Mario Felipe Daza Pérez
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La “gracia” es un “regalo” que nos entrega el “Espíritu Santo” por medio de unos “estadios” de “conversión” que vamos teniendo en el tiempo, gracias al “aumento”, “cultivo”, “ejercicio” de la virtud teologal de la “fe”, pero también de la “caridad”. De esta manera podemos clasificar por lo menos en tres (3) fases, siguiendo la mística de las órdenes mendicantes, entre ellas la “carmelitana”, el desarrollo del “crecimiento espiritual” a través de la “oración noética”.
Una primera fase es determinada como i) “purificadora” de la cual va entendida aún en función al “pecador sistemático”, que al arrepentirse, confesarse, y cumpliendo con la Ley Divina, y con la práctica constante de los sacramentos, —mantenido en el tiempo—, consigue de ese “estado” una “purificación” del “alma” —progresivamente hablando—, como aquel “alcohólico” o “lujurioso” que no de un tajo, sino que disminuyendo sus “dosis” o “actividades” consigue el nivel adecuado de “espiritualidad” hasta conseguir la “gracia santificante” en “grados”.
Una segunda fase, se va gestando, en lo referido a la ii) “iluminación” que puede ser de la “conciencia”, pero sobre todo del “alma” el cual consiste que una vez avanzando en tu “purificación” de la “santidad” en ese “camino” hacia la “conversión” constante. Y es en esa misma vía donde/cómo se te van mostrando tus defectos, faltas, vicios, con tal de “mejorar”, que, al momento de ser exhibidos esos pecados del pasado, no acordados, ocultos, los vas a tratar ahora de enmendar, confesar, y no cometer más, trazando si se quiere, una “metodología espiritual”, en cuanto a lo que consiste en esa “búsqueda” de la “perfección cristiana”.
La tercera etapa es precisamente “mantenerse” en la “perseverancia”, que se da con la iii) “perfección cristiana”, entendido como ese intento de poder llegar a la “verdad material” (buenas obras) y no tan solo “formal” (sacramentos), y la práctica de la fe, conseguidos en “actos de misericordia”. Aquí el trabajo ya no será solo no pecar mortalmente sino también venialmente, e incluso, mejorar las “imperfecciones” hasta el fin de nuestras vidas, consagrándonos, convirtiéndonos, en una persona mayormente virtuosa, cuyo resultado se presenta en la “opera bona”, consolidando en estas tres (3) fases lo que se llama como “scientia crucis” (Santa Teresa Benedicta de la Cruz), algo parecido de lo que los filósofos griegos llamarían “apatheia” o los estoicos, “ataraxia”.
Teniendo en cuenta esto, debemos expresar que hace un tiempo escribimos un artículo dominical referido al “poder de la oración” y su “conexión con Dios”, relacionando a su vez con estos, los elementos “neurocientíficos” (neuroteología) y el misticismo cristiano (que pueden leer aquí) del cual aquí queremos complementar como seguimiento ya no al inicio sino al desarrollo de la “contemplatio”, pero ahora con un enfoque de la “oración”, es decir, en una de sus clasificaciones —profundas—en cuanto al tema de la “alteración de las conciencias” y la “purificación del alma” de las personas, sobre todo hacia el “camino perfecto” a la espiritualidad”.
¿Cuál es el fin de la oración? Salvarse, de la muerte, además de ello sirve para experimentar cierto acercamiento con Dios, “trato de amistad” diría los “carmelitas” (San Juan de la Cruz), esto, vivamente, interiormente, esto se debe a que el “espíritu santo” mora en nosotros, solo si ponemos de nuestra parte (sinergia), convirtiéndonos en un templo para su “hábitat”, y un buen ejemplo de ello es tener una “mente compartida” con Él, mencionando su santo nombre mentalmente todo el tiempo. Recordemos la “filocalia”, rezo realizado no solo desde nuestro interior, sino con el cuerpo (metanoia), quitando distracción, elevando los pensamientos, “purificando el alma”, y hablando desde la mente-corazón (oración noética), todos los sentidos deben estar unidos bajo un mismo propósito que no es otro que contemplar a Dios (contemplatio), mejor dicho, buscando la “perfección”.
