Páginas

27 de octubre de 2024

MAGNANIMIDAD: ¡VAYAMOS POR LO GRANDE!


"Lo que necesita el cristiano, cuando es odiado por el mundo, no son palabras persuasivas, sino grandeza de alma"
San Ignacio de Antioquia

“Magnanimidad es soportar las adversidades con calma”
Demócrito

“Un arma contra el maligno es la cruz, la oración, la fe, la paciencia, la valentía, la magnanimidad, pero el arma más grande es la comunión divina, tomada dignamente, porque nos une con Dios; cuando Dios está con nosotros, nadie puede estar contra nosotros”.
Efraín de Filoteo

Mario Felipe Daza Pérez

Puedes descargar este artículo en Word o Pdf, aquí

La magnanimidad (megalopsychia) es una de esas virtudes generales, no cardinales, poco estudiadas, y conocidas, del cual va aneja a otros valores, como lo puede ser el de la fortaleza, coraje, paciencia, perseverancia, en conjunto inclusive a la humildad, del cual se refiere a una persona con una alma grande, pero humilde, mansa, no mensa, del cual aspira a lo apoteósico en el sentido divino, referido a la comprensión de la sabiduría y la prudencia, pero del cual radica su acción en la voluntad y sus potencias. Desde el punto de vista secular se puede entrever en Aristóteles con Ética a Nicómaco, por ello que desde el punto de vista cristiano haya tenido su eco luego con Santo Tomas de Aquino, y en la escolástica (parece que fue introducido al estudiar San Alberto Magno, véase, “Tratado sobre el bien”), como ejemplo tenemos a santos como San Juan Capistrano, o los mártires.

Para el doctor seráfico, la fortaleza, en este sentido va unida a la caridad, al amor por Dios, pero también a la esperanza, en esa grandeza que se te otorga como criatura racional, pero más que todo como hijo, aunque para el santo italiano, la virtud cardinal es paralela (trabaja junto) mas no consecuencia de la primera, de allí que lo magnánimo para el alma, está dotado en la grandeza, es decir, en la valentía (por ejemplo Cicerón, en “De officiis”, lo vincula con lo político, y el coraje, en su accionar, —asumidor de riesgos—) pero además, está radicada en la prudencia, de poder evitar males, para conseguir mayores proezas, de este modo creeríamos que el desarrollo final de la valentía, desde un punto de vista de santidad, lo que va atado a una generalidad y no particularidad, del cual puede predicarse de otra virtud por ello que no sea tratada individualmente sino como pegamento, igual que la humildad, en los sentidos de las acciones de las personas (transversalmente).

El magnánimo está llamado a imprimir este valor en todo lo que hace, lo bueno, lo correcto, junto con la fortaleza, es un hombre de resistencia, permeado en las virtudes práctico en contra de los vicios, combativo, asceta, como efecto se concentra en la magnanimidad, con cierto grado, asume riesgo, se comporta como hijos de Dios, por tanto esta virtud no es el resultado o la suma de todas las ejercidas, ni el premio como se cree, por haber ejercitado otras, sino que va acompañada de las demás, se trata de encontrar cierto honor de tener voluntad en ejecutar en favor de Dios la caridad, la limosna, etc, es un “ánimo de espíritu” de hacer siempre lo ortodoxo. Esta grandeza de alma no se aparta de la fe, ya que es sana, como expresa San Beda (véase, Catena Aurea, Vol. VI, p. 265), por tanto, no es tanto hacerla, sino como ejecutarla y soportarla, en suma, es sobrellevar “buscando la comba al palo”.

Muchas veces se relaciona la magnanimidad con el orgullo en sentido positivo a veces negativo, si bien se parece, creeríamos que precisamente el concepto del primero debe ser reemplazado debido a que si bien la noción puede ser el mismo, no la forma, ya que da lugar a equívocos. Al dominar ciertas aflicciones, tribulaciones, esto nos puede llevar a ciertos tipos de grandezas, que nace de esta palabra primera, pero que significa en el lenguaje cristiano otra cosa, expresa San Basilio (véase, Catena Aurea, vol. VI, p. 303): “Existe un orgullo laudable que consiste en que el alma se haga magnánima, elevándose en la virtud. Tal elevación consiste en dominar las tristezas y en soportar las tribulaciones con noble fortaleza; también en el menosprecio de las cosas terrenas y en el aprecio de las del cielo. Esta grandeza de alma se diferencia de la arrogancia que nace del orgullo, cómo se diferencia la fortaleza de un cuerpo sano de la obesidad del que está hidrópico”.

El ánimo grande, el magnánimo recurre a la fuerza del espíritu impregnada por el Espíritu Santo, como de su voluntad, para salir del atolladero, y además ayudar a otros también hacerlo, emprender misiones, tratar de salvar vidas, aconsejar, está en el fragor de la batalla, está interesado en los tesoros del cielo, no en las bienes mundanos, renuncia a sí mismo, por la verdad, por la fe, se entrega a Dios, se convierte en su siervo (según su condición/capacidad) muestra su grandeza, no tanto para el hombre, sino a su dueño, que es la Santísima Trinidad, se vuelve esclavo de lo divino (serviam Deus), tiene claro que está llamado a no ser servido sino a servir. Por eso es que Dios, no te quite muchas veces las tribulaciones, aflicciones, sino que te da la gracia para combatirla, pensemos cuando Jose de Arimatea tomó el cuerpo de Jesús, antes pidiéndoselo a Pilatos, no sabía con que saldría, pero por amor, le mermó a la pusilanimidad (micropsychia) con astucia de serpiente y manso como paloma, se le metió al rancho y lo convenció de entregarlo.

El coraje, valentía, parresía, fortaleza, magnanimidad, es posible por la gracia de Dios, que es el fin último de todo hombre, buscar su comunión, tener claro cuál es su voluntad y tu rol mientras vidas, en este pasaje terrenal (homo viator), la Trinidad nunca abandona a este tipo de hombres, los arma (oración, virtudes, sacramentos, etc), y está siempre junto a ellos, por tanto, no neguemos a Cristo (kenosis), ni con palabras, gestos, ni con nuestros objetivos, más bien confirmémosle, que sí lo hacemos Él también no los hará frente al Padre, al ser magnánimos en todos los sentidos, lo dotamos de valor para meter la mano aún más por nosotros, ese “animamiento” se eleva en nuestra fe, aumentando en gracia, con este valor se obtiene el resultado propicio en todas las virtudes a practicar. ¿De qué nos sirve la sabiduría, el coraje, la justicia, sino somos magnánimos, en lo que hacemos?, es este adorno (pegamento) el que nos permite merecer honores distintos a los humanos, en cuanto a lo que respecta a la justicia divina.

Como hemos leído la falta de coraje, la vergüenza, la pusilanimidad y demás no caben dentro de la magnanimidad, y este es un llamado a no juzgar quienes intentar hacerlo, tener cierta valentía en esforzarse ya es un gran recorrido, dice San Nicolás Cabásilas (véase, “De la vida en Cristo”) a los que el sacerdote llama “santos no son sólo los que han alcanzado la perfección, sino también los que se esfuerzan por alcanzarla sin haberla alcanzado aún”. El hecho de que te insulten, te traten mal no te quita la condición de magnánimo, al contrario, te lo confirma y te lo realza. El sufrimiento hace parte de la vida, la cuestión cambia en cómo saber afrontar esa situación, de allí que venga la grandeza del alma en justificar la animosidad del espíritu, en poder articular su voluntad, en el conocimiento y ejecución de las acciones por tomar según su dificultad, lo que va perfeccionando la técnica, el método, según el esfuerzo y la gracia impregnada, pero que en todo caso tiene que ver más que todo con la impregna almática como se realiza.

Pareciera que esta virtud general que se proyecta en las demás, tuviera que ver en algo con la soberbia, o la vanagloria pero no es cierto como hemos anotado, se trata más bien de un honor interno en realizar las cosas justas, la de Dios, de las que te ha encomendado, no se trata de conseguir fama por sí mismo, (aunque se caiga en ellas), no es arrogancia, jactancia, presunción, pusilanimidad, ni ser timoratos, ni de conseguir una astucia maligna, es una cualidad como lo diría Aristóteles (como Ajax o Aquiles), o virtud, Santo Tomas, del cual tiene sus efectos comportamentales en la vida del cristiano, del cual se adquiere, ya no solo de forma natural, según la condición/capacidad de cada persona, sino en parte por el esfuerzo y sobre todo la gracia del cual va perfeccionando por el ánimo impregnado en ella, unido a la humildad/mansedumbre/obediencia.

