“Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad”
Hebreos 10:7
“La santidad consiste simplemente en hacer la voluntad de Dios”
Santa Teresita de Lisieux
Mario Felipe Daza Pérez
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La obediencia puede que sea una de las virtudes con mayor valor dentro del catolicismo no sólo porque implica humildad, sino que además conlleva con ella un número de otros valores cristianos. A la final, todo debemos obediencia: los hijos para con sus padres, los fieles a sus directores espirituales, administrados con autoridades…, pero sobre todo a Dios, por ello que debamos aprender a escucharlo directa e indirectamente, Él nos comunica su palabra/pensamiento en todo momento, de varias formas, una de ellas, infusamente, y muchas veces por medio de instrumentos (don de consejo), pero para que esto pase debemos purificarnos y buscar la iluminación, tal cual como lo hizo con Noé, Abraham, Moisés, apóstoles, discípulos y demás personajes mencionados en la Biblia.
Cuando decimos “FIAT” estamos dando un claro “SÍ” de consagración a la voluntad de Dios, en especial a la Santísima Trinidad (Dios uno y trino), en cumplimiento de sus mandatos, órdenes, y quereres, siempre en consonancia hacia nuestra salvación, dentro de sus planes, no de los nuestros. Tengamos claro que Jesús se hizo obediente hasta la muerte, y estuvo sujetos a las leyes, ¿Qué se espera de nosotros que somos viles pecadores?, Recordemos que estamos adheridos a su estrategias para ganar, y salir victoriosos, como hijos, pero debemos hacer nuestro sacrificio, poner de nuestra parte (cooperación) y en cuanto a esto nadie puede torpedear sus planes/misterios, ni el más soberbio de los hombres ni de los demonios, porque todo se tiene que cumplir, cuando Cristo dijo en la Cruz, “Todo está cumplido”, su exclamación fue una marca a las pautas de su triunfo inmaculado, pues, regenero no solo las cosas del pasado, sino también del presente y de lo que vendría a futuro.
En estos casos al paso de su cumplimiento se va madurando dependiendo de lo que hagamos de la obediencia, sobre lo que Él quiere para nosotros según su plan de salvación (oikonomía), de allí que nuestra fe vaya creciendo si hacemos caso, por esto que nos mande a ser como niños (humildes/obedientes), para ir avanzando progresivamente hasta alcanzar la plenitud espiritual, en este tema, obedecer es sinónimo no de oír sino de escuchar y saber aplicar la práctica de las virtudes seguida de voluntades conjuntas, en especial de la Santísima Trinidad, en sintonía a la fuerza de acción cooperativa (sinergismo) que debe emerger, de la purificación del alma y su iluminación. Nada de lo que hagamos, obras, trabajos debe impedir esta causa, el “Fiat Voluntas”, es el presupuesto para desarrollar la gloria de Dios y de su Santo Nombre. Y eso es obedecer y cumplir.
No todo es prosperidad material, ni dinero, ni mujeres…, sino lo que disponga Dios para tu vida, y según el esfuerzo que hayas hecho para eso, ya decía San Ignacio, “Reza como si todo dependiera de Dios, y trabaja, como si todo dependiera de ti” (atribuido erróneamente a San Agustín), los sufrimientos físicos, pero más que todo los psicológicos para estos tiempos también hacen parte de este trabajo cooperativo, así no lo queramos, pero debemos aceptarlos, sin quejadera, lo mismo que las tentaciones, no son queridas, pero deben soportarse, y así mismo las persecuciones y demás injusticias, cada quien debe cargar con su propia cruz a su manera, según sus condiciones y capacidades, renunciando a sí mismo.
Haz lo que te pide y siempre te irá bien, dispón tu alma y cuerpo para el cumplimiento de los deberes (disciplinarismo), conforme a su voluntad y te salvarás, de nada sirve hacer ayuno extensivos, jornadas de vigilias extenuantes, sino le obedeces, es como si echaras tus acciones a un balde vacío, tal cual como dice Mateo 7:21: "No todo el que dice: ¡Señor, Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos", ya que solo entra quien cumple la ley, las reglas disciplinarias, en este caso el “Fiat Voluntas Tua”. Si las cumplo formalmente, y las quiero materializar será según mis obras, en la vida cristiana, no con las intenciones, buenos deseos, o pretender ser un hombre bueno, ya decía San Bernardo, “El infierno está lleno de buenas voluntades o deseos” lo mismo San Agustín “Los verdaderos siervos de Dios [Serviam Deus] no se preocupan de que Él les ordene hacer lo que ellos desean hacer, sino de que ellos deseen hacer lo que Él les ordena hacer”.
