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24 de marzo de 2024

"FE" SIN "OBRAS" ES UNA "FE MUERTA": UNA DEFENSA AL "SINERGISMO"


Mario Felipe Daza Pérez

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"Con mis obras te mostraré mi fe; la fe sin obras no tiene valor, está muerta"- Santiago 2:14-26

"Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" - Mateo 16:18

Uno de los grandes problemas de los llamados "protestantes" y cualquier de sus innumerables denominaciones (se cree que existen más de 30.000 sectas), incluyendo los "independentistas" (de aquellos que dicen no ser parte de ninguna de ellas ni de la "Iglesia") es creer que la "fe" (conocido como la teoría de la "sola fide") en sí solo "salva", peor es el presuntamente creer que con decir que existe un "Dios" ya es suficiente, o que no hacer ningún mal a ninguno ya estás redimido, aún sabiendo que esta "virtud teologal" no viene por sí misma, ya que no se trata de “quererlo” ni de “creerlo”, porque así no se consigue, esta se da por "regalo divino" (igual que la “castidad” a pesar de no ser infuso), es decir porque lo ha puesto en tu corazón, solo de este modo se acrecienta o se reduce según las condiciones que tenemos en la vida, y demás circunstancias, por eso que nos toque estar prestos, vigilantes y perseverantes en “nuestros comportamientos hasta el final”, para que no se nos sea quitado, porque no son "actos de fe" únicamente, -voluntad- (estiramiento de la falange de nuestro dedo), si no de "fe" entendida en sí misma (estiramiento del dedo por parte de Dios), es una "doble condición".

Este "error herético" del expresar que solo la "fe salva" es una “aporía” extendido por casi todos los “protestantes”, pero no por culpa de ellos mismos del todo, sino de sus originadores como lo fueron Lutero (este, le agrego la palabra "solo" o "allein" -en alemán-, precisamente al pasaje de Romanos 3:28 para justificarse que sin la ayuda de las obras de la ley, sólo a través de la fe" se salvan cuando en la versión original, es decir, la "septuaginta" no aparece esta alusión) y también Calvino, y demás personajes que conllevaron a la "mal interpretación" de la "tradición católica", en lo que respecta a la "teoría de la salvación" del cual nosotros seguimos una línea entorno a lo que ya ha definido la "Iglesia Católica" (en cualquiera de sus ritos, véase el "Concilio de Trento") como en la bifurcación de no solo de la "gracia divina", sino de la "cooperación" que hacemos dentro de la "libertad humana" dejando un poco aliviado el tema de la "predestinación", que también es bastante aceptada por los "hijos rebeldes" o como le llaman “hermanos separados”.

Al contrario de lo que se piensa que es el "monergismo" del cual sólo Dios es el que desea quien o no tiene la "gracia santificante" (como si se tratara de una “azar”) que bien lo puede hacer pero no es su “disposición”, ya que no está dentro de sus “planes” u "órdenes" divinos ni en la "composición de las escrituras”, esto mirado desde una interpretación sistemática y teleológica, es en últimas el “ser humano”, quién después de habérsele mostrado el "camino" (en la vida pública y vía crucis de Jesús) es el que debe tomar la “voluntad” (gnómica) de “seguirlo” o no, indistamente de que tenga la “fe infusa” o no, derivado de esa "libertad" de seguir la "cruz" a pesar de ser ya advertido.

Es entonces la "cooperación" un "concepto" importante dentro de la continuación de la “redención”, y del que va aneja a la "libertad del ser humano", de seguir o no el camino trazado por Cristo (viacrucis), en el "cargue de esa Cruz" que significa ayudar al “plan” que no viene solo por la "gracia santificante" (de este modo, el "cristano es otro Cristo", “Chirstianus alter christus”), que si bien lo puede hacer por él mismo no es el fin del Señor (como hemos visto en el Evangelio), sino quiere que nosotros también pongamos de nuestra parte, por tanto, entendemos la “fe”, una "infusamente" concedido, o entregado por "regalo divino", pero que en últimas toca “colaborar”, (existe entonces una "sinergia"), u otra que por “solicitud” te es “allegada”, sea lo uno o lo otro somos plenos "colaboradores" de los “objetivos trazados” (1 de Corintios 3:9), es por tanto necesario seguir la "comunión" con Dios, es decir, en esa "unión mística" para poder "perseverar hasta el final".

Según "Lutero" de nada sirve "creer" en Cristo si el “creador” no ha decidido imponer la "fe" en ti (le llama "justicia imputada", ver, “Luther´s Works”), pero esto no es cierto del todo, porque se puede realizar "actos de fe" (en búsqueda de esa “gracia”, del cual el Señor no se niega, si se busca con “plena devoción”), por tanto, es mendaz decir que la "sola gratia salva”, porque puede que en el sentido contrario la tengas, pero no la practicas, es por ello que sea necesaria las "obras" para saber si realmente la estoy ostentando esa “virtud”, que es verdaderamente entendida en la “práctica de la fe”, situado en la activación de esta valor, de allí que muchos "protestantes" caigan en ese error recurrente, y por ello que terminen de hacer lo que les venga en gana por presuntamente tener "fe" o por "creer" (cuando sabemos que hasta el "demonio" también lo hace y de eso no se trata). Es hasta peligroso y se puede considerar una "tesis gnóstica" del cual pretender conocer la palabra de Dios “libremente”, te da por sí un "boleto seguro" a la “salvación” y no es así ya que para conseguirlo debes además estar libre de todo vicio, faltas, pecados y sobre todo lleno de “buenas obras”.

De este modo, puede que alguna persona tenga "fe" en alguna parte de su vida, pero puede que en otra no, por lo general algunos (hasta monjes) les llega la acedia o aridez, lo que hace es volver “defectuoso” esta virtud, igual como pasa con la caridad y la esperanza, que van en conjunto con las primeras. Entre los muchos amigos, que tenemos, o piénsese en los artistas recién convertidos que dicen creer en Cristo, pero no hacen nada por reparar los daños ocasionados, siguen con la codicia, arrogancia, no practican actos de piedad, tampoco son compasivos, y lo peor es que creen que Dios, es el de abundancia, el de la materia, cuando él ha sido claro que su "reino" no es de este mundo (es espiritual), es decir, de lo nada que ofrece este terreno es "salvífico" (en cambio si en la Nueva Jerusalén), bajo estas circunstancias, la prosperidad es únicamente "mística", indistintamente de la suficiencia que tengas en esta vida para alcanzar la "santidad", pero parece que esto es muy difícil de entender por parte de nuestros “hermanos en Cristo” o más bien “hijos rebeldes” del catolicismo.

¿Pero qué significa obras? No es dar, únicamente, en estos casos limosnas, y hacer de la fe lo que uno quiera, o una creencia de supermercado, no, sino que se trata de la "práctica de las virtudes" que en las "Sagradas Escrituras" dice de que se trata y cómo aplicarlas, como por ejemplo lo puede ser el perdón, el arrepentimiento, el ser humilde, manso, prudente, y todo ello, va en conjunto con la primera “virtud teologal” determinada como el “sinergismo” que es impuesta infusamente por nuestro creador, pero para que se pueda activar o inflar se necesita de nuestras “prácticas diarias” (hesicasmo), sucede parecidamente, como cuando tenemos un carro de último modelo en nuestro garaje pero nunca lo sacamos, y por tanto con el tiempo se va pudriendo sin nunca haberlo conducido ni acomodado a su camino, es decir a nuestra cruz.