Estar inclinado a hacer grandes cosas, como toda alma magnánima, es la humildad su controlador, es el valor que centra junto con la sabiduría/prudencia su actuar, en mérito de la caridad, porque no solo es tener audacia, valentía, sino saber cómo actuar, frente al peligro, en esa asunción de riesgos, no es solo lanzarse ante las serpientes, sino conocer, justificar, evitar, resistir, ya no en el aspecto político como lo podría plantear Aristóteles o Cicerón, sino al servicio de Dios. Ser templado, moderado, en la conducta, mantener la fe, pero también la esperanza de salvación en esos riesgos que se corren con aguante, firmeza, ante fines santos. El ser magnánimo además de tener un alma fuerte, y un espíritu grandilocuente, desprecia lo vano, lo pequeño, cambiando lo material por lo divino-eterno, todo obstáculo lo rechaza, se deja llevar por el Espíritu Santo, tiende a ser virtuoso, con coraje, ortodoxo, con parresia, busca la amistad con Dios y no tanto del hombre.

Siendo este pegamento, adorno extensivo, un aditamento a las demás virtudes, tiene su influencia en todo lo que el cristiano haga o fomente, se hace parte como hilo de la personalidad, carácter y temperamento, lucha por lo que es grande, perfecciona cada vez su accionar, y lleva a otros también hacerlo, por tanto el magnánimo es virtuoso no por naturaleza sino por adherencia, ya que lo adquiere con el tiempo, no se queja, si lo hace es justificante en pro de conductas santas, es bondadoso, busca la verdad, el bien, lo justo, piadoso, no sus propios beneficios sino los de la comunidad, renuncia a los placeres, a los deseos, es pobre de espíritu, pensemos en los santos como Juana de Arco, San Martin de Tours, San Jorge..., quienes sufrieron con valor, cualquier situación, rechazando cualquier acto u honor por la gloria de Dios (Ad maiorem Dei gloriam).

20 de octubre de 2024

KALOKAGATHIA: ALMA SANTA EN CUERPO SANO


“Tener un cuerpo sano [nutrición, hábitos saludables, ejercicio físico] y un alma fuerte capaz de soportar las pesadas fatigas de la autodisciplina”
Tihamer Toth (Obispo Húngaro)

“Hay que rezar para que una mente sana esté en un cuerpo sano [nutrido]”
Juvenal

“Los atletas [deportistas] se privan de todo y eso por una corona corruptible. Nosotros [los cristianos, luchadores ascéticos] en cambio por una incorruptible”
1 Corintios 9:25

"La sociedad [civilización] que separa a sus intelectuales de sus guerreros [luchadores, ascetas] harán que cobardes [tibios] tomen las decisiones y tontos [necios] luchen las guerras"
Tucídides

Mario Felipe Daza Pérez

Puedes descargar este artículo en Word o Pdf, aquí

El concepto en este caso de “kalokagathia” resulta importante para el contexto cristiano, aunque sea tomado de la filosofía helenística (cultura griega), ya que nos puede servir (aunque muy poco abordado, casi nulo) para contextualizar al hombre desde su borde antropológico, de cuerpo y alma (espíritu), en su trabajo ascético, en lo que se centra en la búsqueda de su santificación, en la integración de lo físico, con la disciplina espiritual, (véase, 1 Corintios 6:19-20) en práctica de la virtud, y la ética (moral católica ortodoxa) como antesala de una educación integral (holos). El término es un compuesto de las palabras griegas “kalos” y “agathos”, que significa formarse no tanto por la apariencia, sino de sus obras, de hombres que accionan según lo correcto y lo bello, este es el modelo a seguir de los héroes, de los caballeros, para Jaeger siguiendo a Platón, es la "armonía de espíritu y carácter”, dice: “La finalidad de la gimnasia, por la que deben medirse en detalle los ejercicios y los esfuerzos físicos, no es alcanzar la fuerza corporal de un atleta, sino desarrollar el ánimo del guerrero” [del santo] (véase también, Daniel Wolt, en “Phronēsis and Kalokagathia”, 2022)

Para el filósofo mencionado, Werner Jaeger, véase, “Paideia: Los ideales de la cultura griega” indica que:

“La actividad docente política de Sócrates tenía como mira encauzar a los jóvenes hacia la kalokagathía, lo mismo hizo Jenofonte, para el autor griego, ni la posesión de dinero o de fortuna ni el aumento del poder pueden constituir un valor para quien no se halle formado, por su espíritu y su intención, en la verdadera kalokagathía (p. 184), Lo bello y lo bueno no son más que dos aspectos gemelos de una y la misma realidad, que el lenguaje corriente de los griegos funde en unidad al designar la suprema areté del hombre como "ser bello y bueno" (καλοκαγαθία). En este "bello" o "bueno" de la kalokagathía captada en su esencia pura tenemos el principio supremo de toda voluntad y de toda conducta humanas, el último móvil que actúa movido por una necesidad interior y que es al mismo tiempo el móvil de cuanto sucede en la naturaleza. (p. 239)”

Indica Monseñor Tihamer Toth, Obispo Católico Húngaro, en su texto “Joven de Carácter”:

“El cristianismo no ve nada de diabólico ni pecaminoso en el cuerpo, no quiere ni destruirlo ni debilitarlo, lo que se propone es hacer del cuerpo un obrero puesto al servicio de los fines eternos”. (p. 29)

También explaya siguiendo a Juvenal:

“Debes pedir alma sana en cuerpo sano”, “Cuerpo sano, alma fuerte capaz de soportar las pesadas fatigas de la autodisciplina, de la modestia, de la sobriedad [templanza]. Solamente las almas grandes son capaces de eso” (p. 30).

Desde todos los tiempos el hombre siempre ha querido saber la verdad, y evolutivamente se ha acercado poco a poco en ella (persas, egipcios, romanos, griegos, etc), y no hablamos en cuanto al campo científico que no es excluyente al tema de la fe, sino del conocimiento de Dios (salir de la ignorancia), del cual ha sido revelado paulatinamente por el Logos, en todos sus frentes, uno de ellos a la parte moral y lo razonable: virtuosa, amorosamente (ágape), y de su belleza (bondad), estética, divina (véase, Schiller, De la gracia y la dignidad) conforme a su razón almática, en cuanto a lo que contiene su interior su corazón, y no tanto en lo externo (véase, 1 Samuel 16:7) que si bien sirve de algo la apariencia física, no debe centrarse en la vanidad (vanagloria), ya que es corruptible, lo que nos debe interesar en conseguir un “espíritu santo” (véase 1 Pedro 3:3-4), y servir a los fines eternos con miras a una corona que sea incorruptible.

Dice San Pablo 1 Corintios 6:19: ¿Ignoran que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo? Surge en esto un deber de cuidarlo, también nos dice en 1 Timoteo 4:8: "Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; pero la piedad para todo aprovecha”, y en el libro Sapiencial de Proverbios 31:17: "Ciñe de fuerza sus lomos y esfuerza sus brazos", si seguimos esta línea, nos damos cuenta que nunca se pierde de vista el trabajo corporal sobre todo cuando se trata de darle gloria a Dios, con rendimiento, aprovechamiento de las mortificaciones, penitencias, en el estado ascético, ahora, puede que ayunemos a pan y agua, pero si nos vivimos enfermando, a causa de no tener los nutrientes suficientes para seguir con el ejercicio de piedad, de nada nos sirve, te vuelves inútil, si hacemos vigilas extendidas, cuando al día siguiente seguimos dormidos, recuperando el tiempo trasnochado, eso no es disciplina, es desorden.

El trabajo ascético del cuerpo y alma (como del espíritu) van de la mano, es una trilogía, (San Agustín, solo lo bifurca) que son inseparables, ya los filósofos griegos, como Platón, Aristóteles (véase, Ética a Nicómaco), y entre otros. Mencionando a Jenofonte, decía que: “Es una vergüenza envejecer por pura negligencia antes de ver en qué clase de hombre puedes llegar a convertirse si desarrollas tu fuerza y ​​belleza corporales hasta su límite más alto”, de esta forma, la “kalokagathia” debe ser vista cómo esa acción de perfeccionar al hombre virtuoso, en nuestro caso al de santidad, debe estar encaminado a encontrar la belleza del alma, más que la física, que es “poco provechoso” como dice San Pablo, entendiendo esto último su significancia pero que se necesita para su desarrollo dentro de la condiciones de la vida espiritual, cuyo equilibrio se consigue en la templanza o sobriedad.

Expresa nuevamente Proverbios 20:29: "La gloria de los jóvenes es su fuerza; y la hermosura de los ancianos es su gris", toca aprovechar mientras que nuestra biología esté gloriosa, para contribuir a la causa del Reino de Dios, esto no quita que los avanzados espiritualmente a pesar de su edad, no hagan más que nosotros, sino que su trabajo es plenamente almático (debido a su sabiduría, al menos presunta), debemos orar, rezar, pero también hacer, dice San Pablo en 1 Corintios 9:24-27: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo recibe el premio? (...) de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado".

