“Tener un cuerpo sano [nutrición, hábitos saludables, ejercicio físico] y un alma fuerte capaz de soportar las pesadas fatigas de la autodisciplina”
Tihamer Toth (Obispo Húngaro)
“Hay que rezar para que una mente sana esté en un cuerpo sano [nutrido]”
Juvenal
“Los atletas [deportistas] se privan de todo y eso por una corona corruptible. Nosotros [los cristianos, luchadores ascéticos] en cambio por una incorruptible”
1 Corintios 9:25
"La sociedad [civilización] que separa a sus intelectuales de sus guerreros [luchadores, ascetas] harán que cobardes [tibios] tomen las decisiones y tontos [necios] luchen las guerras"
Tucídides
Mario Felipe Daza Pérez
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El concepto en este caso de “kalokagathia” resulta importante para el contexto cristiano, aunque sea tomado de la filosofía helenística (cultura griega), ya que nos puede servir (aunque muy poco abordado, casi nulo) para contextualizar al hombre desde su borde antropológico, de cuerpo y alma (espíritu), en su trabajo ascético, en lo que se centra en la búsqueda de su santificación, en la integración de lo físico, con la disciplina espiritual, (véase, 1 Corintios 6:19-20) en práctica de la virtud, y la ética (moral católica ortodoxa) como antesala de una educación integral (holos). El término es un compuesto de las palabras griegas “kalos” y “agathos”, que significa formarse no tanto por la apariencia, sino de sus obras, de hombres que accionan según lo correcto y lo bello, este es el modelo a seguir de los héroes, de los caballeros, para Jaeger siguiendo a Platón, es la "armonía de espíritu y carácter”, dice: “La finalidad de la gimnasia, por la que deben medirse en detalle los ejercicios y los esfuerzos físicos, no es alcanzar la fuerza corporal de un atleta, sino desarrollar el ánimo del guerrero” [del santo] (véase también, Daniel Wolt, en “Phronēsis and Kalokagathia”, 2022)
Para el filósofo mencionado, Werner Jaeger, véase, “Paideia: Los ideales de la cultura griega” indica que:
“La actividad docente política de Sócrates tenía como mira encauzar a los jóvenes hacia la kalokagathía, lo mismo hizo Jenofonte, para el autor griego, ni la posesión de dinero o de fortuna ni el aumento del poder pueden constituir un valor para quien no se halle formado, por su espíritu y su intención, en la verdadera kalokagathía (p. 184), Lo bello y lo bueno no son más que dos aspectos gemelos de una y la misma realidad, que el lenguaje corriente de los griegos funde en unidad al designar la suprema areté del hombre como "ser bello y bueno" (καλοκαγαθία). En este "bello" o "bueno" de la kalokagathía captada en su esencia pura tenemos el principio supremo de toda voluntad y de toda conducta humanas, el último móvil que actúa movido por una necesidad interior y que es al mismo tiempo el móvil de cuanto sucede en la naturaleza. (p. 239)”
Indica Monseñor Tihamer Toth, Obispo Católico Húngaro, en su texto “Joven de Carácter”:
“El cristianismo no ve nada de diabólico ni pecaminoso en el cuerpo, no quiere ni destruirlo ni debilitarlo, lo que se propone es hacer del cuerpo un obrero puesto al servicio de los fines eternos”. (p. 29)
También explaya siguiendo a Juvenal:
“Debes pedir alma sana en cuerpo sano”, “Cuerpo sano, alma fuerte capaz de soportar las pesadas fatigas de la autodisciplina, de la modestia, de la sobriedad [templanza]. Solamente las almas grandes son capaces de eso” (p. 30).
Desde todos los tiempos el hombre siempre ha querido saber la verdad, y evolutivamente se ha acercado poco a poco en ella (persas, egipcios, romanos, griegos, etc), y no hablamos en cuanto al campo científico que no es excluyente al tema de la fe, sino del conocimiento de Dios (salir de la ignorancia), del cual ha sido revelado paulatinamente por el Logos, en todos sus frentes, uno de ellos a la parte moral y lo razonable: virtuosa, amorosamente (ágape), y de su belleza (bondad), estética, divina (véase, Schiller, De la gracia y la dignidad) conforme a su razón almática, en cuanto a lo que contiene su interior su corazón, y no tanto en lo externo (véase, 1 Samuel 16:7) que si bien sirve de algo la apariencia física, no debe centrarse en la vanidad (vanagloria), ya que es corruptible, lo que nos debe interesar en conseguir un “espíritu santo” (véase 1 Pedro 3:3-4), y servir a los fines eternos con miras a una corona que sea incorruptible.
