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24 de marzo de 2024

"FE" SIN "OBRAS" ES UNA "FE MUERTA": UNA DEFENSA AL "SINERGISMO"


Mario Felipe Daza Pérez

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"Con mis obras te mostraré mi fe; la fe sin obras no tiene valor, está muerta"- Santiago 2:14-26

"Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" - Mateo 16:18

Uno de los grandes problemas de los llamados "protestantes" y cualquier de sus innumerables denominaciones (se cree que existen más de 30.000 sectas), incluyendo los "independentistas" (de aquellos que dicen no ser parte de ninguna de ellas ni de la "Iglesia") es creer que la "fe" (conocido como la teoría de la "sola fide") en sí solo "salva", peor es el presuntamente creer que con decir que existe un "Dios" ya es suficiente, o que no hacer ningún mal a ninguno ya estás redimido, aún sabiendo que esta "virtud teologal" no viene por sí misma, ya que no se trata de “quererlo” ni de “creerlo”, porque así no se consigue, esta se da por "regalo divino" (igual que la “castidad” a pesar de no ser infuso), es decir porque lo ha puesto en tu corazón, solo de este modo se acrecienta o se reduce según las condiciones que tenemos en la vida, y demás circunstancias, por eso que nos toque estar prestos, vigilantes y perseverantes en “nuestros comportamientos hasta el final”, para que no se nos sea quitado, porque no son "actos de fe" únicamente, -voluntad- (estiramiento de la falange de nuestro dedo), si no de "fe" entendida en sí misma (estiramiento del dedo por parte de Dios), es una "doble condición".

Este "error herético" del expresar que solo la "fe salva" es una “aporía” extendido por casi todos los “protestantes”, pero no por culpa de ellos mismos del todo, sino de sus originadores como lo fueron Lutero (este, le agrego la palabra "solo" o "allein" -en alemán-, precisamente al pasaje de Romanos 3:28 para justificarse que sin la ayuda de las obras de la ley, sólo a través de la fe" se salvan cuando en la versión original, es decir, la "septuaginta" no aparece esta alusión) y también Calvino, y demás personajes que conllevaron a la "mal interpretación" de la "tradición católica", en lo que respecta a la "teoría de la salvación" del cual nosotros seguimos una línea entorno a lo que ya ha definido la "Iglesia Católica" (en cualquiera de sus ritos, véase el "Concilio de Trento") como en la bifurcación de no solo de la "gracia divina", sino de la "cooperación" que hacemos dentro de la "libertad humana" dejando un poco aliviado el tema de la "predestinación", que también es bastante aceptada por los "hijos rebeldes" o como le llaman “hermanos separados”.

Al contrario de lo que se piensa que es el "monergismo" del cual sólo Dios es el que desea quien o no tiene la "gracia santificante" (como si se tratara de una “azar”) que bien lo puede hacer pero no es su “disposición”, ya que no está dentro de sus “planes” u "órdenes" divinos ni en la "composición de las escrituras”, esto mirado desde una interpretación sistemática y teleológica, es en últimas el “ser humano”, quién después de habérsele mostrado el "camino" (en la vida pública y vía crucis de Jesús) es el que debe tomar la “voluntad” (gnómica) de “seguirlo” o no, indistamente de que tenga la “fe infusa” o no, derivado de esa "libertad" de seguir la "cruz" a pesar de ser ya advertido.

Es entonces la "cooperación" un "concepto" importante dentro de la continuación de la “redención”, y del que va aneja a la "libertad del ser humano", de seguir o no el camino trazado por Cristo (viacrucis), en el "cargue de esa Cruz" que significa ayudar al “plan” que no viene solo por la "gracia santificante" (de este modo, el "cristano es otro Cristo", “Chirstianus alter christus”), que si bien lo puede hacer por él mismo no es el fin del Señor (como hemos visto en el Evangelio), sino quiere que nosotros también pongamos de nuestra parte, por tanto, entendemos la “fe”, una "infusamente" concedido, o entregado por "regalo divino", pero que en últimas toca “colaborar”, (existe entonces una "sinergia"), u otra que por “solicitud” te es “allegada”, sea lo uno o lo otro somos plenos "colaboradores" de los “objetivos trazados” (1 de Corintios 3:9), es por tanto necesario seguir la "comunión" con Dios, es decir, en esa "unión mística" para poder "perseverar hasta el final".