Cuando efectuamos una “penitencia”, no lo hacemos como un fin en sí mismo, sino como un "medio" para la "gracia santificante", lo mismo cuando nos "mortificamos" para estar en plena conexión con Dios (piénsese de la Cuaresma o la Semana Santa), ya que nos vuelve a nosotros por amor (don del Temor), y son todos estos "ejercicios espirituales" (ascesis) los que nos lleva, a edificar la Casa, porque de vano será hacerlo si el Señor no está en esa construcción (Salmo 126:1), como cuando hacemos un "ayuno" pero simplemente para "bajar de peso", pensemos en el caso de Eliseo (en 2 de Reyes 2) que solicitó un “deseo” pero pensando en sí mismo, y sin humildad (buena obra) dando como resultados que los "frutos activos" de esa "gracia santificante" no estaban en consonancia para ese momentos con la “fe”. En resumen, ¿de qué nos vale decir que somos personas virtuosas? Si no lo practicamos, con mansedumbre, con esperanza, que son las acciones de cada día.

En el libro titulado "pseudo-ambrosio" (Ambrosiaster) que se tiene conocimiento a partir de Erasmo de Rotterdam con "interpretaciones" sacadas de contexto a partir de las "cartas" escritas por San Pablo, cuyo autor es "desconocido" (anónimo), pero que de "mala fe" se lo atribuyen a San Ambrosio de Milán, pero que sin duda fue escrita por un protestante (asociado al "pelagianismo") poniendo a Dios (muy indulgente), de la cual en uno de sus apartes se expresa que: "Solo por la fe, uno es libremente perdonado de todos los pecados y el creyente ya no está obligado por la Ley a merecer buenas obras”.

Hermanos/as, la "obra" nos muestra como “práctica” si tenemos “fe” o no, y no solo eso, sino que también que tanto (es un indicador), lo divergente a ellos, sería tener "actos de fe" que es el de "creer" o "solicitar creer" pero aun sin la existencia de una "gracia santificante", es decir, sin estar aún Dios en tu corazón, tenlo por seguro, que aparecerá con el tiempo el segundo elemento, que bien es consustancial al primero pero por sus efectos o consecuencias, y no porque sea otra “virtud teologal” ya que este se muestra con el corazón arrepentido, humillado, esperanzado que tenemos de "amar a Dios y al prójimo" (como a ti mismo) y allí sí que veremos que esa persona X o Y tiene "fe" pero por las "obras" que ha hecho, y eso es lo que lo demuestra, sus "hombros", su "bíceps" y no las "máquinas de entrenamiento" (es decir, caridad, paciencia, mansedumbre, gratitud, limosnas, alegría, obediencia, paz, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad, templanza o moderación, siendo no estas las únicas, sino una lista abierta achacada a todo lo que sea "virtud cristiana", misericordiosos, piadosos, compasitos, justos, véase, Gálatas 5:22-23). 

Está claro entonces que se debe pedir siempre "fe" o mayor "fe" aunque la tengas “infusamente” y esto se hace únicamente por medio de la "oración" y los “medios” para conseguirlo (que no son otros que el ayuno, mortificación, penitencia, etc) ya sea para recibir la "gracia santificante" o bien el "aumento" de la misma, visto, como “regalo divino”, tal cual como acontece con la caridad, esperanza (teólogamente hablando) pero también con "obsequios divinos", como la continencia o la castidad, que son "dones" sobrenaturales y no terrenales del cual la “gente del mundo” no lo quiere tener, por parecerles “inmateriales”.

¿Cómo ser realmente cristianos? Pues, muéstrame tus “obras de misericordia” (o como le llama San Benito en la "Santa Regla": “principios del arte espiritual”) y te diré si lo eres. Pues, de nada te sirve decir que Abraham es tu “padre” (Mateo 3:8) sino me lo demuestras, cumpliendo los “mandamientos” (Mateo 19:17) o las “buenas obras” (Mateo 5:16, Timoteo 6:18-19, 1 de Pedro 1:17, Apocalipsis 2:23 y 20:12 o Santiago 1:22), de esta forma hasta los “muertos”, o como lo conocemos "almas purgantes" son "juzgadas" según las "obras" realizadas según esa "fe" que tuvieron en vida, es un "acto-condición" de lo uno y lo otro, mejor dicho lo "accesorio" sigue a lo "principal" y esta es la justificación inclusive que podemos encontrar en los Padres y Doctores de la Iglesia, entre ellos en San Agustín o Santo Tomas ("fides caritate formata" a diferencia de una "fides informis") y de toda la "escolástica".

Si revisamos el texto de San Agustín, titulado "La fe y las obras" en su punto 14.21 este indica que (e inclusive de forma más rigurosa):

"La fe sin obras no basta para salvarse. Entremos ahora en una cuestión que deben tener muy clara los hombres religiosos, para que no pierdan su salvación, por una falsa seguridad, si piensan que para salvarse les basta la fe, pero descuidan vivir bien y caminar con las obras buenas por el camino de Dios. Porque también en tiempo de los apóstoles, al no entender algunas frases difíciles del apóstol Pablo, algunos interpretaron así: Hagamos el mal para que venga el bien, puesto que había dicho: La ley se introdujo para que abundase el pecado, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia".

Resulta diáfano que nadie se “salva” por los meros "actos de fe" y quien realmente tiene la "fe" si o si, conlleva las "obras", es decir, no existe una "fe sin obras", de hecho, esto debe ser tomado como un “indicador” sobretodo por los “protestantes”, para saber que algo anda mal. Por ejemplo, si soy llamado un presunto "devoto" que me levanto a las tres (3) de la mañana a orar, voy al culto todos los sábados o domingos, pero trato mal a mis empleados, soy codicioso y arrogante, cómo podría decir que tengo la "fe verdadera", la "infusa", si con mis obras estoy haciendo otra cosa que no es propio del "Espíritu Santo", es hora de examinarse (realizar "examen de conciencia") y corregirse para ver si Dios te entrega el “regalo divino”, y no ser "autoengañado", porque ese mal que puede venir del "enemigo". La "salvación" por tanto, no viene de nosotros mismos, o por “capricho”, solo por creer que existe un Dios (porque si es por eso, los demonios también creen), pero no hacemos nada por él, cuando la "fe” no es “activa" (Efesios 2:10) que bien se expone con "caridad" y la práctica de las "virtudes", y es así como se conocerá realmente quien la tiene o no (Gálatas 5:14), es decir la "justificación" de la "gracia santificante".

Lo curioso de todo esto es desconocer que el "creador" de esta nefasta "teoría" se siga “justificando” por incautos, cuando los "Padres y Doctores de la Iglesia" entre ellos en San Agustín (quizás tomados por su arrogancia a la contradicción a los "dogmas de fe", o la versión de otras religiones como el judaísmo donde si lo creen, el Islam con el término del "barakat" u oriental con el concepto de "kripa" conseguida sin "esfuerzos personales"), han mal interpretado, cuando este mismo indicaba que la "salvación" de dicha "gracia" es únicamente por "fe" entendiéndola en las "obras" (vease la “fe y las obras” en su punto 14.21 ya citado) centro en la “morada” del "Espíritu Santo" del cual te va ayudando con el tiempo a conseguir dichas "virtudes", prácticamente "sin tanto esfuerzo" de nuestra -voluntad-, no solamente por la "gracia" sino requerida de una "transformación" por parte de nosotros, los "pecadores" en camino a la "santidad", en cumplimiento con los mandamientos, y deberes, tomando los “sacramentos en serio”, que de por si dan la "gracia” automáticamente hablando si se llegan a practicar con “devoción”, por ello que sean "inseparables" a la "santificación".