Si nos remitimos a los fundamentos de la “ciencia espiritual”, el “neurocientífico”, el Dr. Valeri Slezin y la electrofísica Angelina Malakovskaia, indica según sus estudios, la medición de biomarcadores a ciertos “monjes” en este caso “ortodoxos” (ver, Entrevista completa en YouTube: Интервью В.Б.Слезина - полное, clic aquí) destacando sobre ellos la “intensidad” de su “oraciones”, en cuanto al “entorno” de la “pasividad” que se dispone a convertirse su “electricidad” en el cerebro, conseguidos con el “recogimiento espiritual” (“volver a juntarse”, la gracia con el esfuerzo), que se presenta cuando involucras el corazón, mente y alma, indistintamente en el idioma que se rece (ruso, latín, español, griego, etc) de ello se recibe unos “frutos espirituales”, conseguidos en ese “estado” de “iluminación” o de “perfección mística” (vía unitiva).
El poder de la oración noética, infusa, interior…, tiene plus de curar hasta enfermedades, expulsar demonios, sanar interiormente, como expresaba Santa Teresa de Ávila (ver, “El camino de la infancia espiritual”) esta, condena al maligno, cuando se hace de corazón. Aquel que se empeña a rezar (“euchesthai” o “precari”) es una “alma viva”, ya sea que lo haga de forma privada o pública, para todos, indistintamente que se busque con ella la meditación o no, dentro de su “ejercicio” se involucra las potencias, y actos del alma, entre ellos la memoria, imaginación, la voluntad, y el intelecto (nous), por tanto, el “estado almático”, y por supuesto el “espíritu” ya que lo eleva, tomando de ello un “recogimiento” (recolligere) debido a sus efectos positivos.
La “oración” en este sentido dependerá según la “intensidad” que se tenga con Dios, por ello que involucre directamente las partes del alma ya mencionadas, que además de entablar una amistad con Él, nos entrenamos en el método, la eficacia, y la eficiencia de la misma, mejor dicho, su “durabilidad” está marcada por su “contenido”, en este caso más “vale más una (1) oración con profundidad que mil (1000) hechas al aire, sueltas o con pensamientos volando”, de esta forma un rezo de cinco (5) minutos puede significar mucho más en el mundo espiritual que una de cinco (5) horas mal hechas. La verdadera llegará a cambiar cosas incluso en el terreno material, en cuanto a las fuerzas que las integre. El “rezo noético” no solo significa orar con la mente, sino de tener cierta contemplación desde el “nous”, de allí que no se trate de ser un método repetitivo, verborreico y listo, sino de una hecha desde el “corazón”, son “acciones amorosas” provistas de una “iluminación interior”, irradiado por la fe, la caridad (scientia amoris), sabiduría, etc.
Realizar una “oración contemplativa” como la “noética”, requiere no solo de un “esfuerzo constante”, sino de tiempo, muchas veces de años, para hacerlo correctamente se necesita de un amalgama de acciones, aunque creamos que lo estamos haciendo bien, de todos modos, Dios nos va instruyendo hacia el camino verdadero para orar, por eso que debamos pedir al Espíritu Santo que nos “enseñe hacerlo”, que nos instruya, fuera de distracción, pensamientos vanos, o cosas que nos molestan, tentaciones, demonios, y de esto se trata el “combate espiritual”, por ello, que sea menester marcar unos pasos, entre ellos, de la postración, el recogimiento, esparcir agua bendita, ser intenso en el contenido, mejor dicho, emplear unos remedios propios para evitar falencias que pueden demorarse para aprenderse.
Propongamos unas “reglas” importantes para su “búsqueda” entorno a esta “perfección cristiana contemplativa” o al menos del que trate de “emplear” (en este orden sucesivo) una “consolidación” para realizar una “oración noética” efectiva:
- Antes de empezar todo, probemos prendiendo las velas bendecidas (hasta incienso), con tal de que ex ante, realicemos alguna “oración preparatoria”.
- Coloquemos “música gregoriana o sacra”, esto, para que lleguemos a tener un mayor enfoque (se puede usar audífonos), sonidos de campanas, la del shofar, alabanzas, etc (preferible las primeras).