Según "Lutero" de nada sirve "creer" en Cristo si el “creador” no ha decidido imponer la "fe" en ti (le llama "justicia imputada", ver, “Luther´s Works”), pero esto no es cierto del todo, porque se puede realizar "actos de fe" (en búsqueda de esa “gracia”, del cual el Señor no se niega, si se busca con “plena devoción”), por tanto, es mendaz decir que la "sola gratia salva”, porque puede que en el sentido contrario la tengas, pero no la practicas, es por ello que sea necesaria las "obras" para saber si realmente la estoy ostentando esa “virtud”, que es verdaderamente entendida en la “práctica de la fe”, situado en la activación de esta valor, de allí que muchos "protestantes" caigan en ese error recurrente, y por ello que terminen de hacer lo que les venga en gana por presuntamente tener "fe" o por "creer" (cuando sabemos que hasta el "demonio" también lo hace y de eso no se trata). Es hasta peligroso y se puede considerar una "tesis gnóstica" del cual pretender conocer la palabra de Dios “libremente”, te da por sí un "boleto seguro" a la “salvación” y no es así ya que para conseguirlo debes además estar libre de todo vicio, faltas, pecados y sobre todo lleno de “buenas obras”.

De este modo, puede que alguna persona tenga "fe" en alguna parte de su vida, pero puede que en otra no, por lo general algunos (hasta monjes) les llega la acedia o aridez, lo que hace es volver “defectuoso” esta virtud, igual como pasa con la caridad y la esperanza, que van en conjunto con las primeras. Entre los muchos amigos, que tenemos, o piénsese en los artistas recién convertidos que dicen creer en Cristo, pero no hacen nada por reparar los daños ocasionados, siguen con la codicia, arrogancia, no practican actos de piedad, tampoco son compasivos, y lo peor es que creen que Dios, es el de abundancia, el de la materia, cuando él ha sido claro que su "reino" no es de este mundo (es espiritual), es decir, de lo nada que ofrece este terreno es "salvífico" (en cambio si en la Nueva Jerusalén), bajo estas circunstancias, la prosperidad es únicamente "mística", indistintamente de la suficiencia que tengas en esta vida para alcanzar la "santidad", pero parece que esto es muy difícil de entender por parte de nuestros “hermanos en Cristo” o más bien “hijos rebeldes” del catolicismo.

¿Pero qué significa obras? No es dar, únicamente, en estos casos limosnas, y hacer de la fe lo que uno quiera, o una creencia de supermercado, no, sino que se trata de la "práctica de las virtudes" que en las "Sagradas Escrituras" dice de que se trata y cómo aplicarlas, como por ejemplo lo puede ser el perdón, el arrepentimiento, el ser humilde, manso, prudente, y todo ello, va en conjunto con la primera “virtud teologal” determinada como el “sinergismo” que es impuesta infusamente por nuestro creador, pero para que se pueda activar o inflar se necesita de nuestras “prácticas diarias” (hesicasmo), sucede parecidamente, como cuando tenemos un carro de último modelo en nuestro garaje pero nunca lo sacamos, y por tanto con el tiempo se va pudriendo sin nunca haberlo conducido ni acomodado a su camino, es decir a nuestra cruz.