Es la vida llevada con una "devoción cristiana" en "sacramento", en "virtud" la que “salva”, porque con esto sabemos que tenemos “fe” en Dios (don del temor), es decir, consolidada en una “fe activa”, de “acción”, de “obras”, no de “tradición”, “porqué me lo dijeron”, lo “interprete así”, o “porque el otro lo hace”, es llanamente conseguido desde la "vida consagrada”, esa que es "sacramental" la cual lleva a la "salvación" y ese ha sido el fundamento de la "religión católica" (en cualquiera de sus ritos, incluyendo la oriental, como la rusa o griega), de allí que esta sea únicamente la verdadera Iglesia de Cristo, la fundante, cuyo “cuerpo místico” la conformamos todos nosotros.

17 de marzo de 2024

LA "ESPERANZA" NO ES AMAR EL DESTINO (AMOR FATI) NI SER INDIFERENTE (ADIAPHORA) ES TENER "CONFIANZA EN DIOS"


"Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí"- Pablo de Tarso

"Estamos salvados, pero todo es esperanza. ¿Quieres ver lo que esperas? Ya no sería esperar; porque, ¿puedes esperar lo que ya ves? Esperemos, pues, sin ver, y lo tendremos, si nos mantenemos firmes" - Pablo de Tarso

"Un mundo que tiene que crear su justicia por sí mismo es un mundo sin esperanza. El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia"- Benedicto XVI

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Mario Felipe Daza Pérez

Tener "fe", es tener "confianza", amor, pero en Dios, no en ti mismo, no se trata de amar el destino (amor fati), ni de ser indiferente (adiaphora), es algo que nace más allá de nuestras fuerzas, como "virtud teologal" que va unida a su vez a la "caridad" pero de aquel que tenemos por un "ser superior", por ese deseo de disfrutar la "visión beatífica de Dios", dentro de la "paciencia", de la relación misteriosa con el Señor, del cual va en contra del apego, flojera, ira, desaliento, desanimes, tristeza, presunción, desesperación, etc, en "combate" por esa devoción del "trinomio" de la fe—esperanza—caridad que bien van de la mano como "perseverancia" de las cosas, de este modo no puede haber "fe sin esperanza".

Estas "virtudes" (son excluyentes) no le pueden faltar un "elemento", todos van en consonancia, ya que se mira como un regalo entregado por el Señor para nosotros por el resultado de estar en "gracia" conforme a esa "lealtad" para con el (que según la "religiosidad pagana greco-romana" se representa con las deidades "elpis", "pistis" o "fides", los primeros mencionados por Plutarco se llamaban "elpistas"). Si seguimos al teólogo Jürgen Moltmann (1964), que a su vez fue iniciador e investigador de estos temas entre ellos el de la "esperanza" del cual trato diferenciar sus "categorías" (leer sobre "psicología positiva"), como "confiada", "sufriente", "alegre", "vigilante", "escatológica" (veamos también la "carta encíclica" del Papa Benedicto XVI, llamado "Spe salvi") todos estas —características— están relacionadas intrínsecamente con la "fe", ligado a su vez perfectamente al "conocimiento de Dios" que es único.

Puede ser que el "sentido" de la "esperanza" vaya de la mano con esta "fe" que vemos de ser "salvados", en esa "confianza en Cristo", esto, para no caer en "desánimos", ya sea por nuestras "inseguridades", "miedos", "infortunios", "adversidades", por ello que debamos vivir "abandonados" pero tambien "confiados" en la "Santísima Trinidad", ante su misericordia, piedad, reparo, de esto que digamos que desde el plano corporal o el nivel "psicosomático", el estrés, la depresión, impaciencia, por tanto el "suicidio" son varias de las consecuencias de estos "fallos", que no arregla el "problema" sino que son el "resultado" por "no saber esperar", y tampoco por "no adoptar las acciones correctas", visto más bien como una "visión pelagiana" de las cosas, que nos impide "santificarnos" ya que pretende "progresar" sin la "ayuda divina de Dios" (con mera "psicoterapia"), y ese es el "discurso erróneo" que nos quieren vender los de la "nueva era" los autores de las "autoayudas" y los del "mindfullness" o los muchachos/as de la "meditación".

De esta manera, nos toca tener "esperanza" si o si, "confiado en Dios" que es quién nos va a "salvar", pero también debemos poner de nuestra parte, utilizando y haciendo uso de los "medios" o "sacramentos" que nos coloca Cristo en bandeja de oro o de la "vida eterna", con tal de "salvificarnos", como lo son la misa, eucaristía, confesión, etc, no vale solo entonces decir que "existe un Dios", y por eso creo, sino que nos toca también "obrar" conforme a esa "fe", de lo contrario nos centraremos en la "soberbia", "orgullo", "vanagloria", "codicia" que es contrario al "progreso espiritual". De este modo, orar, mortificarse, ser caritativo van de la mano, como "actuares de misericordia corporal-espiritual", pero que sin la "ayuda externa divina" es imposible conseguir, por hecho, es un "error herético", que siempre hace caer por lo general los "protestantes", perdiendo de por sí su propia "gracia" evitando los "actos de piedad" tomado como "justicia" o "caridad".

No podemos esperar tener un "Dios bombero", o del "último momento", o estando moribundo para buscarlo, pensar así es contrario a la "fe" y a la "esperanza", y he ahí que, sí que no nos perdonará el Señor, tampoco lo será escatimar el "no reparar" y hacer siempre lo que nos venga en gana, recuerden que su "espíritu" lo sabe todo, y sabrá de nuestras intenciones ocultas, de lo que hacemos o no, conforme a los "actos" realizados en vida. Lo que hacemos es "autoengañarnos" por tanto, "autosabotear" el "proceso" de nuestra "salvación". Jóvenes, tengamos la "esperanza" de Job, que es un ejemplo a seguir, que bien tuvo ante los "desafortunados" momentos "desgraciados", en lo material: ya sea en la salud, o los sufrimientos, pero que, en últimas, si analizan, siempre apelo a lo espiritual a esa "abandono", de la "fe", como "medio de redención" que a lo largo de su "tragedia" Dios terminaría aumentando sus "bienes" y "gracias".

Ya decía San Agustín en el Sermón 157.4:

"En efecto, aunque aún no haya llegado la plenitud de nuestro gozo, no por eso nos ha dejado ahora sin gozo alguno, puesto que estamos salvados en esperanza. Por eso, el mismo Apóstol que dice: Si esperamos lo que no vemos, por la paciencia lo esperamos, dice en otro lugar: Alegres en la esperanza, pacientes en la tribulación. Teniendo, pues, tal esperanza, vivamos con gran confianza, y nuestro hablar en gracia esté sazonado con sal para saber responder a cada uno según convenga".

La "esperanza" siendo entre las tres (3) virtudes teologales la más "escondida" es tan importante para la "salvación" que requiere la suma de otros valores, como las que ya hemos mencionado pero que va junto a la "fe" y la "caridad" (qué se debe creer, qué se debe esperar y qué se debe amar) y por supuesto a otras "cardinales" o no que hace que sea "robusto" su "condición", por ejemplo en conjunto con el de la "paciencia" de algo que deseamos que sea entregado como lo es la "felicidad eterna" del cual se consigue aquí "infusamente", indistintamente de los actos que hagamos para obtenerla como los de la "piedad" (que se practica con "askesis"), porque es un "regalo" como podría ser la "castidad" o la "continencia" de Dios para nosotros, pero que a su vez se hace necesario obtenerla para la "salvación", en ejercicios permanentes espirituales.