- Estirarse, concentrarse, y “respirar profundo” con tal de activar los ritmos bioeléctricos y neuronales en el cuerpo (coherencia cardiaca) en ese “recogimiento contemplativo” que vamos a “interiorizar”.
- Invoquemos al Espíritu Santo (breve tiempo)
- Ponerse arrodillado, en su defecto, de pie (en caso de mucho sueño), o sino sentado, por último, acostado (en ese orden de postración) depende del ánimo o disposición que se tenga.
- Durante el lapso de este tiempo se puede llegar a leer algún un libro espiritual, capítulo de la Biblia, un salmo o la palabra del día, etc (mental o vocalmente).
- Luego de ello podemos comenzar con alguna oración en voz alta, para que nos centre, con paciencia, perseverancia, si se quiere seguir con ella en la misma entonación, con cambios vocales, o si se prefiere cambiar luego a la “mental”, para luego sí pasar a su profundidad a la “noética”, la que es hecha desde la “mente” y el “corazón”.
- Mirar una imagen de Cristo, la Virgen, o algún Santo, para que nos concentre aún más, y nos llene de esperanza y paz, mientras oramos con el corazón (scientia amoris), y conseguimos el nivel de contemplación ideado.
- También intentemos para conseguir este “estado contemplativo” hacer un rosario o un conteo con jaculatorias de entre 30, 50, 100… 1000 repeticiones, diciendo por ejemplo la “oración de Jesús”, desde unos minutos hasta media o varias horas (dependiendo la capacidad), en varios periodos de tiempo, como si fuera una rutina de gimnasio corporal.
- Por último, estas “oraciones” al llegar a su “estado contemplativo”, de la “elevación” puede conseguirse desde tu habitación, en la hora santa, ante el santísimo, ante imágenes, el sagrario, etc. Dependiendo de las circunstancias y el momento, sin nunca perder el “enfoque” (deep mind-heart).
Ahora, para maximizar la “oración noética”, es importante que tratemos tener el “estómago vacío” para que no nos de sueño, y tampoco ralenticemos así nuestros “pensamientos” a la hora de clamar, deprecar, suplicar, etc, además si realizas “ayuno” de este “modo” te la dará fuerza necesaria para seguir, porque así, elevarás el “alma” conforme a lo que será este “estado contemplativo”, lo mismo pasa cuando se trata de alguna mortificación, de cualquiera de los sentidos (vista, tacto, olfato) y esto hace parte de una mejor “preparación previa” para comenzar la oración contemplativa en el lleno de ese “recogimiento”.
Si hacemos las cosas como son, “marcaremos” una “disciplina espiritual”, no solo en el comportamiento a la perfección, sino también del rezo, por horas, con un método propio, siguiendo los ejemplos de los padres de la iglesia, del desierto, los santos, pero también trazando una flexibilidad cuando toque, tratando de cambiar rutinas como si se tratara de “entrenamiento físico”, esto, para no estancarse, pero sobre todo porque somos “humanos”. En todo caso, siempre trata de hacer la oración con humildad, porque si no, no sirve de nada, lo que conviene en todo momento será el superarse, mejorar, y acercarse muchos a las virtudes de Jesús, lo que más se pueda (en el cargue de la Cruz), y puede que en ciertas ocasiones tengamos fallas, recaídas, y hagamos a veces las oraciones mochas o sueltas, pero debemos seguir adelante, y recuperar ese tiempo perdido en el día, semana, o mes siguiente, pero con calma.
La “oración noética” no puede entenderse como algo de la “mente” y ya, sino hecha con el “corazón” para que pueda ser traducido en el “idioma infuso” de la “caridad”, “scientia amoris”, no se trata simplemente de una “terapia psicológica” aunque lo sea o no, pero no es su “finalidad”, su telos es el trato y amistad para con Dios, (ver, “La vía a la perfección” de Santa Teresa), trata de comenzar tan solo con unos pocos minutos hasta ir consiguiendo la perfección por el tiempo requerido, tomando para ello una vida ascética (askesis), mística, la cual no solo implica cambios en los biomarcadores sino también en la “conciencia humana”, y en el “mundo espiritual”, incluyendo hacer la bendición en cada una de las comidas, sonar campanas, la señal de la cruz o arrojar agua bendita sobre ellas (aghiasma).