Todo en esta vida es lucha, batallas, así no decidas combatir, quedas por fuera si no te esfuerzas, el peso, el yugo del pecado te carcome, las tentaciones nos acecha a cada momento, pero para ti están los medios de salvación para hacer uso de ella, entre otros, la oración, la práctica de la virtud, en este caso, la carrera se gana o se pierde, expresa San Nicolás Velimirovic: “Este mundo es un campo de batalla en el que las personas deben elegir consciente y voluntariamente: o seguir a Cristo como el Vencedor, o seguir a los demonios impuros y derrotados”. Conforme a ello quieras correr en ella o no, el día que mueras, debe dar cuenta de tu cooperación, de los ejercicios no tanto físicos (que son poco provechoso, pero importantes para ese fin) sino de los ejercicios piadosos que conseguiste con la humillación del cuerpo, no de su culto, sino de su cuidado, en cuanto a la violencia que ejercitaste sobre él (ascesis), dentro de un contexto ascético militar, imbuido en lo moral, y lo espiritual.

El hombre en vías a la perfectibilidad, debe ir trabajando ascéticamente, por esa excelencia para el Reino de Dios, construido de una belleza (pulchrum), pureza, de alma, pero también de su condición física, apoyado en la virtud, que los griegos podrían llamar “arete”, dotado de un equilibrio del cuerpo, alma y espíritu, en destino a la práctica de los sacramentos, de la oración, ya decía Juvenal (véase Sátira 10, 356), […] orandum est ut sit mens sana in corpore sano ("Hay que rezar para que una mente sana esté en un cuerpo sano"), algo parecido al pensamiento presuntamente atribuido a San Agustín, en el que expone: “Cuida tu cuerpo como si fueras a vivir por siempre, cuida tu alma como si fueras a morir mañana” (podemos encontrar indirectamente algo en Confesiones y Ciudad de Dios), siendo este último platónico (a veces con excesos) en sus pensamientos se distingue, al heleno (véase, Timeo) las ideas extenuantes dentro de un ejercicio mental del cual se deben practicar al mismo tiempo igual que al de la gimnasia, esto es, dándole movimiento del cuerpo su merecido (violentarlo).

En su famoso insigne libro: “Vida, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”, Diógenes de Laercio citando a Tales de Mileto indica que es feliz, quien tiene un cuerpo sano, una mente clara, hábil y de naturaleza dócil [guerrera], todo lo comprendido dentro del concepto de kalokagathia, cuerpo y alma bella, sana, se centra en lo que debe hallar un ser racional-espiritualizable, en vías a la perfección que no es otra condición que él da la santidad, como toma a la comunión con Dios (theosis). Ahora, si el término se puede asociar con el de arete, no es del todo precisa, porque este es mucho más general, pero sí puede estar imbuido en el primero, en la noción cristiana podemos decir que es una kalos y kagathos, tomado como la máxima expresión de la virtud (de lo que trata Santo Tomas) tomada en la “grandeza del alma” titulado “megalopsychia”, o “magnanimidad” (alma grande).

Véase bien que el atleta cristiano, el luchador ascético, el guerrero católico, debe estar en armonía con lo bueno y lo bello dentro del orden de la disciplina, de la justicia en consecución a recuperar nuestro estado original, de la santidad, ahora por adopción, [conservar el título de hijo de Dios, materialmente hablando] en cuanto al conocimiento de las cosas de la Santísima Trinidad, en búsqueda de integrarnos a su reino divino, por medio de la aprehensión de su intelecto (nous), por ello que nuestro esfuerzo ascético deba ser tomado (sinergismo), en la idea de forjar un cuerpo, alma y espíritu robusto, con borde en la disciplina y la perseverancia en fe, hacer de nosotros un gimnasio almático ambulante, que nos sirva para trabajar la parte física, corporal como unión, a la alabanza del Señor.

Inicialmente se tenía como concepto, la kalokagathia, como aristocracia, solo para algunos, que era solo entregada por los dioses en el sentido pagano, o era adquirible a ciertos sujetos con ciertas preferencias económicas, culturas, pero no, dicha noción, ha sido mutada en la búsqueda de las cosas divinas, en trabajo del desarrollo del conocimiento, la inteligencia, la voluntad, las potencias del alma sumado al movimiento corporal que nos habla Platón (véase Leyes, 896c), no solo desde el punto de vista físico (que provechoso aun en lo poco) sino de la psyche [alma]. Desde este enfoque el cuerpo que es un carro halado (véase la metáfora platonista, en Fedro), debe ser guiado por el estado almático, de allí la importancia de la pureza y su iluminación, el cuerpo trabajado no por sí significa belleza, sino también atletismo, ascetismo espiritual, contrario a la cobardía, pusilanimidad, afeminamiento, vaciamiento, acedia (logismoi).

Si tomamos otra vez a Jaeger este nos indica que:

“Sócrates no descuidaba su propio cuerpo ni alababa a quienes lo hacían. Enseñaba a sus amigos a mantener su cuerpo sano por el endurecimiento y hablaba detenidamente con ellos acerca de la dieta más conveniente para lograrlo. Rechazaba la hartura, por entender que era perjudicial para el cuidado del alma. Él, por su parte, llevaba una vida de espartana sencillez. (p. 58)

Los cuidados del cuerpo sano corren a cargo de la gimnasia; los del cuerpo enfermo son materia de la medicina. Las cuatro artes se encaminan al logro de lo mejor y a la conservación del alma y del cuerpo. A ellas corresponden como variantes de la lisonja cuatro imágenes engañosas: a la legislación, la sofística; a la justicia, la retórica; a la gimnasia, el "arte" cosmético, y a la medicina, el "arte" culinario. (p. 161).

El hecho de que Platón lo reafirme aquí significa que forma parte integrante esencial de su teoría de la educación. Frente a él aparecen la analogía entre el legislador y el gimnasta, cuyos oficios recaen sobre el alma sana y el cuerpo sano, respectivamente, lo mismo que el juez y el médico se ocupan a su vez, respectivamente, del alma enferma y del cuerpo enfermo, la evolución de la medicina en la época de Platón y la importancia cada vez mayor de la dietética, que en ciertos sistemas médicos empezaba a tener por aquel entonces una importancia verdaderamente primordial, demuestra que la filosofía, con su postulado de velar por el cuerpo sano, representa la conciencia más avanzada y es a su vez un factor importante de progreso (p. 285)”.

Las acciones del atleta, se reflejan en sus acciones internas/externas, en sus obras, no porque tenga solamente un hombre bonito, sino en cuanto a lo que puede demostrar virtuosamente, que es lo verdaderamente provechoso dentro de los ejercicios espirituales (ministerio de piedad) o lo militar, pensemos en los monjes que fueron soldados, San Pacomio, Abad egipcio que creó la idea de los cenobios, o en San Ignacio de Loyola, que fundó la Compañía de Jesús, del cual no solo le sumaron estas causas en su luchas ascéticas, sino su permeable valor filosófico castrense en su pensamiento sistemático católico-ortodoxo, algo relacionado a la desnudez (gimnasio) de los griegos, pero ahora desde un perspectiva cristiana, el vaciamiento de las pasiones, el combate de los vicios, que se vuelve imprescindible, para conseguir una belleza psico-corporal-almático, integrador del cuerpo-alma-espíritu, del cual podemos predicar en el Evangelio con amor (bondad) y este es el propósito de la “kalokagathia perfecta”. Veamos. 


Los soldados de Cristo, los ascetas, los luchadores, los combatientes, atletas, todos ellos desde diferentes enfoques, monjes, clérigos, laicos, casados, solteros, desde su condición sirve para tomar las armas en un estado de kalos-kagathos, en un enfoque militar espiritual, en conjunto con la virtud, combinando las armas que nos ofrece la Iglesia, para conseguir una personalidad, completa, conforme a ser considerados héroes de guerras, santos de lucha, hasta mártires. Todos elementos se integran a este valor esencial en la base antropológica del hombre, que debe ser imbuido no solo en una belleza interna, que es la más importante, sino tambien externa, indistintamente de los rasgos que tengas, agraciados o no, raizales, negros, blancos, eso no importa, del cual va de la mano con la bondad, el amor hacia Dios y el prójimo, en renuncia de sí mismo (kenosis), consiguiendo una armonía, desde el punto de vista almático y corporal, estético y ético, en conjunto con la acción moral, la simpleza (presencia mínima) y la moral.

