Páginas

30 de junio de 2024

EL “ORGULLO" ES MI ENEMIGO: EL CULTO A SÍ MISMO (“YO”)


“¿De qué te sirve ganar el mundo [con codicia, orgullo], si al final pierdes tu alma?”
San Ignacio de Loyola

“Fue el orgullo el que convirtió a los ángeles en demonios, es la humildad la que convierte a los hombres en ángeles”.
San Agustín.

“El Señor resiste a los soberbios [orgullosos]; pero a los humildes da su gracia”
Proverbios 3:34

Mario Felipe Daza Pérez

Puedes descargar este artículo en Word o Pdf, aquí

El “orgullo” puede ser sin duda la “semilla” de nuestra propia destrucción, debido a que nos aparta del amor [caridad] con Dios, este “antivalor” es lo contrario a lo que se conoce como la “humildad” y a la “mansedumbre” del “corazón”. Un hombre orgulloso, lo que le sigue es: soberbia, vanidad, jactancia, ego, narcisismo, arrogancia, etc, por tanto, no puede conocer el “reino de los cielos”, ya que no es “limpio y puro de corazón” ya que para serlo sea un requisito “sine qua non” la “divinidad” por medio de la “gracia”, por tanto, en el mejor de los casos ser humilde y pobre de espíritu significa participar en el “botín” de los “ganadores”, y no de los “perdedores” como en este caso pretenden los “orgullosos”.

Cuando describimos los ocho (8) logismoi (pensamientos malos) que acompañan y acechan la batalla en la vida del monje o del “asceta” según la visión que nos trae Evagrio Póntico, en nuestros casos como cristianos “contemplativos”, debemos describir como el primero y jefe maldadoso de todos ellos, el “orgullo” visto como sinónimo (en género) de la “soberbia” misma, pero también puede estar referida a subclases, tal cual como lo es la “vanagloria”, en todo caso se refiere al “amor desmedido a sí mismo”. El ser “orgulloso” es un mal, es la destrucción de la vida, la muerte, porque significa además “envidia”, “ira”, es uno de los vicios más despreciables junto a la “codicia”, dice San Pablo que es la “raíz de todos los males”, todo ello confabulado en el amalgama que llamamos “concupiscencia”, (véase, San Agustín en “De Trinitate”) impidiendo la co-redención, nuestras misiones, tareas a las que fuimos llamados, por tanto, a la “salvación” misma de tu alma, todo ello atribuido a un “desorden”, que va en contra de la “virtud”.

La forma correcta para que no pase esto, es el realizar la “auto humillación”, es decir tener el espíritu de la humildad trabajado al 100%, ya lo dice Pseudo Macario, “la perfección no reside en abstenerse del mal sino en alcanzar un espíritu humillado, en dominar a la serpiente que anida detrás del espíritu, más en lo profundo que el pensamiento, que los tesoros y los depósitos del alma. Pues el corazón es un abismo”. Ejercer la “humillación” en cada momento es propicio de nuestro bienestar, ya sea otorgando créditos siempre a los demás aunque nos lo tenga bien merecido, siendo empáticos, positivos en la valoración frente al prójimo, y no por indignidad, sino por práctica del hábito, así mismo ir en contra de la vanidad es una virtud ya que sea cumple con la moderación, y templanza de nuestros actos, pues ya se dice en 1 Juan 2:16: “porque nada de lo que hay en la tierra, dado que los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida proviene del Padre, sino del mundo” y en el mismo sentido Evagrio Póntico, “debido a los pensamientos vanos que permanecen en nosotros y hacen que la pobre mente sucumba a los demonios de la ira, la tristeza y el orgullo”.

No se puede ser humilde, mientras se vive en el mundo [mundano], porque siempre vas a querer fama, deslumbrarte frente a otros, (físicamente, redes sociales, etc) con tal de demostrar muchas veces algo que no eres, eso es jactancia, vanidad, vanagloria, orgullo, y un sin fin de “antivalores”, que puede ser descrito por un “psicólogo del alma” (piénsese guía/padre espiritual), en el extremo de la “superbia” entendido como el exceso, o superioridad de algo falso, solo por un tener que es “material”, lo peor es que muchos caímos en ese juego, o aún la gran mayoría lo hace, solo porque se destaca con bienes, dinero, poder, puestos de trabajo, cuando en fin, no son suyos, sino “prestados” (comodato) estamos por tanto en la era del “Yo”, nos encerramos en el “culto de sí mismo”, es un disfraz, vaciado por dentro por el “ego” interminable de algo que no es ni siquiera de uno, aunque se tenga, complementada con lo ya comentado, inclusive con altanería, altivez, arrogancia, glotonería, etc.

Cuando nos referimos al “orgullo” (como género) es el al amor a sí mismo en contraste con el de los demás, pero visto de forma negativa, situado como una falsedad de algo que no nos compete, ya San Agustín decía que es el amor a lo que hacemos a la “excelencia”, del cual se manifiesta cierto egoísmo irracional, antiético, que además de ser excesivo es despreciable, es más allá que el propio trastorno psicológica del narcisismo, es bajeza, agradecimiento por algo superfluo dentro de lo eterno y divino, de lo que Santo Tomas de Aquino llama “deseo inmoderado de superioridad”, del que no solo afecta la humildad, la mansedumbre, sino también la prudencia, templanza, moderación de las cosas, si se dan cuenta todo se conecta, no solo en los vicios, es decir, cuando se cometa uno se cometen todos, lo mismo sucede con las virtudes (es blanco o negro, no hay grises).

En esta sociedad, estamos pretendiendo ser lo que somos solo por ciertas características cuando ni siquiera investigan por su casusas naturales, muchos de sus resultados provienen porque son heredadas en linaje, genética, por hábitos (epigenética) socialmente, e incluso las habilidades connaturales, no por ello se puede pretender ser mejor que otros, porque otros son mejores que tú en otros aspectos —aunque no se reconozca por “orgullo”—, por ejemplo en la “virtud” y esto sí que vale más que el oro, por tanto no podemos envenenar nuestra mente (en el budismo le llaman “klesha”, en el islam “kbir”, en el paganismo griego, “hibris”) con estas mentiras, que nos llevan a la ruina y a la muerte del alma.

Si se ponen a analizar el Génesis, en la historia de Adán y Eva, aquí podemos encontrar al menos la mayoría de los ochos (logismoi) que nos propone Evagrio Póntico, desde la envidia, codicia, hasta el más desagradable de todos como lo fue el “orgullo”, por eso que Dios no quiere saber nada de los “soberbios”, quiere “esclavos”, “siervos” pero de su “amor” [caridad], voluntariamente hablando (scientia amoris), no en coacción (obligado) ya que la justicia de Él es “inmortal-perenne”, esto quiere decir que su orden divino, es la disciplina del universo u de la naturaleza, ¿pero qué podemos pretender si venimos del barro? Somos inferiores a los gusanos, cuando volvemos a la tierra quedamos peor que estos animales, aunque seamos imagen y semejanza de Dios, solo lo que somos por nuestra alma que es corporeizada ya que vuelve a su estado original cuando termina su ciclo, y no por la carne, sino por el espíritu que mora en el [santo] que se hace virgen y puro, pero para ello necesitamos de un corazón limpio, y si lo ensuciamos con nuestros i) actos del mundo, ii) de lo carnal, como de los aceptaciones de las tentaciones dadas por el Maligno nos destruimos.

El “Satán” (entendido como el que divide, el acusador, adversario), indistintamente de las demás religiones abrahámicas, este, cayó por “orgullo” por querer parecérsele a Dios, al pretender ser como Él, siendo un “ser espiritual perfecto” quería más, por tanto, de allí que se describa como “enemigo de Dios,” pero también de todo lo creado, la naturaleza entre ello el “género humano”. La creación divina más perfecta del Señor, para el “diablo” le es inconcebible arrodillarse o al menos trabajarle a un ser inferior como lo es el “ser humano”, por ello que todo comprenda dentro de la mente de Dios, todo lo que sea la humildad es el lenguaje que debemos hablar con el “infusamente”, nada irracional, desmesurados, sucio, como lo que hicieron los protestantes, entre ellos los creadores de las sectas existentes hasta el día de hoy, como Calvino y Lutero, doctrina que fue reformada en proclive de lo que vemos hoy con la llamada “cultura del Yo”, del “culto a sí mismo” a través de la “codicia” y la “envidia”.

San Gregorio Magno considera la “soberbia”, en este caso el “orgullo” entendido como el rey de reyes de los vicios, jefe de los siete pecados capitales restantes, de los “logismoi” (para nosotros fue un error sacar la “acedia”), igual como todos sus semejantes entre ellos la “vanagloria”. Si una persona es “orgullosa” de sí mismo sea en el sentido positivo o negativo, no le impide en nada que sea también arrogante en consentir que todo lo puede por él mismo, o el considerar que los demás son inferiores, esto lleva a trabajar la parte psicológica, egocéntrica de la persona, en cuanto a su personalidad, de siempre satisfacer sus propio deseos, por lo general sumado de “actos concupiscibles” e “irascibles”, en cuanto a metas, objetivos, malos o buenos, sensatos, sabios, necios o astutos, puede convertirte en una persona bajo el mismo plano hasta “narcisista”, o llevar al deseo excesivo de recibir siempre elogios, y no gustarte los desprecios, el querer la admiración de los demás, aun sin darte cuenta de ello, lo que lleva al círculo nuevamente de la arrogancia y la presuntuosidad.

La sociedad actual no tiene solo complejo de todo lo mencionado anteriormente (prendas, vestimenta, comida, un consumismo aberrante), sino de que se siente contento con ello, no sabe que esto lleva “ruina al alma”, y por tanto a su perdición/condenación. Debemos trabajar a diario este antivalor, constantemente con “ejercicios espirituales”, debido a que no podremos morir con ellos, porque a pesar de venir con el “pecado original”, estos deseos concupiscibles, no nos permiten avanzar hacia la “perfección cristiana”. En todo caso existe varias formas de saber, cuando se sufre de estos males, aunque resulte muy difícil cuando uno sufre uno de estos vicios, del que puede parecer fáciles, pero no lo son, porque muchos de ellos están escondidos, como actos en nuestro interior, por ejemplo como puede ser el creerse mejor que los demás debido a que naciste de una familia rica, de linaje, raza, etnia, por otro lado por haber estudiado tales temas (síndrome de dunning-kruger), o tener más títulos que tus compañeros, ostentar tales cargos, o poder político, por lo que todo esto lleva a lo mismo, vanidad, engreimiento, prepotencia, altivez, o la soberbia, etc.