Para el Dr. Andrew Newberg (a propósito de su último libro, titulado “Neuroteología católica”, publicada en abril de 2024), ha realizado estudios con más de 40000 personas utilizando (como lo hizo Dr. Slezin), entre ellos, resonancia magnética funcional, tomografía computarizada y de positrones, y dentro de estos “descubrimientos”, encontró que la “oración” y la “meditación” son realmente poderosas en el cambio de los “estados de la conciencia” y del “plano espiritual” e inclusive “material”, siempre que se haga con “perseverancia” e “intensamente” (contenido noético), en estos casos el “cerebro” aumenta la actividad en el lóbulo frontal y el área del “lenguaje infuso”, así como la comunicación en este caso divino para con el hombre. Veamos.
Aquí se muestra el cerebro de alguien que ora frecuentemente según el neurocientífico Andrew Newberg, Véase en “How do meditation and prayer change our brains?”
Dentro de estos u otros “estudios”, el mismo, ha analizado el “comportamiento” de “monjas franciscanas” del cual implican la repetición interna (jaculatorias) surgidas de una “oración noética” del cual se asocia a su vez con los sentidos, entre ellos la vista, como la que se componen con la “iconografía”, las personas escaneadas a través de las “herramientas neurológicas”, por una hora, media hora, hasta menos, se confirma a través de ellos (mientras realizan el rezo) el “cambio” de “estructura” en varias regiones del cerebro hasta llegar “alterar” la “conciencia”, dentro de un sentido “iluminado”, con modificaciones en la corteza prefrontal (7,1%), los lóbulos parietales inferiores (6,8%) y los lóbulos frontales inferiores (9,0%) (Véase, Newberg A, Pourdehnad M, Alavi A, d'Aquili EG. Cerebral blood flow during meditative prayer: preliminary findings and methodological issues. Percept Mot Skills. 2003 Oct;97(2):625-30. doi: 10.2466/pms.2003.97.2.625. PMID: 14620252).
Siguiendo a San Agustín como a Santo Tomas de Aquino, creemos que no es el “cerebro” quien “crea” estos “estados” sino su “complejidad” en sí mismo, es decir, la “unidad del intelecto” (nous), —“hic homo singularis intelligit”— (Ver, Suma Teológica, I, q.76, a.1, c.), es decir, es el “hombre” quien se relaciona con Dios, indistintamente de la “materia”, si es el cerebro, el corazón o no, por lo tanto su “experiencia mística” depende del “alma” y el “espíritu”, es un plano incomprensible y misterioso para el “género humano”, la cual no puede ser medido, ni verificado, por la “neurociencia” ya que es un momento “puramente espiritual”. Aun así, los “biomarcadores” nos arrojan resultados, de ritmos como los “alfas” o “betas” hasta llegar a uno llamado “delta” que se consigue cuando se realiza este tipo de “oraciones” consideradas “noéticas”, allí que la cosa cambia, pero “neuronalmente”, sin que esto signifique una “base empírica” (véase, Justyna Herda, Volume 71, Issue 4, 2023, The Neurocognitive Foundations of Prayer: A Critical Analysis).
Además de los neurocientíficos citados, podemos mencionar a otros, como Norman Geschwind (1979) o "síndrome de Geschwind" (véase, Behavioral changes in temporal lobe epilepsy. Psychological Medicine, 9, 217–219), Stephen George Waxman (ver, “Neuroanatomía clínica”), Vilayanur S. Ramachandran (1999, Phantoms in the Brain: Probing the Mysteries of the Human Mind), Sandra Blakeslee,: "Fantasmas en el cerebro: Probing the Mysteries of the Human Mind" Quill William Morrow, Nueva York 1998, 328 páginas), Mario Beauregard (véase, 2009, The Spiritual Brain: A Neuroscientist's Case for the Existence of the Soul), Vincent Paquette (2006, ver, Beauregard M, Paquette V. Neural correlates of a mystical experience in Carmelite nuns. Neurosci Lett), Nina P. Azari (vease, “From Brain Imaging Religious Experience to Explaining Religion: A Critique” o "Religious Experience and Emotion: Evidence for Distinctive Cognitive Neural Patterns”) y muchos otros han realizado estudios sobre el tema, del cual asocian todos ellos “cambios contemplativos”, en los ritmos theta, y gamma en el lóbulo temporal y regiones parietales. Veamos.