Expresa Séneca que la voluntad es el poder de la acción deliberada en el consciente, y San Agustín nuevamente indica que: “Sin la ayuda de Dios, la voluntad humana es débil, de hecho, la causa última del pecado: la voluntad libre albedrío, por tanto nuestra libertad es preservarnos del pecado” (véase, Sermón 165), en este caso, nuestra voluntad debe estar encaminada siempre en la misma sintonía que el de la Santísima Trinidad, como forma de decidir la propia conducta (Voluntas) junto con la suya, lo que el pre-cristiano Aristóteles llamaría en Ética a Nicómaco (véase Libro III) como “ekousion” a diferencia de los actos inconscientes “akousion” conforme a las conductas de los injustos que se llaman “ouk ekousion”, acciones malas, viciosas, que hacen daño, que sería lo inverso de hacerse como niños: necios, inútiles, idiotas.
Aquí se bifurca notablemente la diferencia entre ser un hombre virtuoso y un hombre vicioso (logismoi) del cual no solo los Padres del Desierto hablaban/escribían, sino también los filósofos helenos, del cual evocaban de ello que la tristeza, pereza, acedia..., en muchos cosas era propia, —auto infligida— y puede devenir por querer cumplir siempre tu voluntad, tus deseos, y no el de las reglas, que llevan a la felicidad. Por tanto, de allí que se desfiguren las virtudes cardinales en el descontrol (hybris), en vía a los placeres mundanos. Busquemos entonces la perfección, pero practicando lo que se debe, ya que esto nos lleva hacia el camino de la sabiduría, la prudencia, el juicio correcto, el autodominio, a diferencia de los impulsos desordenados del alma, cuyas facultades, se encuentran arraigadas en el espíritu enfermo (cuerpo corrupto).
Siguiendo a los primeros cristianos (Iglesia Primitiva) entre ellos San Cipriano (véase Sobre la Oración dominical), San Cirilo (Véase Catequesis XXIII) e inclusive Orígenes y Tertuliano, tenemos que cuando uno cumple la voluntad de Dios en la tierra, también la estamos haciendo en el Cielo, ya que lo que hacemos en todo caso se estructura como si se tratara de un solo sistema, disciplinario, de justicia, de allí que sea grave no cumplir lo que Él dice, porque lo estorbamos y estamos actuando igual que los enemigos (la caída de Satanás, fue precisamente la “desobediencia”). De esto se predica que el cumplimiento de nuestras acciones debe estar en armonía con su pensamiento, porque si no esto no funciona, los Santos lo hicieron (y ahora intercediendo), los ángeles lo hacen (cuidándote), de allí que la voluntad debe estar encaminada a la obediencia hacia a la perfección (entendida como "perfectibilidad"), en vías a la salvación.
Cuando obedecemos, el alma se endereza y el cuerpo actúa correctamente, y puede que no lo percibamos enseguida en nuestros hábitos, debido a que existe una costumbre de impureza, el soma lo que quiere es placer, desear lo mundano y hacer lo que le gusta la moda y según lo que el mundo le indique. Puede que no entendemos el mensaje inmediatamente, y a veces ni mediatamente, ya que cuando se cumple la voluntad se trabaja paulatinamente en las virtudes como a los fines planteados por el Señor, que es Quién te guía, cuando Dios habla tu solo escucha, acepta y práctica como lo hizo nuestra Madre, María: “Hacer lo que él les diga” o di “Habla que tu siervo escucha”, esto es, cumplir, obedecer, con sus mandamientos hasta la muerte corporal.
En este caso querido hermano la libertad absoluta lleva a la desesperanza, la libertad debe estar atada entonces a la obediencia y a la humildad, es no hacer lo que nosotros queramos, no sean como la esposa de Lot, que quedó como piedra por desobedecer y mirar atrás, no observemos nuestras malas conductas del pasado siempre encaminémonos en el camino correcto de la verdad (ortodoxia), ya se dice en Salmos 32:8 “Yo te voy a instruir, te enseñaré el camino [te daré inteligencia], te cuidaré, seré tu consejero [guía]”, en este contexto expresa San Silvano el Athonita, (Véase, “Entre el infierno de la desesperación y el infierno de la humildad”): “Cuando el alma se ha entregado completamente a la voluntad de Dios, el Señor mismo comienza a guiarla y el alma es enseñada directamente por Dios”. Dice San Bruno: "El diablo puede tentar a los buenos, pero no puede encontrar descanso en ellos; pues es sacudido violentamente, trastornado y expulsado, ya por sus oraciones, ya por sus lágrimas de arrepentimiento, ya por sus limosnas y buenas obras similares".
