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26 de mayo de 2024

EL “DON DEL ENTENDIMIENTO” (SIMPLEX INTUITUS VERITATIS)


“Jactándose de “sabios” [“entendidos”] se volvieron “necios” [estúpidos"]”- Romanos 1:22

 

“Todo el que quiera ser “sabio” que comience por “obedecer a Dios”; “conocerlo” es dar muestras de “inteligencia” [entendimiento]” - Proverbios 9:10

 

“El temor del Señor es la “Sabiduría”, huir del mal, la “Inteligencia” [entendimiento]” - Job 28:28

 

Mario Felipe Daza Pérez

@mariodaza

 

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El “don del entendimiento” (o “simple intuición de la verdad”), también llamado de la “inteligencia” (no nos gusta mucho este último término, porque se suele confundir con la “noción humana”) el arzobispo primado Luis María Martínez, dice que debemos llamarla mejor “don de la penetración” o “don de intuición”, es el “conocimiento divino”, íntimo entregado por Dios, a sus “hijos” que es irradiada por luz al intelecto (nous), es una “inoculación” que se hace al alma, de la obscuridad en el que se nubla, y que ahora se esclarece por “obra” y “gracia” del “Espíritu Santo”, pero esto se debe a varios factores que mencionaremos más adelante, brevemente, uno de ellos se consolida en la concesión de la “fe”, lo que abre paso a sus “misterios”, para ser más claro, se debe contar no solo con esta virtud teologal, que es “infusa”, sino que también en cierto grado contar con “sabiduría” pero lo más importante sumar a todo el “santo Temor de Dios”, que es el principio base de todos los “dones sapienciales” o “intelectuales” como este (y que nos une con el amor —caridad—, activándose todos ellos, completamente, por el conocimiento profundo de las cosas divinas).

 

Indica la RAE que el “entendimiento” es la “potencia del alma”, exactamente la que “concibe las cosas, las compara, las juzga, e induce y deduce otras de las que ya conoce” y la “inteligencia”, es “la capacidad de entender o comprender, es el talento, raciocinio, mente, conocimiento, ingenio, pensamiento, razón, perspicacia para resolver problemas, habilidades, destrezas y experiencia”, según sus capacidades. Ahora bien, el modo propio de la naturaleza humana es conocer la verdad, no de forma absoluta sino en “grados”, y no según su forma discursiva, que es lo propio de la “razón” la cual implica un "conocimiento externo", más no íntimo. "Entender" significa, en esta linea, algo como "leer dentro" (input), que bien no se da sin la "gracia santificante", del cual se deriva una “ilustración intelectual”.

 

El “entendimiento” en hebreo se refiere a “biná”, en griego a la “synesis”, y en latín “intellectus”, que significa como hemos dicho: “leer dentro”, o en “profundidad de las verdades reveladas” por Dios. Sus "virtudes cardinales", además de la "virtud teologal" de la fe (que es el inicio para adentrarse a ella, por consiguiente del temor del Señor, junto a la caridad y "estar en gracia", para que sea permanente) lo acompañan la “prudencia”, más no la astucia, juicio, maña, picardía, etc., que predican los “sabios griegos” (véase, 1 Corintio 1:18-27), quien quiera gobernar, así sea su propia vida necesita de sabiduría y de la inteligencia, de este modo, debe estar formado en la “escuela del Espíritu Santo”, y puede que estos “dones”, no lo sean en estricto sentido sino “dotes”, que no son necesariamente divinos, ya que pueden ser adquiridos en el trabajo, con el tiempo, o porque lo has desarrollado por la experiencia personal, biológica, epigenética, social, etc.

 

Para no caer en “confusión” no es lo mismo “inteligencia”, que “entendimiento” en el sentido humano, ni tampoco “divino”, aunque suele relacionarse en la estirpe espiritual, por tanto, la parte racional podemos decir que además de destacarse de muchas otras áreas, como el “razonamiento”, “lógica”, “aprendizaje”, “criticidad”, “decisiones” dentro de las "facultades ejecutivas del cerebro" en cuanto a la función de pensar, pueden estos a su vez entremezclarse con la “sabiduría” o la “comprensión celestial", pues, no existe un medidor o interruptor de cuando opera el uno o el otro, por ello que sea importante discurrir principalmente al “discernimiento” y un tanto a la "sindéresis".

 

El “intelecto” ya sea en la estirpe humana o divina ("leer interiormente", "penetrar"), implica una comprensión de las cosas, que en los términos filosóficos se le designa como “nous” para ambos (filosófica-espiritualmente), aunque se vincula más para el primer punto con la noción alemana de “verstehen”, (véase, Wilhelm Dilthey), es decir, con la estructuración mental de las cosas internas (psicológicas) y no por siempre "almáticas-espirituales", en todo caso, para lo no celestial requiere también de un proceso que no necesariamente es de aprendizaje, pero si un tanto mínimo, de selección, del cual el ser humano debe hacer interiormente. En cambio para el segundo elemento, viene dado “intuitivamente” su explicación, por medio de “luz” que es "irradiada", y no una cualquiera sino de “iluminación de conciencia”.


Recordemos el siguiente pasaje relatado en Hechos 8:26-31, referido al Apóstol Felipe (iluminado, entendido, dotado de sabiduría) frente al eunuco Etíope (que está oscurecido, ignorante, estúpido —en el buen sentido— en las cosas de Dios):

 

“El Ángel del Señor habló a Felipe diciendo: Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto. Se levantó y partió.  Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén, regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: Acércate y ponte junto a ese carro. Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: ¿Entiendes [comprendes] lo que vas leyendo? Él contestó: ¿Cómo lo puedo entender [comprender] si nadie me hace de guía?”.

 

Como sinónimos que son en la teología la “inteligencia” y el “entendimiento” podemos saber que no son los mismos (aunque se pueda utilizar su "sinonimia), formal ni materialmente, ya que dependiendo a la naturaleza sea humana o divina, puede variar su apreciación, incluso podemos referirnos al “intelecto” como algo más profundo dentro del entendimiento, conocido como “nous” lo cual repercute a su parte espiritual con el “alma”, concepto descrito y propagado principalmente por los “escolásticos” que no viene precisamente del “discurso” de la “lógica”, sino de lo divino, es un "don de Dios" (que deriva de su "plenitud"), que se transmite “infusamente”, la cual penetra "nuestro interior espiritual" y toda "sustancia".

 

De esta forma el "entendimiento" va mucho más allá que la "inteligencia" misma, y por tanto de la comprensión de la cosas, del cual se consigna en el “intelecto” pero divino, “nous”, (indistintamente de como lo conciben los filósofos), por tanto, redactar cartas, hacer conceptos jurídicos, interpretaciones legales, ciertos razonamientos matemáticos, no quiere decir por ello, tengas el “don” sino unos “dotes” o “capacidades precisas” (personales, biológicas, epigenéticas, sociales, etc) para desarrollar ciertas "habilidades" que no necesariamente son “infusas” (intuitivas) pero que pueden mezclarse, de allí que deba tratarse como algo propio del "alma", pero no desde el punto de vista psicológico (personalidad, carácter, temperamento), sino como “facultades”, “potencias”, “movimientos”, "actos", “operaciones”, —almáticas-espirituales—, que en nada tiene que ver con la “cognición” propia del desarrollo ejecutivo del cerebro.

 

Se afirma que todo ser humano, cuando nace está dotado biológicamente, o si se quiere naturalmente, indistintamente de dónde haya nacido, o su cultura, esto, desde cualquiera era la humanidad, pasando por la cazadora-recolectora, hasta llegar a la edad contemporánea de unos "valores morales", del cual cuenta para ella de una “sindéresis” (conciencia), en cuanto el correcto juicio de las decisiones a tomar, en el “lenguaje” propio del “homo sapiens”, del cual cuenta de por si de un “mínimo moral” (y no de una tabula rasa) así no haya estudiado nada, cuenta de por si de un “pensamiento” valorado como “sistémico” o “funcional” del que por medio del “lenguaje innato” aprendido o no adquiere, y que se transmite a otras "generaciones" (incluyendo las "espirituales"), lo mismo sucede con el "lenguaje divino", su "idioma" debe ser traducido pero por medio del "intelecto" (nous), y esto su trato para nosotros, que no es otra cosa que la “comunicación infusa”.

 

La “sindéresis”, es un “dote” pero “innato” del ser humano, que viene ya configurado con él, es la capacidad entregada otorgada por Dios desde que se nace para poder discernir, y profundizar el significado de los valores morales (no es un "don"), entre ellos de la fe, comprender la verdad, ampliar la sabiduría, de allí que sea esencial buscar y aplicar los demás “dones sapienciales” a la vida diaria, siendo el más importante de ellos el organizador/planificador de todos los demás, se puede tratar si se quiere de tener cierto conocimiento, aunque no específicamente divino, pero sí "sabido", de como se debe evitar el mal (recuerden a Job, personaje que se apartó de los pecados en el resto de su vida), no hacer daño a los demás, ser mesurado en nuestras conductas —templanza—, actuar con justicia, no matar, etc, todos ellos, son axiomas en el plano de las "acciones morales" (metaética), que se centran en la "facultad cerebral" y que permite ser tomadas por todos.

 

Aunque la “conciencia” tenga que ver más con la mentalidad en estricto sentido, como control natural, humano, en cuanto a la practicidad de las cosas, como es el uso de la “mente” en el "ejercicio" de las "funciones ejecutivas del cuerpo" sobre todo del cerebro, de allí que la “sindéresis” tenga que ver algo con ello, pero también con el “alma, que se basa en la aplicación de principios morales propio del ser humano, innatos, San Jerónimo le llama, “scintilla conscientiae” propagada por los “escolásticos” que no deja ser “intelectivo” (nous), mas no adquirido, ni de proceso cognitivo, sino universal axiológico, actuando como “axiomas” en cualquier cultura, raza, humanidad, quitando de por medio la “ignorancia” de esta realidad, que proviene en contraste por el “pecado original”, de lo que se hace o no.