En la mayoría de los estudios, se ha llegado a la conclusión, además de los “cambios de ritmos”, de que los “hercios” se disminuyen más no aumentan, como si se tratara de un “recogimiento pasivo”, “infuso”, más no de una excitación que se pueden conseguir por ejemplo de los efectos conseguidos con una droga activa, que libera niveles aumentados de dopamina, o adrenalina, aquí pasa lo contrario, de forma natural la bioelectricidad puede bajar de 30, 10, hasta 3 Hz, es como si la “materia” no estuviera ahí, como si fueras un niño, o mejor un bebe, lo cual esto se describe, empíricamente un “estado” distinto de la “conciencia”, o de “iluminación”, que se consigue a partir de la “fe”, conectado a una “inteligencia divina” que podemos unirla a la denominada “inteligencia somática” la cual compone todo el cuerpo y no tan solo el “cerebro” como se cree, de allí que se estime como otro “estado funcional” conseguido a través de la “oración” (scientia amoris), pero sobre todo de aquella que es interior (noética).
Michael Persinger también ha estudiado estos “eventos paranormales” (véase, ELF and VLF electromagnetic field effects) como muchos de los relacionados, y estos temas místicos, “Casco de Dios” o “God Helmet” (véase, "The Electromagnetic Induction of Mystical and Altered States Within the Laboratory". Journal of Consciousness Exploration & Research), donde ha demostrado un “correlato fisiológico” de las experiencias anormales inclusive en las que se ensayan también con la “teoría del huevo” o “teoría de la hemisfericidad vectorial” materia donde los psicólogos han querido llamar en la construcción del “Yo” dentro de la inconsciencia (recordemos a Freud o Jung), pero esto es otra cosa distinta a la “espiritualidad”, que no tiene nada que ver tampoco con el carácter, temperamento, personalidades, sino con el “intelecto” (nous), del alma, lo intangible que bien pasa con todo el mundo indistintamente seas ateo o no, ya que se presentan no solo por “patrones estimulación neuronal” (véase, Mario Bauregard, en “The Scientific Battle Over the Existence of the Mind and the Proof That Will Change the Way We Live Our Lives”) esto debido a que no depende de las emociones, sino de tu interior, por medio de una “lenguaje infuso”, con base en una “fe”, “luz”, “iluminación” irradiada con la “oración”.
Son varios relatos de la biblia del que demuestra que el “abrid los ojos”, y “dejar de ser ciegos” se puede presentar de aquí una simple semejanza con los “fundamentos neuro-espirituales” (por ejemplo, tal cual como se describe en Mateo 13:15), pero en esta ocasión queremos colocar el caso de San Pablo que en el “Camino de Damasco” (Hechos de los Apóstoles, capítulo 9) termina viendo esta vivencia de “conversión”, tanto que quedó ciego de verdad, así no solo el cerebro se transformó y su “corazón” sino también su “alma” y todo su “ser espiritual” (dejando de tener “ceguera”), llegando a cambiar por un “hombre espiritual-racional”. Como se hace el “despertar almático”, son muchos los “momentos de sanación” cuando las personas besan, tocan reliquias de Santos, de la Virgen, cuando están en la Iglesia, existe mucha documentación al respecto, y esto se debe no a la materia, sino al factor “divino de la espiritualidad”.