Dice San Pablo 1 Corintios 6:19: ¿Ignoran que sus cuerpos son templo del Espíritu Santo? Surge en esto un deber de cuidarlo, también nos dice en 1 Timoteo 4:8: "Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; pero la piedad para todo aprovecha”, y en el libro Sapiencial de Proverbios 31:17: "Ciñe de fuerza sus lomos y esfuerza sus brazos", si seguimos esta línea, nos damos cuenta que nunca se pierde de vista el trabajo corporal sobre todo cuando se trata de darle gloria a Dios, con rendimiento, aprovechamiento de las mortificaciones, penitencias, en el estado ascético, ahora, puede que ayunemos a pan y agua, pero si nos vivimos enfermando, a causa de no tener los nutrientes suficientes para seguir con el ejercicio de piedad, de nada nos sirve, te vuelves inútil, si hacemos vigilas extendidas, cuando al día siguiente seguimos dormidos, recuperando el tiempo trasnochado, eso no es disciplina, es desorden.
El trabajo ascético del cuerpo y alma (como del espíritu) van de la mano, es una trilogía, (San Agustín, solo lo bifurca) que son inseparables, ya los filósofos griegos, como Platón, Aristóteles (véase, Ética a Nicómaco), y entre otros. Mencionando a Jenofonte, decía que: “Es una vergüenza envejecer por pura negligencia antes de ver en qué clase de hombre puedes llegar a convertirse si desarrollas tu fuerza y belleza corporales hasta su límite más alto”, de esta forma, la “kalokagathia” debe ser vista cómo esa acción de perfeccionar al hombre virtuoso, en nuestro caso al de santidad, debe estar encaminado a encontrar la belleza del alma, más que la física, que es “poco provechoso” como dice San Pablo, entendiendo esto último su significancia pero que se necesita para su desarrollo dentro de la condiciones de la vida espiritual, cuyo equilibrio se consigue en la templanza o sobriedad.
Expresa nuevamente Proverbios 20:29: "La gloria de los jóvenes es su fuerza; y la hermosura de los ancianos es su gris", toca aprovechar mientras que nuestra biología esté gloriosa, para contribuir a la causa del Reino de Dios, esto no quita que los avanzados espiritualmente a pesar de su edad, no hagan más que nosotros, sino que su trabajo es plenamente almático (debido a su sabiduría, al menos presunta), debemos orar, rezar, pero también hacer, dice San Pablo en 1 Corintios 9:24-27: "¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo recibe el premio? (...) de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado".
Todo en esta vida es lucha, batallas, así no decidas combatir, quedas por fuera si no te esfuerzas, el peso, el yugo del pecado te carcome, las tentaciones nos acecha a cada momento, pero para ti están los medios de salvación para hacer uso de ella, entre otros, la oración, la práctica de la virtud, en este caso, la carrera se gana o se pierde, expresa San Nicolás Velimirovic: “Este mundo es un campo de batalla en el que las personas deben elegir consciente y voluntariamente: o seguir a Cristo como el Vencedor, o seguir a los demonios impuros y derrotados”. Conforme a ello quieras correr en ella o no, el día que mueras, debe dar cuenta de tu cooperación, de los ejercicios no tanto físicos (que son poco provechoso, pero importantes para ese fin) sino de los ejercicios piadosos que conseguiste con la humillación del cuerpo, no de su culto, sino de su cuidado, en cuanto a la violencia que ejercitaste sobre él (ascesis), dentro de un contexto ascético militar, imbuido en lo moral, y lo espiritual.
El hombre en vías a la perfectibilidad, debe ir trabajando ascéticamente, por esa excelencia para el Reino de Dios, construido de una belleza (pulchrum), pureza, de alma, pero también de su condición física, apoyado en la virtud, que los griegos podrían llamar “arete”, dotado de un equilibrio del cuerpo, alma y espíritu, en destino a la práctica de los sacramentos, de la oración, ya decía Juvenal (véase Sátira 10, 356), […] orandum est ut sit mens sana in corpore sano ("Hay que rezar para que una mente sana esté en un cuerpo sano"), algo parecido al pensamiento presuntamente atribuido a San Agustín, en el que expone: “Cuida tu cuerpo como si fueras a vivir por siempre, cuida tu alma como si fueras a morir mañana” (podemos encontrar indirectamente algo en Confesiones y Ciudad de Dios), siendo este último platónico (a veces con excesos) en sus pensamientos se distingue, al heleno (véase, Timeo) las ideas extenuantes dentro de un ejercicio mental del cual se deben practicar al mismo tiempo igual que al de la gimnasia, esto es, dándole movimiento del cuerpo su merecido (violentarlo).