Algunos podría traducir este “orgullo”, o soberbia (como género) como el “ego” que nos propone los “estoicos modernos”, entre ellos Ryan Holiday, pero ni los medios ni los fines son los mismos, en cuanto a su conceptualización tampoco, teniendo en cuenta que la “filosofía cristiana” va más allá, como la que se propone desde el tratamiento del espíritu y del alma, y no tanto de la mente, no se trata tampoco de hacer una mezcolanza entre paganismo panteísta, ni atea, sino describir con humildad los actos, en contraste con estos antivalores, como lo sería de su némesis de la “magnanimidad”, la cual eleva al “pneuma” en “virtud”, haciendo de ella noble y generosa, una grandeza sana, fuera de toda “arrogancia comportamental” que propone ahora estos “ataráxicos” (véase, Penney, Lisa & Spector, Paul. (2002). Narcissism and Counterproductive Work Behavior: Do Bigger Egos Mean Bigger Problems? o Yang, Ziyan & Sedikides, Constantine & Gu, Ruolei & Luo, Yu & Wang, Yuqi & Cai, Huajian. (2018). Narcissism and Risky Decisions: A Neurophysiological Approach. Social cognitive and affective neuroscience).

El “orgullo” se puede destacar como una valoración apropiada de los logros (aunque no es recomendable su uso), podría cambiarse por “enorgullecer” pero tampoco es loable, ya que sería la acción, “enorgullecida” que puede ser positiva, pero no nos parece correcta. En este caso la “megalopsychia”, traducido de diversas maneras como orgullo apropiado, “grandeza del alma” o magnanimidad es de mejor uso conceptual, del cual conlleva a tener un “ego”, también favorable, que consiste en tener un amor sano a sí mismo, que es ético, espiritual-racional, el que es generoso y noble enfocado en la “humildad”, en el ser un hombre virtuoso del cual va en consonancia con tener una “visión beatífica del cielo” compartida (anticipada) desde la tierra, más no para los orgullosos, ya que se les aparta de todo.

El “orgullo” en su sentido original, “negativo”, del cual se resume mayormente en actos, viene de conductas desplegadas, en vía generacional, tomando sus logros para sí, y mostrarlos, aunque sean ciertos, del cual en su descuido lleva no solo a la “arrogancia” sino también a la “soberbia” como vicio permanente y despreciable. Dentro del orgullo de este último enfoque podemos destacar la vanagloria, entre otras más, como la vanidad, jactancia, altanería, desprecio, petulancia, altivez, presunción, prepotencia, hasta actitud psicológicas como el narcisismo, hasta llegar a su extremos que es la “superbia” que no solo es la cualidad de creerse superior a otros, sino como no bastará, dejar los demás como inferiores como “basura”, y este es el vicio en sí mismo (que es valor satánico), y todos ellos actúan en conjunto, y como “círculo vicioso”, individual o en manadas (demonios).

En todo caso la virtud contraria a todas estas manifestaciones negativas será siempre la “humildad”, recordemos en Génesis a los “nefilim” unos seres “orgullosos” relacionado además con todos los antivalores mencionados, Dios los extinguió por ser “malvados” además, porque conjugar con todo ello te lleva a la “maldad” misma, al “satanismo” (etimológicamente hablando), de allí que la Santísima Trinidad no quiera nada con los “soberbios” porque saben lo que son, y cómo actúan, precisamente les da “gracias santificantes” a los mansos, pobres de espíritu y humildes, y uno de los primeros en hacerlo fue San Miguel, príncipe de la milicia celestial, que siendo uno de los más bajo en la jerarquía angelical, es hoy el más fuerte de los ángeles, lo mismo se predica de la Virgen Maria, como una mujer, que será la que aplastará la cabeza de la serpiente infernal, cuando su inmaculado corazón finalmente triunfe, y ni se diga nada San José, patrono por excelencia de la “humildad”, así mismo podremos mencionar de muchos santos más.

El Magníficat, descrito en Lucas 1:46-55, nos refiere a una “humildad suprema” de su “sierva”, del cual se consigna con su “fiat” a la voluntad de Dios en lo que se refiere a la “obediencia debida” (disciplinarismo) de las órdenes del Señor, en lo que respecta ahora a nosotros en cuanto a nuestra santificación por ello que debemos consagrarnos al Corazón Inmaculado de Jesús y de Maria para estar protegido del orgullo, ya que si no lo hacemos será este un impedimento para nuestra salvación y para la práctica de la virtud. Tengamos claro que casi todos nuestros actos por mucho que conservemos nuestros sentidos estén encaminados al pecado, por nuestra condición original, por ello que escogiendo entre los diversos medios o bienes reemplacemos los bienes temporales por los divinos, quitándonos toda idea de ser unos “dioses”, haciendo un culto de sí mismo, al yo, de nuestros quehaceres vacuos.

Agrupando todas estas faltas mencionadas con el primer vicio de todos dentro de la “concupiscencia”, “orgullo” o no, consiste de todos modos en un amalgamea de excesivo amor por sí mismo, desprecio por los demás, y cualidades negativas que hacen que sea uno un ser repugnante, sobre todo para Dios, a veces, muchas de estos antivalores que llevan disfraces espeluznantes, que hay que descubrir para no avanzar con ellos, como el creerse tonto, queriendo parecerse inteligente, o el feo para hacerse bonito, y demás tonterías, que dan lugar a la “falsa humildad”, de allí que San Bernardo los haya asignado por “grados”, entre ellos por mencionar algunos el de curiosidad, ligereza de espíritu, jactancia, singularidad, arrogancia, presunción, entre otros.

Tomando como referencia los “grados de orgullo” de este mismo santo, destacado en doce (12) de ellos, mencionaremos algunos, como el de curiosidad, que es soberbia en sí mismo, dice Evagrio Póntico que “la curiosidad por las cuestiones más elevadas de la vida espiritual puede ser obra del demonio ya que nos quiere esclavizar y que normalmente sucede cuando se quiere saber qué dicen los demonios soberbios cuando nos ven investigar temas espirituales”. Todos estos problemas dejan abierta ventanas del alma, sobre el conocimiento vano (curiositas), no edificante, ya que son cosas externas (cuerpo) y no por lo interno (espíritu), de este modo estar pendiente que hace el vecino, a qué hora se acuesta, a qué hora sale su compañero de trabajo, esto lleva a una tibieza de espíritu, que impide la “ascesis”, ya que lo entibia (acedia), y hace que te vanaglorias, te jactes de cosas que ni siquiera son “meritorias” creado por así decirlo un “bad will”, mala fama en cuanto a lo que tu quieres representar, cuando el único engañado en esa “singularidad perniciosa” eres tu mismo, presumiendo lo que no eres, creando patología, y trastornos psicológicos como el “narcisismo”.

Como dice San Agustín, “que cada desorden del alma [gula, lujuria, codicia, etc] sea su propio castigo”. Por tanto la “sanción disciplinaria” de cada uno de nuestras faltas, vicios, sea el mismo en la eternidad, por ello que no podamos morir con estos pecados, y deba ser purificados, y santificados en su mayor esplendor y eso requiere de tiempo, que a veces no tenemos mucho [debido a su gran mancha], y siempre estamos atacados sino por los mismas personas, tribulaciones, por los enemigos del alma, de aquí se predica el solicitar siempre a Jesucristo como el “maestro de la humildad” para que nos guie siempre como hacer, ya que él es naturalmente manso y humilde de corazón (Mateo 11:29), por tanto, ser humildes y mantenerse así, prácticamente es estar “predestinado” a la salvación, es no depender de más nada, solo de Dios.

El querer siempre ser el mejor, el primero, lleva a una consecuencias no deseadas, inclusive de superioridad, el de no necesitar ayuda de los demás, ni de Dios, inclusive en creer salir de este mismo vicio, sin su mano amiga, eso es en sí misma “orgullo”, en su máxima expresión, “soberbia”, ahora, no se trata de convertirse en Dios mismo, sino de compartir su gloria, que es diferente, no es hacer culto del “Yo”, tratando de endiosarse, porque no lo seremos jamás, de casos somos polvo y ceniza, gusanillos, carcomidas por el pecado, deberíamos darnos pena, el querer quedarnos con esta “naturaleza”, debemos regresar a nuestro estado original, que se quede si quiere el “maligno” de este modo, pero no nosotros, que somos imagen y semejanza del Señor y es lo que nos quiere compartir con su Reino.

Desde el enfoque del “individualismo metodológico” y “filosófico” cada individuo es responsable de hacer lo que quiera, de eso se trata, pero no lo que otros quieren que tú hagas (y este sería el límite), le llaman “tolerancia”, que en algunos casos es una virtud hasta cierto punto y dependiendo el contexto, así la determinación está en ti, siempre que no te coaccionen. Así que cuando nos referimos a una acción individual que toma sus propios intereses al “orgullo”, en estos casos el hombre no puede ser un fin en sí mismo, sino un medio para la salvación de su alma, a través del cuerpo corrupto, es el volver a su estado primario, por tanto el “egoísmo” está condenado si ese es su propósito, mas no la “grandeza del alma” como lo sería la “magnanimidad”, ya lo dice San Agustín, “la soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano”.

Cuando nos “amamos los unos a los otros” (Gálatas 5:14), significa dar todo por el prójimo, pero antes por Dios [caridad], es colocar la misma acción a esa aquella persona, cómo lo pondrías por ti (scientia amoris), por eso que sea difícil, y esto no significa ser “egoísta”, sino “magnánimo”, “grande de alma”, “humilde”, pero tampoco “altruista”, de cierta forma el orgullo en sentido positivo, como lo podría ser el ego, lo que conlleva es un sentido ético, pero también espiritual-racional de la conducta humana, al son de su “antropología”, a la final el término “Yo” no se antepone a la de Dios, sino que va igualdad a su voluntad.