Si nos vamos a las "filosofías paganas" entre ellas la "estoica" y por consiguiente la que estima Nietzsche, algo que debemos tener claro es lo que se conoce como "amor al destino" (amor fati) del cual sugiere "abrazar" de cualquier forma los acontecimientos que te sucedan, pero de forma "indiferente" (adiaphora), es decir, indistintamente de lo que acontezca debes siempre avanzar moral-materialmente, a pesar de ello, pero sin tener en cuenta una "divina providencia" de los sucesos, puede que la noción que llaman del "eterno retorno" (uroboros) este plagada para los primeros con una visión "panteísta", si para el segundo de "ateísta", del cual se determina que todo se "devuelve", en todo caso siempre será vista como una versión "atea" de las cosas, o al menos "camuflada", de allí que estos hablen del "amor fati", sumando a la visión del "superhombre", asociado más bien a su vez a ser "autodioses", y del "nihilismo", como del "escepticismo" (recordemos a los académicos, atomistas o a los pirronistas) lo que se quiere construir es desvanecer la moral cristiana y construir una propia, en el sentido "antropocéntrico", pero con "actives" (kathekon, como "acción concreta") no como tristeza, o desesperanza, pero que es distinta a la "concepción de Cristo" por supuesto centrado ahora a valores presuntamente "seculares".

Para su "edificación" los "valores comunitarios", según la ciencia los "solitarios" frente a estas escenas se evidencia una "disminuida" relación de la "corteza insular anterior", del cual deteriora la "confianza" o la "esperanza" (J. Lieberz, S. G. Shamay-Tsoory, N. Saporta, T. Esser, E. Kuskova, B. Stoffel-Wagner, R. Hurlemann, D. Scheele, en "Loneliness and the Social Brain: How Perceived Social Isolation Impairs Human Interactions", 2021), pero lo que pasa es que una "concepción" de este tipo, ya sea cristiana ortodoxa, tradicionalista, o devota" no pasa esto esto espiritualmente hablando, debido que no se sienten en este "estado" material, sino de que su relación está estrechamente ligado para con Dios, por ello es que se sientan tan llenos, en esa unión unitiva, mística, del cual reduce las enfermedades de la mente y cura del alma.

Como vemos, si o si, la "esperanza cristiana" (distintas a las paganas), pide, un aumento, para no es un "hábito" por construir, pero mientras que llega, podemos "cultivarla" con la oración (que es la "escuela principal", junto con el "sufrimiento" y la "lucha", tal como le sucedió a San Pablo, Job y otros apóstoles, siervos, y demás), y la penitencia, como el "ayuno" o la "mortificación" (visto como "deseo"), en este caso las "almas purgantes" se muestran "esperanzadas" (Macabeos 12,38-45) en ver la "unión beatífica con Dios", como la estamos nosotros de "salvarnos", o llegar a la "vida eterna", pensemos en esa esperanza de Abraham, que puso toda su confianza en Dios, a pesar de las trabas que tuvo en el camino, cuestión que no contemplan escuelas racionalistas, y entre ellas las greco-romanas, como la "estoica" (tomado del "cinismo") del cual discuten sobre la "indiferencia" (adiaphora), al igual que Nietzsche (ver la "Gaya ciencia" o en "Humano, demasiado humano") , con el concepto del "amor fati" pues que no es dado, conseguir la "búsqueda de la verdad", o "interior espiritual".

Ahora, si mantenemos una actitud del que nada nos interesa, y que estamos "destinados a algo" y que por tanto vamos a morir es vacía y peligrosa, ya que la esperanza del "seguidor de Cristo" (Chirstianus alter christus) es otra, además de ser una "categoría virtuosa", es un "concepto infuso", pensemos en el ejemplo de los tristes sucesos de la Santa Edith Stein (campo de concentración), al fin Cristo es nuestra "esperanza" nos toca esperar (paciencia) sea bueno o malo por ahora, según la mirada terrena o humana. Nos gustaría compartir una oración sobre la "esperanza" y el "abandono en Dios", en esa "Ciencia de la Cruz" que tanto siguió la Santa Teresa Benedicta de la Cruz que fue "asesinada" por los "nazis" en la cámara de gas, del cual murió "esperanzada" y "confiada" en la "salvación eterna" para que lo tengan en cuenta:

"Oh, Santa Teresa Benedicta de la Cruz que hiciste de tu sed, de verdad una oración continúa intuyendo que quien busca la verdad busca a Dios, ayúdanos a buscar siempre de la verdad abandonandonos en Dios, intercede para que podamos confiar la esperanza en el Señor, tu que la encontraste en la Ciencia de la Cruz, haz que nosotros también seamos iluminados de la luz que emana del misterio de la Santa Cruz".

Los que "confiamos" en Dios, estamos "esperanzados" no solo en salvarnos, por eso nos "abandonamos" en el pero con "perseverancia" (no somos pasivos), esto, ante cualquier amenaza, zozobra, tribulación, adversidad, y demás, porque él siempre nos dirá que camino a seguir (Salmo 32.8), tal cual se concibió en Abraham, Moisés, Noé, etc, en "búsqueda de la verdad" a diferencia de esa "esperanza falsa" que nos dicta los "estoicos" y los "cínicos" o la "filosofía nietzscheana", que eran inerte para lo "espiritual" a diferencia de la "sustancia" de esperar algo a cambio en el "aguante" -ante esa indiferencia- de un negocio que va más allá de la esfera de lo místico o "unión unitiva", sino al poder, a la riqueza, o a la misma materia, que en última es un "castillo de naipes" construida en una montaña de barro.

Ya dice Benedicto XVI en su carta encíclica "Spe salvi" en su punto 27, determinándolo esta "esperanza" como una "fe en progreso" siguiendo a Bacon (Ver, la nueva Atlántida):

"En este sentido, es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (cf. Ef 2,12). La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando «hasta el extremo», «hasta el total cumplimiento» (cf. Jn 13,1; 19,30)".

Nuevamente, desde el "plano neurocientífico" tenemos que la "esperanza" está ligada al valor como la "bondad", y la "empatía" conforme a la "cooperación" y a la "observancia" de "reglas" (Fermin, A.S.R., Kiyonari, T., Matsumoto, Y. et al. en "The neuroanatomy of social trust predicts depression vulnerability", 2022), el problema no solo está en el "abuso de confianza" como cuando creemos que Dios nos perdona todo porque somos sus "hijos", sino también en la "falta de confianza", ambas dañan la mente y el alma, en lo primero con depresión, ansiedades, y lo segundo, en la tentación, pecados, o vicios. De esta manera, la "confianza" es "genética", al menos en un 33%, es decir, es heredable en este porcentaje (aprox), de lo que implica que entre más "esperanza" mayores beneficios, de cualquier tipo, y entre ellos "comunitarios". (University of Technology Sydney en "Unravelling the genetic and environmental influences on trust", 2024).

Bajo este "contorno" toca evitar el pecado de la tristeza o asedia asociado a la "desesperanza" como dé lugar, tal cual como lo es la incredulidad, ya que esta se funda entonces, evidentemente, en la "falta de esperanza" contraria de la confianza en Cristo que debemos tener. La otra cara de la moneda sería la misma "arrogancia", "resignación", "pereza", "aridez", etc. La "desesperación" presupone aquí la esperanza de tener ya esos bienes espirituales de antemano, e incluso material cuando ya conseguimos consolidar los medios o gracias para embaucarnos en la "santificación" ex ante. Ya decía San Agustín, "Aquello que no anhelamos no puede ser objeto ni de nuestra esperanza ni de nuestra desesperación" (Ver, Svensson M. ¿Adiaphora en San Agustín? Traditio. 2010; 65:31-46), de allí que nuestra "esperanza escatológica última" como lo menciona el teólogo Moltmann no sea otra que la "resurrección" como final dentro de las promesas de nuestro Salvador.