Todos los cristianos y no cristianos, estamos predestinados a servir a Dios (Serviam Deus) observando sus mandamientos, sus leyes, muchos se engañan aunque tengan libre voluntad en desear lo que quieran, pero hasta incluso los ateos/agnósticos/no creyentes, lo hacen en cierto sentido, porque la sindéresis (conciencia) los guía, pero no se dan cuenta, que lo materializan porque alguien les dice, —ya que están ciegos—, lo que pasa es que no su perseverancia es nula, ya que se ejecuta la acción/conducta constantemente, ni a propia voluntad, y aquí lo que se debe rescatar siempre es la "obediencia voluntaria", esa "disciplina regular" que debe ser libre, fuera de toda constricción. Cuando renunciamos a nosotros mismos por Cristo se da la libertad del hombre sobre la tierra de luchar, pero por amor, al portarse como mercenario, decide obedecer, por caridad (ágape), y es en este combate donde aparece la ayuda divina a ese propósito, pero es porque está cumpliendo con las órdenes impartidas por el creador, entre más ejerces estas virtudes, por muy débil que seas, estarás amparado por Dios, de allí que la oración sea por excelencia para estos fines, el medio más eficaz, en conjunto con la ascesis y la práctica sacramental.
Estamos claros que los demonios no tienen libertad absoluta, tienen cierto campo de acción (al menos no pueden forzarnos a pecar), dentro de sus maldades está el de poder introducir todo tipo de tetras, imaginaciones y juegos sucios en nuestras mentes, y sentidos para engañarnos, por medio de los pensamientos, placeres, deseos, por ello, que se requiera de cierto entrenamiento espiritual constante para no caer en tentación. La mayor conquista de su organización criminal es nunca hacerse visible, indistintamente de que pueda hacerlo o no, ya por esto tiene por lo menos un gran porcentaje (%) de la batalla ganada sobre los impíos/necios. Se hace amigable para presumir como el bonachón, pero no, es el padre de la mentira, lo único que ofrece son bienes temporales para dañar nuestras almas, tratando de llevarnos a pecados y aún más grave a vicios (logismoi), intenta mover nuestros apetitos de tal modo para que caigamos, como criminales, viles pecadores en el abismo, celebrando nuestras malas conductas, aun así no nos obliga hacerlo, ya que tenemos libertad para obedecer/desobedecer, y además contamos de herramientas para que eso no suceda.
Desde la caída de nuestros primeros Padres, hasta ahora, Dios siempre ha respetado la libertad humana, ya que no seríamos una creación bella (pulchrum) si no contáramos con esta decisión consciente, y esto implica de ser obedientes o desobedientes, perezosos, o activos, virtuosos o viciosos..., en todo caso las vías que nos propone la carne, en conjunto con el mundo y que es utilizado por los demonios, sirven como ayuda a sus fines y al debilitamiento de nuestras voluntades. Dentro del cuadro administrativo contemplado en la creación, de las reglas generales, la Santísima Trinidad, ha permeado su orden para no intervenir de forma generalizada porque ya lo hizo (aunque lo haga excepcionalmente o en situaciones concretas), lo que se modifica son nuestras decisiones, porque respeta las malas acciones, lo que Aristóteles llama en Ética a Nicómaco, “ouk ekousion”, del cual cambian cuando si tu alma está en la oración constante, sin cesar, y en ascesis, es decir, en obediencia/humildad.
Entiéndase que cuando no seguimos la voluntad de Dios, el "Fiat Voluntas Tua" nos encontramos en un atolladero (y Él lo permite), no solo para que lo busquemos, sino para que sepamos que no podemos hacer nada sin su voluntad, al “hacer lo que Él les diga”, es por dirigirse hacia la magnanimidad, la santidad, sin perdición alguna por ningún camino y sobre todo porque con este se atrae la cobertura de protección que se extiende en todos los confines, tus enemigos se volverán sus enemigos y todo lo que te toque para mal. De allí que debamos escuchar siempre sus órdenes, pero para cumplirás (materialización), utiliza este método y todo saldrá siempre a la perfección. Antes de iniciar cualquier conversación, tarea, yendo al trabajo, al comer, pregúntale a Dios, que acción tomar, bendice todo, y si comprende que nada de su accionar se mueve sino es por una causalidad axiomática divina, cuando entiendas esto y obedezcas/cumplas, significará que has tomado el camino correcto de la lucha, de ser atleta de Cristo, un hombre de coraje, de acción de buena voluntad (FIAT).