En estos aspectos afirma San Agustín en sus sermones 351.6, 123.1, 354.8 y 351.1 (en ese orden):

“Nunca el enemigo nos derriba más fácilmente que cuando le imitamos en la soberbia [orgullo], ni le derribamos con mayor vehemencia que cuando seguimos al Señor en humildad, ni le infligimos dolores más agudos que cuando sanamos las heridas de nuestros pecados mediante la confesión y la penitencia”.

“El principio de todo pecado es el orgullo. Al principio del pecado fue necesario oponer el principio de la justicia. En consecuencia, si fue el orgullo el principio de todo pecado, ¿con qué se iba a sanar la hinchazón del orgullo, si Dios no se hubiese dignado hacerse humilde? ¡Avergüénzate el hombre de ser orgulloso, puesto que Dios se hizo humilde! De hecho, cuando se dice al hombre que se humille, lo desdeña, y es fruto del orgullo el que las personas quieran vengarse cuando alguien las daña”.

“Hay, pues, personas castas humildes y soberbias. Las soberbias no se prometían el reino de Dios. La castidad conduce al lugar más destacado, pero quien se exalta será humillado [piénsese en los "tradicionalistas católicos"]. Finalmente, hermanos míos, me atrevo a decir que a los castos que son soberbios les conviene caer, para que se humillen en lo mismo que les procura el orgullo. ¿De qué se aprovecha la castidad si está dominado por la soberbia?”

“No piense la soberbia que se oculta a los ojos de Dios, pues Dios conoce las cosas elevadas. Ni se considera tampoco unida a Dios, pues las cosas elevadas las conoce de lejos. Por tanto, quien rehúsa la humildad de la penitencia no piense en acercarse a Dios. En efecto, una cosa es elevarse hacia Dios y otra elevarse contra él. A quien se postra ante él, lo levanta; a quien se levanta contra él, lo derriba. Una cosa es la solidez que proviene de la magnitud y otra la vaciedad de la inflación. Quién externamente está hinchado, dentro está podrido”.

 

En estos casos, el “amarse a sí mismo”, alimenta un amor excesivo por su propia persona, a la cual termina idolatrando, haciendo culto, al poder del Yo, cuestión que ahora en nuestra era nos quieren vender (concepto vacío traído a partir de la “ilustración”), con los libros de autoayuda, como crecer exitosamente, materialmente, con fines a la codicia, avaricia, la raíz de todos los males, como dice San Pablo. En estos casos San Máximo el Confesor, expresa que “la pasión/deseo de la cual brotan todas las demás ese amor a uno mismo, del cual se alimenta un amor excesivo por su propia persona, a la cual termina idolatrando, el amor irracional al propio cuerpo esto hace que nuestro pensamiento se aparta de Dios”, y esto nos lleva la “superbia” el vicio de todos los vicios, y para colmo volver al estado corrompible y no salir de él como círculo vicioso: “concupiscencia”, por ello que debamos unirnos con Él y a su voluntad en “espíritu santo”, en contraste con cualquier pensamiento alterado, como la gula, la codicia, la vanagloria, y sigue.

Para darle frente al “orgullo” quisiéramos compartir un rezo importante de las “letanías de la humildad” para que las recites conmigo (por lo menos tres veces), es una “oración compuesta” que está atribuida al Cardenal español Merry del Val (en el siglo XX, secretario del Papa Pio X), sobre todo recomiendo hacerla después de realizado una coronilla, el santo rosario, o asistido a la santa misa, o ante el Santísimo, esto, como complemento de los “actos sacramentales”, con tal de darle fuerza a lo que se busca que es la “humildad” en todo sentido, en su “plenitud”. Digamos [antes de una conferencia, charla, examen, entrevista de trabajo, ascenso, etc].

3x: Jesús manso, puro y humilde de corazón, escúchame.
1x: Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús.
1x: Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús.
1x: Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús.
1x: Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús.
1x: Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús.
1x: Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús.
1x: Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser humillado, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús.
1x: Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús.

1x: Que otros sean más amados que yo, Jesús dame la gracia de desearlo.
1x: Que otros sean más estimados que yo, Jesús dame la gracia de desearlo.
1x: Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse, Jesús dame la gracia de desearlo.
1x: Que otros sean alabados y de mí no se haga caso, Jesús dame la gracia de desearlo.
1x: Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil, Jesús dame la gracia de desearlo.
1x: Que otros sean preferidos a mí en todo, Jesús dame la gracia de desearlo.
1x: Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda, Jesús dame la gracia de desearlo.

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.

3x: Oh María, Madre de los humildes, ruega por mí.
3x: San José, patrono de los humildes, ruega por mí.
3x. San Miguel, que fuiste el primero en aplastar el orgullo, ruega por mí.
3x: Todos los santos del cielo, humildes de corazón, rueguen por nosotros.

 

Continuando, todo lo que conlleva a vanidad, egocentrismo, orgullo, trae consigo al “sesgo de información” y por tanto del juicio, desde el nivel científico, se produce no sólo en adultos, sino sobre todo en niños, y no tiene restricción frente a la edad, le puede aplicar a cualquiera, (véase, Hayashi, Hajimu & Nishikawa, Mina (2019). Egocentric bias in emotional understanding of children and adults. Journal of Experimental Child Psychology). Se dice que la actividad del cerebro referido a esta área afectada está en el “claustrum”, y hace que sea actúe como “antena parabólica” desde el cual desde aquí se gestiona los deseos, actos, como los de soberbio/orgullo, del cual participa la conciencia, la memoria o la “autorrealización”, por tanto el “desorden del alma”, pero se ha demostrado que entra en movimiento atravesando todo el “sistema límbico”.

Según estudios parecidos los “millennials,” es decir, los nacidos entre 1980 a 1994 (del cual me incluyo en esta fase), —generación Y— son los considerados más “narcisistas” de todas las eras, de la historia, en cuanto a su presunción sobre todo intelectual va en contraste con su humildad, (véase, “Cognitive and Interpersonal Features of Intellectual Humility” by Mark R. Leary, Kate J. Diebels, et al, Personality and Social Psychology Bulletin. Published, 2017). Si analizamos la mayoría de los estudios que tratan estos temas, son nulos, y los que lo hacen se centran solo en la “humildad intelectual” que es la que les interesa, pero esto falso, una moneda de cuero, porque la “humildad” como reina de todas las virtudes (sobre todo cardinales) es integral, plena, no está enfocado solo en una parte, normalmente cuando un “científico” acepta una verdad o se retracta de una tesis, o bien un jugador de futbol saluda a alguien dicen que “humilde es”, pero en la casa le pega a la mamá, o su esposa le trata mal, y esto no es “humildad”.

Un estudio del 2019, como de los pocos que existen, se hizo una examen para medir los niveles de “arrogancia”, que en este caso como género lo vamos a comparar con el “orgullo” y si es el caso con la “soberbia” ya que nos sirve, e incluso hasta con patologías psicológicas, como el narcisismo, ya que su planteamiento es aplicado para todo esta problema no solo mental, sino vista como enfermedad del alma, la cual implica varias de ellas, una considerada como i) individual, que es lo que se pinta de uno mismo, en cuanto a la riqueza, linaje, habilidades, etc, cuando la verdad es otra, ii) la comparativa, una perspectiva inflada de los rasgos característicos de la persona, y la antagónica, que es la denigración que es cuando conlleva la soberbia o al orgullo desmedido, (véase, Cowan, N., Adams, E. J., Bhangal, S. et al, en Foundations of Arrogance: A Broad Survey and Framework for Research. Review of General Psychology, 23(4), 425-443).

Veamos en el siguiente gráfico que nos trae la investigación [que hemos traducido]:


Se comienza con un primer (1°) nivel llamado “arrogancia individual” la cual plantea tres subniveles que son:

  • Información distorsionada y las limitaciones en las capacidades
  • Sobreestimación de la propia información y de sus capacidades
  • Resistencia a la nueva información sobre los propios límites [no querer aceptar]

Tenemos un segundo (2°) nivel llamado “arrogancia comparativa” la cual plantea dos subniveles que son:

  • No considerar las perspectivas de los demás
  • Tener una creencia o suposición de superioridad

Y tenemos, por último, el tercer (3°) grado supremo de arrogancia/orgullo, que podemos destacar como “soberbia en sí misma”, llamada “arrogancia antagonista” que es entendida como:

  • Denigración de los demás

Expliquémoslo desde una “filosofía cristiana”, cuando uno comete pecado, cesa la libertad, porque entra en el terreno de la mentira y por tanto del orgullo, por tanto abres portales, porque se está diciendo que tu voluntad es mayormente predominante que el la de la Santísima Trinidad (es contraria, es maligna), y todo esta fuerza recae en el conocimiento que se tiene, pero para poder actuar en deber de la verdad, para que ello sea compatible dentro de la capacidad que se posee de escoger dentro del intelecto (nous) de los diferentes medios que tienes de hacer o no hacer tal conducta, de allí que el peso de la i) carne (cuerpo), ii) mundo (sociedad/actos propios) y los iii) demonios (acciones ordinarias/extraordinarias) tengan su peso en esa “determinación” que en parte depende de ti, no del todo.

Sabemos que el “alma” está compuesto en elementos y entre ellos está: el espíritu, la conciencia, la voluntad, el pensamiento, el intelecto, que bien lo podemos desgranar cómo la “mente del hombre” (desde una visión psicologista), de la misma manera pueden analizarse como parte de un todo (holístico), igual que el ojo, o el cerebro pertenecen al cuerpo, pero a ello le llamamos “biología” o “fisiología”, aun así todo está unido a un “pensamiento universal” según los actos/potencias que influyen todo lo que hagamos inclusive en otros, lo mismo sucede en esa unión transformativa (mística) para con Dios, de esto se consigue un hombre interior (que es lo importante) pero también en reflejo a uno exterior (el mundo), para este último la vista sería lo que ve más allá, por ejemplo cuando caminas, la alcantarilla, las calles, el pasto verde, mientras que para el primero, el espíritu sería como “ojo del alma”, actúa y precisa las trampas del enemigo, por eso que toque entrenarlo con la oración, mortificación, vigilia, jaculatorias, sacramentos, penitencia, etc.