Ser hombre bueno, atleta, virtuoso, pero sobre todo santo, no son excluyentes, muchos necios piensan que, si una persona es fea o mal presentada, tal vez sea de buen corazón, y no es así, inclusive puede ser ambos, un pordiosero puede ser avaro y codicioso aun sin tener dinero, y un rico, puede ser pobre de espíritu, y desapegado de las cosas materiales, así mismo, un millonario de la misma forma puede trabajar su cuerpo, y violentarse. Lo que aquí se rescata es conseguir un equilibrio entre lo físico e intelectual en miras a la plenitud almática/espiritual (que es lo más importante) como un trampolín, en proclive de esa perfección hacia la santidad. Esto no es ajeno ni siquiera a los santos como hemos indicado, por ejemplo, Santo Tomas (en Summa Teológica), presencia de la belleza estuvo reflejado incluso en los demonios (dentro/fuera) también determinado en lo bello. Dice E.S Kraay: "En Hellas [Grecia] educamos para producir el kalos kagathos, el hombre [santo] cuyo intelecto superior se equilibra con la fuerza de su cuerpo y la belleza de su alma (véase, "The Olympian: A Tale of Ancient Hellas", 2008).

Ser bueno, en nuestros casos, santos, virtuosos y bellos no es excluyente es una realidad, y debe ser la condición de todo cristiano, por tanto, de la kalokagathia, adoptado desde enfoque católico, como concepto que nos sirva para conseguir la armonía entre el trabajo del cuerpo, alma y espíritu, menester en el desarrollo de las facultades intelectivas y biológicas (mejoras), todo esto hace parte de su “pulchrum” (véase, Jorge Tomás. “Aesthetic Implications of Kalokagathía in Ancient Greek Culture"). El “kalós” y “agathos” distingue una representación interna pero también externa del ser humano, dotado de una belleza moral, pero también física, del cual no es disruptiva de la conducta moral cristiana y la estética, dentro de la concepción antropológica, entre la apariencia mínima (poca provechosa que nos habla San Pablo) y el alma bella, hermosa, pura, en vías hacia la santidad, esta armonía, unidad, debe ser valorada en el cristianismo, en el trabajo ascético y la práctica de la virtud, vista en su sentido militar, magnánimo, excelente, perfecto, perseverante, disciplinante (disciplinarismo) contextualizado en el orden y la justicia de Dios.

13 de octubre de 2024

¡ORTODOXIA (ORTHOS-DOXA) O MUERTE!


“La religión verdadera debe buscarse... sólo entre aquellos que se llaman cristianos católicos ortodoxos, es decir, guardianes de la integridad y seguidores de la justicia”.
San Agustín

“La Iglesia Católica [Ortodoxa] respira con dos (2) pulmones: La oriental [Iglesias Ortodoxas] y La occidental [Iglesia Latina]”
Juan Pablo II

Mario Felipe Daza Pérez

Puedes descargar este artículo en Word o Pdf, aquí

El término “ortodoxia” se compone de dos palabras: “orthos” (recto, verdadero, correcto) y “doxa” (fe, gloria), existen muchas materias que podrán introducirnos o considerar, analizar, sobre algún componente profano, por ejemplo, en el derecho existen las interpretaciones de una norma legal, que daría lugar a una doctrina heterodoxa que se define como disconforme a prácticas distintas o discrepantes, diferentes al precedente o al criterio general, y así mismo podemos predicar de la mayoría de los asuntos que componen el mundo, verbigracia, la economía, la sociología, o cualquiera otro tema de las llamadas ciencias duras/blandas, no lo mismo podemos decirlo cuando se trata del tema de la fe y la religión imbuido a la moral cristiana, en este punto el ser humano debe ser radical con lo que cree y práctica, siempre atado a la verdad, por ello que los católicos puros deban llamarse “ortodoxos”, entendido como personas que ejercen una doctrina sana según la tradición de la Iglesia.

Nos indica el Diccionario Real de la Academia Española (RAE) por lo menos cuatro (4) acepciones de lo que significa ser “ortodoxo”, veamos:

  • Conforme a lo que confiere la doctrina oficial de una religión
  • Conforme a lo que dice la doctrina fundamental de un sistema político, filosófico, etc.
  • Conforme a la práctica de hábitos o generalmente admitidos (tradición)
  • Conforme a las Iglesias Ortodoxas (hermanos separados)

Dentro de estos significados, en latín, “orthodoxiam”, del griego “orthodoksía” nos ceñimos para este escrito al adjetivo como al sustantivo de la palabra, y completamos así la definición que nos trae la RAE, ya que se queda corta, porque en algo todas tienen que ver con todo lo dicho, por tanto, el significado del catolicismo en este caso de su catolicidad (universalismo) es lo que representa la religión cristiana en su totalidad, por tanto, su oficialidad interna, dentro de un sistema religioso, filosófico, político y hasta jurídico, y de más, como externos, conforme a unos hábitos o prácticas, que le llamamos tradiciones que son admitidas a lo largo de la historia perteneciente a la Iglesia Ortodoxa (original), como lo ha sido oriente, y occidente, indistintamente de los cambios que ha habido desde el punto de vista magisterial (problemas políticos-religiosos-eclesiales), que es otra cosa por tratar (que aquí no abordaremos), en todo caso nos referimos desde los albores de la Iglesia Primitiva.

Dice Serafín Rose (Hieromonje de la Iglesia Ortodoxa Rusa), en su texto: “El lugar del bienaventurado [San] Agustín en la Iglesia Ortodoxa” al que le llama el “Doctor de la Gracia” [preventiva], de hecho, cree que la enseñanza sobre este último tema fue exagerada, aunque de índole “orthos-doxa”, desde una visión híper-lógica [racional] a diferencia de la posición de Juan Casiano en un sentir oriental:

La herencia ortodoxa occidental de sus orígenes, particularmente a los Santos y a los Padres de los primeros siglos del cristianismo que, en su mayor parte, no son en nada inferiores a sus contemporáneos que vivían en Oriente en la misma época, y que respiraron el aire y propagaron el perfume del verdadero cristianismo perdido más tarde, trágicamente en Occidente” [...] Para la mayoría de los santos occidentales, esto nunca ha sido un problema; el redescubrimiento de sus escritos y de sus vidas lo confirma. Simplemente, qué alegría para los cristianos ortodoxos el saber que el espíritu del cristianismo oriental habitaba totalmente en estos santos y llenaba entonces una gran parte de occidente. Verdaderamente, este redescubrimiento presagia un seguro desarrollo continuo de una Ortodoxia sana y equilibrada en occidente. Pero igualmente, sobre muchos puntos doctrinales, el bienaventurado [San] Agustín se revela como un Doctor de la Ortodoxia”.

Etimológicamente para estos aspectos concreto la “ortodoxia” (orthos-doxa), indistintamente del rito, Iglesia que sigamos (internamente hablando) dentro del catolicismo [universalidad] se debe seguir siempre de la tradición que se refiere a la doctrina correcta, sana, que fue conferida desde los apóstoles (oral y escrituralmente), como de lo transmitido a través de ellos a los Padres de la Iglesia y su sistema monacal (disciplinarista), de todo lo que compone toda la Iglesia Primitiva, así no estemos de acuerdo con las políticas-religiosas-magisteriales-eclesiales que se haya/están dando dentro de la misma, lo que nos debe diferenciar de los heterodoxos, por lo general de los llamados protestantes (herejes), es que siguen no la dogmas de la fe [ya construidos],  tratados desde los primeros siglos en adelante, por tanto no se ciñen al cristianismo original, el que es fijo, el ortodoxo, el que se mantiene, no solo en las cuestiones de la fe, sino también de la moral.

Es de advertir que todo tradicionalista no es ortodoxo, más todo ortodoxo si es tradicionalista, ya que no solo sigue la tradición en su contexto pleno sino también el sistema de creencias en su totalidad en su desarrollo y no solamente en algunos aspectos puntuales como los “litúrgicos” o “rituales” (por ejemplo los “lefebvristas” que se desgastan mucho en este punto, y descuidan otros), sino también en su ascesis, santidad, y demás combates espirituales, por tanto, no sólo es conversar, sino perseverar y luchar en lo que es correcto, lo verdadero, sea el tema que toque desde el inicio del cristianismo primitivo hasta nuestro tiempos [es buscar la unión], de oriente a occidente (véase, “Oriente y Occidente hacia la comunión plena: Juan Pablo II y la tradición ortodoxa", 2024), esto, para así poder unificar nuevamente los criterios de ser una Santa Iglesia Apostólica y Católica (Ortodoxa), tener esto en cuenta nos trae muchos beneficios, no solo religiosos sino más que todo espirituales (de lenguaje), ya que para el que no lo sea será más identificable y destacable su posición para su evangelización, recuerden la frase "la unión hace la fuerza", en este escenario la "fuerza divina".

