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10 de marzo de 2024

LA PRÁCTICA DE LA "OBEDIENCIA": NO SE TRATA DE "OÍR" SINO DE "ESCUCHAR"


"¡Oh, virtud de la obediencia, que todo lo puedes!" - Santa Teresa de Jesús

“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”.- Hecho de los Apóstoles 5:29.

"Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura".- 1 Timoteo 4:8

“Hay que obedecer a tres: Dios, los padres y la ley”- Proverbio italiano.

“Hace falta saber obedecer [escuchar] para saber mandar”- Solón.

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Mario Felipe Daza Pérez

En una entrada anterior habíamos comentado que la "piedad" no era tener "lástima" sino ser "obediente" es decir, cumplir con los preceptos de Dios y sus mandamientos, por ejemplo, alejarse del mal, tratar de ser virtuosos, orar, recibir los sacramentos, retirarse del mundo, negarse a sí mismo, leer la vida de santos, hacer ejercicios espirituales (askesis), meditar, etc, es una "piedad práctica" que se refleja con este “obedecer”. Es esta "virtud" las que nos lleva a la "organización" de la vida ya que al "saber escuchar" mas no "oír", fomenta la "educación", "aprendizaje" y demás garantías en el "crecimiento espiritual" y su "superación".

“Obediencia” no es “sumisión”, es “saber escuchar”, atender los “consejos” de los demás, o las “órdenes” de sus “autoridades”, de los “padres” o de quien “sabe”, por tanto, el “obedecer” siempre implica “cumplir”, sin queja. No en vano desde la ilustración, idealismo y la revolución francesa, -en su versión antropocéntrica- (poder del Yo), muchos pensadores, entre ellos Nietzsche (ver, Amanecer), o los del Círculo de Jena, no tenían por “fiar” este “valor”, más bien daban por determinado que la “mente” (psique) era un poco “perezosa” para “ejecutarla, lo mismo pensaba Goethe como algo “intolerable” junto con la “castidad” o la “pobreza” (ver, Götz von Berlichingen) o Schiller, describía que solo era un “deber” del cristiano, y que era “ciega” (ver, La lucha con el dragón) o simplemente una “ignorancia” según Montesquieu (Ver, sobre el espíritu de las leyes) como Marat y muchos influyentes más de la “edad contemporánea”.

Puede que en la “literatura”, como en la teología, se utilice como "sinónimos", el "arte de escuchar" con la "oída", como cuando también se hace con el término de "piedad" y de "misericordia", pero son nociones que no significan lo mismo para los “aspectos conceptuales”, pero puede que sí sea nociones "pragmáticas útiles “para dar una explicación de lo que queremos transmitir, en este caso, cuando decimos que solo estoy "oyendo" música, lo entendemos como el "no estar prestando atención" al sonido que emerge de ese “reggaetón” vulgar que está vibrando de X o Y parlante, mientras que si digo estoy "escuchando" no solo estoy "recibiendo" lo que me dice el "interlocutor", sino que también me fijo en sus palabras, comportamientos, oraciones, opiniones, o "consejos" con el fin de "aplicar" o "ejecutar" esa “piedad” en el "linaje” de la “observancia".

Las personas que siguen a Dios por lo general "obedecen", es decir, “saben escuchar”, todos los hacen, inclusive si “observan”, la "creación", el "universo", la "naturaleza", todo ello, es originado en “obediencia” a este "creador supremo". Tendemos a tener “acatamiento” no solo en “cumplir los mandamientos”, sino también las leyes y demás normativas que se expidan, rigiéndose todo bajo una "autoridad" de “sujeción”, ya sea, celestial, filial, estatal, paterno, familiar, social, etc. Es así que encontramos dichas "obediencias" en el aspecto religioso en las llamadas "órdenes" como la del "Carmelo", "benedictina"..., y dentro de ellas unos "votos" o "promesas" (castidad o pobreza), del cual constituye una "obediencia” sobre la "obediencia debida" (ver al respecto Confesiones de San Agustín o Introducción a la vida devota de San Francisco de Sales).