10 de marzo de 2024

LA PRÁCTICA DE LA "OBEDIENCIA": NO SE TRATA DE "OÍR" SINO DE "ESCUCHAR"


"¡Oh, virtud de la obediencia, que todo lo puedes!" - Santa Teresa de Jesús

“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.- Hecho de los Apóstoles 5:29.

"Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura".- 1 Timoteo 4:8

“Hay que obedecer a tres: Dios, los padres y la ley”- Proverbio italiano.

“Hace falta saber obedecer [escuchar] para saber mandar”- Solón.

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Mario Felipe Daza Pérez

En una entrada anterior habíamos comentado que la "piedad" no era tener "lástima" sino ser "obediente" es decir, cumplir con los preceptos de Dios y sus mandamientos, por ejemplo, alejarse del mal, tratar de ser virtuosos, orar, recibir los sacramentos, retirarse del mundo, negarse a sí mismo, leer la vida de santos, hacer ejercicios espirituales (askesis), meditar, etc, es una "piedad práctica" que se refleja con este “obedecer”. Es esta "virtud" las que nos lleva a la "organización" de la vida ya que al "saber escuchar" mas no "oír", fomenta la "educación", "aprendizaje" y demás garantías en el "crecimiento espiritual" y su "superación".

“Obediencia” no es “sumisión”, es “saber escuchar”, atender los “consejos” de los demás, o las “órdenes” de sus “autoridades”, de los “padres” o de quien “sabe”, por tanto, el “obedecer” siempre implica “cumplir”, sin queja. No en vano desde la ilustración, idealismo y la revolución francesa, -en su versión antropocéntrica- (poder del Yo), muchos pensadores, entre ellos Nietzsche (ver, Amanecer), o los del Círculo de Jena, no tenían por “fiar” este “valor”, más bien daban por determinado que la “mente” (psique) era un poco “perezosa” para “ejecutarla, lo mismo pensaba Goethe como algo “intolerable” junto con la “castidad” o la “pobreza” (ver, Götz von Berlichingen) o Schiller, describía que solo era un “deber” del cristiano, y que era “ciega” (ver, La lucha con el dragón) o simplemente una “ignorancia” según Montesquieu (Ver, sobre el espíritu de las leyes) como Marat y muchos influyentes más de la “edad contemporánea”.

Puede que en la “literatura”, como en la teología, se utilice como "sinónimos", el "arte de escuchar" con la "oída", como cuando también se hace con el término de "piedad" y de "misericordia", pero son nociones que no significan lo mismo para los “aspectos conceptuales”, pero puede que sí sea nociones "pragmáticas útiles “para dar una explicación de lo que queremos transmitir, en este caso, cuando decimos que solo estoy "oyendo" música, lo entendemos como el "no estar prestando atención" al sonido que emerge de ese “reggaetón” vulgar que está vibrando de X o Y parlante, mientras que si digo estoy "escuchando" no solo estoy "recibiendo" lo que me dice el "interlocutor", sino que también me fijo en sus palabras, comportamientos, oraciones, opiniones, o "consejos" con el fin de "aplicar" o "ejecutar" esa “piedad” en el "linaje” de la “observancia".

Las personas que siguen a Dios por lo general "obedecen", es decir, “saben escuchar”, todos los hacen, inclusive si “observan”, la "creación", el "universo", la "naturaleza", todo ello, es originado en “obediencia” a este "creador supremo". Tendemos a tener “acatamiento” no solo en “cumplir los mandamientos”, sino también las leyes y demás normativas que se expidan, rigiéndose todo bajo una "autoridad" de “sujeción”, ya sea, celestial, filial, estatal, paterno, familiar, social, etc. Es así que encontramos dichas "obediencias" en el aspecto religioso en las llamadas "órdenes" como la del "Carmelo", "benedictina"..., y dentro de ellas unos "votos" o "promesas" (castidad o pobreza), del cual constituye una "obediencia” sobre la "obediencia debida" (ver al respecto Confesiones de San Agustín o Introducción a la vida devota de San Francisco de Sales).

Si bien la "obediencia" y "piedad" van de la mano, también está vinculado con el "don del temor de Dios", pero no por “castigo”, sino por "amor", es decir con "caridad", de allí que todas las “virtudes cardinales” o no, nos lleven a esta gran virtud, de la cual se resumen en la fe, como obras de esta, piénsese en el "obedecer" de los monjes al cumplir las "reglas monásticas", los súbditos o familiares, ante el "pater familias", en el cumplimiento del ejercicio de la patria potestad, de los empleados subalternos con su jefe-nominador, y así sucesivamente, hasta el "demonio" obedece, cuando lo "expulsan" de un cuerpo o lugar, en resumen, el "saber escuchar" hace parte de la "naturaleza misma" de las cosas, a pesar de las "desobediencias" que hemos tenido desde el "pecado original".

En el “cristianismo”, igual que en el judaísmo e islamismo, se “concentran” en la "obediencia" en este última religión se le conoce con el término de "ṭāʿah", es un "obedecer divino" (Sura, 4:34), pero también reflejada hacia los "gobernantes", "califas" e "imanes", y así sucesivamente, del que también está relacionado con el "don de temor de Dios" que le llaman "Taqwā" por el que se engloba un "entorno de vigilancia" frente a las faltas, vicios, pecados, etc, lo mismo podemos predicar de las órdenes mendicantes, o cenobíticas, como la "benedictina", la "cartuja", pues, su esencia está en la "obediencia" como la "santa regla" para “progresar espiritualmente”, pues quien no lo hace “perece”, de allí incluso que este "valor" tenga que ver con la "humildad" ya que nada vale serlo a “regañadientes”, o con "arrogancia", todo esto, debemos verlo con otro valor importante como lo es la "mansedumbre" igual como lo hizo Cristo en su "obedecer" hasta la muerte.

Para nosotros los “laicos”, debemos contar siempre con el valor de la "piedad" sumado al de la "obediencia", "mansedumbre" cumpliendo sobre todo algunas promesas, en cuanto a la "estabilidad", "constancia" o "perseverancia" en lo que hacemos que puede igualarse a lo que llaman "stabilitas loci", dejando de ser "errante", o "vago" en este caso aplicado a la "oración" y las "penitencias" y demás "sacramentos", mejor dicho, en el cumplimiento de la "vida espiritual", igual como la que tenemos para la "vida cotidiana". Para Santo Tomas en su texto "Suma Teológica" la "obediencia" lo toma como un "gran valor", porque proviene del "amor", no del "miedo", por tanto, del "santo temor a Dios", como "don" o "virtud", ya que lo que haces es "sacrificar" tu propia voluntad por la del Señor, es una "mortificación" en sí misma, la "voluntad" en este caso la estás "coartando" por algo/alguien superior o “divino”.