Podemos decir desde una visión tomasina-agustina que la “voluntad libre”, no es tan libre porque para que lo sea no debe haber impedimentos no solo externos, como lo que tiene un animal al correr por un parque, sino que se necesita de la construcción de un hombre interno que esté fuera de pasiones/deseos que altera la “psyche”, pero para que sea correctamente espaciada se necesita de la “veritatis” que según el santo angélico pulula entre el defecto y el exceso, es moderada, de allí que marque un importante sentido los pensamientos y las imaginaciones (que por lo general vienen del mal, aunque sean presuntamente buenos, porque son generalmente “distracciones”), ya que en lo divino, se carece de él.

La “libertad” de este modo requiere de una i) disciplina, y de un ii) control, en resumen, una “disciplina del autocontrol” de no cometer pecados, por tanto, esto se le llama “virtud”. Ser un “hombre virtuoso” es lo que nos mantiene en “gracia santificante”, y de allí que todas las “facultades/movimientos almaticos” queden subsumidos interiormente por las operaciones del alma, esto para que no quede afectada por un “juicio erróneo” que podemos llamar sesgado o de forma desordenada a causa de las faltas o los vicios que muchas veces son colocados por el enemigo de nuestra alma, los demonios que andan por los aires pululando, sin forma alguna sin sufrir daño, (hasta el juicio final) terminan tentando a los hombres (por medio de acciones ordinarias/extraordinarias), así como el pecado anda en nuestra cuerpo hasta la muerte física y reluce, así mismo actúa Dios en el “medio/ambiente” a pesar de ello, ya que este “sistema disciplinario” hace parte del “orden divino” para ambos casos (para el bien/mal, material/sobrenatural).

Se expresa en el capítulo 1 del libro de Sabiduría en la Biblia, —valga la redundancia— “sabiamente” que debemos amar la “justicia” pero no precisamente la de los hombres, sino la “divina” conforme a su “orden disciplinario”, ya que la única forma de obtener los “dones sapienciales” es actuar en “gracia santificante”, por tanto, no estar atado a la “esclavitud” de los “pecados”, con tal de conseguir un “espíritu santo” que nos instruya, ya que de lo contrario huye de los “espíritus tibios”, o de los doble/triple moral. Él conoce todos los pensamientos que sean limpios/puros de corazón o no, por tanto, sabrá de antemano quienes son mentirosos, ya que mantiene la unidad de la fe, por tanto, hermanos, tener una vida desordenada es tener una muerte en vida, y en la eternidad, y esto es precisamente lo que trae el orgullo, el más despreciable de todos los vicios en todas las configuraciones.

Estar en una vida desordenada, llena de defectos no se salva ninguno, desde el principio del mundo Dios no se había creado la muerte para nadie, Él nunca quiso que nadie claudicara, sino que por amor tuvo que aplicar la justicia en nosotros para nuestro bien (aunque nuestra mente limitada no lo entienda) en especial una “justicia disciplinaria”, para poder “corregirnos” (pena medicinales), y poder salvarnos, aunque parezca una “paradoja”. Fue así que él mismo participó de esa redención sin tener el porqué, y para qué hacerlo, aún así fue “actor”, en el mundo, antes de esto, estábamos sometidos a la “muerte” (todo el que moría quedada en el hades, o sheol), pero ya no, porque existe una vida después de la muerte física, corporal, mientras que estemos en “gracia”, y esto se debe a que abrió el “seno de Abraham” luego que murió en la cruz, precisamente cuando bajo a los “infiernos”.

Es decir, de esto se predica que fue partir de la “resurrección”, del que podamos decir que existe la “vida” pero “eterna”, pero ya no será tan sencillo como en el Éden, ahora toca sufrir, luchar, para ello nos toca colocar de nuestra parte (sinergia), Él puso el primer peldaño no merecido de la “misericordia” de nuestros pecados, pero también quedó a un lado la “justicia” (que muchos olvidan) que está más allá de la muerte [es perenne e inmortal]. Recordemos que fue el “pecado original” la que nos dañó y con el “orgullo” (soberbia) el rey de todos los males el que trajo la “muerte al mundo”, no solo del cuerpo (a través de sus causas naturales) sino también del “alma” por nuestros pecados [y ahora “vicios” que es una “sistematización” de los mismos], por tanto, sería una doble muerte y no una “vida eterna” en caso de no participar en su “visión beatífica”.

Existe casos que no sabemos si actuamos con soberbia/orgullo o no, por eso que constantemente tengamos que hacer el autoejercicio de “humillarnos internamente” culpándonos por nuestros errores, haciendo la oración de Jesús, pero puede pasar que algo que consideremos nobles sea arrogante, por esto pidamos en oración a nuestro ángel guardián, como a la Virgen (en este caso en la advocación de la “dolorosa”) como al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos diga qué defectos debemos corregir, y en qué estamos fallando, pero para esto debemos “orar sin cesar”, todo esto hace parte del “mecanismo de salvación”, de la “disciplina del orden”, de la “perseverancia final” por tanto “entre más perfectos más humildes”, y “entre más humildes más perfectos”, y esto significa: “santidad”.

La “humildad” como contraria al “orgullo” nos da “claridad de mente”, ser “orgullosos” nos afecta “nuestro juicio” (crea sesgos), ya que no nos deja ver la realidad, como dice Santo Tomas de Aquino se torna como un “movimiento del apetito irascible”, ya que se desea más allá de lo que se puede, juzgando y buscando una excelencia vana, mas no la perfección cristiana, creerse mejor de lo que somos, nos aparta de la fe, de lo que estamos diciendo/haciendo con nuestros actos soberbios y esto es “rechazar la voluntad de Dios” apartándonos de sus planes.

Hermanos/as, el que encuentra “gozo” en la humillación es porque ya ha adquirido esta “virtud”, es como si fuera un medidor de “aceite divino,” y lo sabremos cuando nos humillen y no nos duela lo que nos digan o hagan, es hora de que quitemos todo “apego” por “nuestra imagen”, “fama”, “títulos”, “honores”, esto si que significa ser libre de toda vanidad, ignorancia, curiosidad, conocernos a nosotros mismos, apartarnos del mundo, de la carne y de Satanás, por tanto, es estar en la misma sintonía de la visión beatífica, olvidándonos de nosotros mismos, y esta es la única verdad, de lo contrario seguirá habiendo “imperfección orgullosa”.

23 de junio de 2024

LOS "LOGISMOI": ¿CÓMO COMBATIR LOS “MALOS PENSAMIENTOS” Y NO MORIR EN EL INTENTO?


"La vida del monje [asceta] sea una lucha, una “militia” permanente"
San Antonio Abad

“Vela y ora para que no entres en tentación. El espíritu, pronto; pero la carne, enferma [débil]”
Mateo 26:41

“No hay nada malo excepto aquello que pervierte la mente y encadena la conciencia”
San Ambrosio de Milán

“Así quien no entrena el cuerpo no puede realizar las funciones propias del cuerpo, así que no entrena el alma no puede realizar las funciones del alma”
Jenofonte

Mario Felipe Daza Pérez

Puedes descargar este artículo en Word o Pdf, aquí

Es triste encontrarnos sobre todo en “cristianos” (ni digamos nada de los “protestantes”) en no querer establecer “seriamente” una “base” de la “fe”, que se recoge desde hace 2000 años, en cuanto a la comprensión (verstehen) del “camino a la santidad”. Si revisamos 1 de Crónicas 28:9 nos dice: “Y ahora, Salomón, hijo, conoce al Dios de tus padres y sírvele con corazón perfecto y alma pronta; pues todos los corazones escudriñan el Señor y todo pensamiento conoce” también en Jeremías 17:10 se establece: “Yo, el Señor, el que escudriña corazones y prueba riñones [pensamientos, entrañas], para dar a cada uno según sus caminos y según los frutos de sus obras” y por último en Proverbios 14:22-23 se indica que: “¿No yerran los que piensan el mal? Misericordia y verdad alcanzarán los que piensan el bien”.

¿No les sucede que a la vez que van avanzando llega a un punto que sienten que se estancan o no crecen más? Eso suele suceder a veces en las cosas que hacemos o mal pensamos, y esto es “peligroso” porque puede que no sea verdad, lo que pasa es que los pasos que damos en cierto nivel ya no se siente o son lentos, apresurados, o paulatinos, en todo caso, es bueno saber que lo que se está haciendo está en lo “correcto”, nos pasa cuando vamos leemos, rezamos, vamos al gimnasio, al principio bajamos de peso y se nos hipertrofia el músculo, pero luego los cambios parecieran imperceptibles, pero no lo son, sino que ha llegado a un punto de transformación, que es limitado, por la materia, cuestión que no pasa lo mismo desde lo “espiritual” que es un terreno “ilimitado”, la “gracia” es fundante en la “fe”, es de allí que debamos poner siempre de nuestra parte para autosuperarnos conforme a la “ayuda divina” recibida.

Cuando parece que todo va bien aparece una “tentación fuerte” y hace que retrocedas dos (2) pasos, esto sucede porque así es la “vida espiritual”, por lo menos en lo que acontece del campo de la “batalla invisible”, es lucha permanente, entre más progreses, mayor peso espiritual te pondrán a prueba, ya sea para acusarte o desafiarte, y esto es lo que ha querido llamar Evagrio Póntico como los “logismoi” (destacado como el primero en organizar el camino espiritual hacia la vida a la “santidad”), y esto no es otra que los “pensamientos impuros almaticos” que nos pueden producir retroceso en nuestro “milicia”, en la “conversión permanente” para con Dios, esto sin duda puede considerarse inicios de la “psicología cristiana”, iniciada en una “ciencia” basada en la “patrística”.

Las faltas, los vicios, ante todo son causados por pensamientos malos (logismoi) que atacarán a la vida del “asceta” en la vida práctica, estos no nos permiten llevar una vida contemplativa (hesiquia), por lo menos no los impiden con la puesta del “fantaseo” o “imágenes” en la “mente” (phantasia), por ello, que se deba requerir al solicitud/entrenamiento del “discernimiento”, para “combatir” este tipo de situación, de todo lo que se genera/entra en la memoria, entendimiento, voluntad, dentro de nuestra “libertad sinérgica”, de allí que el “maligno” trate siempre llevar al pecado, causados no por pensamientos propios (que es distinto), sino ideas del pasado (en muchos casos) en “bodega de tu alma” (recuerdos), que son utilizadas por los “demonios” como contrarespuesta a tu oración, penitencia o mortificación.