Si bien la "obediencia" y "piedad" van de la mano, también está vinculado con el "don del temor de Dios", pero no por “castigo”, sino por "amor", es decir con "caridad", de allí que todas las “virtudes cardinales” o no, nos lleven a esta gran virtud, de la cual se resumen en la fe, como obras de esta, piénsese en el "obedecer" de los monjes al cumplir las "reglas monásticas", los súbditos o familiares, ante el "pater familias", en el cumplimiento del ejercicio de la patria potestad, de los empleados subalternos con su jefe-nominador, y así sucesivamente, hasta el "demonio" obedece, cuando lo "expulsan" de un cuerpo o lugar, en resumen, el "saber escuchar" hace parte de la "naturaleza misma" de las cosas, a pesar de las "desobediencias" que hemos tenido desde el "pecado original".

En el “cristianismo”, igual que en el judaísmo e islamismo, se “concentran” en la "obediencia" en este última religión se le conoce con el término de "ṭāʿah", es un "obedecer divino" (Sura, 4:34), pero también reflejada hacia los "gobernantes", "califas" e "imanes", y así sucesivamente, del que también está relacionado con el "don de temor de Dios" que le llaman "Taqwā" por el que se engloba un "entorno de vigilancia" frente a las faltas, vicios, pecados, etc, lo mismo podemos predicar de las órdenes mendicantes, o cenobíticas, como la "benedictina", la "cartuja", pues, su esencia está en la "obediencia" como la "santa regla" para “progresar espiritualmente”, pues quien no lo hace “perece”, de allí incluso que este "valor" tenga que ver con la "humildad" ya que nada vale serlo a “regañadientes”, o con "arrogancia", todo esto, debemos verlo con otro valor importante como lo es la "mansedumbre" igual como lo hizo Cristo en su "obedecer" hasta la muerte.

Para nosotros los “laicos”, debemos contar siempre con el valor de la "piedad" sumado al de la "obediencia", "mansedumbre" cumpliendo sobre todo algunas promesas, en cuanto a la "estabilidad", "constancia" o "perseverancia" en lo que hacemos que puede igualarse a lo que llaman "stabilitas loci", dejando de ser "errante", o "vago" en este caso aplicado a la "oración" y las "penitencias" y demás "sacramentos", mejor dicho, en el cumplimiento de la "vida espiritual", igual como la que tenemos para la "vida cotidiana". Para Santo Tomas en su texto "Suma Teológica" la "obediencia" lo toma como un "gran valor", porque proviene del "amor", no del "miedo", por tanto, del "santo temor a Dios", como "don" o "virtud", ya que lo que haces es "sacrificar" tu propia voluntad por la del Señor, es una "mortificación" en sí misma, la "voluntad" en este caso la estás "coartando" por algo/alguien superior o “divino”.

Son los llamados "consejos evangélicos" que se trata en el "catolicismo", que en verdad son tres (3), entre ellos la "castidad", la "pobreza" y por último la "obediencia" pero una "obediencia espiritual" que es la más rescatamos aquí, del cual debe ser "obligatoria" para poder "imitar a Cristo" esto, como fin de llegar a la "perfección cristiana", de allí que debamos hacer promesas temporales, o definitivas o votos, según las capacidades, virtudes y nuestra propias cruces, siempre en cumplimiento de la voluntad y mandamiento de las leyes de Dios pero siempre ceñidos a la "obediencia" propio de la "libertad del individuo" precisamente en contra de las "esclavitudes" (de vicios como el de la gula/lujuria) como “acto de fe” y sobre todo de "caridad". Es el “acatamiento" per se no solo ir muchas veces en contra de la "voluntad propia", sino que constituye en sí un "entrenamiento", en ese "ob audire" de aquel el "sometimiento" que es -libre- de lo que se "escucha, es por ello que constituye por sí solo una "virtud" que debemos perfeccionar constantemente.