Son los llamados "consejos evangélicos" que se trata en el "catolicismo", que en verdad son tres (3), entre ellos la "castidad", la "pobreza" y por último la "obediencia" pero una "obediencia espiritual" que es la más rescatamos aquí, del cual debe ser "obligatoria" para poder "imitar a Cristo" esto, como fin de llegar a la "perfección cristiana", de allí que debamos hacer promesas temporales, o definitivas o votos, según las capacidades, virtudes y nuestra propias cruces, siempre en cumplimiento de la voluntad y mandamiento de las leyes de Dios pero siempre ceñidos a la "obediencia" propio de la "libertad del individuo" precisamente en contra de las "esclavitudes" (de vicios como el de la gula/lujuria) como “acto de fe” y sobre todo de "caridad". Es el “acatamiento" per se no solo ir muchas veces en contra de la "voluntad propia", sino que constituye en sí un "entrenamiento", en ese "ob audire" de aquel el "sometimiento" que es -libre- de lo que se "escucha, es por ello que constituye por sí solo una "virtud" que debemos perfeccionar constantemente.

Si nos vamos a los escritos de una gran santa que seguimos, como lo es la "benedictina-carmelita" "Edith Stein" o "Santa Teresa Benedicta de la Cruz", en lo que respecta su filosofía (ver, "bodas del cordero", escrito el 14 de septiembre de 1940) en este último texto decía:

"La santa obediencia sujeta nuestros pies para que no anden ya más por sus propios caminos, sino solamente por los caminos de Dios. Los hijos del mundo llaman libertad al no estar sometidos a ninguna voluntad ajena y a que nadie les impida satisfacer sus deseos e inclinaciones. Ellos quieren seguir sin estorbos al Espíritu de Dios y saben que los obstáculos más grandes no vienen desde fuera, sino que yacen en nuestro propio interior. La razón y la voluntad del hombre, que gustosamente quieren ser su propio señor, no se percatan de cuán fácilmente se dejan persuadir por la concupiscencia y se convierten en sus esclavos. No hay mejor camino para liberarnos de esa esclavitud y hacernos dóciles a la dirección del Espíritu Santo que el camino de la santa obediencia. En la obediencia es donde mi alma se siente realmente libre”. La auténtica obediencia no consiste solamente en la no transgresión externa de las prescripciones de la Santa Regla y de los preceptos y las órdenes de los superiores; tiene, más bien, que convertirse en una auténtica renuncia a la propia voluntad. Por eso, el que obedece no estudia la Regla y las Constituciones para descubrir sutilmente cuánta, así llamada, libertad se le permite todavía, sino para descubrir cada vez mejor cuantos pequeños sacrificios y oportunidades tiene cada día y cada hora al alcance de la mano para el crecimiento en la renuncia de sí mismo".

En el campo de la "neurociencia" y la "psicología" tenemos que el “ser humano” dentro de su "libertad" está hecho para "obedecer" ya sea en lo malo o lo bueno, en todo caso para "escuchar", los hábitos, placeres, indistintamente de cómo se moldee, fijado esto en “órdenes”, bajo varios experimentos realizados entre ellos el de Milgran (1963), o el de la prisión de Stanford, se pudieron registrar la importancia de esta "virtud", en el cumplimiento de las actividades por “ejecutar”, ahora, en lo que respecta en el “aspecto espiritual”, se debe hacer para cumplir la "voluntad de los mandamientos de Dios”, del líder, abad, guía, etc, de allí que este elemento está asociado con la "piedad", la "práctica de la virtudes" y demás penitencias, oraciones, deberes, ayunos, etc., en oficio al "santo temor del Señor" por "amor", es decir, por "caridad" especialmente hacia el "prójimo".

Cuando existen conflictos de intereses sobre todo “morales”, las personas que recibían "órdenes" en "descarga eléctrica", ejecutaban dichos "cumplimientos" sin importar si dañan a otros o no, esto, debemos tomarlo como característica que deviene de una "autoridad", o una ejecución normativa (en este caso jurídico-moral) y una posible controversia de la percepción del autoexamen o rectitud de la conciencia, y que bien según lo que se haya elegido se “termine cumpliendo”, de lo que las distintas investigaciones han arrojado, que cierta parte del "cerebro" se “relaja” (en lo relacionado con el “valor humano” de la "empatía"), así, lo que estemos haciendo “este mal”. (Ver, Götz,FJ, Mitschke,V. Eder,AB Götz, F.J, Mitschke,V. & Eder, A.B. Conflict experience and resolution underlying obedience to authority, 2023), aunque esta "tarea" lo hicieron con "insectos", el experimento llega a la conclusión de cómo las personas tratan de mantener aquello que planearon en sus promesas o votos, aún vayan en contra de su propia moralidad o de los demás. Tal cual como se muestra en la siguiente imagen (de la investigación citada):


Investigaciones como las pasadas se han hecho, no muchas, pero que han sido significativos para el estudio de la "obediencia", de hecho filósofos como Chosmky, o Arendt (recordemos la "banalidad del mal) se han interesado en este “problemas morales”, posteriores a los hechos en Milgran (1963) del cual reconocen que sí pueden cometer injusticias, no importa mucho cuando la "orden" viene de una "autoridad", por tanto en el proceso neuropsicológico se "relaja" como si tuviera un “sustento endorfínico”, en soportar dicho dolor empático, piadoso (para términos cristianos), en la respuesta del cerebro, precisamente en el sentido dicho dolor, (Ver, Caspar EA, Iumpa K, Keysers C, Gazzola V. Obeying orders reduces vicarious brain activation towards victims' pain. Neuroimage. 2020 Nov 15;222:117251. doi: 10.1016/j.neuroimage.2020.117251. Epub 2020 Aug 13. PMID: 32798682) ya que dichas "órdenes" reducen muchas veces la "activación neuronal" en la ínsula o en ACC (cuerpo calloso) a diferencia de hacerlo "voluntariamente".

Pensemos ahora en la "obediencia" que tuvo Noé, Moisés, o el mismo Abraham, este último, a la hora de sacrificar su hijo Isaac, dejar su país (Génesis, 12 y 22), pues, no pudieron hacer nada contrario que la de "obedecer", pero no por "miedo", a una “repercusión”, tal cual como muestran los “experimentos mencionados, sino que por "amor" al Señor, hasta el mismo Jesús lo hizo a “imitación” para nuestros actos, cuando el mismo representado como Dios padre, seguía órdenes, todo ello enmarcado en la responsabilidad, docilidad, deberes, humildad, mansedumbre, en cumplimiento de una ley natural, de lo que llaman "obediencia ciega o debida" (Hebreos 10:9), contrario al de la "obediencia humana", ceñida a una "autoridad" a la del esposo, operador jurídico, relación laboral, etc que es tratada "diferente", pero que del todo caso crea “fidelidad” (fides), “lealtad”, en contra de la "sordera" ("absurdus") de lo que lleva a la no escucha de "órdenes" que debes ejecutar apropiadamente según la “conducta de la conciencia” y la "progresión espiritual".

La "obediencia" no es más que "amor" por actuar libremente según la "aceptación" de órdenes dadas por otros, por ejemplo, la dictada por los "mandamientos" o “normas locales”, en verdad si tu amas al prójimo (Dios, país, municipalidad, padres, etc), lo haces, y punto, no cuestionas, indistintamente de lo que refleja, y esa es la verdadera fe, y la “práctica de la piedad”, asemejada en ese esfuerzo por conseguir la "santidad", del cual se toma con "entrenos" (askesis), en estos casos del Señor, siempre se nos está "entrenado", aunque no queramos, se nos capacita, a veces o muchas veces sin darnos cuenta, de allí que la "disciplina espiritual" sea la clave como pasos para la consecución de estos eventos, como cuando somos "impacientes", "distraídos", "perezosos", por ello que toque "disciplinarnos" y llegar a “practicar la virtud”, sobre todo en lo que concierne la "piedad", todo ello visto como "medios" para un "fin" que es la "vida” pero eterna.

