la conservación de la gracia del Espíritu Santo (y su adquisición), por medio de la ciencia de la cruz (sufrimiento), el alma entra a un estado espiritualizado que se vivifica, se eleva, toma para de la vida de la deificación (theosis) por adopción de la gracia santificante.

Como sabemos, existen varios tipos de ayuno, de distintos modos, formas o modalidades, está la que recomiendan en Medjugorje, a pan y agua, los miércoles y viernes, puede tenerse de presente los parciales o ciertas abstinencias de alimentos, están los que saltan una o dos comidas, los que lo hacen en diferentes días y horas o periodos, los de solo agua, o café, aromáticas, verduras, caldos, los de la merienda sencilla (al final es algo que cueste), o hasta determinado horas (sexta, nona, etc) lo importante de todo esto es poder aguantar los deseos de gula y ofrecer este sacrificio con oración como reparación general, y porque no particular de nuestros actos, por supuesto esto conlleva a una disciplina que podemos llamar ascética, corporal que lleva a la espiritual cuando lo hacemos por gloria a Dios, no solo por tanto la comida en sí, sino también de los pensamientos, de las acciones, de las obras justas que hacemos en favor del prójimo como de la Santísima Trinidad, de esta forma cada facultad/potencia después de ejecutar el ayuno aparece diferente con un mayor vigor y mejorado como dice San Atanasio el Grande, "con un gran remedio que cura enfermedades, echa fuera malos pensamientos, expulsa demonios y purifica el corazón".

La disciplina del ayuno nos mantiene en forma no tanto física, sino almaticamente, porque nos recupera la salud espiritual, a corto, mediano y largo plazo (según las condiciones/capacidades), más si lo hacemos con oración, vigilias y aún más con rezo incesante, por tanto es este un medio para un fin que potencializa tu espíritu, contra los vicios entre ellos de la carne, por lo que al someterlos entramos in situ al mundo espiritual. Lo importante es hacer de esto un hábito en nuestro diario vivir, para mantener a raya los deseos concupiscentes, apretando cada vez lo corporal por debajo de lo almático-espiritual, ya que los deseos materiales van a querer subirse de cualquier forma, como si se tratara de una gravedad inversa, quieren subir para hacer y cumplir con sus propósitos mundanos, materiales. Por tanto, al ser estas actividades una práctica voluntaria no podemos permitir sobrepasarnos evitando así el dolor de cabeza o malestares innecesarios de mala salud que nos impidan los ejercicios de piedad/justicia (véase, "La práctica del ayuno", en Jonas Abib, Editorial San Pablo, p. 27-29).

Como hemos analizado hermanos, el valor del ayuno se centra como medio importante para además proteger la virtud, ya que es el comienzo de la ascesis, siempre que vaya acompañado de la oración misma (eje transversal), de todas estas proceden los demás, porque no vale nada abstenerse de alimentos, si somos lascivos con nuestras miradas, curiosos con lo impío, vanidoso, atento las canciones sin pudor, a las palabras obscenas, etc, que dañan nuestros sentidos, por tanto no sirve de nada el ayuno, si este se hace por moda o fitness, no deja de ser solamente corporal (vanagloria) ya que para que sea considerado como verdadero debe estar acompañado de la parte espiritual, del cual se suma el rechazo de pensamientos impuros, de alejarse de todo mal, resistir al maligno, pero si de de cumplir su voluntad de la Santisima Trinidad (preceptos, actos, mandamientos, etc). Porque es con la restricción de toda pasión [placer] que se elimina toda esclavitud, con esfuerzo, para poder mejorar la escala espiritual, obtener sabiduría, temor de Dios, maximizando así los dones, domando los sentidos y nuestro tu ser, consiguiendo para ello un cuerpo y luego un alma espiritualizado [magnánima], tal cual como lo hicieron los profetas/apóstoles, como dijo uno de ellos: “Estuve afligido [luto], no comí alimentos sabroso, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me perfumé, hasta que se cumplieron tres (3) semanas" (véase, Daniel 10:2-3).

Por último, San Neófito de Chipre, en sus "Escritos", tomo o volumen V, dice que si queremos conseguir la pureza del corazón debemos comenzar con el ayuno, el discernimiento, la misericordia y la humildad, lo que podemos completarlo con la llamada limosna que nace de la caridad, del cual eleva espiritualmente a toda alma, porque conlleva humillación. Ahora, hemos visto que los paganos, los mahometanos, hinduistas ayunan, pero, ¿de qué forma? inclusive los animales, la tierra (naturaleza) y las plantas ayunan, pero no siempre comen lo mismo, y no absorben todo el agua que se le pone, los profetas también lo hicieron, por cuarenta (40) días Moisés, Elías, y el mismísimo Jesús, tambien lo hizo luego el Apóstol Pablo por tres (3) días, para curar la ceguera, y así posteriormente los Santos Padres, todo en espera de la adquisición de la venida del Espíritu Santo en sus vidas, y esto es porque permite por esta vía una verdadera restauración del desapego de la carne, inclinado a la salud almática para que el hombre sea como sea se restaure, es decir entre en la espiritualidad a fortalecerla aunque no necesariamente católica en ciertos casos, si con cierta iluminación de su conexión con Dios, del cual permite acercarte a la verdad para que puedas verla/analizarla, pudiendo conseguir el arrepentimiento de tus pecados, faltas, etc, obteniendo la justa recompensa del creador, destinando sus energías a la contemplación del Señor y no a los placeres o deseos mundanos.

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