En su famoso insigne libro: “Vida, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres”, Diógenes de Laercio citando a Tales de Mileto indica que es feliz, quien tiene un cuerpo sano, una mente clara, hábil y de naturaleza dócil [guerrera], todo lo comprendido dentro del concepto de kalokagathia, cuerpo y alma bella, sana, se centra en lo que debe hallar un ser racional-espiritualizable, en vías a la perfección que no es otra condición que él da la santidad, como toma a la comunión con Dios (theosis). Ahora, si el término se puede asociar con el de arete, no es del todo precisa, porque este es mucho más general, pero sí puede estar imbuido en el primero, en la noción cristiana podemos decir que es una kalos y kagathos, tomado como la máxima expresión de la virtud (de lo que trata Santo Tomas) tomada en la “grandeza del alma” titulado “megalopsychia”, o “magnanimidad” (alma grande).
Véase bien que el atleta cristiano, el luchador ascético, el guerrero católico, debe estar en armonía con lo bueno y lo bello dentro del orden de la disciplina, de la justicia en consecución a recuperar nuestro estado original, de la santidad, ahora por adopción, [conservar el título de hijo de Dios, materialmente hablando] en cuanto al conocimiento de las cosas de la Santísima Trinidad, en búsqueda de integrarnos a su reino divino, por medio de la aprehensión de su intelecto (nous), por ello que nuestro esfuerzo ascético deba ser tomado (sinergismo), en la idea de forjar un cuerpo, alma y espíritu robusto, con borde en la disciplina y la perseverancia en fe, hacer de nosotros un gimnasio almático ambulante, que nos sirva para trabajar la parte física, corporal como unión, a la alabanza del Señor.
Inicialmente se tenía como concepto, la kalokagathia, como aristocracia, solo para algunos, que era solo entregada por los dioses en el sentido pagano, o era adquirible a ciertos sujetos con ciertas preferencias económicas, culturas, pero no, dicha noción, ha sido mutada en la búsqueda de las cosas divinas, en trabajo del desarrollo del conocimiento, la inteligencia, la voluntad, las potencias del alma sumado al movimiento corporal que nos habla Platón (véase Leyes, 896c), no solo desde el punto de vista físico (que provechoso aun en lo poco) sino de la psyche [alma]. Desde este enfoque el cuerpo que es un carro halado (véase la metáfora platonista, en Fedro), debe ser guiado por el estado almático, de allí la importancia de la pureza y su iluminación, el cuerpo trabajado no por sí significa belleza, sino también atletismo, ascetismo espiritual, contrario a la cobardía, pusilanimidad, afeminamiento, vaciamiento, acedia (logismoi).
Si tomamos otra vez a Jaeger este nos indica que:
“Sócrates no descuidaba su propio cuerpo ni alababa a quienes lo hacían. Enseñaba a sus amigos a mantener su cuerpo sano por el endurecimiento y hablaba detenidamente con ellos acerca de la dieta más conveniente para lograrlo. Rechazaba la hartura, por entender que era perjudicial para el cuidado del alma. Él, por su parte, llevaba una vida de espartana sencillez. (p. 58)Los cuidados del cuerpo sano corren a cargo de la gimnasia; los del cuerpo enfermo son materia de la medicina. Las cuatro artes se encaminan al logro de lo mejor y a la conservación del alma y del cuerpo. A ellas corresponden como variantes de la lisonja cuatro imágenes engañosas: a la legislación, la sofística; a la justicia, la retórica; a la gimnasia, el "arte" cosmético, y a la medicina, el "arte" culinario. (p. 161).El hecho de que Platón lo reafirme aquí significa que forma parte integrante esencial de su teoría de la educación. Frente a él aparecen la analogía entre el legislador y el gimnasta, cuyos oficios recaen sobre el alma sana y el cuerpo sano, respectivamente, lo mismo que el juez y el médico se ocupan a su vez, respectivamente, del alma enferma y del cuerpo enfermo, la evolución de la medicina en la época de Platón y la importancia cada vez mayor de la dietética, que en ciertos sistemas médicos empezaba a tener por aquel entonces una importancia verdaderamente primordial, demuestra que la filosofía, con su postulado de velar por el cuerpo sano, representa la conciencia más avanzada y es a su vez un factor importante de progreso (p. 285)”.