 

En un artículo que escribimos descrito como los “soft skills” (que pueden leer aquí) nos referimos a la “inteligencia” en los siguientes términos:

 

“De allí que destaquemos, los tipos de "inteligencia múltiples” y no precisamente como lo que destaca Howard Gardner, de las cuales se precisan 12 clases de ellos sino que más bien tomamos las que menciona la autora, Lissa Rankin determinados en 4, y que de las que más se subraya dentro de esta categoría superior como se establecen en los “softskills” tenemos la denominada “inteligencia somática” la cual está entrelazado con el aspecto físico (que es la de poder comprender las señales del cuerpo con su biología -microbioma-) que sumado al enfoque emotivo, mental e intuitivo conseguimos el mayor esplendor de estas “aptitudes”.

 

Pensemos ante una adversidad X, Y o Z, pues intenta frente a esto tomar un juicio que lleve a un resultado, teniendo en cuenta esa inteligencia mental, emotiva, intuitiva, pero sobre todo somático (conexión cerebro-intestino-músculo), cómo afrontar entonces unos trabajos asignados cuando tu cortisol (estrés) está sumamente elevado, se supone que para el profesional promedio el manejo de la comunicación oral o escrita será necesario, aquí entra de inmediato esa aptitudes ejercitadas (como hábitos) que serán la base para la solución”.

 

En otro artículo, titulado “Los dones intelectuales”, expresamos (que pueden leer aquí):

 

“Tenemos claro que los "seres humanos" estamos dotados" de cierta "inteligencia natural" (y ya se ha hablado en la "psicología" como en la "ciencia" de los tipos que existen de ella, véase en Piaget, Gardner, o la que seguimos con Lissa Rankin) pero dentro del "ámbito humano", cuando nos referimos a esta, existe otra clasificación en "correlación" a lo "sobrenatural" que se debe "desarrollar" por mucho si se quiere no solo en el "entorno" del "ser humano", sino que viene además entregada por Dios, como "atributo gratuito" y esto porque el "paráclito" ha querido que fuese así, según los "contornos" de los "misterios de la fe" como de la "caridad" (el amor puro) para su unión, con las virtudes de la "humildad", y la "obediencia", relación que es llamada "inteligencia plena" transmitida a través de la "intelligere abditum".

 

El "intelecto" entendido no solo con la "inteligencia" sino que en "sentido amplio" está constituido con el "entendimiento", la "ciencia", el "consejo" (que es la etapa última) y la "sabiduría" (la más grande de ellas), tiene que ver con el término en latín "intus-legere" que "significa" entrar a "profundizar" en este caso los "misterios de Dios" desconocidos para nosotros, las "criaturas".

 

La "inteligencia" ya sea humana, o divina, puede que no sean excluyentes, son entonces "consustanciales", pero una vez intrincadas con la distintas "practicidades del conocimiento" o del "aprendizaje humano" debe ser vista como "servicio", por "amor" al "prójimo" a través de Dios, es decir, lleno de "caridad" ("caritas" o "ágape") por eso que esta "virtud" no lo tenga todo el mundo. Para estos casos un "docto" en la "ciencia", en la "filosofía" o el "derecho" en comparación con una "indocta", niño o viejo, estos últimos puede que tenga mayor "conocimiento" que los primeros, sencillamente porque han sido irradiados por la "luz divina" (infusamente), ya que existiría aquí una "unión unitiva" con el Señor que es revelada solo por amor, amistad, "llavería". Y en lo que tiene que ver con la humildad-obediencia, que son -valores inseparables- (sencillamente, porque se trata de un solo espíritu de "saberes sobrenaturales") aun conservando ciertas oscuridades sobre muchas materias, hasta la muerte, (aun incluso después de ella) de lo que Pseudo Dionisio Areopagita llamaba la "divina tiniebla" (ver, Teología Mística) aunque "escondida", es más luminosa que cualquier conocimiento aquí en la tierra”.

 

Y por último en este otro artículo titulado la “inteligencia somática” (puede leer aquí) expresamos:

 

“Muchos tenemos en la cabeza la idea que el “ser inteligente” se trata de algo “unívoco”, y no es cierto, existen diversos “tipos de inteligencias” del cual el ser humano puede poseer con el tiempo (es decir, no es algo plenamente “genético”, sino que va de la mano con otros factores tales como el entorno, la epigenética y la cultura), esto quiere decir, que así como tú eres inteligente para una cosa, puede que lo seas o no lo seas para otra, aunque no quiere decir que no la puedas obtener, perder o conseguir más adelante. Lo que tratamos de decir es que la persona “inteligente del todo” no existe teóricamente hablando, lo que sí hay es el desarrollo de ciertas “habilidades” o de “aptitudes” que pueden permitir acceder al tipo de “saber” qué quieres tener a corto, mediano o largo plazo, esto, como un conjunto”.

 

La “teoría de las inteligencias múltiples” fue propuesta por Howard Gardner (1983) hace años en contraste de la aparición de la “inteligencia unívoca”, que contrario de la virtud de la “disciplina” que depende de una sola trayectoria, la primera, puede reconocerse en varios aspectos tales como: la “música”, en lo “interpersonal”, lo “lingüístico-verbal”, lo “lógico-matemático”, en el factor “naturalista”, en lo “intrapersonal”, en la parte “visual-espacial”, como también en lo “corporal-cinestésico”, esta última asemejada (pero no necesariamente lo mismo) a la que llamamos nosotros como “inteligencia somática”. De esta forma podemos decir que Nikola Tesla no es más inteligente que tú, ni siquiera que Luciano Pavarotti, porque se trata de “saberes distintos” a lo que has desarrollado.

 

Si tuviéramos una “pirámide”, diríamos que la “inteligencia somática” sería la base de las “inteligencias”, esto, debido a que es la que soporta nuestras vidas (salud), y luego de ello vendría lo que se conoce como “inteligencia emocional” que es poderosamente valiosa para las situaciones adversas, aun no tengas conocimiento de nada, pero obvio que teniendo una “inteligencia mental” (que es la propia de “habilidades duras”: saberes en materias específicas) va a permitir a extenderte más, que junto con la “intuitiva” te daría un mayor relieve en cuanto a que se requiere de información adicional pero sobre todo experiencia para el trasegar cotidiano. De esta forma “en teoría” cualquier ser humano podría tener los 4 tipos de “inteligencias” mencionadas o no, debido a que puede ejercitarla de mayor o menor medida depende a su planes y capacidades.

 

Por último, si bien la “inteligencia mental, intuitiva y emocional” son importantes como “aptitudes” del cual pueden ejercitarse completamente, y de pasó podemos decir que como “habilidades” estas, te pueden llevar al “pasillo del éxito”, pero, no se tornan suficiente sino no lo desarrollas completamente junto con la llamada “inteligencia somática”. Toca de esta forma entonces tener como diría Julia Cameron (2022) un “arte para escuchar” pero en nuestro caso relacionado a nuestro cuerpo, cerebro (mente) y el entorno en el que nos movamos, con miras de tener mayor alcance en la creatividad, liderazgo, organización, disciplina, etc.,  para que de este modo podamos alcanzar plenamente estos 4 tipos de inteligencias propuestas por Lissa Rankin,  y de esta forma expresar “unívocamente” si ser una persona “inteligentísima”, ya que con sólo esta relación conseguiremos obtener de sí mismo esa “conquista” bien como lo plantea Zenón de Citio (fundador del estoicismo), en eso que llamamos la “conexión entre mente y cuerpo” en todo su fervor”.

 

El “entendimiento” es por tanto "comprender", sí, pero cosas divinas, que vienen dadas, entregadas, por Dios, a través del “alma”, que es nuestra “mente del espíritu”, y no precisamente de la "inteligencia humana", que deviene de la misma mente en sí misma, como puede ser la “conciencia”, la primera es “intuitiva”, viene del “interior”, del “intelecto” (nous): visiones, locuciones, revelaciones, etc., no es “aprendida” ni “adquirida” por nuestros medios, es "comunicada", por un lenguaje que no es humano sino "extrasensorial". Si no se da su “concesión” es porque que no lo estamos solicitando bien, o porque el fin no es el propicio, como el de querer dilucidar una contienda, una reyerta, tener más dinero para la "vanagloria", olvídate de esto, lo que estás pidiendo es "sabiduría mundana", "diabólica", o bien “astucia” para poder "triunfar vanamente" frente al prójimo. Aquí el “entendimiento” podemos entenderlo como una subclase de la sabiduría que tiene como objetivo dilucidar los "misterios oscuros de Dios", por ello que los padres del desierto lo hayan obtenido en sus vidas, porque se requiere no solo de una petición/súplicas sino también de un gran esfuerzo por parte del solicitante, es decir, debe ir acompañada además de oraciones y “práctica de la virtud” (buenas obras).

 

Antes de solicitar un deseo/gracia/favor, sea lo que sea, tu corazón debe estar arrepentido, contrito, humillado, para sí comenzar/sentarte a hablar, a “dialogar” con el Señor y en esto se basa en la “purificación del alma”, porque si no, no estaríamos hablando del mismo “lenguaje" que Dios maneja, tal cual como se sustenta la “sabiduría”, debido a que su "habla" es “infusa”. Hermano, puede que hayas leído la Biblia un número de X, Y o Z veces, aprendértela y recitarla de memoria, pero al mismo tiempo puede que no hayas entendido nada, y esto no pasa porque seas "bruto" o “muy astuto” desde el punto de vista humano, sino que no tienes la “comprensión divina” para su atención/contemplación, del cual requiere de una “pureza de corazón”, un “ávido conocimiento” por las “cosas espirituales” no evocado desde lo racional sino desde la "luz" del alma”, en alejamiento de la necedad y de la soberbia en tu vida.

 

El “entendimiento” además de “inteligencia” requiere de una “contemplación”, —pero no viceversa—, por ello que Santo Tomas lo vincule con la “simple intuición de la verdad” (Suma Teológica, II-II, q.180, a.3, y a. 6), esto, tomado como una "mirada directa", de la "visión beatífica", una apreciación de la "actividad operacional de Dios" en nuestras vidas, del cual el ser humano, como "hombre racional-espiritual" subsume en su “alma” con tal de "comprender" el mensaje, dentro de sus "potencias" y "facultades", tratando de inteligir derivado de esa fe, y caridad (principalmente, por la "ciencia del amor" —scientia amoris—) la real transmisión de la palabra, como cuando nos dicen por ejemplo que Dios es el “Camino, la verdad y la vida”.