Cuando efectuamos una “penitencia”, no lo hacemos como un fin en sí mismo, sino como un "medio" para la "gracia santificante", lo mismo cuando nos "mortificamos" para estar en plena conexión con Dios (piénsese de la Cuaresma o la Semana Santa), ya que nos vuelve a nosotros por amor (don del Temor), y son todos estos "ejercicios espirituales" (ascesis) los que nos lleva, a edificar la Casa, porque de vano será hacerlo si el Señor no está en esa construcción (Salmo 126:1), como cuando hacemos un "ayuno" pero simplemente para "bajar de peso", pensemos en el caso de Eliseo (en 2 de Reyes 2) que solicitó un “deseo” pero pensando en sí mismo, y sin humildad (buena obra) dando como resultados que los "frutos activos" de esa "gracia santificante" no estaban en consonancia para ese momentos con la “fe”. En resumen, ¿de qué nos vale decir que somos personas virtuosas? Si no lo practicamos, con mansedumbre, con esperanza, que son las acciones de cada día.

En el libro titulado "pseudo-ambrosio" (Ambrosiaster) que se tiene conocimiento a partir de Erasmo de Rotterdam con "interpretaciones" sacadas de contexto a partir de las "cartas" escritas por San Pablo, cuyo autor es "desconocido" (anónimo), pero que de "mala fe" se lo atribuyen a San Ambrosio de Milán, pero que sin duda fue escrita por un protestante (asociado al "pelagianismo") poniendo a Dios (muy indulgente), de la cual en uno de sus apartes se expresa que: "Solo por la fe, uno es libremente perdonado de todos los pecados y el creyente ya no está obligado por la Ley a merecer buenas obras”.

Hermanos/as, la "obra" nos muestra como “práctica” si tenemos “fe” o no, y no solo eso, sino que también que tanto (es un indicador), lo divergente a ellos, sería tener "actos de fe" que es el de "creer" o "solicitar creer" pero aun sin la existencia de una "gracia santificante", es decir, sin estar aún Dios en tu corazón, tenlo por seguro, que aparecerá con el tiempo el segundo elemento, que bien es consustancial al primero pero por sus efectos o consecuencias, y no porque sea otra “virtud teologal” ya que este se muestra con el corazón arrepentido, humillado, esperanzado que tenemos de "amar a Dios y al prójimo" (como a ti mismo) y allí sí que veremos que esa persona X o Y tiene "fe" pero por las "obras" que ha hecho, y eso es lo que lo demuestra, sus "hombros", su "bíceps" y no las "máquinas de entrenamiento" (es decir, caridad, paciencia, mansedumbre, gratitud, limosnas, alegría, obediencia, paz, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad, templanza o moderación, siendo no estas las únicas, sino una lista abierta achacada a todo lo que sea "virtud cristiana", misericordiosos, piadosos, compasitos, justos, véase, Gálatas 5:22-23). 

Está claro entonces que se debe pedir siempre "fe" o mayor "fe" aunque la tengas “infusamente” y esto se hace únicamente por medio de la "oración" y los “medios” para conseguirlo (que no son otros que el ayuno, mortificación, penitencia, etc) ya sea para recibir la "gracia santificante" o bien el "aumento" de la misma, visto, como “regalo divino”, tal cual como acontece con la caridad, esperanza (teólogamente hablando) pero también con "obsequios divinos", como la continencia o la castidad, que son "dones" sobrenaturales y no terrenales del cual la “gente del mundo” no lo quiere tener, por parecerles “inmateriales”.

¿Cómo ser realmente cristianos? Pues, muéstrame tus “obras de misericordia” (o como le llama San Benito en la "Santa Regla": “principios del arte espiritual”) y te diré si lo eres. Pues, de nada te sirve decir que Abraham es tu “padre” (Mateo 3:8) sino me lo demuestras, cumpliendo los “mandamientos” (Mateo 19:17) o las “buenas obras” (Mateo 5:16, Timoteo 6:18-19, 1 de Pedro 1:17, Apocalipsis 2:23 y 20:12 o Santiago 1:22), de esta forma hasta los “muertos”, o como lo conocemos "almas purgantes" son "juzgadas" según las "obras" realizadas según esa "fe" que tuvieron en vida, es un "acto-condición" de lo uno y lo otro, mejor dicho lo "accesorio" sigue a lo "principal" y esta es la justificación inclusive que podemos encontrar en los Padres y Doctores de la Iglesia, entre ellos en San Agustín o Santo Tomas ("fides caritate formata" a diferencia de una "fides informis") y de toda la "escolástica".