Si nos vamos a los escritos de una gran santa que seguimos, como lo es la "benedictina-carmelita" "Edith Stein" o "Santa Teresa Benedicta de la Cruz", en lo que respecta su filosofía (ver, "bodas del cordero", escrito el 14 de septiembre de 1940) en este último texto decía:

"La santa obediencia sujeta nuestros pies para que no anden ya más por sus propios caminos, sino solamente por los caminos de Dios. Los hijos del mundo llaman libertad al no estar sometidos a ninguna voluntad ajena y a que nadie les impida satisfacer sus deseos e inclinaciones. Ellos quieren seguir sin estorbos al Espíritu de Dios y saben que los obstáculos más grandes no vienen desde fuera, sino que yacen en nuestro propio interior. La razón y la voluntad del hombre, que gustosamente quieren ser su propio señor, no se percatan de cuán fácilmente se dejan persuadir por la concupiscencia y se convierten en sus esclavos. No hay mejor camino para liberarnos de esa esclavitud y hacernos dóciles a la dirección del Espíritu Santo que el camino de la santa obediencia. En la obediencia es donde mi alma se siente realmente libre”. La auténtica obediencia no consiste solamente en la no transgresión externa de las prescripciones de la Santa Regla y de los preceptos y las órdenes de los superiores; tiene, más bien, que convertirse en una auténtica renuncia a la propia voluntad. Por eso, el que obedece no estudia la Regla y las Constituciones para descubrir sutilmente cuánta, así llamada, libertad se le permite todavía, sino para descubrir cada vez mejor cuantos pequeños sacrificios y oportunidades tiene cada día y cada hora al alcance de la mano para el crecimiento en la renuncia de sí mismo".

En el campo de la "neurociencia" y la "psicología" tenemos que el “ser humano” dentro de su "libertad" está hecho para "obedecer" ya sea en lo malo o lo bueno, en todo caso para "escuchar", los hábitos, placeres, indistintamente de cómo se moldee, fijado esto en “órdenes”, bajo varios experimentos realizados entre ellos el de Milgran (1963), o el de la prisión de Stanford, se pudieron registrar la importancia de esta "virtud", en el cumplimiento de las actividades por “ejecutar”, ahora, en lo que respecta en el “aspecto espiritual”, se debe hacer para cumplir la "voluntad de los mandamientos de Dios”, del líder, abad, guía, etc, de allí que este elemento está asociado con la "piedad", la "práctica de la virtudes" y demás penitencias, oraciones, deberes, ayunos, etc., en oficio al "santo temor del Señor" por "amor", es decir, por "caridad" especialmente hacia el "prójimo".

Cuando existen conflictos de intereses sobre todo “morales”, las personas que recibían "órdenes" en "descarga eléctrica", ejecutaban dichos "cumplimientos" sin importar si dañan a otros o no, esto, debemos tomarlo como característica que deviene de una "autoridad", o una ejecución normativa (en este caso jurídico-moral) y una posible controversia de la percepción del autoexamen o rectitud de la conciencia, y que bien según lo que se haya elegido se “termine cumpliendo”, de lo que las distintas investigaciones han arrojado, que cierta parte del "cerebro" se “relaja” (en lo relacionado con el “valor humano” de la "empatía"), así, lo que estemos haciendo “este mal”. (Ver, Götz,FJ, Mitschke,V. Eder,AB Götz, F.J, Mitschke,V. & Eder, A.B. Conflict experience and resolution underlying obedience to authority, 2023), aunque esta "tarea" lo hicieron con "insectos", el experimento llega a la conclusión de cómo las personas tratan de mantener aquello que planearon en sus promesas o votos, aún vayan en contra de su propia moralidad o de los demás. Tal cual como se muestra en la siguiente imagen (de la investigación citada):