 

De allí que Santo Tomas y San Agustín, relacionen al “entendimiento” con la virtud teologal de la fe, con la "pobreza de espíritu", y la bienaventuranza de ser “limpios de corazón”, por tanto, son los sabios (en Eclesiástico 47:23 que el hijo de Salomón, no fue tan sabio como él, se expresa: “Descansó con sus padres, y después de él dejó a uno de su linaje, lo más loco del pueblo, falto de inteligencia, Roboam, que apartó de su cordura al pueblo”), los "entendidos" con “inteligencia” serán llamados “hijos de Dios”, por su humildad, obediencia, piedad, pureza, la cual se extiende las “potencias del alma” quitando los deseos/pasiones de encima, dando frutos por sus "buenas obras" (practica de virtudes). Lo que se busca es conocer las verdades reveladas, un ejemplo de ello fue Jesús, cuando lo encontraron en el templo discutiendo con los “doctores de la Ley” a pesar de su poca edad (Lucas 2:47) esto da entender que la "sabiduría divina" además de ser pedida, se nutre, crece, a medida que lo vayamos desarrollando formal/materialmente, no viene por sí solo.

 

Se indica en Juan 3: 6-12

 

“Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu. Respondió Nicodemo: ¿Cómo puede ser eso? Jesús le respondió: Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptan nuestro testimonio. Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿Cómo vais a creer si os digo cosas del cielo?”

 

De esta medida, la “sabiduría” más el “entendimiento”, nos permitirá penetrar y tener intuición para interpretar no solo lo que se quiere decir, con estas “letras”, sino también la “numerología” y su "simbología”, es decir su "sentido sistemático", "funcional", pero sobre todo finalista: "teleológico".

 

Dice el Obispo de Hipona, en su texto, “El espíritu y el alma”, cap. 4, 24 y 35, 38:

 

“Así el alma, que peregrina en el mundo de su cuerpo, tiene cinco marchas hacia la sabiduría, a saber, el sentido, la imaginación, la razón, el entendimiento y la inteligencia. En efecto, la racionalidad se ejercita para alcanzar la sabiduría por medio de cinco progresiones, y para conseguir la caridad por medio de cuatro afectos; para que, al progresar el alma en sí misma por estas nueve progresiones, con el sentido y el afecto, como con cuatro pies cada uno, el alma que vive del espíritu, camine con el espíritu hasta los Querubines y Serafines, es decir, hasta la plenitud de la ciencia y hasta el reino de la caridad, y el alma por el ejercicio adquiera las virtudes, cuyas facultades tiene por naturaleza.

 

Por lo mismo el alma es arrebatada por cierta fuerza oculta y espiritual para que, en vez de los cuerpos, vea en el espíritu las semejanzas expresas de las cosas corporales, pero con el entendimiento de aquellas cosas que ni tienen las energías, ni las formas de los cuerpos, como es la justicia y la sabiduría o la misma mente y toda disposición buena del alma. Son manifiestos estos tres géneros de visiones. El primero corporal, por el cual los cuerpos son sentidos a través de los sentidos del cuerpo. El segundo espiritual, por el cual son distinguidas las semejanzas de los cuerpos con el espíritu, no con la mente. El tercero intelectual, por el cual son contempladas aquellas cosas que ni tienen cuerpos, ni formas de los cuerpos.

 

Y aunque el alma sea de una sola naturaleza, con todo tiene tres fuerzas, que son: el entendimiento, la voluntad y la memoria, que es lo mismo, aunque con otras palabras, como se indica en el evangelio, cuando dice: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, y con toda tu mente; es decir: con tu entendimiento todo entero, con tu voluntad toda entera, y con tu memoria toda entera. Pues así como del Padre es engendrado el Hijo, y del Padre y el Hijo procede el Espíritu Santo, así del entendimiento se engendra la voluntad, y de estos dos procede la memoria, como cualquiera que sea sabio puede entender fácilmente. Porque ni el alma puede ser perfecta sin estas tres, ni alguna de estas tres subsiste íntegra sin las otras dos en cuanto que pertenece a su manera de ser. Y como Dios es el solo Dios, y tres personas, el Padre es Dios, y el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no son tres dioses, sino un solo Dios y tres personas, así el entendimiento es alma, la voluntad es alma, la memoria es alma; y sin embargo no son tres almas en un solo cuerpo, sino una sola alma y tres facultades.

 

La meditación agudiza al ingenio, el ingenio a la razón: la razón conduce al entendimiento, el entendimiento a la inteligencia, la inteligencia por la contemplación admira la verdad misma, y se deleita en ella por la caridad (porque es la virtud que nos une a Dios, sin él no hay conexión directa). El sentido es la pasión del alma en el cuerpo por las cualidades que le ocurren desde fuera. La imaginación es la energía del alma, que reconoce la figura de las cosas corpóreas ausente al cuerpo sin el sentido exterior. El pensamiento es la ocupación del alma sobre cualquier cosa. La meditación es el pensamiento frecuente que investiga el modo, la causa, y la razón de cada cosa. El ingenio es una energía naturalmente congénita en el alma que se vale por sí. La razón es una energía del alma, que discierne todo y lo juzga todo, pero principalmente cuando aspiró con avidez a las cosas espirituales, y conserva en sí la imagen de Dios. El entendimiento es la percepción de las cosas verdaderas existentes. La inteligencia es el conocimiento puro y cierto acerca de los principios de las cosas, esto es: acerca de Dios, las ideas, las almas, y de las sustancias incorpóreas. La contemplación es la admiración gozosa de la verdad diáfana. La caridad es la concordia de las mentes, y la sociedad de los elegidos, la vida de las almas bienaventuradas y de los ángeles, porque ni las almas ni los ángeles viven, sino por la caridad”.

 

Hermanos, se requiere de una "práctica devota", pero también "contemplativa" (se puede decir que esta última es una especie de los "dones contemplativos" mirando lo profundo de Dios), como de estudio, pues si no lees las escrituras, la vida de los santos, prácticas las virtudes, no vendrá nada por sí solo, no hay esfuerzo (debe haber "sinergismo") en cuanto al deseo "puro" que tengas en el corazón de saber más, una vez supliques será ya acción del Espíritu Santo (que es el “don” en su plenitud en sí mismo, es ese "fuego abrasador", el "motor" que desarrolla todo, por tanto es Dios mismo), hacer lo demás, "penetrando" hasta lo más fondo de tu alma, en cuanto a los ejercicios realizados para conseguir este “don intelectual” (véase, Royo Marín), con un "perfecto conocimiento intuitivo", que deviene al intelecto (nous) y que podemos traducirla como la “pura/perfecta fijación/intuición/infusión de la mente/alma en la verdad”, según Santo Tomás de Aquino, siguiendo una “simplex intuitus veritatis ex caritate procedens”. 

 

Todo lo contrario a la "sabiduría" y por tanto al "entendimiento" será la sordera, y la ceguera espiritual, muchos en algún tiempo hemos sufrido de esto, pero no porque no hayamos madurado, sino porque no hemos buscado de Dios, y mientras no lo hagamos, no sirve leer por leer las Sagradas Escrituras, porque a la final lo terminaras entendiendo (en su "libre interpretación") como lo hacen los “protestantes” a su manera (y es un "criterio peligroso", ya querrán tomar como quieran esa simbología e interpretación) siendo la “inteligencia divina” quien solo lo “penetra” las "almas", en pro de la "salvación" del espíritu santo, más no de la rebeldía y la soberbia, siguiendo su propio camino y no la cruz del "camino, la verdad y la vida" trazada por Jesucristo en el Evangelio hace 2000 años (aproximadamente). El "don de la inteligencia" junto con el de la "sabiduría" son los "dones" que organiza los demás, son ambos importantes en este —binomio perfecto— porque bien, son los que “inoculan”, los elementos esenciales para tratar los “dones sapienciales” como el de la ciencia, "que es el apreciar las cosas divinas", o el consejo "que es el de aplicar los principios/reglas aprendidas".

 

Es interesante saber (desde nuestra experiencia) y expresar con pena, que estábamos ciegos, y sordos debido a nuestros pecados, faltas, o vicios de la impureza, no está demás decir que Santo Tomas atribuye estos casos en su Suma Teológica, II, 15:3, es decir, este “enceguecimiento” sumando al de la vanidad, soberbia, orgullo (y primeros pecados capitales) a la "lujuría" o "impureza". Puede que tengas cierto raciocinio, discurso, lógica y sentido de común, pero del mundo, que no proviene de Dios e inclusive ciertos "carismas" que tampoco vienen del Señor, y esto es algo que los ateos/agnósticos/tibios muy poco lo saben, porque lo ignoran o no les interesa (por tanto, desconocen el "mundo espiritual"), ya San Jerónimo indicaba que lo peor que le puede pasar a uno es "ignorar tu propia ignorancia”. Ahora, pensemos en casos como el de Santa Catalina o Santa Teresita (que hacían/recitaban oraciones sin saber), que sin estudios previos, y con tan solo leer unos pocos libros, entendían todos los pasajes de la Biblia ¿Qué se espera de uno?

 

Tengan claro que aunque hagan una novena quincenal, consagraciones diarias, procesiones anuales al Espíritu Santo pidiendo los “dones sapienciales” mientras que tengan un "desorden" en sus "apetitos", ya sea de ira, concupiscencia, como los relacionados a la carne, no vas a contar con la “sabiduría divina”, prácticamente toca desprenderse de todo para adquirirlo (renunciar a la voluntad), es decir, se necesita ser "pobres de espíritu" y "limpios de corazón", ¿y como se hace? negándose a sí mismo, sintiendo desprecio por el pecado de la codicia, lujuria, soberbia, etc., esto hará que hagas sintonía (conexión) con la “mente de Dios”, te trasmitirá a hablar el mismo "lenguaje", recuerden que son a los “pequeños” es a quienes se le manifiesta la "verdad" no a los orgullosos.