Al “crearse imágenes” en tu “cabeza”, nos podría llevar a perturbar la “comunicación infusa” que puede ocurrir con Dios (al día tenemos alrededor unos 6200 pensamientos, es decir, 4,3 pensamientos por minuto y no la media de 45.14 como se cree, se desmiente el mito de los 60.000, véase, Tseng, J., Poppenk, J. Brain en “meta-state transitions demarcate thoughts across task contexts exposing the mental noise of trait neuroticism”, 2020, se asegura que mucho más de la mitad son “involuntarios”, “negativos” o “repetitivos”), es por eso que sea inherente tratar de rechazar, defenderse de este tipo de pensamiento desde un inicio para ir entrenando, porque sus operaciones espirituales no son casuales, sino causales directas determinados por los “bellacos demonios”, llamadas “acciones ordinarias”: “tentaciones”, debemos de allí que debamos recurrir a la “recuperación” del terreno perdido en caso tal de caer, y trazar una “metodología” para una contraofensiva o construir una inexpugnable muralla almática-espiritual, ya que si no lo hacemos podremos claudicar y eso es lo que quiere precisamente el “maligno”.

Si un hombre llega a conocerse a sí mismo, por lo menos en la mayor medida posible sabrá cómo operan este tipo de acciones, y pensamientos, sus características, elementos, para lo menos evitará las garras más arrolladoras del maligno, (Véase, Lectura de las reglas de discernimiento de los ejercicios espirituales de San Ignacio, a la luz del estudio sobre los pensamientos en Evagrio Póntico y Juan Casiano) es aquí donde entra de nuevo el “discernimiento” del Espíritu Santo, toca pedirlo incesantemente, sumado a los “ejercicios espirituales” de “entrenamiento del alma” que se hagan, como lo hicieron los padres del Desierto, que tuvieron experiencias en su mayor amplitud, para afrontar este tipo de situaciones, y precisamente fue Evagrio Póntico quien recogió por primera vez este tipo de “piedrecillas” y los “sistematiza”, para el “asceta combatiente”.

El monje egipcio, como todo combatiente cenobítico, trato de afrontar este problema en sus años de celda, en el norte de África, y nos los quiso transmitir desde el apogeo del cristianismo primitivo, en cuanto a la “hesiquia”, o búsqueda de la tranquilidad (apatheia), por medio de las victorias conseguidas, causadas en los pensamientos (logismoi) y las acciones directas del demonio, lo que se desea es precisamente este último, ganar, en lo que se refiere a la mayor etapa de corrupción posible del género humano, y para que eso no pase, necesitamos aumentar nuestra “espiritualidad”, en lo máximo, y esta vigilancia (nepsis) en oración se hace en todo momento, inclusive durmiendo, para que las “armas de defensa”, se sometan a los amalgamas de nuestro corazón/conciencia, por tanto del “alma”.

Dice el Jerarca Atanasio, Arzobispo de Alejandría: “Dios se hizo portador del cuerpo, para que el hombre pudiera llegar a ser portador del Espíritu Santo”, no echemos en balde esta ventaja, nos toca idear una defensa del pensamiento, como del espíritu, lo uno lleva a lo otro, la custodia de los sentidos, con tal de mantenernos atentos antes los ataques y poder luego discernir qué trama el maligno, o que debemos corregir, sobre todo cuando se ha ejercido una mala conducta durante la vida (que me incluyo) como podría ser la gula, fornicación, avaricia, ira, acedia, vanagloria, o soberbia (reducido por San Gregorio Magno de ocho a siete) sin querer queriendo el mal va asaltando cada defecto nuestro con mucha “paciencia”, hasta conseguir su objetivo, que es la “caída”, en caso tal de no estremecerse se espera, como buenos tramadores que son, y de seguro que pedirán ayuda a otros, con tal de desconcentrarte en tus tareas y hacerte caer hasta el final, por ello que sea bueno combatir este tipo de situación desde varios frentes dependiente el problema, gula, con ayuno, avaricia con limosna o caridad.

Los Padres del Desierto, como si se tratara de una “ventana de Overton”, pero ascético, propone unos trazos de cómo nos lleva a la condenación, en lo que respecta a estos, a los ocho (8) logismoi (que podemos llamarle también pasos del “pecador impenitente”) dado que la verdadera interpretación del “pecado imperdonable” es este, contra el Espíritu Santo (véase, Marcos 3:28-30; Mateo 12:30; Lucas 12:8-10; Hebreos 6:4-6, y 10:26-31): “El que no está conmigo está contra mí, y el que no se reúne conmigo se dispersa. Por eso os digo que se perdonará todo pecado y toda blasfemia, pero no se perdonará la blasfemia contra el Espíritu. El que hable una palabra contra el Hijo del Hombre será perdonado, pero el que hable contra el Espíritu Santo no será perdonado [muerte, ya que es insistente, sistemático], ni en este tiempo ni en el venidero" —que no es el único dentro de la hamartiología— y para que esto se produzca se necesita los siguientes requisitos (tal cual como las enumera el Doctor de la Iglesia, Pedro Canisio, véase, Suma de la Doctrina Cristiana del Concilio Tridentino).

Lo podemos a “desgranar” —a nuestro juicio— en ocho (8) fases, sujeta a su vez en tres (3) etapas, que son:


Fase interna (proviene del “pensamiento” en estricto sentido, de la “psyche”)


—Ideación— (llega la acción al “alma [mente]” y la “piensa [conciencia]”)
  • Llega la “tentación” (puede ser: débil, media o fuerte) por parte del maligno
  • Pensar la tentación impregnada (la deja entrar, sin “rechazo” alguno)

—Deliberación— (dialoga con el enemigo, se deja “tentar”, entra en el “juego”)
  • Estima el pecado propuesto (en la psyche) como algo no tan “malo”
  • Se alegra de aquella “emoción” (pathos), hay “sentimientos” a favor


Fase intermedia (proviene del “pensamiento” en estricto sentido, de la “psyche”)


—Ejecutivo material— (realiza la acción en el mundo sobre/preternatural)
  • Consciente (aquí nace ya el pecado mortal) desde el “pensamiento"

—Ejecutivo formal— (realiza la acción en el mundo natural en el obrar)
  • Se obra lo consentido desde el corazón, que ha venido del “pensamiento”


Fase externa (perfecciona el “obrar material” de acuerdo a lo “pensado”)


—Sistematización— (comete el pecado repetitivamente, agrava la situación)
  • Se transforma ese pecado en un vicio (pecado capital o sistemático)

—Renuncia— (no emplea alguna “metodología” para salir de la “esclavitud”)
  • Renuncia a su lucha ascética, aplica la “indiferencia” (adiaphora)

—Relativización— (se convierte en un “anticristo”)
  • No los considera pecados/vicios (subjetivismo moral)
  • Pasa a ser un valor moral en su vida (vanagloria), lo defiende y lo justifica
  • Se lo enseña a otros (pecado de escándalo, se aplica Lucas 17:1-3)

—Condenación— (se aplica el concepto de “pecado imperdonable”)
  • Es condenado y precipitado al infierno (con sentencia anticipada)

Podemos graficarlo de la siguiente manera, para mayor compresión:


Por otra parte los “cristianos ortodoxos”, sobre todo los que se ubican en el Monte Athos (cuentan con un "gran entrenamiento"), agrupan de forma resumida y eficaz en cinco (5) fases, compuesto en dos (2) etapas, que son:


Fase interna (se queda en la “psyche” sin “derrota”, pero estas en el “juego”)

  • Asalto o sugestión (cuando aparece las “tentaciones relámpagos”), “haz esto o aquello”
  • Diálogo (hablas con/sobre la idea, es decir, con el “maligno”)
  • Interactúas con el “pensamiento” (las ideas son ahora más recurrentes)

Fase externa (viene la "derrota", de forma simple/sistémica, en el obrar/pensamiento)

  • Consentimiento, aquí te “derrotan” (vence el “logismoi”, porque lo aceptas)
  • Obsesión/cometimiento (deleite, ya somos "esclavos") que es la fase de ejecución

Podemos graficarlo de la siguiente manera, para mayor compresión:


Es “práctica” esta última "etapa" porque verdaderamente la “fase externa” no delimita la acción del obrar con el del pensamiento ya que es lo mismo, en cambio, en la primera podría dar a confusión, pero está mayormente desgranada, en todo caso cuando se comete el “pecado mortal” ya estas mal y por tanto toca recuperarte, en la “confesión” primero que todo y luego en la réplica y contrarréplica del combate (Evagrio Póntico le llama “antírrhesis”). Si lo vemos de mejor manera, también en la ortodoxia misma, la que nos completa Juan Clímaco en la “Santa Escalera”, pero este último va más allá (en cuanto a lo que sería la “purgación”), en un nivel más avanzado proponiendo un “discernimiento” de los “actos” (véase, San Marcos el monje, "Sobre la penitencia" , XI, 30, en Tratados espirituales y psicológicos) se destaca que la “purificación” de nuestros pensamientos y actos se da en esta vida o en el otro, ya que “nada manchado entra al Reino de los Cielos” (véase, Apocalipsis 21:27).

Pero, ¿Cómo no caer y no morir en el intento? Todo tiene sus pasos y toca hermanos/as trazar una “metodología” comenzando por forjar unos buenos pensamientos y rechazar los malos, de allí que la “oración noética” (que deviene de la mente-corazón) tome un importante protagonismo, en el “orar sin cesar” para no caer en tentación, y centrarnos en la humildad (humillación interna) repitiendo muchas veces el día: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador", así llegamos a desplazar muchas ideas involuntarias, sobre todo “negativas” que ocupan más de 80% de nuestra “psyche” (alma).