Si revisamos el texto de San Agustín, titulado "La fe y las obras" en su punto 14.21 este indica que (e inclusive de forma más rigurosa):

"La fe sin obras no basta para salvarse. Entremos ahora en una cuestión que deben tener muy clara los hombres religiosos, para que no pierdan su salvación, por una falsa seguridad, si piensan que para salvarse les basta la fe, pero descuidan vivir bien y caminar con las obras buenas por el camino de Dios. Porque también en tiempo de los apóstoles, al no entender algunas frases difíciles del apóstol Pablo, algunos interpretaron así: Hagamos el mal para que venga el bien, puesto que había dicho: La ley se introdujo para que abundase el pecado, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia".

Resulta diáfano que nadie se “salva” por los meros "actos de fe" y quien realmente tiene la "fe" si o si, conlleva las "obras", es decir, no existe una "fe sin obras", de hecho, esto debe ser tomado como un “indicador” sobretodo por los “protestantes”, para saber que algo anda mal. Por ejemplo, si soy llamado un presunto "devoto" que me levanto a las tres (3) de la mañana a orar, voy al culto todos los sábados o domingos, pero trato mal a mis empleados, soy codicioso y arrogante, cómo podría decir que tengo la "fe verdadera", la "infusa", si con mis obras estoy haciendo otra cosa que no es propio del "Espíritu Santo", es hora de examinarse (realizar "examen de conciencia") y corregirse para ver si Dios te entrega el “regalo divino”, y no ser "autoengañado", porque ese mal que puede venir del "enemigo". La "salvación" por tanto, no viene de nosotros mismos, o por “capricho”, solo por creer que existe un Dios (porque si es por eso, los demonios también creen), pero no hacemos nada por él, cuando la "fe” no es “activa" (Efesios 2:10) que bien se expone con "caridad" y la práctica de las "virtudes", y es así como se conocerá realmente quien la tiene o no (Gálatas 5:14), es decir la "justificación" de la "gracia santificante".

Lo curioso de todo esto es desconocer que el "creador" de esta nefasta "teoría" se siga “justificando” por incautos, cuando los "Padres y Doctores de la Iglesia" entre ellos en San Agustín (quizás tomados por su arrogancia a la contradicción a los "dogmas de fe", o la versión de otras religiones como el judaísmo donde si lo creen, el Islam con el término del "barakat" u oriental con el concepto de "kripa" conseguida sin "esfuerzos personales"), han mal interpretado, cuando este mismo indicaba que la "salvación" de dicha "gracia" es únicamente por "fe" entendiéndola en las "obras" (vease la “fe y las obras” en su punto 14.21 ya citado) centro en la “morada” del "Espíritu Santo" del cual te va ayudando con el tiempo a conseguir dichas "virtudes", prácticamente "sin tanto esfuerzo" de nuestra -voluntad-, no solamente por la "gracia" sino requerida de una "transformación" por parte de nosotros, los "pecadores" en camino a la "santidad", en cumplimiento con los mandamientos, y deberes, tomando los “sacramentos en serio”, que de por si dan la "gracia” automáticamente hablando si se llegan a practicar con “devoción”, por ello que sean "inseparables" a la "santificación".

Es la vida llevada con una "devoción cristiana" en "sacramento", en "virtud" la que “salva”, porque con esto sabemos que tenemos “fe” en Dios (don del temor), es decir, consolidada en una “fe activa”, de “acción”, de “obras”, no de “tradición”, “porqué me lo dijeron”, lo “interprete así”, o “porque el otro lo hace”, es llanamente conseguido desde la "vida consagrada”, esa que es "sacramental" la cual lleva a la "salvación" y ese ha sido el fundamento de la "religión católica" (en cualquiera de sus ritos, incluyendo la oriental, como la rusa o griega), de allí que esta sea únicamente la verdadera Iglesia de Cristo, la fundante, cuyo “cuerpo místico” la conformamos todos nosotros.