 

No tiene nada que ver el nivel de estudio formal, como el que tuvieron San Arsenio el Grande, San Agustín, Santo Tomas de Aquino y otros grandes santos y a su vez adquirir una “sabiduría divina” es decir una “sabiduría plena”, y estos, se le puede cosechar además el tal anhelado “don del entendimiento” y contar también de una “sabiduría humana” e inteligencia propia de las "facultades racionales, argumentativas, discursivas", pero para que ello se dé, se debe cumplir también con los mismos requisitos permanentes formales de la Iglesia, tales como el bautismo, confirmación, confesión frecuente, eucaristía: mejor dicho, ser un "devoto sacramental", anexando a ello la oración de petición y los requisitos materiales, que en resumen significa "estar en gracia".

 

Puede que en vida, y sin darnos cuentas tengamos rafagazos de “pentecostés”, es decir, ciertas "aumentos sapienciales" en nuestras almas, —gradualmente hablando—, tal cual como le sucedió a Santo Tomás de Aquino o a San Agustín de Hipona, que en su última etapa de la vida, estaba que botaban sus obras o textos, por decir que estaban equivocados en el camino hacia Dios, y esto sí que es “humildad”, es por eso que sea importante poseer por lo menos dentro de los “dones intelectuales”: los "dones de sabiduría" y de "entendimiento", ya que te permiten tener una visión beatifica más elevada inclusive acá en la tierra, es como si tuvieras una porción del cielo aquí desde ya en este mundo. 

 

Sabemos que las “operaciones espirituales” y del "intelecto" (nous) son menesteres, dentro de la sustancia propia del “entendimiento” y no de la “razón”, por ello que estas sean razones meramente “intelectuales” más no directamente “racionales” (conglobado), una se conoce por el estudio previo, discurso, examen, sermones, etc., no dada por la “intuición”, a diferencia de la otra que se abarca con la sola “iluminación” del "alma" y con ello puedes insertar todo este “conocimiento infuso”, por ejemplo como sucede con las “potencias” y “movimientos” del alma de los "ángeles", de allí que sus "ejecución" sean "consustancial" a su "naturaleza divina", que termina siendo “intuitivo” más no del “diálogo” ("pensamientos"), de allí que el “entendimiento pobre” del "ser humano" sí que necesite del “discurso”, una “operación” no espiritual” que deviene de la “racionalidad”, por tanto su "conocimiento" será siempre "limitado".

 

Cuando estudiamos para adquirir algún “conocimiento”, esta "actividad" requiere de mucho tiempo, por ejemplo, aprender un idioma, un arte, una carrera, y esto se debe a cierto grado de empeño y de la dotación del uso de una o varias de las "inteligencias humanas", de allí sabremos si cierta persona tiene o no ese “desarrollo” del "intelecto" pero no diremos lo mismo en cuanto a tener el “entendimiento divino”, que no proviene de un “lenguaje discursivo” el que se maneja en "discurso" sino de un “lenguaje intuitivo”, exactamente, de uno que es “infuso”, no esta intricado a un "silogismo lógico", sino de una "operación de ejecución" en pro de la verdad que bien es iluminada hacia al intelecto (nous), es decir, la "luz intelectual" es “irradiada”, con el “entendimiento” que en nada tiene que ver con la “razón humana” en contraste con el “conocimiento súbito” que es inmediato, no mediato.

 

En todo caso, siendo disciplinado no solo con las cosas de la vida, sino en la "vida espiritual" te permitirá sea tarde o temprano "iluminarte" el "intelecto" (nous), porque eso es lo que quiere Dios para todos su hijos (solo si así lo desean y ponen de su parte: "sinergismo"), es decir, si llegan a ser "limpios y puros de corazón". Vamos, no todos tenemos las mismas capacidades y condiciones, por ello que cada quien sea lo que sea, nadie es igual, y lo mismo pasa conforme a la "información intuitiva recibida", de hecho, ni siquiera lo "ángeles" saben las mismas cosas, asi mismo sucede con el "conocimiento adquirido" tomado del estudio, así tengamos el mismo profesor y leamos los mismos libros, esa "extracción simbólica" tomada de las letras o el habla (de los sentidos) no será nunca accidental, sino razonada, lo mismo sucede con lo "extrasensorial", al tomarse no se conoce de forma inmediata, directa, pero para que ello pase debes primero “purificar el alma” y "limpiar tu corazón".

 

El don del “entendimiento [divino]”, como han leído es "infundido", y como “regalo” está destinada a acoger, captar, contemplar, entender, digerir, más no procesar, por tanto, se recibe y punto, son revelaciones divinas de la "verdad", entregadas de lo que conoce la mente de Dios y que te quiere revelar al "intelecto" (nous), y que bien solo está encubierto a todos aquellos que no son “hijos de Dios”, y que “Él” quiere "descubrir" esa la luz para que brilla sobre esas tinieblas del alma, auscultando las mayores profundidades de nuestro ser, haciendo uso de los sentidos pero más que eso, de los extrasentidos en su plenitud, en pro de nuestra salvación. Es por ello que consideremos que el “don de intuición” [penetración] está tanto casi a la par que el de la “sabiduría”, ya que te permite adentrarte profundamente a los misterios y dogmas de la fe.

 

Si, hermanos, estamos hambrientos de la verdad, queremos conocimiento no solo estudiado por nuestros medios, sino también "iluminados por el Espíritu Santo", queremos saber más, porque la sapiencia por lo espiritual es "ilimitada", y es por ello que los misterios de Dios sean absolutos, y esta verdad proviene del "interior de tu espíritu", está con nosotros, no viene de afuera, sino de chispas o rafagazos, es un “intelligere ese intus legere” (input), cuya "facultad intelectual" es "divina", que deviene de las “operaciones espirituales”, "sustancia" que no se limita a las cosas del mundo ni la de este plano material, es una "acción" que abarca cualquier cosa creada e increada. Es por tanto, la "fe" como "virtud teologal" la que obra por la "caridad de estos "dones" y por último en la esperanza, y que como “dones intelectuales” tienen que prestarse al servicio de los demás, por amor —scientia amoris—, descubriendo lo “oculto” en cuanto a temas de la “salvación” no de la vanidad, ni de la necedad, chismorreo, o curiosidad.

 

Por ser la “fe” una "virtud oculta, teologal", que no viene por sí solo, pero que si requiere de ejercicio y cultivo, en ultimas es entregado por el "Santo Espíritu" (su graduación), es decir, por Dios mismo, necesita de cierto "atletismo espiritual" de nuestra parte para adquirirlo, eso si, aquel que lo ostente no necesita de mucho discurso, lógica, razonamiento para saber qué es lo que se quiere "aprehender" [acoger] en cierto pasaje de la Sagrada Escritura, como la escena que se "aprecia" en el cuadro del pintor X, Y o Z, que bien es analizado no "especulativamente" sino "experimentalmente", sabiendo de las aplicaciones de las "intuiciones del entendimiento" que se tienen, según el orden de "saber" (sindéresis) y "discernir" de lo que es bueno o malo, feo o bello, falso o verdadero, humano o divino, etc, de este modo las "cosas invisibles" no serán conocida por las "visibles" si no desarrollas estos "dones", y los "recibes" de esta forma, así te creas Einstein, Sagan, Newton, etc, (recuerden: "invisibilia enim ipsius a creatura mundi per ea quae facta sunt intellecta conspiciuntur"), tal cual como lo indica la Carta a los Romanos 1:19-22, veamos:

 

“Pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebrece: jactándose de sabios se volvieron estúpidos”.

 

Lo que son devotos a los sacramentos, sabrán de los “secretos” que se esconden en la “eucaristía” porque de ella deviene su cuerpo y sangre real, no es una cosa ficticia, es una “transubstanciación”, es un "cambio" de como una "sustancia" de lo "invisible" se vuelve "visible" y esto se da "gracias" al "don del entendimiento", igual como los que "entienden" lo que deviene y significa la absolución en la confesión (penitencia o reconciliación), de allí que a través de ellos (y también por medio de "carismas, algunas veces") comencemos a saber la "verdad revelada que Dios" nos quiso dejar saber en este mundo, por eso que digamos, que se nos comparte una porción del cielo desde ya acá en la tierra, pero puede que en el algún momento lo tengamos mayormente desarrollado que en otros, en días, horas específicas, dependiendo de la gracia, este se irá recibiendo dependiendo el mensaje y según la disposición del alma, como quien tiene limpio el corazón, y la paz en su corazón, porque son estos los que verán a Dios a través del "lenguaje del amor".

 

Cuando nos referimos a este tipo de "inteligencia", "entendimiento", (desde el "plano divino" pueden tomarse como sinónimos —aunque mejor no—) se refiere a la instrucción, "contemplación" que no viene del hombre sino de Dios (Salmos 32:8) y que ahora el "Espíritu Santo" facilita las cosas haciéndolas ver "internamente" más fáciles, no solo por los sentidos, sino que “intuitivamente” es decir “infusamente” de forma "extrasensorial". De esta forma se comprende mejor los fenómenos, sustancias, y las palabras del Señor. Y este se amplía cuando hacemos reflexiones, lecturas, estudios de la espiritualidad, con sacrificio (sinergismo) se trata de un buscar (ser humano) y dejarse encontrar (Santísima Trinidad) abriendo nuestro corazón a la voz viva de Dios (scientia amoris), accediendo por si a los misterios ocultos que nos esconde (scientia crucis).

 

Para finalizar queremos compartir una "oración" que nos trae el sacerdote de la abadía de San Wandrille, en un texto titulado: “El Espíritu Santo y sus dones”, (Editorial San Pablo, 2018, p. 106:

 

“Dígnate enviar tu Espíritu de Luz, Señor. Que “Él” ilumine nuestra inteligencia por las enseñanzas de la Iglesia y de tus siervos los santos. Concédenos que nosotros deseemos comprender siempre tu verdad con humildad [y obediencia] para que la Fe impregne toda nuestra vida. Permítenos que, al desprendernos de las ilusiones de este mundo, progresemos en la comunión de la fe y en el deseo de abrirnos a tus misterios. Iluminando con el don de la inteligencia [entendimiento] que nosotros encontremos en tu Palabra la fuente de nuestra vida. Haz que podamos contemplar algún día en tu Reino las realidades del cielo que desde ahora nos hace captar. (3x: ¡Ven a nosotros, Espíritu de Inteligencia, ¡ven!)”.