La muerte, por tanto el “pecado imperdonable” (sentencia anticipada), se vuelve perdonable si te retiras de él, pero no será tan fácil, requerirá incluso de años, lo que hará el maligno es sembrarte desesperación, de allí la importancia de la virtud teologal de la “esperanza”, pero no hay que tener prisa porque también se cuenta lo que has hecho en vida, es como si fuese una balanza, lo que hay es tener cuidado son que los pensamientos del tentador no te atrapen nuevamente, en todo sentido, el problema de todo está en comenzar hacerse imaginaciones (phantasmata) y comenzar a “dialogar” con el enemigo desde ese plano, por ello que toque huir, y forma varios “anillos de seguridad”. En todo caso, se debe custodiar la mente, el habla, —interna y externamente— (retirándose del mundo: “anacoretas”) y por tanto cuidar las acciones que ejecutamos conforme a las ideas formadas.

“Ser portero de tu corazón”, es ser “guarda de la mente” es no dejar pasar ningún pensamiento contrario a la fe a tu alma, más bien debes sacar los que tienes oculto, y que el enemigo no quieres que te des cuenta, confiésalo y verás, haz examen de conciencia, mejóralo, apártate de cualquier vicio, sea bueno o malo, se imprevisible para él, en cuanto al camino de la santidad, en la contrarréplica sorpréndelo, que tu estas con el Señor, y confía, porque tienes armas con que derrotarlo, a pesar de que te de tus totazos de vez en cuando, esquivemos esos “dardos” y las “representaciones mentales” que se recrean a partir de la mente, evitemos las redes sociales que nos traen imágenes sexuales, vanas y poco edificantes. El intelecto (nous) debe volver a su estado natural que se imprimen desde la caída de Adán, no discutamos con el maligno, así se nos proponga las mejores de las recompensas, esos son bienes temporales que no nos interesa, estamos por algo más grande lo “bienes eternos”, cuando nos hable, respondemos con la palabra de Dios, por ello que sea inteligente y sabio conocerla (espada de doble filo, véase Efesios 6).

Hay veces que el enemigo se esconde, y te hace pensar que tú mismo puedes vencer los “logismoi” y demás “tentaciones”, pero esto lo hace para crearte “vanagloria” (antihumildad) y luego vencerte, se debe tener cuidado, con los pensamientos, pidamos por ello “discernimiento” para poder distinguir las ideas buenas de las malas, y poder reconocer que cuando son incorrectos imploremos la invocación del “Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal”, en busca de ayuda espiritual, que tú por sí solo no tendrás. El cazador siempre querrá acercarnos como presas, pero ponle “carnadas”, la mejor forma para hacerlo, es ser “constante”, “disciplinado”, de todos modos, según sus estadísticas/probabilidades, te seguirá atacando, se empecinará en tus debilidades, pero cortémosle las “alas malvadas” con la “oración” para interrumpir sus planes, seamos “sobrios” y “velemos”, porque el diablo anda como león rugiente buscando a quien devorar (véase, 1 de Pedro 5:8).

Los que están en el “camino espiritual” saben que el “maligno” nos estudia individualmente nuestras acciones, y nos atrae con los sentidos de la vista, escucha (música impura), habla, tacto, etc, para que “caigamos”, despierta en nosotros la “ocasión” de poder pecar, entre ellos, chismorrear, hablar mal del otro, vanagloriarnos de nuestro actos, en todo caso toca resistir a todo ellos, como dijo una vez el Jerarca Calixto, Patriarca de Constantinopla, el “demonio siendo inmaterial, camina por el aire y desde allí observa con completa certeza la intención del hombre, de dónde y hacia dónde va y en el cual las cosas que suceda pone en su mente”, también San Juan Casiano, “es un milagro mayor ser paciente y abstenerse de la ira que controlar los demonios que vuelan por el aire”.

Si hacemos un paralelo con otra religión, en este caso solo por mencionar, el “budismo” en su “sutta-pitaka” llamado “vibhanga” también se menciona una lista, parecida como la cristiana, con algunas alteraciones, a veces de ocho (8), diez (10) o de doce (12), depende la “secta” o “rama”, del cual podemos incluir la imprudencia, la desvergüenza, letargo, inquietud, duda, visión incorrecta, ignorancia, que podemos compartir algunos de sus formas, pero no de su contenido, “pensamientos” que nublan esa “mente libre” esto es conocido dentro de su “filosofía” como “kleshas”, es decir, “estados mentales”. También se suele utilizar algo que se relaciona con unos cinco (5) obstáculos de la cual pueden alejarnos de la “iluminación de la conciencia” que muchas de ellas no son pecados, sino situaciones negativos subjetivas (corrupciones) del ser humano para su perfección del “Yo” que se trabajan con los siete (7) factores que normalmente para eliminar el “deseo/pasión” que hacen normalmente los Bhikkhus (monjes) que en nada tiene que ver con la “scientia amoris”, hacia Dios para llegar a la “scientia crucis”.

Desde el “ascesis budista” se pretende hablar de los “yoga sutra” como la que propone un tal “Patañjali” y algunos “ecuménicos tibios” del cual quisieran asemejarlo a la enseñanza cristiana, pero ni por ahí, nada de sus fundamentos se parece al camino de la verdad y la vida (véase Juan 14:6), comenzando que su tripartición antropológica no es la misma ni siquiera “filosófica-psicológica”, para nosotros el “cuerpo”, el “alma” y el “espíritu” es lo primordial y no la “mente” en sí misma (esta última es una noción psicologizante), del cual hacen referencia al culto del “Yo”, no a Dios en sí mismo, por lo que recurren hablar también de las “vasanas” como los “buenos hábitos de la mente”, pero sin que esto tenga una “reglas objetivas morales”, sino —subjetivismo moral— (según lo que dice tu “conciencia” —relativización—) lo que si nos asemejamos en algo es que estas impresiones son “fantasiosas” para el “alma” (phantasmata), y es con el askesis (le llaman ellos: “tapas”), y acciones virtuosas (le llaman “puntas”) es como se “combaten”.

El quid de este artículo no es otra cosa del cómo tratar los pensamientos impuros (logismoi) para que no te asalten desprevenidamente, acuérdense cuando a Jesús, le querían colocar palabras para que él las desarrollara y cayera en tentación no sólo lo hizo Satán (el que acusa), en el desierto, sino su propia gente, recuerden a Pedro (véase Mateo 16:23) que le dijo “apártate satanás” (“vade retro satana”), en este caso “dividir” o “tentador”, es el “discernimiento espiritual”, de la mano por supuesto de la prudencia y de su reina base la “sabiduría” saber dirigir este problema temporal, debemos tener claro que los pecadores no solo somos lo que accionamos (obramos), sino también lo que pensamos (psyche), es decir, podemos cometer adulterio, o fornicación tan solo con la “abstracción”, de allí que Jesús nos hable de ser limpios y puros de corazón, para no caer en esta tentación, y esto los que no quiere hacer caer los “logismoi” como herramientas punzantes del “maligno”.

Es el caso que los ocho (8) vicios que propone el monje Evagrio Póntico, traído de los pecados capitales, que en si son malas acciones, hacen parte de las operaciones o movimientos espirituales que se tengan como hábito en la vida, por eso sea bueno trabajarla desde la mente con jaculatorias (la Santa Thais decía muchas veces en el día: "Tú que me creaste, ten piedad de mí"), desplazando así toda tentación, o acción ordinaria del maligno. Tener claro los “logismoi”, es tener fuerza sobre estas impurezas almáticas, y de donde provienen. Estas solo deben salir del corazón del hombre como sea, con fuerza divina, por ella la súplica al santo padre, aunado a la fortaleza y demás dones entregado por el espíritu santo en la oración, penitencia, y mortificación. Se debe erradicar como fuera, a pesar del decaimiento, toda pasión, deseo, que no permite crecimiento espiritualmente hablando, que bien se radica en el intelecto (nous), limpiando las imperfecciones del alma, purificándolas.

Lean a los Padres del Desierto, también a los Padres y Doctores de la Iglesia, fueron estos quieren robustecieron la “vida en contemplación” y llegaron a la perfección por medio de la “ascesis”, podemos decir que fueron los primeros psicológicos en oficio de la historia, en trabajar el subconsciente, y conciencia del individuo, por ello que Póntico o Casiano diga que muchos de estos deseos están “escondidos” de nuestra alma, aun sin saberlo, sin prestarle atención, viene y cuando quieren se ponen manifiesto, sin colocarle arreglo, de hecho, muchos de nuestros sueños son expresión de estos estados que no hemos tratado con “rigurosidad”, los budistas hablaran de esta forma de “samskaras” pero lo que nosotros indicamos son los combate a los “logismoi” de lo que significa la “verdadera divinidad” en camino a la “santidad”.

No queremos reconocer que se trata de una verdadera “enfermedad” latente del “alma” que no podemos ocultar como si fuera una cuestión normal del subconsciente, pero que están ahí porque estamos apegados a algo sin darnos cuenta, debemos darle su “medicina”, así como las acciones ordinarios del demonio nos tientan para caer paulatinamente, nosotros también demos hacerlo de forma contraria con oración contemplativa, sufrimiento, penitencia, lucha, mortificación, esta es una de las enseñanzas que nos deja los padres y madres del Desierto. Hermanos, la gula no aparece de la nada, se da por la acción repetitiva del comportamiento contrario que es el ayuno, el comer sin tener ganas o presumiendo que tienes hambre cuando en tu grasa visceral cuenta con una gran gama de energía, (lo que no sabes es como extraerla). Debemos estudiar para ello la biología-antropología (y demás saberes), miremos a los cazadores-recolectores que aún quedan en el mundo —como los “hadza”—, y se darán cuenta que no es necesario comer tanto.

Los vicios capitales nos atormentan a diario, son peligrosos, porque morir con ellos puede resultar nuestra condena por ello que la confesión frecuente, el examen de conciencia, sea importante para ir corrigiéndonos. Miremos la “gula” nuevamente, esta falta relativa no se solo se refiere al exceso de comer carnes o cualquier otra comida, o bebida como la alcohólica en abundancia: el vino o la cerveza, sino que todo llevan al mismo camino que es la vanagloria del cuerpo, el sobreamor en contra de tener un espíritu santo fuerte, prefiriendo contar con un cuerpo bonito, vanidoso, ansioso, teniendo una preocupación del cutis, de vivir más, obsesionarse con la enfermedad, el vestido, siendo todos estos disfraces de los “logismoi” para el crecimiento del alma. No está mal, tener cierta estética media o baja, pero cuando raya en el exceso o en la vanidad y no en los cuidados necesarios, se da estos obstáculos, ya corresponderá a cada uno evaluar si está en esta situación o no.