En algún tiempo el gran apologeta británico, G. K. Chesterton, convertido del anglicanismo al catolicismo, escribió un libro con el mismo nombre denominado “Ortodoxia” como también “¿Por qué soy católico?”, esto, como una confrontación a las necesidades básicas del hombre, a respuesta naturales modernistas, expresando las cosas tal cual como eran, en contra de las mentiras o a los argumentos acomodados, heterodoxos de nuestro tiempo, aunque haya intentado poner estos argumentos más que todo como respuesta novelística nos sirve para lo que queramos transmitir aquí, distado de su concepción incipiente. De este modo, debemos distanciarnos de toda doctrina falsa, sea cual fuera la religión que sea, ya que no todas llevan al mismo camino, sino una sola, y esto lo considera así quien profese su fe, de la misma manera, todo cristiano defensor de seguir el mesías, que  no es otro que Jesus-Cristo, que es el único que ha dicho, en toda la historia de la humanidad y de todas las religiones, "Yo soy el Camino, la Verdad y la la Vida” y "Yo soy la luz del mundo".

En una Carta Apostólica el Papa Juan Pablo II, titulada “Orientale Lumen” en su punto primero (1°), escribió lo siguiente:

“Nuestros hermanos orientales católicos tienen plena conciencia de ser, junto con los hermanos ortodoxos, los portadores vivos de esa tradición. Es necesario que también los hijos de la Iglesia católica de tradición latina puedan conocer con plenitud ese tesoro y sentir así, al igual que el Papa, el anhelo de que se restituya a la Iglesia y al mundo la plena manifestación de la catolicidad de la Iglesia, expresada no por una sola tradición, ni mucho menos por una comunidad contra la otra; y el anhelo de que también todos nosotros podamos gozar plenamente de ese patrimonio indiviso, y revelado por Dios, de la Iglesia universal que se conserva y crece tanto en la vida de las Iglesias de Oriente como en las de Occidente”.

Algo positivo de seguir la ortodoxia es que cerramos el cerco por lo menos con las religiones o sub-religiones falsas porque primero, el concepto solo es aplicable para aquellas que son monoteístas, es decir para las abrahámicas, en este caso en el judaísmo ortodoxo, es un término diluido y en el islam ortodoxo no tan cierto, en cambio en cristianismo (catolicismo) ortodoxo es el verdadero. Por otra parte, al haber otras religiones politeístas se disgrega la ortodoxia ya que no la puede haber, ni para las espiritistas, esto, porque además no se vuelve vinculante ni obligatoria los criterios de dogmas cambian o se modifican fácilmente, por lo que se anula tal concepción, entonces la discusión está aquí mismo no más, ya que además todo tipo de sincretismo lleva a la heterodoxia, en su defecto al ecumenismo como a la filosofía perenne (del cual se comparte algunos puntos de la verdad, pero no su sistema, conceptos, planteamientos, etc), y toda concepción que no respete este ideal sería mendaz.

De este modo, siendo mencionados, según su religión presuntamente cierta a los judíos y musulmanes ortodoxos, no se les puede aplicar correctamente el término a nuestro parecer porque no siguen el camino de la verdad que lleva a la vida eterna (Juan 14, 6) y la Luz del Mundo (Juan 8:12), los primeros, por derivar en apostasía ya que no aceptan el Evangelio, y los segundos por apartarse de ella, herejía, diferente a lo que pasan en el cristianismo que es uno solo, aunque parezca que está dividido no tiene des-anclaje, es decir, a pesar de que exista una Iglesia Ortodoxa (este concepto era indistinguible en el siglo II-VI, ya que significaba lo mismo), a la final, comparte la misma naturaleza católica que la romana, rumana, griega, rusa, serbia, búlgara, etc, pero subdividida internamente, eclesialmente, en patriarcados, o más bien en obispados, según su sucesión apostólica, es por tanto sólo una lucha magisterial (política-religiosa) ya incluso reconocida por el Concilio Vaticano II como de naturaleza meramente "eclesiológica" (no es mariológico, triadologico, si con diferencias teológicas, pero resolubles), de hecho una de las discusiones (cláusula Filioque) vienen de los tratados de San Agustín y indiscutible y mayormente polémico es la primacía papal. 

Siendo reduccionistas en esta ocasión para que haya mayor comprensión, todo heterodoxo en la fe cristiana es protestante, indistintamente del cisma o no, en cambio todo ortodoxo, sea del rito o de la iglesia católica que sea la precede el sustento natural, de la esencial de la Iglesia Primitiva, que bien está en el camino correcto de la verdad, esto, mientras se siga sus lineamientos dentro de la fe, aun así, haya discusiones internas, o externas, magisteriales o políticas-religiosas, sólo si se mantiene fiel a la patrística, en cuanto a su composición de las enseñanza de la Iglesia Primitiva (tradición oral/escrita). Por ello es que todo orto-doxo debe seguir los lineamientos de la comunidad (como cuerpo místico) de la que hace parte llevando consigo los derroteros de los Padres apostólicos y sus sucesores, en pro de una moral robusta objetiva (intersubjetivas), dotada de unos dogmas inquebrantables, respetando así la autoridad eclesiástica que la compone como de sus normas disciplinarias (disciplinarismo).

Uno de los sustentos de Martin Lutero en 1548 y demás protestantes, fue utilizar el término griego de “adiáfora”, que significa “indiferente”, en este caso, para todo aquello que no llevara supuestamente a la salvación, sería irrelevante, su concepto fue acuñado amañadamente para sus propósitos acomodados (subjetivistas), si analizan rápidamente sus noventa y cinco (95) tesis, nos trae problemas alejadas a la tradición, como lo es el tropo de la “sola scriptura”, o la "sola fides”, y demás temas soberbios teológicos, refutados y desmentidos por los Padres de la Iglesia, desvirtuando la riqueza de la tradición que es la que sustenta y da vida incluso a las Sagradas Escritura, desechando así las virtudes compuestas por la moral cristiana, como la de sus obras, todo esos puntos heterodoxos fueron plagados, y expandidos a las demás sectas cristianas y anti-cristianas que conocemos hoy en día, aun deformando más lo que ha concebido por la Iglesia Ortodoxa-Católica (Primitiva).

Como hemos dicho, la palabra “ortodoxia” siempre se ha mantenido incólume junto con la del “catolicismo” y “cristianismo”, ya que significa lo mismo, es como si habláramos/escribiéramos de nombres y apellidos, por tanto si dijéramos, ¿Cómo te llamas?, nosotros diríamos: "Cristiano Católico Ortodoxo", aunque en sí esto sería un pleonasmo, porque todo católico es de por si cristiano primitivo, originalista, ya su vez debería ser ortodoxo, pero parece que ya no es así, porque el mundo ha involucionado hacia el progresismo moral, eclesial, etc (ahora le llaman cultura woke o [pos] modernismo), de allí que se haga hincapié en las etiquetas. Actualmente encontramos dizque cristianos evangélicos, pentecostales, cuando el catolicismo es evangélico por esencia, y tambien es de pastoreo, pescadería de hombres..., tal cual como lo es el sacerdote, el abad, el Hieromonje, Elder, etc.

Con San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Eusebio de Cesare (véase, "Historia Eclesiástica") e incluso con Justiniano en el periodo de los siglos II al VI se le da a este concepto mayor raigambre de lo que sería el significado de la “orthos-doxa”, que no tiene otra definición distinta que la que trae el cristianismo mismo desde sus orígenes, lo que hoy conocemos como “catolicismo”, así el [posmodernismo eclesial le quiera dar otra atribución], está atada intrínsecamente (disciplinarismo) a la tradición oral y escrita de la Iglesia, transmitida por los apóstoles a sus sucesores, de allí la importancia de los Padres de la Iglesia, de los Monjes (sistematización), de los Concilios, hasta el día de hoy, por esto, es que todos, incluyendo los laicos debemos mantener los principios de la fe y la doctrina sana (orthos-doxa), por siempre, sin cambio alguno, en cuanto a lo que compone el evangelio, es decir, lo malo es malo así pase 2000 años, el tiempo avanza, el mundo se moderniza, pero no la fe y la moral, es la misma, es inalterable y esto es lo que nos ha enseñado la Iglesia Primitiva hasta nuestro tiempos.