Las acciones del atleta, se reflejan en sus acciones internas/externas, en sus obras, no porque tenga solamente un hombre bonito, sino en cuanto a lo que puede demostrar virtuosamente, que es lo verdaderamente provechoso dentro de los ejercicios espirituales (ministerio de piedad) o lo militar, pensemos en los monjes que fueron soldados, San Pacomio, Abad egipcio que creó la idea de los cenobios, o en San Ignacio de Loyola, que fundó la Compañía de Jesús, del cual no solo le sumaron estas causas en su luchas ascéticas, sino su permeable valor filosófico castrense en su pensamiento sistemático católico-ortodoxo, algo relacionado a la desnudez (gimnasio) de los griegos, pero ahora desde un perspectiva cristiana, el vaciamiento de las pasiones, el combate de los vicios, que se vuelve imprescindible, para conseguir una belleza psico-corporal-almático, integrador del cuerpo-alma-espíritu, del cual podemos predicar en el Evangelio con amor (bondad) y este es el propósito de la “kalokagathia perfecta”. Veamos.
Los soldados de Cristo, los ascetas, los luchadores, los combatientes, atletas, todos ellos desde diferentes enfoques, monjes, clérigos, laicos, casados, solteros, desde su condición sirve para tomar las armas en un estado de kalos-kagathos, en un enfoque militar espiritual, en conjunto con la virtud, combinando las armas que nos ofrece la Iglesia, para conseguir una personalidad, completa, conforme a ser considerados héroes de guerras, santos de lucha, hasta mártires. Todos elementos se integran a este valor esencial en la base antropológica del hombre, que debe ser imbuido no solo en una belleza interna, que es la más importante, sino tambien externa, indistintamente de los rasgos que tengas, agraciados o no, raizales, negros, blancos, eso no importa, del cual va de la mano con la bondad, el amor hacia Dios y el prójimo, en renuncia de sí mismo (kenosis), consiguiendo una armonía, desde el punto de vista almático y corporal, estético y ético, en conjunto con la acción moral, la simpleza (presencia mínima) y la moral.
Ser hombre bueno, atleta, virtuoso, pero sobre todo santo, no son excluyentes, muchos necios piensan que, si una persona es fea o mal presentada, tal vez sea de buen corazón, y no es así, inclusive puede ser ambos, un pordiosero puede ser avaro y codicioso aun sin tener dinero, y un rico, puede ser pobre de espíritu, y desapegado de las cosas materiales, así mismo, un millonario de la misma forma puede trabajar su cuerpo, y violentarse. Lo que aquí se rescata es conseguir un equilibrio entre lo físico e intelectual en miras a la plenitud almática/espiritual (que es lo más importante) como un trampolín, en proclive de esa perfección hacia la santidad. Esto no es ajeno ni siquiera a los santos como hemos indicado, por ejemplo, Santo Tomas (en Summa Teológica), presencia de la belleza estuvo reflejado incluso en los demonios (dentro/fuera) también determinado en lo bello. Dice E.S Kraay: "En Hellas [Grecia] educamos para producir el kalos kagathos, el hombre [santo] cuyo intelecto superior se equilibra con la fuerza de su cuerpo y la belleza de su alma (véase, "The Olympian: A Tale of Ancient Hellas", 2008).
Ser bueno, en nuestros casos, santos, virtuosos y bellos no es excluyente es una realidad, y debe ser la condición de todo cristiano, por tanto, de la kalokagathia, adoptado desde enfoque católico, como concepto que nos sirva para conseguir la armonía entre el trabajo del cuerpo, alma y espíritu, menester en el desarrollo de las facultades intelectivas y biológicas (mejoras), todo esto hace parte de su “pulchrum” (véase, Jorge Tomás. “Aesthetic Implications of Kalokagathía in Ancient Greek Culture"). El “kalós” y “agathos” distingue una representación interna pero también externa del ser humano, dotado de una belleza moral, pero también física, del cual no es disruptiva de la conducta moral cristiana y la estética, dentro de la concepción antropológica, entre la apariencia mínima (poca provechosa que nos habla San Pablo) y el alma bella, hermosa, pura, en vías hacia la santidad, esta armonía, unidad, debe ser valorada en el cristianismo, en el trabajo ascético y la práctica de la virtud, vista en su sentido militar, magnánimo, excelente, perfecto, perseverante, disciplinante (disciplinarismo) contextualizado en el orden y la justicia de Dios.