Ahora, sí lo hizo Dios, que desde su forma “divina”, no dudo en cambiar su forma y hacerse hombre y humillarse, volviéndose "obediente" hasta la muerte, ahora no lo hagamos nosotros, que somos simples “gusanos” del cual en la “sociedad moderna” queremos solo exaltar nuestros “triunfos” y “glorias” cuando el verdadero Rey de reyes fue “humilde” y “manso” todo el tiempo. Entremos por la puerta angosta, seamos piadosos, obedezcamos, y carguemos nuestra propia Cruz, neguémonos a nosotros mismos, y evitemos esa abertura ancha que lleve a la perdición de la esclavitud, de los vicios, faltas y pecados, que son muchos los que entre en ella, pero que no se salvan, por “desobediencia”.

3 de marzo de 2024

LA "PIEDAD" NO ES TENER "LASTIMA": "ES SER OBEDIENTE"


"No actúes como si fueras a vivir por diez mil años. La muerte te acecha. Mientras vivas, mientras sea posible, sé bueno". - Marco Aurelio

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Mario Felipe Daza Pérez

Muchas veces decimos "Señor ten piedad", "Cristo ten piedad" ¿pero llegamos a tener piedad por nosotros mismos y por nuestro prójimo? Si bien este un "don del espíritu santo", que podemos poseer como otra "virtud" toca también "ejercitarla" (como "sentimiento afectivo" o "compasión emocional"), con el “trabajo diario”, igual como sucede con la "paciencia", "disciplina", "justicia", etc, es un hecho denotado más del "hombre hacia Dios" que de este último hacia el “individuo” o entre ellos, es una "reverencia", o "aceptación" de los "designios" del Señor ("apartarse del mal" como Job, es un ejemplo que puede ser aplicado a “actos buenos” o "correctos"), a diferencia de la “misericordia”, destinada más al "perdón" y "ayuda" por el "sufrimiento" (mayor accionar, sobre todo "externo" e implicando "errores"), es la acción de remediar los pecados, vicios o faltas cometidas, pero del hombre, como un "acto divino" por fidelidad o devoción hacia la "santísima trinidad", restaurando la "gracia" por "voluntad” de la “obediencia" y no por "infusión".

Podríamos expresar de esta forma que todo el que tenga "caridad" conlleva “infusamente” si o si, a esta "representación" de la “piedad”, pero no viceversa, ya que se puede llegar a ser "compasivo" sin tener "amor" por otra persona, la cual titularemos más bien en el entorno de la "lastima", pero que nada tiene que ver con la "pietas" es decir, con la "devoción" o "fidelidad" que tenemos hacia Dios en esa “obediencia”, del cual se "representa" nuevamente en el término griego con el "pathos" (sentimiento polisémico del “sufrimiento de amor”, descrito como "pathein", tambien "oiktirmós" o "eleos") de veneración a la “divinidad” y todo lo que ello vincula.

Sea que concibamos a la "piedad" con su denominación pagana: griega o romana, mostrado en un inicio como una "deidad" no es lo que queremos determinar aquí, ya sea nombrada como "pietas" o "eusebia", tomada más bien como un "daimon" (demonio), cuyo significado esta trasladado al “deber” de la "lealtad", "sacrificio" o "fidelidad" hacia algo o alguien, no sagrado exactamente sino parental, o tomado hacia algo "sagrado", de lo que en lo cristiano se toma con mucho más significativo, en el plano de lo "divino", es decir, “hacia el amor a Dios”, y no precisamente en lo “filial”, y esta “concepción” se debe a que la "filosofía pagana" ha tenido unos ciertos límites en cuanto a la "consideración teológica", y al "espíritu religioso" que desconocían muchos de los "griegos" y entre ellos Cicerón como romano (ver, "Sobre la naturaleza de los dioses"), dicha virtud se vino a consolidar mucho después con el “concepto” de la "divina providencia" (pronoia).

Tendemos a confundir muchas veces la "piedad" (acción práctica más personal, interna, con enfoque vertical, como de la "aceptación" o "obediencia" hacia Dios) con el concepto de la "misericordia" (acción práctica más global, social, externa, con enfoque horizontal, como del "perdón" o “ayuda”), lo tomamos como sinónimos, si bien en el "término teológico" puede significar algo similar, su "método" o "matiz" es distinto, ya que tendemos a considerar la primera con una mirada hacia el i) "amor humano-divino" de la relación con Dios y el segundo caso de la ii) "relación entre parientes, amigos, y el prójimo en general" o de Dios-individuo, siendo su "finalidad" en sí la "misma" dicha esencia. En todo caso, sea como se conciba, es un "don", que viene orientado por el "espíritu santo”, y que a su vez se reorienta por la "virtud" de la "justicia", de la cual no solo se mira de la "caridad", virtud entregada “infusamente” a través de la "Santísima Trinidad" y de todo aquello que lo compone como "divinidad".

La "piedad" entendida entonces como ese "don" pero también como "gozo" nos hace sentir como "verdaderos hijos de Dios" y no simplemente como simple "caminantes", el conocer a Cristo, al aceptarlo, amándolo y luego imitándolo, superando nuestra condiciones, será así la forma como podamos hablar verdaderamente de esta "virtud" que no se consigue por sí solo como hemos comentado sino que requiere de una "voluntad", ejercitada primero con la "oración" (la más importante), la penitencia, la mortificación, que son “medios” para llenarse de los "dones" y "frutos" del “espíritu santo” (tal cual como lo escribía San Serafín de Sarov), en una "vida ascética" y en "sacramento", esto, para poder "avanzar" en el "progreso espiritual" en lo que en la “consolidación” de nuestra "alma" a la "salvación" se trata.

Siendo una "devoción" nos toca entonces "practicar", repetitivamente "actos de piedad", constantemente, hasta llegar a conseguirlo, en aras de la “compasión humana”, o la "misericordia divina", vista como "subvirtudes" de la “justicia” (diría más bien que de la “caridad”), generados en esa "lucha diaria" en nuestras vidas, que sumado a las "confesiones", "exámenes de conciencia", "eucaristías", "divinas liturgias", todo ello dependerá de lo que hagamos en el día a día, frente a nosotros mismos, y los demás, encauzados por el "amor a Dios" del cual tiene como centro siempre la "fe", mostrada como "virtud teologal" conectada con el valor de la "caridad", la cual nos reorienta a su vez a la "piedad", o "misericordia" (término más amplio) que tengamos para con nuestros hermanos. Una forma rápida y fácil de conseguir estos dones será a través de la "mediación" de Maria y de todos los "santos" ya que son el camino más expedito para obtener la "santificación".

Como vemos, "piedad" es mucho más que “compasión” o una simple “lástima” por el otro, visto como "valor", pero con menor enfoque o matiz que la "misericordia", noción que podemos confundir en ambos sentidos con la "empatía", la primera lleva amor por sí mismo, con el amor al prójimo, como el que tiene Dios por nosotros cada vez que pecamos, cometemos una falta o estamos ante vicios, la "pietas", en cambio sería un amor "conglomerado" por todo, no solo por lo humano, sino también por las cosas santas, sacras, del cual involucra por supuesto la "nobleza", "generosidad", y demás aspectos humanos en la “obediencia” como “individuo”, pero que no solo se agota en ello sino que lleva inmerso el "espíritu divino" del cual se separa totalmente de "tener lastima" por otro, que es la esencia del "victimismo" que es peligroso para la "progresión espiritual".