Es decir, de la “fe” que le pongas se transforma lo material a lo espiritual (y viceversa), esto, dependiendo que lo que estás haciendo, y todo ello tiene su impacto biológico, sensorial y extrasensorial, por ello que la “oración” sobre todo la “noética” sea un poder que nos ha dado Dios para tal propósito, incluyendo la de mejorar la conciencia, llegando a una “iluminación” mejorado. De allí que sea menester tener la “custodia permanente de nuestros sentidos” porque todo se va quedando y grabando en el alma cualquier falta, o mala acción, y el rezo es una contramedida a esta introducción negativa de los actos. Según los estudios realizado ya mencionados y entre ellos los de Angelina Malakovskaia (ver, Журнал «Приходская жизнь» № 4 (45), год 2006, exactamente titulada: Чем объясняются целительные свойства святой воды, православной молитвы и крестного знамения? "Александр Смирнов”, en español: “¿Qué explica las propiedades curativas del agua bendita, la oración ortodoxa y la señal de la cruz?”, que pueden descargar aquí) del cual ha indicado que “cuando un sacerdote consagra agua, la densidad óptica es 2,5 veces mayor, cuando la consagración la realiza un fiel laico, sólo 1,5 veces mayor, pero con un bautizado e incrédulo, sin una cruz al cuello, los cambios fueron insignificantes”.
Si revisan, los “milagros” que se presentan con la famosa “Agua de Lourdes”, contenida en su “manantial”, las curas, sanaciones, etc que se manifiestan son impresionantes, son “hechos sobrenaturales” que alteran la ciencia, y por tanto la “materia”, y puede que muchos de estos “datos” sean medidos con “herramientas neurocientíficas”, pero nunca podrán demostrarse empíricamente estos “sucesos” que suspenden las leyes de la naturaleza como de la fisicoquímica, como las que se evidencian en el estado de ritmo bioeléctricas en hercios de los “monjes contemplativos”, cuando se demuestra que sus “ondas” bajan hasta 3 o 2 Hz, como si fueran bebés (“sed como niños”), presentándose una “comunicación infusa” con seres espirituales, fuera de este mundo, algo contrario precisamente que no sucede en la medida que envejecemos, ya que llegamos hasta obtener, más de 12 Hz, con el lapso del tiempo, haciéndose difícil conseguir el “estado de oración contemplativo” (y si no se “entrena” –ascesis– es mucho peor) y esto ha sucedido en parte porque nos hemos vuelto muy “racionalistas”, y pocos “espirituales”, a diferencia de otros, la civilización va decayendo en los apegos, ídolos, materialidades, consumismo y demás vanidades, que nos alejan del “camino” de la “perfección cristiana contemplativa”.
Si a esto le sumamos la falta de “tradicionalismo”, y “ortodoxia” en las “costumbres religiosas” estos “estados noéticos” se dificultará mucho más, ya que no practicamos el ayuno con rigurosidad, estamos inclinados a los placeres, deseos, el no orar, debemos hacer entonces como nos exhorta Cristo, en Mateo 18:3, “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos”, si queremos “orar” debemos hacerlo como los bebés, noeticamente, no en la maldad, sino “infusamente”, pero no en el pensar como si lo realiza un adulto, “intelectivamente” (nous) utilizando en este caso el “poder de la oración infusa” para transformar almas (como la propia), siendo mansos, pacíficos, humildes, inocentes, sencillos, consagrados en un corazón limpio y puro, en “gracia de amor”.
Se va a notar mucho la diferencia cuando de rito, método, sistema, se trata, no es lo mismo un protestante (que está “atado” a unos “intereses particulares”), que un sacerdote católico, o un monje fervoroso, en estos, no solo cambia su contenido, forma, intensidad, sino también la “sustentabilidad” de las oraciones, de allí que se evidencie muchos “cambios neuronales” (coherencia cardiaca), con los que verdaderamente viven la fe, con una meditación de “recogimiento infuso” basados en rezos noéticos (scientia amoris) contrarias a la activación de biorritmos excitatorios, como si se tratara de “ataques convulsivos”, así mismo podemos decir que sucede con budistas, espiritistas, islámicos, conforme a la no activación de estas zonas del cerebro que solo sucede quienes se centran en la “contemplación cristiana ortodoxa” (Véase, Почему и как молитва лечит?. Беседа с профессором Валерием Слезиным Grabado por Evgeny Golubev. N° 2, del 25 de mayo de 2004, traducido ¿Por qué y cómo cura la oración? Conversación con el profesor Valery Slezin).
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