Investigaciones como las pasadas se han hecho, no muchas, pero que han sido significativos para el estudio de la "obediencia", de hecho filósofos como Chosmky, o Arendt (recordemos la "banalidad del mal) se han interesado en este “problemas morales”, posteriores a los hechos en Milgran (1963) del cual reconocen que sí pueden cometer injusticias, no importa mucho cuando la "orden" viene de una "autoridad", por tanto en el proceso neuropsicológico se "relaja" como si tuviera un “sustento endorfínico”, en soportar dicho dolor empático, piadoso (para términos cristianos), en la respuesta del cerebro, precisamente en el sentido dicho dolor, (Ver, Caspar EA, Iumpa K, Keysers C, Gazzola V. Obeying orders reduces vicarious brain activation towards victims' pain. Neuroimage. 2020 Nov 15;222:117251. doi: 10.1016/j.neuroimage.2020.117251. Epub 2020 Aug 13. PMID: 32798682) ya que dichas "órdenes" reducen muchas veces la "activación neuronal" en la ínsula o en ACC (cuerpo calloso) a diferencia de hacerlo "voluntariamente".

Pensemos ahora en la "obediencia" que tuvo Noé, Moisés, o el mismo Abraham, este último, a la hora de sacrificar su hijo Isaac, dejar su país (Génesis, 12 y 22), pues, no pudieron hacer nada contrario que la de "obedecer", pero no por "miedo", a una “repercusión”, tal cual como muestran los “experimentos mencionados, sino que por "amor" al Señor, hasta el mismo Jesús lo hizo a “imitación” para nuestros actos, cuando el mismo representado como Dios padre, seguía órdenes, todo ello enmarcado en la responsabilidad, docilidad, deberes, humildad, mansedumbre, en cumplimiento de una ley natural, de lo que llaman "obediencia ciega o debida" (Hebreos 10:9), contrario al de la "obediencia humana", ceñida a una "autoridad" a la del esposo, operador jurídico, relación laboral, etc que es tratada "diferente", pero que del todo caso crea “fidelidad” (fides), “lealtad”, en contra de la "sordera" ("absurdus") de lo que lleva a la no escucha de "órdenes" que debes ejecutar apropiadamente según la “conducta de la conciencia” y la "progresión espiritual".

La "obediencia" no es más que "amor" por actuar libremente según la "aceptación" de órdenes dadas por otros, por ejemplo, la dictada por los "mandamientos" o “normas locales”, en verdad si tu amas al prójimo (Dios, país, municipalidad, padres, etc), lo haces, y punto, no cuestionas, indistintamente de lo que refleja, y esa es la verdadera fe, y la “práctica de la piedad”, asemejada en ese esfuerzo por conseguir la "santidad", del cual se toma con "entrenos" (askesis), en estos casos del Señor, siempre se nos está "entrenado", aunque no queramos, se nos capacita, a veces o muchas veces sin darnos cuenta, de allí que la "disciplina espiritual" sea la clave como pasos para la consecución de estos eventos, como cuando somos "impacientes", "distraídos", "perezosos", por ello que toque "disciplinarnos" y llegar a “practicar la virtud”, sobre todo en lo que concierne la "piedad", todo ello visto como "medios" para un "fin" que es la "vida” pero eterna.

Ahora, sí lo hizo Dios, que desde su forma “divina”, no dudo en cambiar su forma y hacerse hombre y humillarse, volviéndose "obediente" hasta la muerte, ahora no lo hagamos nosotros, que somos simples “gusanos” del cual en la “sociedad moderna” queremos solo exaltar nuestros “triunfos” y “glorias” cuando el verdadero Rey de reyes fue “humilde” y “manso” todo el tiempo. Entremos por la puerta angosta, seamos piadosos, obedezcamos, y carguemos nuestra propia Cruz, neguémonos a nosotros mismos, y evitemos esa abertura ancha que lleve a la perdición de la esclavitud, de los vicios, faltas y pecados, que son muchos los que entre en ella, pero que no se salvan, por “desobediencia”.