19 de mayo de 2024

LA VENIDA DE LOS “DONES SAPIENCIALES”: LA SABIDURÍA


“El verdadero sabio sólo es riguroso consigo mismo, con los demás es amable”- Plutarco

“No es sabio el que sabe muchas cosas, sino el que sabe cosas útiles”- Esquilo

 

Mario Felipe Daza Pérez

@mariodaza

 

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La “búsqueda de la sabiduría” es común a todas las "culturas", lo que cambia es el concepto o más bien el contenido de lo que es ella, por tanto una vez ya definido en otra entrada su tratamiento (que pueden leer aquí o aquí), que es la “común” a la que la gente se refiere "normalmente" definida como “humana”, existen otras de diferentes estirpe, que es muy poca practicada (extraordinarias), tal cual como lo es la “divina”, que se puede llamar la "verdadera" o "real", y otra que hemos denominado “plena”, que sería la conjunción con las dos anteriores, de la primera podemos mencionar a personajes tales como Aristóteles, Platón, Epicuro, entre otros, de la segunda a Jose de Egipto, Salomón, Judit, Ester, Daniel, Moisés, y de la tercera a Santo Tomas, San Arsenio el Grande, San Agustín, a ciertos doctos o padres de la Iglesia, todos ellos fundados en la "fe", y la "caridad" del poder de Dios en su "mente", y no del "hombre" (véase 1 Carta del capítulo 2 de corintios) entendida como aquella que es "escondida" (“gnosis”) y desconocida sobre todo para los “soberbios”, mas no para los "humildes" (oculus mentis).

 

Cuando se habla o escribe el mismo “lenguaje" de "sabiduría”, comienza a frotar con los años, el resto de los "dones", entre ellos los “sapienciales” como la ciencia, el entendimiento, el consejo, quitando así de encima todo halo de "necedad", para desarrollar bien la “sabiduría” como se ha dicho en otros escritos se debe primero tener un “temor a Dios” para "iniciarse", sino no sirve, y este se busca sobre todas las cosas, primero cumpliendo con el primer mandamiento de la Ley Mosaica, es la base de todo, de este principio, de allí que encuentras las demás, pero poco a poco, según el regalo que te dé a conocer Dios, quien te comparte este "don divino", obteniendo para si mayor comprensión de los sucesos, aunque puede ser que gradualmente viceversa, aunque todo esté "conectado" (bajo una misma "conexión celestial"), para ello se debe completar a toda costa el "alcance" de todos los bienes temporales, tomando en ese comienzo la "docilidad" dentro de la “instrucción” hacia el “conocimiento de la verdad” (Salmo 32:8).

 

La máxima expresión de "sabiduría" la tendrá siempre Dios, y por tanto Cristo, y por ello el "trono de la sabiduría", como lo es el verbo encarnado (véase, 1 de Corintios 24:30), en su defecto, María (véase el Magníficat) su "madre" y "esposa del Paráclito", por lo general quien la busca, la verdad, consigue en su "plenitud" conforme a los demás dones, por ser este "gran don", tomado como el "director" de la orquesta, y es el Espíritu Santo el que permite esta "sinfonía", además de acrecentar las "virtudes teologales" se aumentan las "cardinales",  estando todos ellos "conectados" al "espíritu de la verdad", quien funge como guardián del resto de "valores". El "sabio" en este ocasión se moverá, en "sindéresis" según los programas que esté trabajando, ya sean: sociales, económicos, personales, teniendo en cuentas las reglas espirituales, la contemplación que todo ello será tomado como el resultado del "don de la sabiduría", por ello que nos toque siempre ser:

 

  • Temerosos de Dios (no por miedo, sino por amor)
  • Ser piadosos (con el prójimo, sobre todo)
  • Ser sencillos, humildes (para obtener el don y la gracia)
  • Desear y pedir el don de la sabiduría (a través de la oración, penitencia, súplicas)
  • Cumplir sus "santas inspiraciones", ser "obediente" (perseverancia final)
  • Abandono de las cosas mundanas (alejarse del materialismo/consumismo)
  • Ser desprendido (desapegado, para tener "libertad espiritual")
  • Anhelar el "silencio interior", paz, tranquilidad (practicar el hesicasmo)
  • Examinar nuestra conciencia a menudo y confesarse (despreciar nuestros pecados)
  • Renovar los votos constantemente, consagrarse al Espíritu Santo frecuentemente

 

La “sabiduría” descubre lo más profundo, pero es porque Dios te lo revela con su amor, y quiere que todos lo tengamos, todos estos "conocimientos infusos" almacenados se debe gracias al abono de la "fe" y la "caridad", ya que todo se ilumina, infusamente, a través de la “intuición” que es el "idioma del alma", no hay discursos, falacias, lógicas, ni nada de eso, el "lenguaje" es otro, "celestial". Para el arzobispo primado Luis María Martínez y Rodríguez (2022), el "orden natural" se entremezcla con el "orden sobrenatural" sobre todo cuando de los "dones" se trata, (Véase, "Los dones del Espíritu Santo”, Editorial Patmos: Madrid, p. 121) en “coordinación" del "conocimiento”, haciendo de si un "sistema una unidad", es asi, que podemos referirnos a la "sabiduría" como esa "gran computadora sapiencial” que integra todas las demás, establecida en grandes "algoritmos intuitivos", vista todos ellos como el resultado de su conjunto, y que se surte en su "ilimitada operación", mirándolo en causa de Dios que va aunada al amor (scientia amoris), como bien supremo, virtud reina, ser sabio es entonces ver con los ojos del amado, desde nuestra alma (scientia crucis).

 

Es precisamente “pentecostés” la primera fiesta en que el Espíritu Santo se presenta de forma global, en su arremetida hacia los apóstoles-discípulos cuando los hace hablar en lenguas, del cual se deriva del amor, de la caridad, cuando se comienza a desentrañar los "misterios de la fe", por eso pediremos todos los años en esta nueva venida, que nos “ilumine nuestras almas” sobre todo con los “dones sapienciales”, llenando nuestras “conciencias”, “mentes” con el “amor infuso de Dios”, esto con el fin ser ser cada vez superior, como lo ha querido la "Santísima Trinidad", compartiendo con nosotros "gratuitamente" un poco de su espíritu, que bien desciende sobre nosotros en ese "fuego abrasador" dentro de nuestros corazones.

 

Recibir el "Espíritu de Dios", como todo lo de esta vida, no es casual, ni coincidencia, sino porque Él, lo hace decidido así, no es mero accidente, es consustancial a su naturaleza amorosa, de su caridad, que bien nos quiere compartir, “dulcis hospes animae”, el “don” del señor es la “plenitud del Espíritu Santo”, que bien este último reparte en nosotros, no viene por momentos, está todo el tiempo, y reparte "rafagazos", para quien lo desee y el conceda, por ello, quien ama entenderá el mensaje a transmitir. El “paráclito” nos posee poco a poco, pero se debe dejar que lo haga, cada día, es un "trabajo silencioso", que se presenta hasta conseguir la “perfección cristiana”, es decir, como expresó San Pablo “ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí” (véase, Gálatas 2:20) ya que con sus "dones" nos mueve, despierta, sella, y dirige todo nuestro actuar no con el cerebro (astucia) sino con el corazón (sabiduría). El “pentecostés” en nuestras vidas es “gradual” proviene formalmente en los actos sacramentales del “bautismo” y la “confirmación”, pero también en la "práctica de la virtud" y de la "fe", son "ejercicios espirituales" constantes, y entre más se haga, mayor entrenamiento, y posesión de "Él" tendrás en tu "alma", y este será el "don de Dios" en su "plenitud".

 

Quisiéramos compartir antes de seguir con el artículo, la siguiente oración del Arzobispo Primado Luis María Martínez y Rodríguez (2022), (véase, “Los dones del Espíritu Santo”, Editorial Patmos: Madrid, p. 150) para que lo digan mental o vocalmente:

 

“¡Oh Espíritu Santo, dulce huésped del alma, amor infinito que te derramas en nuestros pobres corazones! ¡Ven, ven de nuevo a nosotros, ven todos los días, ven a cada instante, consuma el divino misterio del amor que realizas en nuestros corazones!

 

¡Que te poseamos, oh Señor, que te poseamos; que sintamos la dicha inefable de que eres nuestro, de que podemos gozar de Ti cuántas veces nos plazca, que sea Tu la dicha de nuestra alma, ¡la vida de nuestro corazón, que seas nuestro todo!

 

Pero también aquí estamos nosotros, te hacemos la entrega total de nosotros mismos, no solo el corazón, sino el alma y el cuerpo, y todo lo que tenemos y todo lo que poseemos te lo damos, para que nos poseas cumplidamente, para que nos dirijas, para que nos eleves.

 

¡Poseemos y déjate poseer por nosotros, para que se realicen en los que son tuyos el misterio del amor, para que Tu nos ames y nosotros te amemos y amándote en la tierra, nos preparemos para el misterio inefable, para el misterio divino de la eternidad!”.

 

Continuando, analizando los “dones”, tenemos que la “sabiduría” no podemos colocarla como los “primeros de los dones”, porque no lo es, es el último, pero no porque no sea el más importante, sino como necesita para su "constructo" de la "virtud" de la “humildad”, es el último eslabón que espera y organiza a todas las demás, debido a su misma "sencillez", de allí que el "temor de Dios" sí que sea el primero de todas ellas en la lista, y que pasa "transversalmente" de por medio a través de la “caridad” y de la "fe", del cual hace el empuje para llegar plenamente al “amor de Dios”, conformando así luego los elementos de la creación y entre ellos de los “dones sapienciales”.

 

El “don de la sabiduría” como llevadora de la batuta, organiza, planifica, dirige, es en sí mismo el “don de dios”, en su “plenitud”, del cual estructura pero también reparte en toda su sapiencia a los individuos, mejor, a su hijos, a quienes les confía ahora un trabajo, una misión, operación, apostolado, etc, a partir de la base de la “ciencia del amor divino” (scientia amoris), que luego es convertido en una "ciencia de la cruz" (scientia crucis) que es enseñada "divinamente" en este “arte espiritual” que es "guiada" por el “espíritu de la verdad”, lo que le hace contrario quien la posee a ser "necio", o al menos estar alejado de la “necedad”, como las que se presentan con las llamadas “idolatrías”, tales como la vanidad, el poder, la riqueza, codicia, lujuria, etc.