Ahora, para ser más claro, pondremos algunos puntos de lo que significa ser “ortodoxos” o aplicar una “orthos” y “doxa” (ortopraxis)—católica—, si usted está de acuerdo, es uno de ellos (o de nosotros):

  • ¿Sigue la tradición oral-escrita apostólica y sucesiva?
  • ¿Sigue la Patrística (criterios, doctrinas, interpretaciones)?
  • ¿Obedece el Credo, los Dogmas de Fe, y los Concilios Ecuménicos?
  • ¿Respeta las autoridades eclesiásticas (se ciñe segun su condición)?
  • ¿Rechaza el evolucionismo [involución] de la fe, religión y la moral cristiana?
  • ¿Conserva el pensamiento sistemático devenido de la filosofía patrística?
  • ¿Tiene una vida ascética (de combates) según sus capacidades?
  • ¿Practica la virtud (en pro de la consecución gracia), se esfuerza para ello?
  • ¿Práctica las obras de misericordia?
  • ¿Ora incesantemente, mantiene una disciplina espiritual/almática?
  • ¿Práctica y es devoto a los sacramentos?
  • ¿Emplea la virtud del coraje hasta sus últimas consecuencias (parresia)?
  • ¿No separa la religión de la espiritualidad, da culto en su máxima exaltación?
  • ¿Ejercita el alma (ejercicios espirituales) pero también el cuerpo (lo cuida)?
  • ¿Aplica el cristianismo puro y duro (disciplinarismo) tal cual como es?
  • ¿Aplica la ortopraxis en su vida cotidiana, lo que dice lo hace conforme al Evangelio?
  • ¿Se compromete a salir de la ignorancia, la negligencia y el olvido de Dios?
  • ¿Cuándo se cae se levante con más fuerza, lucha ascéticamente?
  • ¿No descuida sus deberes personales, religiosos, profesionales, familiares, etc?

Podríamos seguir colocando más descripciones, pero ya con esto podemos dar más o menos idea de lo que sigue, y como se debe encaminar el catolicismo propio, no ese que pretende tomar de “supermercados”, que coge lo que le gusta, sino lo que indica la fe, a rajatabla, estas ortopraxis, es lo que te identifica como religioso autentico, ya sea como laico, monje, casado, soltero, como fuere, en cualquiera de sus campos, dogmas, liturgias, reflexión, teología, etc, es esforzarse en el nivel, capacidad o condición de la persona, cargando su propia cruz, renunciando a si mismo, conforme a la pureza de la tradición oral-escrita, con tal conseguir la salvación a través de los medios que nos propone la Iglesia Católica, Santa, Una y Apostólica (en cualquiera de sus ritos, de oriente u occidente), esto con tal de que no crear distorsiones por las cuestiones del mundo, de la carne y de Satanás, sino a través de una teoría pura cristiana, diferenciando del paganismo, espiritismo, sectas y religiones falsas/heréticas/apostatas, como el islam, protestantismo, judaísmo, hinduismo, budismo, etc.

Si tomamos por ejemplo el hinduismo, el jainismo o el budismo tenemos en ello que no encontramos una orto-praxis, asi nos parezca aparentada, verbigracia, en cuanto a la aplicación del dharma, su forma de vivir es variopinta, y los ritualismos son diversos, y no de tanta importancia desde el punto de vista sacro, como las que si nos trae el cristianismo a partir de sus Concilios, del cual se respeta a la máxima expresión, por ejemplo, se cree que existe un cuerpo vivo en la Eucaristía (y quien no lo piense así, siendo cristiano, no es ortodoxo), y esto, no lo tiene ninguna otra religión. Cuando hablamos de la secta Theravada, en cuanto a su subsunción al Canon Pali o a los Vinaya, esto, lo hacen con otros motivos, si, disciplinares (astika y nastika), pero no necesariamente divinos, y asi podemos seguir con el judaísmo, el islam o dentro de las sectas cristianas-anticristianas, del protestantismo, el luteranismo, lo que practican en últimas más bien como una parodia de la tradición católica-ortodoxa (remedándolas).

En el islam es impensable contar con una ortodoxia, tampoco en el judaísmo aunque se suelen llamar asi, en este caso el termino lo critica el teólogo John Burton (véase, “An Introduction to the Hadith”), los que buscan es mantener cierto despago a las modernidades, y secularidades del mundo, pero esto no significa ser ortodoxos, además de que tratan sus comunidades de ser grupos descentralizados, viven en pleno desorden en sus grupos, en desunión, no tiene una jerarquía vertical estructurada, los únicos que tendrían la razón seria el rabino/jeque/imán/ayatolas de su secta (actúa como pastores evangélicos), se parecen mucho a la organización de los protestantes, casi nunca se ponen de acuerdo, porque no tienen Concilios sino un Talmud/Sunnas, etc, no se trata entonces de una verdadera religión (sino una con “r”, pequeña), aun asi a pesar de esto ya están abierto a lo mundano, sin contar de las demás sectas musulmanes (lo no apropiado es herético, le llaman Mubtadi), inclusive sus guerras son una discusión más política que religiosa, para nada espiritual sino de mero poder, el magisterio es nulo, por tanto decir “ortodoxos” es incorrecto, sino todo lo contrario, “heterodoxos” con “intereses particulares” (parecen clubes privados).

Hermanos, debemos defender lo “orthos”, lo correcto, y la “doxa”, opinión, doctrina correcta, sana, verdadera, incipiente, original, o morir en el intento, esto, para poder diferenciarnos de los heterodoxos del culto cristiano, interno o externamente de las religiones ya mencionadas. Su adherencia debe ser tomada como sustantivo y adjetivo (persona o cosa que sigue la doctrina de la Iglesia a la que pertenece, y el sistema de creencias en sí del cristianismo desde un inicio) dentro del contexto, y de los saberes teológicos, en sintonía con la ortopraxis, que van en armonía con el depósito de la fe (depositum fidei) por tanto, toda acción, opinión, contraria a esto, debe ser declarada anatema, herética, blasfema, apóstata, etc, aun inclusive lo que salga del magisterio (cartas, documentos, declaraciones, etc), ya que no debe estar por encima de la tradición oral o escrita (Sagradas Escrituras), los Concilios, los Dogmas, por ejemplo, mencionar que “Todas las religiones conducen a Dios”, es una contra a la ortodoxia, si que es una heterodoxia del cual ningún clérigo, o laico debe aceptar ni reproducir.

A lo largo de la historia de la Iglesia, conocemos, Apóstoles, Profetas, Mártires, todo ellos importantes, pero casi nadie habla del sistema monacal (disciplinarismo) en el desarrollo ortodoxo de la misma (en su desarrollo), solo por mencionar algún grupo de oriente, tenemos a los “Monjes escitas” que no sólo se destacarán por "orar incesantemente", sino también por ser ascetas, teólogos puros y defensores de la "ortodoxia católica", pensemos en Dionisio el Exiguo (Exiguulus), que gracias a él tenemos el calendario dividido en a.c y d.c (antes y después de Cristo), un informático prolífico de su época, que tradujo muchos textos del griego al latín, por contribución de este humilde hombre, conocemos hoy muchos Concilios en occidente traducidos, pero casi nadie sabe esto, todo un dogmático, en la defensa cristiana verdadera, en contra de las herejías de su tiempo, y que hoy han avanzado o se han abierto con otros nombres (piénsese en la nueva era).

San Agustín en su texto “De la verdadera religión” en el punto V.9 escribe, en el tema de “Dónde y cómo ha de buscarse la verdadera religión”:

“Otra cuestión es cuando se trata de los autores de cismas. Pues podría la era del Señor soportar las pajas hasta el tiempo de la última ventilación si no hubieran cedido con excesiva ligereza al viento de la soberbia, separándose voluntariamente de nosotros. Y cuanto a los judíos, aunque imploran al Dios único y todopoderoso, esperando de Él sólo bienes temporales y materiales, por su presunción no quisieron en sus mismas Escrituras vislumbrar los principios del nuevo pueblo que surgió de orígenes humildes, y así se petrificaron en el ideal del hombre antiguo. Siendo, pues, esto así, la religión verdadera no ha de buscarse ni en la confusión del paganismo, ni en las impurezas de las herejías, ni en la languidez del cisma, ni en la ceguera de los judíos, sino en los que se llaman aún entre esos mismos cristianos católicos ortodoxos, esto es, los custodios de la integridad y los amantes de la justicia”.

Indistintamente que haya sido oriente u occidente el culpable de su separación, el antes y después del cisma marca una gran derrota interna para lo que sería el catolicismo ortodoxo, del cual San Agustín no tendría conocimiento de su bifurcación, lo que si tenemos claro es que quien perdió fue la  Ortodoxia, por un lado los latinos (nosotros los romanos), y por otros lo griegos (y resto de patriarcados), igualmente a pesar de ello, parece que hubiese sabido el Obispo de Hipona de este problema a futuro, y nos hace un llamado en el texto citado a mantenernos unidos, con la misma etiqueta, indistintamente de los problemas internos, eclesiales y de los ritos, ya que su adjetivo y sustantivo es aplicable desde los primeros siglos de la primera forma de su universalidad, en lo que compone esa doctrina correcta que es la que nos trajo la Patrística, la Iglesia Primitiva, el Sistema Monacal (disciplinarismo) que es el que debemos seguir hasta las últimas consecuencias, so pena de morir.