Debemos ayunar, hacer vigila, orar, mortificarse, pero también amar, inclusive al enemigo, esto nos dará “tranquilidad” (hesiquia) para que no caigamos en la tentación que nos propone en verdad nuestro enemigo número uno (1) el “maligno”. Tengamos claro que el espíritu está ahí listo para ser nuestro abogado y pelear, y la carne es débil, perezosa, enferma, etc, por eso que debamos maltratarla en favor del alma, por ser corrupta, es un polvo y ceniza, no nos preocupemos en comer ahora, sino cuando tengamos hambre, no vestir trajes pomposos sino sencillos, pedíamos siempre a Dios, las necesidades con el corazón (oración noética) y él nos los dará, pedíamos por el prójimo y nuestras necesidades serán dadas por añadidura, “Él” sabe muy bien qué es lo que nos falta o no.

Muchos dirán que piden y piden pero no se les da, muchas veces será porque no se saben pedir, otras porque no es voluntad del Padre, y otras porque existen limitaciones, obstaculizaciones del enemigo (muchos motivos más), de allí que estas restricciones debemos romperlas, con la “gracia de Dios” a partir de la devoción de los sacramentos, eliminando gradualmente los “logismoi”, desde el pensamiento, ya que si crean alguna metodología que sea meramente dotado de acción (no solo es porque no robo, no mato, pero si lo pienso —psyche—, cuando en una película somos conscientes que el “malo” de la escena debió morir, por ejemplo está ahí el “logismoi”), el ayuno y la mortificación, sirve como medio para conseguir ese espíritu santo, entregado por el “Santo Espíritu”, “Paráclito, nuestro “abogado”.

Los “logismoi” son tan “peligrosos” que son “imperceptibles”, por ese sigilo es que se vuelve tenebroso, una persona común y que no está abierta a lo espiritual no lo verá, ni sabrá de dónde viene, crea que es brujería, (o tener las mal llamadas, —en el lenguaje esotérico—: “malas energías”), pueden ser muchas las causas, pero muchas de ellas, proviene de los pensamientos que nos inyectan el “maligno”, no solo es tener una mente positiva, sino también no tener un alma apegada a nada, ni siquiera a la pareja, hijos, carro, nada de lo material, trata de fortalecer el espíritu, no el cuerpo, y ganarás, hasta el final de los días la “guerra”, dejemos a un lado ese culto al “Yo”, ritualizado en la “era moderna” hasta la actualidad (contemporánea) dentro de diferentes movimientos, racionalistas, o satanistas, lo que te hace es pervertir tu “salvación” al Reino de los Cielos.

Sepamos que “del amor a sí mismo nace la avaricia, la raíz de todos los demás males” (véase, 1 Timoteo 6: 10), pues nos hace enmarañar a las preocupaciones del mundo y nos obstaculiza la salvación, de allí que estemos pendiente de la lista de los pocos vicios que propone Evagrio Póntico (que es la misma de los pecados capitales) estar atentos para no caer en ellos, para no entrar en desgracia, si ponemos un ejemplo cualquiera de una persona X que presuntamente es “sana espiritualmente”, debido a la inclinación al mal que tenemos (pecado original) este comienza a producirse en la medida que vaya creciendo no solo con la concupiscencia (que es un amalgama de varios de ellos) sino que se concibe desde la soberbia, hasta llegar nuevamente a la vanagloria, por tanto es un “círculo vicioso” que el mal querrá que cometas todas por el odio irascible que le tiene al género humano, pero aun las “almas racionales no espirituales” no comprenden en lo que están inmersos (ciegos y sordos al mundo sobre/preternatural).

Por lo general cuando se comete la “gula” que es el más fácil de todos los pecados, de realizarlo, —es además el abono para los demás—, está a un paso de la lujuria, porque normalmente quien es goloso, es impuro, fornicador, etc (lo digo por experiencia propia), en este se radica en la “codicia” o “avaricia” que en sí es la puerta del resto de los males, porque para poder mantener tu estado corporal excesivo además de !segregar fluidos”, se necesita de tener recursos materiales, sino esos apetitos quedan limitados, al no tenerlo cuando/como quieras, radica la ira para contigo y los demás, —o nos negamos nuestra propia voluntad— (prediquemos la “renuncia a sí mismo”), de allí que se dé un paso a la tristeza (para el monje la “acedia”) de no querer nada, no querer vivir así, lo que llaman ahora depresión, ansiedad, estrés, etc (“problemas mentales”) lo que genera oscurecimiento del alma (“enfermedad almática”), a no saber nada de lo divino, ya que no hay oración, no hay resistencia al vicio, no hay contemplación, estás muerto definitivamente, y menos que hay discernimiento, y por último se consigue la “vanagloria” (se convierte en “pecado imperdonable”) que es una clase de “arrogancia”, que bien comenzó con la misma a través de la “soberbia”, del culto al “Yo”, a la perfección del ser, sin la unión e instrucción de Dios.

Siendo el “orgullo” el principal problema de todos los pecados y por el que Lucifer (portador de la luz) cayó, radica que es el principio de los males de la concupiscencia, el que raíz a los deseos, pasiones, trabajados repetitivamente a través de la gula y la lujuria, cuya consolidación se da con la codicia de bienes (avaricia), mujeres, honores, etc, queremos tener un cuerpo bello, ostentosos, para tener placer narcisista, y un amor hacia “nuestras cositas trabajadas”, “ganadas” con el “sustento de la frente”, una mera “idolatría”, que comienza con los pensamientos y no meramente con las acciones, de allí que para Evagrio Póntico, (aunque desde antes) los “logismoi” aparezcan más que todo con su “artillería” cuando aparece el estado de la tristeza, que es el mejor nivel para el maligno poder introducirlas, es decir, cuando estas deprimido, estresado, ansioso, lo que le queda de “papayita” (facilidad) para “dañarte”, de allí que debamos trabajar en conjunto con la complexión física (ejercicios aeróbicos, de fuerza —principalmente— y aeróbicos), aprendiendo nuevas habilidades, softskills, y demás ejercicios mentales-corporales, para no caer tan fácil.

Sin más ni más quien se “vanagloria”, quien se deleita de la codicia, y demás apetitos concupiscibles es un seguidor de Lucifer (así presuntamente sea creyente, porque él también lo es), su espíritu es luciferino, por tanto es un “anticristo”, ya que lo que es no a favor de Cristo, está en contra (pecado imperdonable), no posee ni quiere por voluntad tener un espíritu santo (véase, Apocalipsis 3:16), sabiendo que Dios resiste a los soberbios, y ama a los mansos/humildes de corazón, solo los limpios y puros serán salvados, pero con la gracia de Dios, no con nuestra propia fuerza, porque vamos a lo mismo, es “soberbia” y “arrogancia” pretender lo contrario. Muchas veces el Señor hace que caigas para que te des cuenta de ello, lo que queremos entonces es tener una “pobreza espiritual” de tal modo para que nos llena de los dones de Dios, entre ellos el de la fortaleza y el temor hacia él, con tal de conseguir su sabiduría y entendimiento divino (dones sapienciales).

Tenemos libertad (“proaíresis”: “voluntad deliberada”), pero esta consiste en no pecar, no al revés, como no los ha querido verdad el “progresismo” (“modernismo contemporáneo”), no hay tal cosa como “libertad sexual”, ese “derecho” que no es otra cosa sino “retroceso”, es “esclavitud” y su falta repetitiva seria entonces un vicio, en este caso conocido como “pecado capital” de la “lujuria”, el camino hacia el interior de nuestra alma del estar lleno de la “hesiquia”, silencio interior, recogimiento activo, basados en la “metodología espiritual”, sobre todo “católica ortodoxa”, (en cualquier de sus versiones), evitando asi todo tipo de pasiones, u obstáculos que nos quiten la forma, de no combatir contra estos malos pensamientos, llamados “logismoi”. Hermanos/as sigamos una “vida ascética” sea en las condiciones que tengamos, de laicos, seglares, religiosos, etc, debemos ser puros de corazón (mente-alma) para poder ver/dialogar con Dios y no con el enemigo, y esto se consigue con la práctica de la virtud y la custodia de los sentidos, humildemente.

Debemos tener claro que así como existen alimentos que nos intoxican, los chismes aunque no participamos de ellos en un inicio nos dañan el alma, debes huir de toda ocasión de pecado, incluso el que venga del pensamiento, que se sumerge en el “intelecto” (nous) y que después es muy difícil sacar, y más aún si no llevas una vida “ascética”, mortificada, llena de ayunos, oraciones, rezos contemplativos, porque esa “grabación” queda en el alma (baúl del recuerdo), es el que permanece aun cuando mueres y que debes purificar, ya que nada “manchado” puede entrar al “Reino de los Cielos”. Invito a que hagamos la “oración de Jesús”, frecuentemente en nuestra mente, para ir ejercitando y sacando estos problemas impuros que se produce desde el corazón, vigilemos, seamos custodios, en que el “ojo del alma”, esté fijado solo en el Señor.

Normalmente desde un punto de vista filosófica, sobre todo “helenístico” entre ellos estoicos, suelen llamar “apatheia”, y lo mismo desde el punto de vista del lenguaje griego, es lo mismo, pero no el contenido, en si ambos son estados de las emociones, de la mente, y alma, sin alteraciones, referido en nuestro caso espiritual como no estar esclavizado a ninguno de estos vicios, ni a los pasiones o deseo del pago, un medio muy portentoso para su livianez no solo es la oración, mortificación, ayuno, etc, sino que Póntico sugiere “lágrimas” (contritos, humillados), lo que nosotros llamamos como “tristeza santa” (pueden leer un artículo que publicamos sobre el tema, aquí), que junto a la renuncia al mundo (anacoretismo), la negación a sí mismo, se expulsara todo tipo de falta de este tipo, y se adquirirá las virtudes, con una vida llena de ascetismo en la unión beatífica de Dios (véase, el mundo de los padres del Desierto: La historia Lausiaca de Paladio de Galicia 364-430).