 

Entiéndase, que el hecho de ser viejo, estudioso de las artes, erudito, polimata, o hablante, no te hace sabio, y en caso de creer serlo o presumirlo, no será siempre de su estirpe divina, sabemos que Pablo fue sabio, pero no Judas Iscariote, el tiempo dentro de su existencia es “sabia” (ya nos decía Tales de Mileto, “que esto se debe a que todo lo descubre”, diríamos nosotros los cristianos debido a que todo lo “escudriña”), pero no el "demonio", que siendo un "ser antiguo", no está "dotado" de una "sabiduría divina", ya que su "actuar" es de "necio", esto, causado en su rebeldía o soberbia (tiene un "conocimiento" que es "limitado"), por tanto, es una persona que es ruidosa, vengativa, odiosa, y puede que tenga ciertas aptitudes/facultades propios de sus "saberes", e incluso de la "sabiduría humana" (sapientis est ordinare) por ser su gestor, pero no de la "plena" o de la "divina", por su “restricción” a la “visión beatífica” desde su caída, y esta solo se consigue por pedido, oración, concesión, mortificación, suplica, etc, (cuestión que "este" no va a hacer), por tanto su concesión/graduación se distribuirá siempre y cuando la “Santísima Trinidad” así lo desea y lo quiera segun las capacidades(voluntades de cada quien.

 

Desde tiempos antiguos sabemos lo valioso que es la “sabiduría” en nuestras vidas, ya Anaxágoras expresaba, "prefiero una gota de sabiduría a toneladas de riquezas", porque el “sabio griego” conocía que vivir en la "humildad" era un requisito para ello, como también lo era la práctica del silencio, y la soledad, entendía que la mejor forma de conseguirlo era estar siempre en "sintonía celestial" con Dios, pero no visto, como una "personificación", ya sea, griega (Metis), egipcia (Seshat), babilónica (Merodac), etc, no es esta la “sabiduría” que queremos traslucir aquí, sino la que es propia del "Señor” de la cual delega, distribuye, entrega, como él quiere, o desea, es una potestad/competencia/función, no una “diosa” o “dios”, es una "facultad" que hace parte del "contenido intelectivo" del Señor dentro de las "sustancias" de su “organización”, tal cual como lo es también la naturaleza, el universo, los seres vivos, el cosmos, etc, todo ello es algo “divino” creado por el "increado".

 

Si queremos relacionara la llamada “sabiduría” en sentido general a una “virtud” podemos asociarlo en algo a la “prudencia”, que a la vez se distingue de los demás "dones", como la ciencia o el entendimiento en su contenido pero no en su conexión. Al primero se le suele determinar en griego con el nombre de “sofia” o “filosofía”, entendido este último como “amor a la sabiduría”, pero que nada tiene que ver con la “ sabiduría divina”, de hecho, podemos decir que la "teología" es una rama distinta aun dentro de la misma clasificación que se quiere de esta sub-clasificación, pero que tampoco puede ser vista como una “sapiencia”, ya que está ajustado más al “conocimiento" de la "experiencia humana” que a una "elevación espiritual", algo parecido al tratamiento que se hace desde el hinduismo, budismo, o el islamismo, con los términos de “ganesha”, “prajna” “luqman”.

 

El concepto de “sabiduría” que se propone aquí, proviene del hebreo “chochmah”, y no solo nos describe la habilidad, facultad, potestad, sino que puede también estar inmerso en el entendimiento, que nos recoge de la “estirpe humana” como un todo, esto, yendo más allá de las "consideraciones terrenales", ahora, si los siete (7) primeros sabios de Grecia eran considerados "sabios" según la historia, no per se podría decir que lo eran en lo "espiritual", pero no porque no quisieran, era porque no se le era conocida (ni siquiera a los apóstoles), ya que su proceso se inicia con la llegada de Cristo, su muerte y su resurrección (venida a través del Espíritu Santo —pentecostés—), por tanto, "ser sabio" no solo es aquel que duda, sino el que reflexiona y juzga todas las cosas, a partir de "dotes sobrenaturales" (“spiritus omnia scrutateur”), desde la mirada/oído interior de los misterios del Señor, contribuida con la llamada “scientia amoris” y luego la “scientia crucis” (conceptos místicos carmelitas), en últimas, el “don de la sabiduría” es un “conocimiento” que es “infuso” pero del “más alto grado”, que pasa más allá del humano, que no viene del hombre.

 

Podemos tomar el “solo sé que nada se”, y “de eso tampoco estoy seguro” como una supuesta “humildad epistémica” o “filosófica”, pero no en sí del producto de la “virtud, es decir, de la humildad”, esto, como un "todo", ya que para que lo sea, se necesita ser comprendido en su “integridad”, por ello quién lo ostenta es “sabio”, y obtiene de ello al “padre de todas las virtudes”, y si lo tiene es porque lo desarrolla junto con la “madre de todas ellas” tal cual como es la “caridad”, partiendo de ello entonces un “matrimonio virtuoso”, que deriva de una “sabiduría" que es "infusa” que se toma del "amor hacia Dios", y del "prójimo" más que de ti mismo, analizado de cosas que no deberíamos saber por esencia, pero que se conocen/entienden porque fueron “iluminados” por medio del “fuego abrasador” del Paráclito, tal como lo sucedió a San juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Catalina de Siena, Duolingo Ruotolo, Pascual Baylon, entre otros, de allí que “pentecostés” sea para nosotros una fiesta importante de la consigna y consecución de esta “gran sabiduría”.

 

Podemos entender entonces a la “sabiduría” sea cual fuera como una "suma" de “conocimientos adquiridos” por ti mismo o que son entregados por Dios, que sumado a la experiencia y su comprensión, debe aplicarse dentro de un contexto dado en el “saber hacer”, mejor dicho, es un "conjunto" de los sentidos de la mente, y las potencias del alma, del cual se elabora un “juicio correcto” (sindéresis), como por ejemplo podemos encontrar en el Rey Salomón, y hasta en el mismo Rey David, conforme a las decisiones a tomar, ya sea en la vida personal, política, social, judicial, etc, es la “mera sensatez”, lo que le llaman “discernimiento”, en la elección de los medios y los fines, de las preferencias, es una mezcla de pura erudición, sapiencia, con iluminación, en todo caso creemos que la “sabiduría” no se puede medir (tal cual como lo pretenden hacer ahora los científicos, ni tampoco la “inteligencia”, aunque en esta última se realice con los famosos “test”).

 

El denominado “Índice de Sabiduría Jeste-Thomas” elaborado por científicos de la Universidad de San Diego en Estados Unidos, supuestamente sirve para medir los “niveles de la sabiduría”, si bien existen estudios frente al tema, creemos que parten mal, primero porque la conceptualización de lo que es "sabiduría" no es la correcta, no es a la que nos referimos desde el punto de vista teológico/antropológico, por otro lado, porque si la inteligencia en si no es medible, (aunque lo hagan) con muchos menos razón lo será este "valor" que es más "complejo", téngase claro que la empatía, la tolerancia, el control emocional, el altruismo, o la justicia, pueden ser "virtudes" que se compartan en cierto sentido, pero no son "espirituales" sino "humanos", y por tanto distintos también en su "contenido", están dando por tanto en un enfoque neurocientífico (analizado en la corteza prefrontal y sus funciones ejecutivas) más no trascendental o místico, unitivo.

                      

En persistente error caen los que siguen criterios “psicologistas”, o cierto sector “conocedores de la ciencia” pretendiendo medir y aún más, creyendo que se trata de un “trastorno” o un un mero “rasgo de la personalidad el “ser sabio”, esto no se aprende, esto se da, se entrega, se pide, y está ligado a un proceso de “ejercicios espirituales” a lo largo de la vida, entiéndase que no es regulación de emociones, ni quien haga mayores autorreflexiones, nada de eso, es más allá de lo que supone el “contexto humano”, se trata de una “sabiduría verdadera” que no es explicable, es “mística”, por ello, para aclarar más las cosas describiremos los tipos y subtipos de "sabiduría existentes" entre ellas la llamada i) “sapientis est ordinare” y la ii) “sapientis est extraordinaire”, veamos:

 

  • Sapientis est ordinare (véase, Santiago 3:15) - "falsa sabiduría"

 

Sabiduría humana, terrenal, mundana: Se da dentro del “saber hacer” (sofia) o “sabiduría práctica” (phronēsis, que va en contra de la “desmesura”), es la "comprensión adquirida" (por tus medios) de las cosas del mundo a través del "conocimiento directo-indirecto", y la "experiencia", del cual se destaca por el “buen juicio” pero dentro de la "humanidad", lo que puede ser "benigna" (al menos en "percepción") frente a las decisiones tomadas, en los comportamientos y fines, del cual puede ir acompañada del razonamiento lógico, el lenguaje, la moral, dirigiéndose hacia la inteligencia que disponemos que es "racional" (obviando la "espiritual"), pero que va orientado por saberes más allá del intelecto, bajo el propósito que se debe seguir en aplicación de principios/morales (véase, Cicerón, en “Sobre los deberes”, I, 43, 153, en el "plano moderno", puede ser visto también en lo que se expone dentro del texto "48 leyes del poder" de Robert Greene, y esta es la que se produce de la “sabiduría del mundo”, que no es necesariamente "mala en si mismo" sino "astuta").

 

Sabiduría animal, concupiscible, natural: Deviene de los “placeres del cuerpo”, esta es "externa", su reflejo, lo que sería llamada una “falsa sabiduría” o "sabiduría humana baja", porque se concentra en la consecución de "deseos malos", pensamientos oscuros, como de pecados, es la “utilización de medios perversos” para la consecución de un "fin carnal" (por lo general), para para "apaciguar" el "apetito concupiscible": codicia, lujuria, envidia, etc, en suma, es la que proviene de la “sabiduría" de lo sensual” o del “placer”. Proviene más que todo entonces de la caída corrupta de nuestra naturaleza (pecado original), de la tendencia por lo “carnal”, apoyada más hacia al deseo de saciar lo que nos dicte la "mente" derivado de lo físico (somático) y sus "gustos", en contra de la corrección del espíritu o de su alma.