El filósofo alemán Max Scheler nos describe la "lastima", en dos clases, una "genuina", y otra dada por un "contagio emocional", que es más común, que puede no ser “voluntaria” sino tomado por “repetición de otros”, y es así como actúa conforme a lo que llamamos en la "neurociencia" como "neuronas espejos" (buscar al respecto las "investigaciones" de Vittorio Gallese y su hallazgo afectivo empático encontrado en la ínsula, amígdala y corteza cingulada anterior) que son tomados en "actos de imitación", del cual nace la "empatía" y la "compasión" como "valores humanos", pero no “divinos”, como lo son la "piedad" y la "misericordia" que conllevan a que todos los "sentidos" (incluyendo los "espirituales") sean practicados. En este caso la "lamentación" no surge como "algo positivo", sino que va ligado muchas veces con la "tristeza" un "logismoi" (en términos de Evagrio Póntico) que debe ser “combatido” a toda costa, porque no es solo es tener "culpa" frente algo, o "nostalgia" en cierta ocasión, sino "practicidad de aprendizaje" de seguir adelante, aplicando la "piedad", por tanto no podemos concebirla como "queja" sino como "esperanza" ahora sí, en la "misericordia de Dios" y no como una "indiferencia estoica", sino como un "dolor cristiano" en "búsqueda del amor hacia el Señor”.

Siendo la "piedad" asociada a la "misericordia" más como "sinónimo" que como “especie-género", son ambos un "enfoque" con "sentimiento divino", pero con “matices” distintos. Mientras que la "compasión" va inmerso en las nociones anteriores, esta, no necesariamente lleva amor hacia al otro, o a Dios, sino por la situación o hecho que está ocurriendo en el momento, y tampoco es “empatía”, del cual se muestra como un escalón menos que lo que lo determinado en los “valores cristianos”, en ciertos aspectos, este "sentido perceptivo" está dado por el sufrimiento del otro, y no necesariamente actuando para mediar el hecho, aún se tenga la "intención". Podemos encontrar ejemplo de este tipo en todas las religiones, (en lo musulmán por ejemplo le llaman, "rahman") en lo que respecta al “cristianismo” podemos encontrar algunos casos en "parábolas" como la del "buen samaritano" (del cual podemos asociar más con el "método misericordioso"), de hecho, podemos tratar esta "conducta" en la "psicología positiva", en la "neurobiología", como la de los "primates", tal como lo ha compartido el zoólogo Frans de Waal en sus múltiples investigaciones.

Si observan nuevamente "piedad" y "misericordia" parecen diferentes pero estos no significan lo mismo en un plano metodológico, si bien ambos entran como fuente en la noción de "pena", "dolor", o “sufrimiento”, está dado su “accionar” por cambiar algo negativo a lo positivo, de la cual alguien "sentimentalmente" han “sentido compasión" para con otros pero además, "empatía" y "necesidad" para “ayudar” (interna y externamente), y esta última es la diferencia más notable con el resto, porque no es "lastima" (pasividad), son “conductas” movidas por la "acción" del “espíritu santo”, es decir, encauzados por el "amor" de allí que se haya plasmado las obras del Espíritu de Dios, visto como algo “espiritual” y a su vez material (corporal) también acaecido en las "artes espirituales" miremos de lo consagrado en la "Santa Regla" de San Benito y en lo relacionado más hacia la unión con el Señor, y su "devoción" y tanto no frente al prójimo, pero que en últimas conlleva como "telos" a todo lo anterior

De este modo la "misericordia" es mucho más amplia que la "piedad" desde su “enfoque”, siendo este última una cualidad más personal, y menos global o social. Ahora, para tener la "una" también se debe tener la "otra", son inseparables, la diferencia no es entonces "conceptual", ni de forma" como lo hemos comentado, ya que ambas nociones están amarradas bajo la "misma raíz" si no que se entiende de distinto "matiz", una en el sentido vertical y la otra en el complejo horizontal, reunida en la unidad en cumplimiento de los mandamientos y deberes de nosotros para con Dios, la otra para con las demás, sin que esto sea tomado como indivisible. Por otro lado, la "lastima" es solo una “reacción”, hasta inclusive “orgullosa” de un acto de otro, pero sin que esto se tome como un cambio en sí, lo mismo puede suceder con la supuesta “compasión” (es solo un afecto emocional), del cual podemos gráficamente relucir de la siguiente manera:


En todo caso, necesitamos "práctica la piedad" en todo momento, con más razón al no ser una "virtud teologal" que es entregada “infusamente”, y por tanto de requerir de "mucha voluntad", como cuando lo hacemos con las oraciones para con los demás, y los sacrificios en cuanto a las almas, entiéndase como "ejercicios espirituales" también adscritos a la "askesis", que no solo es material o corporal (piénsese en dar “limosnas”), sino "caritativos", sino que realizando rezos, como el "vía crucis", el "santo rosario", "ángelus", "letanías", etc, para con los amigos, familiares, difuntos, en fin es este "don de la piedad" una "subvirtud", un "don", un "gozo", un "fruto" del “espíritu santo”, que se trabaja en el alma, por ese amor (Ágape) fiel, devoto hacia lo que es Dios, como cuando consideramos a los "pecadores" como "hermanos", o de los que hacen el mal, a nuestros padres, familiares, que sabiendo que están haciendo algo indebido, tenemos compasión de ellos, ensenándoles, corrigiéndoles, actuando “virtuosamente” y “correctamente” buscando su "conversión".

Al Señor tener "piedad" o "misericordia" de nosotros (kyrie eleison) nos dice que nos "ama" y al nosotros al hacerlo decimos que queremos ser "hijos" de él, lo mismo cuando lo ejecutamos para con el hermano en Cristo, y esto es, precisamente la impregnación de la "caridad" que nos hace el para los demás, pero que se enfoca, en la relación mutua parental, amor eterno y filial, (en lo que en hebreo llaman "hesed", tomado más como "misericordia"), de no ser duros de corazón, sino de tener uno contrito, nuevo, en cuanto a la mansedumbre, bondad, humildad, obediencia, nobleza, compasión (en alemán, “mitleid”), siendo buenos, leales, fieles, de lo que en el término sanscrito, hinduista, e incluso budista llaman como "metta" (pero con composición distinta a la cristiana, ya que sigue siendo humana, -amor desprendido-), siendo benevolente, en el interés hacia lo demás, y son todos estos "valores" los que nos sirve para subir al Monte Carmelo, a esa morada celestial que nos expresa las Santas Teresas.

El "piadoso" (acción personal) es "bueno", "fiel", "devoto" porque espera, abandonado no en la "lamentación" de la "quejadera", sino en el amor compasivo de Dios, tiene esperanza en su misericordia, de su voluntad que es única e irrefutable, es aquel que ve no el error de los demás, sino las proezas y las fortalezas de dichas debilidades, no juzga por juzgar, y si lo hace es con fraternidad, con ejemplo, mira los errores como forma para crecer y superarse, reflexiona el evangelio, hace buenas lecturas, se ejercita física y mentalmente pero sobre todo "espiritualmente", cumple con sus deberes, quehaceres diarios, es pecador, sabe que puede caer, pero también se levanta, y sigue avante, distingue lo que es del César y lo que es del Señor, conoce la diferencia entre "santo" e "impío", renuncia al placer, al deseo, a lo mundano (al menos lo "minimiza"), es un hombre que se niega a sí mismo constantemente, y sabe que algún día llegara su fin, vive en plena armonía, con humildad, y obediencia en los mandatos divinos y no por "temor" sino por "caridad".