San Agustín en la Carta 130 en su punto 19 y 20, expresa que:

“Siendo esto así, no será inútil o vituperable el dedicarse largamente a la oración cuando hay tiempo, es decir, cuando otras obligaciones y actividades buenas y necesarias no nos lo impidan, aunque también en ellas, como he dicho, hemos de orar siempre con el deseo. Porque no es lo mismo orar con locuacidad que orar durante largo espacio, como algunos piensan. Una cosa es un largo discurso y otra es un afecto sostenido. En efecto, del mismo Señor está escrito que pernoctaba en oración y que oró prolijamente. ¿No era darnos el ejemplo, orando con oportunidad en el tiempo, aunque con el Padre oye en la eternidad?

Se dice que los hermanos de Egipto se ejercitan en oraciones frecuentes, pero muy breves y cómo lanzadas en un abrir y cerrar de ojos, para que la atención se mantenga vigilante y alerta y no se fatigue ni embote con la prolijidad, pues es tan necesaria para orar. De ese modo nos enseñan que la atención no se ha de forzar cuando no puede sostenerse; pero tampoco se ha de retirar si puede continuar. Alejemos de la oración los largos discursos, pero mantengamos una duradera súplica si persevera fervientemente la atención. El mucho hablar es tratar en la oración un asunto necesario con palabras superfluas. En cambio, la súplica sostenida es llamar con una sostenida y piadosa excitación del corazón a la puerta de aquel a quien oramos. Habitualmente este asunto se realiza más con gemidos que con palabras, más con llanto que con discursos. Dios pone nuestras lágrimas entre nosotros y nuestros gemidos no se le ocultan a él que todo lo creó por su Verbo y no necesita del verbo humano”.

Formándonos en el combate espiritual contra el enemigo del alma, que no solo es contra los i) “demonios” (solo es una parte del problema), sino también ii) “la carne” y el iii) “mundo”, de allí que se plantee pensamientos erróneos, malos, falaces, impuros, etc del cual no nos permiten llegar a la “santidad”, por ello que debemos trazar desde ya una “metodología ortodoxa” para luchar contra ellos, originales, propio del “monacato egipcio”, el incipiente, generados con la custodia de los sentidos, la observación, la comunicación a otros (confesión), repetición, determinados como réplica y contrarréplica (antírrhesis o antirrhetikos,) confutando (impugnando) los pensamientos creando patrones mentales contemplativos, de allí que sea bueno no solo saber este tipo de filosofía, sino también de antropología, y psicología patrística, quitándonos de encima todo halo, avaricia, ambición y vanidad.

Desde el punto de vista antropológico y teológico debemos precisar que cuando una tiene este tipo de combate, no está solo, los “ángeles” nos acompañan siempre, pero no de la misma manera o modo, puede en algunas veces que se permita atacarte (pero siempre para un “bien), o que se disminuye o se acreciente, dependiendo de lo que suceda, por tanto, entre menos gracia tengas, oración, o comunión con la Iglesia tengas, menos apoyo, a menos que otros (según el nivel jerárquico, está orando por ti, como una madre —experiencia propia—) por tanto, si nos quedamos cortos no es por ellos, sino porque somos flojos y tibios de corazón. Aunque no compartimos la misma naturaleza, sí que podemos tener una “adelantada”, conociendo su “physis” sabremos algo de ese estado anticipado, bueno o malo dependiendo el camino a seguir.

Si han entendido la “idea” que hemos venido diciendo, el “cuerpo” es como el “emoji” o el “avatar” del juego en Playstation —por así decirlo de forma juvenil—, que se debe esmerar en conseguir la plenitud a pesar de sus muchas limitaciones, pero en últimas es uno quién debe ejercitarlo no solo espiritualmente sino —ex ante— “corporal-almaticamente”, cerrando los flancos, la mejora de estas condiciones, o estados hacen por así decirlo que te cojan más rabia (humanos y demonios), pero también que te protejan más debido a que acrecientan en “estado espiritual” (niveles/grados de santidad), al vivir en gracia de Dios, haciendo de ti una “cuasi naturaleza angelical”. Al contrario, dejándote dominar por los “logismoi” y la ejecución de pecados te pareces más a los “ángeles caídos”, haciéndote esclavo de ellos, es un juego suma-cero, blanco o negro, no hay grises hermano, “imitemos a Cristo” según nuestras condiciones/capacidades, carguemos la “cruz” y ayudemos a otros a hacerlo.

Las potencias y actos del alma son esenciales (según una visión tomasina) para ejercitarla hasta tal punto esta condición, que el enemigo rehúya con tal saber que tan entrenados somos es “excelente” pero él lo sabe, por eso cambia de “estrategias” a menudo, por eso es que acrecienta su combate muchas veces, dará la pelea hasta lo último con tal de “joderte”, recuerden que el odio al género humano (así no creas, o no entres al combate) es “visceral”, desde la caída de los primeros padres.

El papel del “demonio de la guarda” parecida del “ángel custodio” (expresa San Jerónimo: “La dignidad de un alma es tan grande que cada uno tiene un Ángel guardián desde su nacimiento”) es crucial para la “acusación/intercesión” y el intento de “condenación/salvación”, siendo tu amigo protector más fuerte, de todos modos es “regla del orden”, el dejar tratar que te coloquen pensamientos malos, impuros (logismoi) con tal de hacerte resbalar, y no les cuesta nada porque la semilla de de la corruptibilidad ya está colocada (concupiscencia) desde nuestros “inicios”, solo es dejar que germine solo, e incluso solo con las exposiciones del “mundo” o la “carne” harían un “empujoncito”, sin tanto “sacrificio” en búsqueda de los acortar los “costos” (aplican el programa “costo-beneficio”).

En 1 Corintios 9:24-27 se expresa, “¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, más uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado”. Si entienden bien este pasaje lo que se trata es de “purificar” (praktike: conseguir la “práctica de la disciplina”) lo que más se pueda este “cuerpo corruptible”, para no purificarlo después, o dejarlo manchado para otro estado o quizás no haciéndolo nunca, por la condenación a causa de las pasiones del alma, y desórdenes concupiscibles que tuviste en vida, de allí nuevamente la “ascesis”, para que sea curado, dejando el mundo (kosmikos), la carne y las artimañas de Satanás.

La lucha de esos pensamientos, en vida de “modo monje” es que se consigue la perfección al camino a la contemplación, a la “salvación” sea el estado que tengas: casado, soltero, profesional, vagabundo, lo que sea, la idea es tratar estas ideas, como imaginaciones que son (noemata), de lo que Evagrio Póntico en su libro los refiere como el “ojo izquierda del alma”, en cambio el “derecho” para los que se crea uno mismo por causa propia como las que viene del mundo, o de la carne que la mayoría de las veces se presenta por nuestra propia culpa (necedades), (el “hegemonikon” es el modo de ir consiguiendo la unificación de nuestras medidas, en la “vida del alma” según los “estoicos” en el “cristianismo primitivo” sería como el “imago Dei”), la solución para ellos es por supuesto tratar de establecer una “ascesis monástica” contra cada uno de los ocho (8) herramientas de los demonios —logismoi— que propone el cenobita egipcio.

La consigna es y siempre será “mientras vivas, lucha”, debe estar en la “milicia permanente” del Reino de Cristo, “ganemos la corona”, no seamos flojos como los demonios que desistieron de tal virtud, por la “soberbia” de querer parecerse a Dios, vive en el mundo, pero retírate de él (anacoreta), comparte con amigos, pero aléjate del “compinchismo” (eremitismo), deja la codicia por lo material consigue una vida cenobítica, monacal, cual sea tu estado o condición/capacidad, vive la soledad (hesiquia) con recogimiento. Sépalo de una vez, entre mayor formación, ellos te atacaran abierta y directamente, no tengas miedo que el Señor está contigo, es una “pela” que estamos inmersos todos, “desde el más débil hasta el más fuerte”, es un enfrentamiento peor que el que tienes con tu pareja, vecino, o compañero de trabajo, es “espiritual”, “se está jugando tu alma”, mantente en la raya hasta el final de la vida (perseverancia final), di: “alma mía no te dejes”, quitémonos de encima la “vestimenta pecaminosa”, “llora alma, llora”.

Para terminar, la “antírrhesis” que propone el monje egipcio, debemos traducirlo según lo que hemos escrito como la “oración sencilla” pero que viene del “corazón” (noética) que aniquila cualquier pensamiento contrario, que nos encamine a la Santísima Trinidad, es con la oración vocal, pero también mental (cada uno tienes sus efectos distintos) como se vence, además de los demás medios. Piénsese en la “jaculatoria”, como se consigue que no seas tentado, aún si caes, recuperarte con la oración, no se trata de enfrentarlos, sino de combatir con el poder de Cristo, ya que por sí solos somos unos simples “gusanos”. Las mismas armas utilizaremos de distinta manera cuando estas acciones se convierte en extraordinarios (como la obsesión o vejación), en cuanto a que debemos proteger el “intelecto” como dé lugar consiguiendo con una mano esta disposición, el “escudo” y con el otro con la “espada” en la mano, la purificación de nuestra alma, y cuerpo, con vigilia, rezo, penitencia, etc, como medio, auxilio, en la “praktike” en el “entrenamiento” de las pasiones (pathos) en la “disciplina, como del conocimiento (gnosis), de la teología (vida en contemplación).

Para terminar, acompáñenos a rezar esta oración (tres veces) de San Efrén el sirio que hacía particularmente en Cuaresma (como expiación) frente a la lucha de los “logismoi”, con tal de recibir virtudes y evitar los vicios:

“Señor y dueño de mi vida, aleja de mí el espíritu de pereza, de curiosidad vana, de amor al poder y de charla vana [postración]. Pero concédeme, siervo tuyo, el espíritu de moderación, humildad, paciencia y amor [postración]. Sí, Señor y Rey, concédeme ver mis propias faltas y no juzgar a mis hermanos [postración] porque Tú eres Bendito por siempre”.