 

Sabiduría diabólica o maligna: Esta deviene netamente del "mal", la cual engloba la segunda, y puede que también parte de la primera, esta, es una "sabiduría humana perversa", no se distingue en su esencia pero si en su "contenido" ya que sus objetivos serán destruir dentro del plano material (arrogancia, envidia, hacer daño) o espiritual (hechos, conjuros, brujerías) a las personas, como asi mismo, es también "interna", porque el mal se lo ocasiona principalmente solo quien lo realiza o los terceros que participan en ello, es en última la que ofrece “satanás” y sus “bellacos” a través de sus engaños, creando división, hipocresía, error, mentiras, etc, comparte la "visión terrorífica de los demonios" (contraria a la "visión beatifica de Dios"), quien la comparte, o la desarrolla, no alcanzando la “verdad” sino que sacrificándolo todo en pos de los "planes malvados" ideados/ejecutados.

 

  • Sapientis est extraordinaire (véase, Santiago 3:17) - "sabiduría verdadera"

 

Sabiduría divina: Es un "don" que es entregado, dado, y es aquella que se principia en el “temor de Dios”, es “puro”, “benigna”, indiscutible-sin dudas (adiákritos) y se basa según más que en los medios, en los resultados, es decir, en sus frutos como: el amor, la bondad, complacencia, docilidad, imparcialidad, actitud caritativa, la humildad, sin hipocresía, marcada en él desapego por lo terreno, totalmente contraria a la humana. Fue desarrollado en su mayor furor durante el periodo de la "Iglesia primitiva", y durante la “edad media”, pensemos en Santo Tomas (este sostiene que, "el hombre es imagen de Dios especialmente por su mente (que es el "intelecto"), que es la que alcanza el grado de imitación de Dios según la inteligencia y la sabiduría, designando principalmente a las potencias intelectivas, se incluye también allí a la voluntad, que es el apetito intelectivo”, ver, "La mente como imago Dei según Tomás de Aquino", según Martín F. Echavarría, 2018, p. 234, por ello que para “alcanzarlo” se deba practicar en su mayor plenitud las “virtudes”), pero más que este u otros, porque además de contar con sabiduría humana, podemos mencionar a Santa Teresita, dado que tenía gran conocimiento de las cosas y de la fe, a pesar de haber muerto a los veinticuatro (24) años, sin haber tenido una complexión de estudios previos.

 

Sabiduría plena: Es aquella (a nuestro criterio) que recoge una combinación de las dos sapiencias, la ordinaria y la extraordinaria, pero que está detallada dentro de la "extraordinaria" como "base", del cual compone un "conocimiento" por lo general "humano", debido a su estudio —ex ante—, y experiencia terrenal, esta estirpe es atribuida a grande santos, pero no porque hubiesen querido una "vida mundana", sino que fue necesaria su acogimiento para luego "contrariarla" (pues, los "designios de Dios son perfectos"), desde ese mismo conocimiento y que ahora pudieron juzgarlo según lo que de ellas supieron de estos males, a pesar de haber renunciado ya este estilo de vida o modo de vivir fue algo que los acompañaría en su "intelecto", según sus "grados", ejemplo de ellos tenemos a (solo por mencionar algunos): San Arsenio el Grande, San Agustín, San María de Egipto, San Pablo o San Cipriano (en cuanto a la utilización de sus medios y fines) y la “divina providencia” (según la condición y capacidad de cada quien de juzgar correctamente), de este modo de "pecadores" se pasa a obtener una “sabiduría infusa” en participación operativa a la filiación divina, dado por "caridad" en "comunión mística" con el Espíritu Santo.

 

Para resumir, podemos exponer "gráficamente" a "nuestra juicio" la "clasificación" de la "sabiduría ordinaría" y "sabiduría extraordinaria" del siguiente modo:



Las personas quieren ser sabias, pero ¿Cuánto están dispuestos a sacrificar para serlo? La “sabiduría verdadera” es un “don” que no viene por el estudio mismo, ni por los títulos, sino que es dado por Dios mismo. Muchos pueden decir que muchos personajes de las historia han sido “sabios”, si, pero no contaban de una “sabiduría divina”, ni "plena" que es distinta, la que se refieren es a la “humana” (piénsese en Julio Cesar, Cicerón, Alejandro Magno, etc) o al “sentido común” (que también es diferente), que es la “suma de experiencias” que has tenido a lo largo de la vida, con base en ti mismo o de otros y del cual se toman "decisiones", esta no se alcanza con un “yo quiero” y ya, se debe pedir, para realmente saber qué es lo correcto o no, lo que se debe hacer en tales situaciones, es resguardar ese “tesoro divino” concedido.

 

Tengamos claro, para los ateos/agnósticos/tibios que es el “Paráclito”, "El" que quiere habitar en nosotros per se, quiere ser "morada" de nuestro cuerpo/alma, otra cosa es que se lo permitamos/restrinjamos o no, existe un error común creer del porque nos "bauticemos", o luego hagamos la "confirmación" ya solo con ello tenemos al “Santo Espíritu” de nuestro lado y no es asi, para ello se necesita de otros requisitos pero que son “materiales” (normalmente es arrebatado por “abuso de la libertad”, por estar en “esclavitud” del “pecado”), que ya no son visto como "requisitos formales", por ejemplo no se puede decir que lo tenemos si no contamos con algún grado de los “buenos frutos”, esto es, caridad, fe, mansedumbre, pacificada, y mucho menos que de “sabiduría” cuando se trata netamente de un “amor puro”, cuando somos conscientes que "nuestros actos" devienen por “amor al Señor” (scientia amoris).

 

Cuando estudiamos la "palabra de doble filo", a veces quedamos con las mismas, y es peligroso porque como hacen los “protestantes” con base en su “libre interpretación” como expresa San Agustín (“Dios es más interior que lo más íntimo mío" —“interior intimo meo”—, ver, Confesiones, III,6,11), "se aferran a su parecer, no por verdadero sino por suyo." y al creerse “sabihondos” disponen abusivamente como quieran de la Biblia, siendo perjudicial incluso para sus vidas, porque se terminan engañando a sí mismos, ahora, para saber si uno cuenta “sabiduría” o no, debe más o menos tener referencia del grado de humildad que le es atribuido y de que tanto santo temor de Dios se ostenta, y este no se mide porque uno lo diga o medio lo vea, sino por las “acciones” es decir por las “buenas obras” o “frutos” que produce en el diario vivir. (véase, Santiago 2:14-26).

 

La “sabiduría” es el "farol" que “ilumina nuestros pensamientos”, es la que "guía" nuestros pasos, para no caminar torcido, en las acciones/decisiones que tomamos, es un “don” que puede ser utilizado en cualquier momento, y circunstancia, es la que nos llama siempre ser dóciles a la santa inspiración e instrucción, que es entregado por lo general como hemos dicho a los sencillos (Lucas 10:21-22), humildes y puros de corazón (recuerden el "Magníficat"), los que lo tienen entonces son discípulos verdaderos de enseñanzas de Cristo, están imbuidos el "aprendizaje", que no es propio de quien lo pida, sino de todos, a que "Él" disponga para su dirección (Salmos 32:8), por ello que se deba solicitar incluso a otros, como en miras de cumplir y acatar el Evangelio, dejando a un lado la “necedad” que solo los “pequeños” adquieren, indistintamente de la edad o su vejez.

 

Luego de recibido los “dones” en especial el de “sabiduría” tal cual como lo son las “obras de espiritualidad”, deben ser estas compartidas no solo por los amigos/familiares, sino para todos, el "conocimiento se esparce", para que conozcan, e instruyan, para que también sigan el mismo camino, en búsqueda de este “don precioso”. De hecho, quien sabe, de la vida eterna, y los bienes divinos, expresará que la “sabiduría” es el más precioso más allá de los “dotes materiales” y de todas las “riquezas terrenales” juntas, e inclusive más que la salud, dormir bien, un yate, un cuerpo bonito, un viaje, estudios, es un “tesoro divino” que es "ilimitado", del cual se "transfigura" en un "lenguaje" que es "infuso" que debemos hablar/escribir, y que como todo regalo tiene un “servicio comunitario”, “social”, que debe ser utilizado para el “bien de la comunidad” (misión: comunitarista-disciplinaria). 

 

Santo Tomás de Aquino ha expresado en su largo tratado de Summa Teológica, y entre este y otro aparte, realiza una asociación de las las “virtudes” en asociación con los “dones divinos”, parecido a lo que hace San Agustín en sus tratados y sermones pero con las "bienaventuranzas", miremos.

 

  • La "sabiduría" se refleja principalmente con la "virtud teologal" de la "caridad" se asocia a su vez con la "bienaventuranza" de ser “pacificadores”, y de esta forma quien es "sabio" será llamado "hijo de Dios", porque es "humilde" y "obedece", en suma, "no es necio".
  • El "entendimiento" (inteligencia) y "conocimiento" (ciencia) se refleja principalmente con la "virtud teologal" de la "fe", se asocia a su vez con la "bienaventuranza" del "lloriqueo", de esta forma quien sea inteligente y conocedor de los misterios de Dios, podrá alcanzarlo, suplicando, orando, mortificándose, despreciando el pecado de la mano con una “tristeza" que sea "santa" o "benigna”, reprimiendo así las "malas conductas" y siendo "limpios de corazón", solo de esta forma seremos "consolados". 
  • El "consejo", se refleja principalmente con la "virtud cardinal" de la "prudencia", se asocia con ser “misericordioso”, para de la misma forma recibir "piedad" o "misericordia" de Dios, ante nuestros errores, o faltas.
  • La "fortaleza" se refleja principalmente con la "virtud humana", mas no "cardinal" del "coraje", "resiliencia" o la "valentía" (que no se adecue por si a ninguna "virtud divina" en especial), pero que se asocia a su vez con la "bienaventuranza" del "hambre" ya que quien resiste, persevera, al final será saciado de la "corona".
  • El "temor del Señor" se refleja principalmente con la "virtud teologal" de la "esperanza", se asocia con la "bienaventuranza" de ser pobres de espíritu para poder conseguirlo debemos ser sencillos, desapegados, desprendidos, y se mira además como entrada a los demás los “dones”, el que lo cumpla será llamado a entrar al "reino de los cielos".
  • La "piedad" se refleja principalmente con la "virtud cardinal" de la "justicia", en este caso se asocia con la "bienaventuranza", para ellos ser mansos, dóciles y de esta forma se "heredará la tierra" prometida.