La ortodoxia debe llevar siempre a la unidad, no a la desunión de quienes profesan los dogmas, los concilios, es esa Iglesia Primitiva y su consecución la que debemos traer de vuelta, que no es otra de la que nos debe reunir nuevamente dentro de los obispados, patriarcados, (como quieran llamarle) y el Vicario de Cristo, dirigido por su representante en su sucesión (pastoreo), este impulso debe hacerse dentro de la reconciliación del catolicismo (universal), y todo aquel protestante que se quiere unir a esta verdad, dejando sus herejías, apostasías, blasfemias aun lado, o de otras religiones distintas que la desconocen, que aun conscientes no quiere aceptar lo correcto [voluntarismo], que es el camino a la vida eterna, que no es otro que Jesús, quien lo acepte no muere, queda cobijado de una vez en  esa luz increada, la del Tabor, del que quiere transmitir inclusive en parte de esta vida terrena, por ello que debamos abrir nuestros corazones, buscarlo para recibirlo, sin ambages, sin mezcla de religiones falsas, paganismos, deísmos, ni teorías platónicas, aristotélicas, éticas seculares, panteístas, nada de eso, con pureza, enmarcado en una teoría del cristianismo: ¡ortodoxa!

La defensa de la pureza de la fe, es esta, y no se consigue sino en el catolicismo, que con errores magisteriales, internas, aún pervive esa ortopraxis, que es la que nos debe unir, aplicando su práctica correcta, devenida de la teología primitiva, no esa la que condujo a las herejías y apostasías, lo que deformó la teología patrística, los dogmas, modificando los concilios ecuménicos [tácitamente] a su manera, concibiendo una fe de supermercados. Ser ortodoxo, es vivir nuestra fe, en teoría y práctica según el Evangelio, es llevar a Dios a su máxima exaltación, al culto, a través de las prácticas ascéticas, y los ejercicios espirituales/corporales, es aplicar, si, la "orthos" y una "doxa" que es propio de la naturaleza humana, en su base antropológica, ya que significa "combate", "lucha de mercenarios", contra las pasiones, deseos, pensamientos impuros (logismoi), imaginaciones, en renuncia de lo mundano, en pro de la búsqueda de la verdad, de la gracia, de la salvación, en vía a la —theosis— que se llega purificando por medio de las técnicas ascéticas (y mentales), la oración continua y la practica de los sacramentos.

La ortodoxia es ciencia, si, "ciencia de los santos" ("scientia crucis", diría la mística carmelita Santa Teresa Benedicta de la Cruz), de los justos, que fue transmitida por los apóstoles y sus sucesivos discípulos, del cual los Padres de la Iglesia, lloraron, pelearon, se mataron, sangraron, y que ahora los doctos de nuestro tiempo siguieron enseñando (paideia), que desde un inicio fueron enviadas por medio de la revelación que les hizo el Espíritu Santo, por tanto, es incambiable, y muchos menos que por moda, o cosas mundanas, posmodernistas, luego de 2000 años: clérigos, laicos, anticristianos, quieren sustituirla como fuera, por seguir sus pasiones, deseos, y acomodarla a sus placeres carnales, de allí que la palabra, no se interpreta según su parecer, sino según lo que nos confirma la doctrina sana, la correcta, la generacional, que es la verdad misma enseñada por siglos, en concilios, sínodos, tratados, libros, lo nuestro solo es esforzarnos [sinergismo] para llegar al camino de la salvación por medio de la gracia, mas no de su modificación que es condenación.

6 de octubre de 2024

FIAT VOLUNTAS TUA: ¡CUMPLE SU VOLUNTAD!


“Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”
Hebreos 10:7

“La santidad consiste simplemente en hacer la voluntad de Dios”
Santa Teresita de Lisieux

Mario Felipe Daza Pérez

Puedes descargar este artículo en Word o Pdf, aquí

La obediencia puede que sea una de las virtudes con mayor valor dentro del catolicismo no sólo porque implica humildad, sino que además conlleva con ella un número de otros valores cristianos. A la final, todo debemos obediencia: los hijos para con sus padres, los fieles a sus directores espirituales, administrados con autoridades…, pero sobre todo a Dios, por ello que debamos aprender a escucharlo directa e indirectamente, Él nos comunica su palabra/pensamiento en todo momento, de varias formas, una de ellas, infusamente, y muchas veces por medio de instrumentos (don de consejo), pero para que esto pase debemos purificarnos y buscar la iluminación, tal cual como lo hizo con Noé, Abraham, Moisés, apóstoles, discípulos y demás personajes mencionados en la Biblia.

Cuando decimos “FIAT” estamos dando un claro “SÍ” de consagración a la voluntad de Dios, en especial a la Santísima Trinidad (Dios uno y trino), en cumplimiento de sus mandatos, órdenes, y quereres, siempre en consonancia hacia nuestra salvación, dentro de sus planes, no de los nuestros. Tengamos claro que Jesús se hizo obediente hasta la muerte, y estuvo sujetos a las leyes, ¿Qué se espera de nosotros que somos viles pecadores?, Recordemos que estamos adheridos a su estrategias para ganar, y salir victoriosos, como hijos, pero debemos hacer nuestro sacrificio, poner de nuestra parte (cooperación) y en cuanto a esto nadie puede torpedear sus planes/misterios, ni el más soberbio de los hombres ni de los demonios, porque todo se tiene que cumplir, cuando Cristo dijo en la Cruz, “Todo está cumplido”, su exclamación fue una marca a las pautas de su triunfo inmaculado, pues, regenero no solo las cosas del pasado, sino también del presente y de lo que vendría a futuro.

En estos casos al paso de su cumplimiento se va madurando dependiendo de lo que hagamos de la obediencia, sobre lo que Él quiere para nosotros según su plan de salvación (oikonomía), de allí que nuestra fe vaya creciendo si hacemos caso, por esto que nos mande a ser como niños (humildes/obedientes), para ir avanzando progresivamente hasta alcanzar la plenitud espiritual, en este tema, obedecer es sinónimo no de oír sino de escuchar y saber aplicar la práctica de las virtudes seguida de voluntades conjuntas, en especial de la Santísima Trinidad, en sintonía a la fuerza de acción cooperativa (sinergismo) que debe emerger, de la purificación del alma y su iluminación. Nada de lo que hagamos, obras, trabajos debe impedir esta causa, el “Fiat Voluntas”, es el presupuesto para desarrollar la gloria de Dios y de su Santo Nombre. Y eso es obedecer y cumplir.

No todo es prosperidad material, ni dinero, ni mujeres…, sino lo que disponga Dios para tu vida, y según el esfuerzo que hayas hecho para eso, ya decía San Ignacio, “Reza como si todo dependiera de Dios, y trabaja, como si todo dependiera de ti” (atribuido erróneamente a San Agustín), los sufrimientos físicos, pero más que todo los psicológicos para estos tiempos también hacen parte de este trabajo cooperativo, así no lo queramos, pero debemos aceptarlos, sin quejadera, lo mismo que las tentaciones, no son queridas, pero deben soportarse, y así mismo las persecuciones y demás injusticias, cada quien debe cargar con su propia cruz a su manera, según sus condiciones y capacidades, renunciando a sí mismo.

Haz lo que te pide y siempre te irá bien, dispón tu alma y cuerpo para el cumplimiento de los deberes (disciplinarismo), conforme a su voluntad y te salvarás, de nada sirve hacer ayuno extensivos, jornadas de vigilias extenuantes, sino le obedeces, es como si echaras tus acciones a un balde vacío, tal cual como dice Mateo 7:21: "No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos", ya que solo entra quien cumple la ley, las reglas disciplinarias, en este caso el “Fiat Voluntas Tua”. Si las cumplo formalmente, y las quiero materializar será según mis obras, en la vida cristiana, no con las intenciones, buenos deseos, o pretender ser un hombre bueno, ya decía San Bernardo, “El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos” lo mismo San Agustín “Los verdaderos siervos de Dios [Serviam Deus] no se preocupan de que Él les ordene hacer lo que ellos desean hacer, sino de que ellos deseen hacer lo que Él les ordena hacer”.