 

*La "templanza" como "virtud cardinal", y la "bienaventuranza" de la "persecución" por causa de la "justicia", en Santo Tomas y San Agustín no tiene asignación alguna, que para nuestro criterio puede estar asociada no a los "dones sapienciales" sino dentro de la "fortaleza", "temor del Señor" y la "piedad".


Para resumir, podemos exponer "gráficamente" a "nuestra juicio" la "clasificación" de su mezcolanza del siguiente modo:



San Agustín tiene muchas apartes de sus libros tratando la “sabiduría” entre ellos “Contra los académicos”, el “Sermón 159b”, que dice, “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!”, pero en este caso extraeremos una porción del capítulo XIV, en su texto, “La Trinidad”:

 

“Habla de la verdadera sabiduría del hombre y demuestra cómo la imagen de Dios, que es el hombre según la mente, no se ha de colocar en las cosas transitorias, como son la memoria, entendimiento y amor de la fe temporal, o del alma cuando se refiere a sí misma, sino en las permanentes; y cómo se perfecciona cuando el alma se renueva en el conocimiento de Dios según la imagen del que creó al hombre a su imagen, y así percibe la sabiduría allí donde se encuentra la contemplación de lo eterno. Los que discuten acerca de la sabiduría la definen diciendo: Sabiduría es la ciencia de las cosas divinas y humanas. Por esta razón, yo no silencié en el libro precedente que se podía llamar sabiduría o ciencia el conocimiento de las cosas divinas y humanas. Pero al tenor de la distinción del Apóstol, donde dice que a uno le ha sido dada palabra de sabiduría y a otra palabra de ciencia, es menester dividir dicha definición, llamando en sentido propio sabiduría a la ciencia de las cosas divinas y dando el nombre de ciencia al conocimiento de las humanas”.

 

Devolviéndonos a los grecos-romanos y las distintas culturas anteriores, estos, no tenían una concepción cristiana de la "sabiduría", debido a su "inexistencia conceptual material" para estos tiempos, pero sí que contaban con una visión pre-cristiana de las cosas, como las que llegaron a comprender los “estoicos” en cuanto a la determinación del "logos", (recordemos el concepto del “pneuma hagios”, leer aquí) y no decimos que eran “espirituales”, sino que creían que la “naturaleza” lo impregnaba todo, y además presumían en la esencia de múltiples dioses, que en verdad sabemos por el Evangelio que se trataba era de “daimones”, por tanto su fin "panteísta", tenía alguna similitud con lo que queremos transmitir, pero mejor en Platón, por eso que San Agustín haya tomado a este último para fundamentar sus escritos, teniendo en cuenta que los "dotes" del "Paráclito" lo penetra todo (escudriña), el que es sabio, no solo lo será de discurso, lógica, como los que se creían "superior" a los demás —recordemos a los cínicos— (muchos ejemplos en las filosofías paganas), sino que se consigue desde la "perfección" no humana, sino "celestial", como le llama Santo Tomas, como si se tratara de una “especie de participación de la sabiduría divina” (antes de la apertura de los “ínferos”, véase, el texto "La gracia como participación de la naturaleza divina" según Santo Tomas de Aquino, 2021)

 

Desde el "campo científico" tenemos que conseguir la “sabiduría”, nos ayuda a fortalecer la resiliencia, los duelos, el dominio propio, como fenómenos actuales como el estrés, depresión, ansiedad, mejorando los "centros del circuito del cerebro", (Cfr. “How wisdom, resilience and mastery work together to boost well-being in old age, universidad de Florida”, 2022) que ahora quieren presentar como “rasgos de la personalidad”, por ello que propongan que no tenga nada que ver esta clase de "sabiduría humana" con la “divino” o la “pleno” reduciéndolos a puros “hechos mentales”, no en asociación al “alma”, del cual no se relacionan en nada “virtudes espirituales”, sino “valores humanos”, como la compasión, autorreflexión, el control de las emociones, o el conocimiento pero por lo “terrenal”, (véase, Treichler EBH, Palmer BW, Wu T-C, Thomas ML, Tu XM, Daly R, Lee EE and Jeste DV (2022) Women and Men Differ in Relative Strengths in Wisdom Profiles: A Study of 659 Adults Across the Lifespan).

 

La “ciencia” ha querido demostrar que esta "sabiduría conglobada" como un todo se basa en la idea de que los rasgos definidos corresponden a distintas regiones del cerebro, y que una mayor sabiduría se traduce en una mayor felicidad y satisfacción con la vida, mientras que ser menos sabio tiene consecuencias contraproducentes, como el sentirse "solo" (Cfr. Treichler EBH, Palmer BW, Wu T-C, Thomas ML, Tu XM, Daly R, Lee EE and Jeste DV (2022) Women and Men Differ in Relative Strengths in Wisdom Profiles: A Study of 659 Adults Across the Lifespan) y esto no es cierto, la “sabiduría divina” o la “plena” muy poco tiene que ver con los procesos del cerebro sino de una “sinergia” que es "espiritual" pero que se destaca más bien desde el corazón ("coherencia cardiaca").

 

Ya habíamos expresado en otro artículo titulado, “La scientia amoris: El inicio a la “contemplatio” desde una visión “neurocientífica” y “mística” (que pueden leer, aquí):

 

“Se entiende por "coherencia cardiaca" como el buen funcionamiento del "cuerpo" y la "mente", del cual sirve para "intensificar" si se quiere los "momentos espirituales más intensos del alma", conectando de este modo el cerebro con los "péptidos" propios del corazón tales como el ANP, ANF, y la ANH, todo ellos concebidos como "neuromoduladores" (citoquinas, de las que encontramos la CK, CK-MB o BNP,) esto, con el "grado" de conseguir una "conciencia inteligente" que bien entraría dentro del concepto de "amor" o de caridad (ágape) que bien se pueden conseguir a través de "pensamientos internos" (silencio interior), como las "ideas positivas y espirituales puros". (Ver, Jorge Tartaglione, su texto "El cerebro que late: El misterioso diálogo entre el corazón y el cerebro"), en suma, estos órganos no están allí para funciones básicas, sino que permiten construir entonces un "diálogo permanente de emociones" como de decisiones malas o buenas cuando se trata además de cómo nacen tus deseos, pasiones, y demás en el seno del "interior de tu alma".

 

En otro estudio se destaca que la “espiritualidad”, es un elemento de la “sabiduría” pero lo ponen en un índice muy bajo, cuando es el más importante, teniendo en cuenta que en su mayoría, la empatía, el altruismo, el sentido de justicia, y la compasión, también tomado como “rasgo de personalidad”, lo hacen reluciéndolos a la biología (cuerpo) y a la mente, pero no a alma, no teniendo nada que ver el componente religioso, sino que supuestamente humilde, cuando en última la definición no la comprenden en su totalidad, en su "integridad". (vease, Jeste DV, Thomas ML, Liu J, Daly RE, Tu XM, Treichler EBH, Palmer BW, Lee EE. Is spirituality a component of wisdom? Study of 1,786 adults using expanded San Diego Wisdom Scale (Jeste-Thomas Wisdom Index).

 

Se presentan estudios si estar "solo", o no, se puede ser mayormente sabio o no, y esto no tiene nada que ver con el concepto verdadero de la sabiduría y ni siquiera de la "humana" ahora sí que menos con la "divina" o la "plena". Si tomamos a varios de los monjes que habitan en los "monasterios" del Monte Athos (en Grecia), estos, podríamos decir que “voluntariamente” han querido llevar una "vida en solitario" (aunque en convivencia, “stabilitas loci”, conforme a unas reglas), podemos disponer de su “pysche” cuentan con mayor “felicidad” (en PubMed, pueden encontrar varios de estos estudios hechos a "hesicastas") que muchos que andan por ahí diciendo que lo son, o aquellos conocidos, amigos de parranda o de lujuria. Señores, la “sabiduría” va muchos más allá de los valores que queremos medir humanamente, comenzando que no está estatuida en una humildad acomodable como la académica, profesional, personal, sino que es “integral” (holística), mirada como un todo, (véase, Grossmann, I., Gerlach, T. M., & Denissen, J. J. A. (2016). Wise reasoning in the face of everyday life challenges. Social Psychological and Personality Science, 7(7), 611–622).

 

La “sabiduría” visto como un “don” o analizada como del desarrollo humano, para ejercerla es claro que se necesita de los órganos (cuerpo y su biología), de una buena salud pero sobre todo del cerebro, y con ello una mente propositiva, pero más que todo de la información proviene de los que son “puros de corazón” para los "conocedores infusos", por eso que sea dado y por ello que no sea entendida “racionalmente” (adquirida), y es que no todo el mundo la tiene, es la relación entre corazón-cerebro la que hace muy importante ejercerla como eje, para poder dar un "juicio correcto" dentro ya sea de la "sabiduría": i) humana, ii) divina, o iii) plena, en sí son los "latidos del corazón", y su "buen funcionamiento" lo que tiene que ver con los “funciones cognitivas” y sus decisiones, tal como no los describe el Rey David (Salmo 90:12) o el mismo Jesucristo en su Evangelio (Mateo 5:8) tornándose como un “funcionamiento” que es “ejecutivo” dotado como "superior" en cuanto al ritmo coronario y el razonamiento inteligente en el “tono vagal cardíaco” (véase,  “A Heart and a Mind: Self-distancing Facilitates the Association between Heart Rate Variability, and Wise Reasoning” by Igor Grossmann, Baljinder K. Sahdra and Joseph Ciarrochi in Frontiers in Behavioral Neuroscience).