Expresa Séneca que la voluntad es el poder de la acción deliberada en el consciente, y San Agustín nuevamente indica que: “Sin la ayuda de Dios, la voluntad humana es débil, de hecho, la causa última del pecado: la voluntad libre albedrío, por tanto nuestra libertad es preservarnos del pecado” (véase, Sermón 165), en este caso, nuestra voluntad debe estar encaminada siempre en la misma sintonía que el de la Santísima Trinidad, como forma de decidir la propia conducta (Voluntas) junto con la suya, lo que el pre-cristiano Aristóteles llamaría en Ética a Nicómaco (véase Libro III) como “ekousion” a diferencia de los actos inconscientes “akousion” conforme a las conductas de los injustos que se llaman “ouk ekousion”, acciones malas, viciosas, que hacen daño, que sería lo inverso de hacerse como niños: necios, inútiles, idiotas.

Aquí se bifurca notablemente la diferencia entre ser un hombre virtuoso y un hombre vicioso (logismoi) del cual no solo los Padres del Desierto hablaban/escribían, sino también los filósofos helenos, del cual evocaban de ello que la tristeza, pereza, acedia..., en muchos cosas era propia, —auto infligida— y puede devenir por querer cumplir siempre tu voluntad, tus deseos, y no el de las reglas, que llevan a la felicidad. Por tanto, de allí que se desfiguren las virtudes cardinales en el descontrol (hybris), en vía a los placeres mundanos. Busquemos entonces la perfección, pero practicando lo que se debe, ya que esto nos lleva hacia el camino de la sabiduría, la prudencia, el juicio correcto, el autodominio, a diferencia de los impulsos desordenados del alma, cuyas facultades, se encuentran arraigadas en el espíritu enfermo (cuerpo corrupto).

Siguiendo a los primeros cristianos (Iglesia Primitiva) entre ellos San Cipriano (véase Sobre la Oración dominical), San Cirilo (Véase Catequesis XXIII) e inclusive Orígenes y Tertuliano, tenemos que cuando uno cumple la voluntad de Dios en la tierra, también la estamos haciendo en el Cielo, ya que lo que hacemos en todo caso se estructura como si se tratara de un solo sistema, disciplinario, de justicia, de allí que sea grave no cumplir lo que Él dice, porque lo estorbamos y estamos actuando igual que los enemigos (la caída de Satanás, fue precisamente la “desobediencia”). De esto se predica que el cumplimiento de nuestras acciones debe estar en armonía con su pensamiento, porque si no esto no funciona, los Santos lo hicieron (y ahora intercediendo), los ángeles lo hacen (cuidándote), de allí que la voluntad debe estar encaminada a la obediencia hacia a la perfección (entendida como "perfectibilidad"), en vías a la salvación.

Cuando obedecemos, el alma se endereza y el cuerpo actúa correctamente, y puede que no lo percibamos enseguida en nuestros hábitos, debido a que existe una costumbre de impureza, el soma lo que quiere es placer, desear lo mundano y hacer lo que le gusta la moda y según lo que el mundo le indique. Puede que no entendemos el mensaje inmediatamente, y a veces ni mediatamente, ya que cuando se cumple la voluntad se trabaja paulatinamente en las virtudes como a los fines planteados por el Señor, que es Quién te guía, cuando Dios habla tu solo escucha, acepta y práctica como lo hizo nuestra Madre, María: “Hacer lo que él les diga” o di “Habla que tu siervo escucha”, esto es, cumplir, obedecer, con sus mandamientos hasta la muerte corporal.

En este caso querido hermano la libertad absoluta lleva a la desesperanza, la libertad debe estar atada entonces a la obediencia y a la humildad, es no hacer lo que nosotros queramos, no sean como la esposa de Lot, que quedó como piedra por desobedecer y mirar atrás, no observemos nuestras malas conductas del pasado siempre encaminémonos en el camino correcto de la verdad (ortodoxia), ya se dice en Salmos 32:8 “Yo te voy a instruir, te enseñaré el camino [te daré inteligencia], te cuidaré, seré tu consejero [guía]”, en este contexto expresa San Silvano el Athonita, (Véase, “Entre el infierno de la desesperación y el infierno de la humildad”): “Cuando el alma se ha entregado completamente a la voluntad de Dios, el Señor mismo comienza a guiarla y el alma es enseñada directamente por Dios”. Dice San Bruno: "El diablo puede tentar a los buenos, pero no puede encontrar descanso en ellos; pues es sacudido violentamente, trastornado y expulsado, ya por sus oraciones, ya por sus lágrimas de arrepentimiento, ya por sus limosnas y buenas obras similares".

Todos los cristianos y no cristianos, estamos predestinados a servir a Dios (Serviam Deus) observando sus mandamientos, sus leyes, muchos se engañan aunque tengan libre voluntad en desear lo que quieran, pero hasta incluso los ateos/agnósticos/no creyentes, lo hacen en cierto sentido, porque la sindéresis (conciencia) los guía, pero no se dan cuenta, que lo materializan porque alguien les dice, —ya que están ciegos—, lo que pasa es que no su perseverancia es nula, ya que se ejecuta la acción/conducta constantemente, ni a propia voluntad, y aquí lo que se debe rescatar siempre es la "obediencia voluntaria", esa "disciplina regular" que debe ser libre, fuera de toda constricción. Cuando renunciamos a nosotros mismos por Cristo se da la libertad del hombre sobre la tierra de luchar, pero por amor, al portarse como mercenario, decide obedecer, por caridad (ágape), y es en este combate donde aparece la ayuda divina a ese propósito, pero es porque está cumpliendo con las órdenes impartidas por el creador, entre más ejerces estas virtudes, por muy débil que seas, estarás amparado por Dios, de allí que la oración sea por excelencia para estos fines, el medio más eficaz, en conjunto con la ascesis y la práctica sacramental.

Estamos claros que los demonios no tienen libertad absoluta, tienen cierto campo de acción (al menos no pueden forzarnos a pecar), dentro de sus maldades está el de poder introducir todo tipo de tetras, imaginaciones y juegos sucios en nuestras mentes, y sentidos para engañarnos, por medio de los pensamientos, placeres, deseos, por ello, que se requiera de cierto entrenamiento espiritual constante para no caer en tentación. La mayor conquista de su organización criminal es nunca hacerse visible, indistintamente de que pueda hacerlo o no, ya por esto tiene por lo menos un gran porcentaje (%) de la batalla ganada sobre los impíos/necios. Se hace amigable para presumir como el bonachón, pero no, es el padre de la mentira, lo único que ofrece son bienes temporales para dañar nuestras almas, tratando de llevarnos a pecados y aún más grave a vicios (logismoi), intenta mover nuestros apetitos de tal modo para que caigamos, como criminales, viles pecadores en el abismo, celebrando nuestras malas conductas, aun así no nos obliga hacerlo, ya que tenemos libertad para obedecer/desobedecer, y además contamos de herramientas para que eso no suceda.

Desde la caída de nuestros primeros Padres, hasta ahora, Dios siempre ha respetado la libertad humana, ya que no seríamos una creación bella (pulchrum) si no contáramos con esta decisión consciente, y esto implica de ser obedientes o desobedientes, perezosos, o activos, virtuosos o viciosos..., en todo caso las vías que nos propone la carne, en conjunto con el mundo y que es utilizado por los demonios, sirven como ayuda a sus fines y al debilitamiento de nuestras voluntades. Dentro del cuadro administrativo contemplado en la creación, de las reglas generales, la Santísima Trinidad, ha permeado su orden para no intervenir de forma generalizada porque ya lo hizo (aunque lo haga excepcionalmente o en situaciones concretas), lo que se modifica son nuestras decisiones, porque respeta las malas acciones, lo que Aristóteles llama en Ética a Nicómaco, “ouk ekousion”, del cual cambian cuando si tu alma está en la oración constante, sin cesar, y en ascesis, es decir, en obediencia/humildad.

Entiéndase que cuando no seguimos la voluntad de Dios, el "Fiat Voluntas Tua" nos encontramos en un atolladero (y Él lo permite), no solo para que lo busquemos, sino para que sepamos que no podemos hacer nada sin su voluntad, al “hacer lo que Él les diga”, es por dirigirse hacia la magnanimidad, la santidad, sin perdición alguna por ningún camino y sobre todo porque con este se atrae la cobertura de protección que se extiende en todos los confines, tus enemigos se volverán sus enemigos y todo lo que te toque para mal. De allí que debamos escuchar siempre sus órdenes, pero para cumplirás (materialización), utiliza este método y todo saldrá siempre a la perfección. Antes de iniciar cualquier conversación, tarea, yendo al trabajo, al comer, pregúntale a Dios, que acción tomar, bendice todo, y si comprende que nada de su accionar se mueve sino es por una causalidad axiomática divina, cuando entiendas esto y obedezcas/cumplas, significará que has tomado el camino correcto de la lucha, de ser atleta de Cristo, un hombre de coraje, de acción de buena voluntad (FIAT).