"Guárdate, hijo, de toda impureza"
Tobías 4:12
"El trabajo corporal y la meditación en las Escrituras salvaguardan la pureza"
San Isaac el sirio
Mario Felipe Daza Pérez
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En el cuerpo es claro que existe inclinaciones hacia lo carnal (concupiscencia), la cual no es malo en sí, pero de igual forma puede perjudicarnos sus movimientos y potencias hacia actos desordenados, lo que debemos entonces es dominarlos hasta ser sometidos si se trabaja en su ejercicio ascético conforme a la conducta. Esto no quiere decir que porque vengan con nosotros de fábrica ciertos defectos no quiere decir que no puedan ser ordenados, por ejemplo, es claro que necesitamos comer, beber, pero su exceso es lo que lleva la locura, ya sea llenura, o bien embriaguez, y estos llevan de por si a otros vicios, entre ellos, el primero de todos como lo es la “gula”, con la entrada a diferentes modos, del cual trabajan conjuntamente como lo es la lujuria, la codicia (raíz de todos los males dice San Pablo) por tanto, los primeros mientras se mantengan son sanos, pero los segundo no, que vienen de la glotonería o abundancia, lo que incita al maligno atormentarnos con sus insidias. Los movimientos tanto los carnales como los espirituales en todo caso deben ser discernidos, moderados, atemperados, vigilados en la sobriedad almática.
Muchos, sino todos, de los actos pecaminosos se engendran primero del corazón, luego llegan a los pensamientos [mente] son entonces este segundo eslabón el tamiz para consentir o no un deseo, por tanto, yerra el que piensa que el que no lo materializa está salvo, y no es así, la lucha se presenta ex ante desde la psyche, por ello que se debe conocer las causas del pecado de impureza, como la de los demás. Y este es uno de los grandes problemas que afrontan los dichosos psicólogos modernos y los psiquiatras a través de sus medicinas placebos, que no conocen la situación desde su origen adámico, esto, se debe más que todo a su racionalismo burdo, como al ateísmo imperante en la sociedad, por tanto, desconocen la base antropológica del hombre, por lo que se hace difícil de este modo tratar enfermedades no solo mentales, sino también almáticas (del cual niegan muchas veces). Aun conociéndola le da un tratamiento que no es el correcto distinto al que ha distinguido la patrística y la ciencia de los santos, jurisprudencia generada por los mayores expertos en psicoterapia que han existido en la historia de la humanidad como lo han sido los monjes.
Para el Señor si bien la impureza carnal (pero puede haber otro tipo de impureza) no es el pecado más grave, si lo es en cantidad, el que causa más histeria hoy en día en nuestros siglos, en ella se ve en el reflejo de la suciedad, por ello que debemos purificarnos frecuentemente de la putrefacción, y reparar, sobre todo con el sacramento de la confesión como indulgencia misma llevado con su debida penitencia, de allí que debamos luchar como soldados, luego si como atletas rigurosos, para conseguir la victoria, siempre y cuando Dios quiere la impasibilidad de las pasiones. Para esto debemos tener claro que nosotros mismos no podemos salir de estos vicios, porque se trata de fuerzas externas, y no tan solo interna (input), son la vida consagrada y los sacramentos, entre ellos de la confesión y la comunión, y luego por supuesto de la oración incesante (hesyquia), y sus mortificaciones, como reparación para su purificación de lo que es la mente, cuerpo y alma, esto es del intelecto (nous) donde se consigue el mayor combate contra los agentes del mal.
Téngase claro amigo tradicionalista/ortodoxo que aunque no peques materialmente en la carne viva, puede que lo hagas mentalmente y no te des cuenta, o si lo sabes, no creas que este mal, y esto es fatal sobre todo cuando se trata de la impureza, la virginidad no se trata solo del cuerpo sino también del alma, por ello que se hable entonces de la fornicación espiritual que es peor que la primera, ya que en todo caso no se ve, y es más grave, como cuando hablamos mal de alguien o lo juzgamos con insidia, de mala fe, por esto es que nos toca guardar el corazón, para no caer en estos vicios (pecados de lengua), de allí que sea importante descubrir nuestros pensamientos a nuestros guías espirituales/confesores para que cesen los ataques, y también nos sirve como discernimiento para poder defendernos, un motivo ferviente dentro de la perseverancia o la disciplina espiritual basado en el amor, la caridad para con Dios.
Muchas veces se cree que el no sufrir tentaciones, vejaciones, obsesiones sexuales se trata de una conquista, cuando es totalmente contrario, muchos santos, que lograron la impasibilidad pidieron a Dios, que les quitara esa apatheia, precisamente para seguir luchando, y seguir teniendo una corona más grande en su reino, por tanto, combatir es de hombres virtuosos, no el no sentir nada, cuando no pase, debe preocuparte, porque algo estás haciendo mal, has salido del ring, amigo/a. Hermanos, muchas veces juzgamos a otros porque el otro pelea hasta la muerte con la sensación del placer carnal, cuando el otro no, y esto es precisamente lo que llamamos impureza espiritual, una fornicación que es invisible y que se viste de soberbia, un vicio acaba alma, mata espíritu, del cual Dios condena invisiblemente y aleja el Espíritu Santo ipsofactamente. Es tan así, que él está achacado al maligno no le da ganas de pelear, porque se vuelve un pusilánime, un pésimo contrincante, por ello que el Señor tampoco nos da la fuerza necesaria para someterlo porque no te has dado al compromiso de vencerlo, normalmente por nuestra negligencia/olvido.
La oración (piénsese en la salmodia), la vida consagrada, la penitencia son medios para la lucha, que pocos entienden pero que son necesarios para ganar, de nada sirve, comer en abundancia e ir misa, cuando estás luchando contra la fornicación, es como tener gasolina en tu cuerpo, y le cerilla a punto de encender, estas lleno pero para caer, y eso así no sirve, de hecho juegas con candela, y no te haces digno rival del maligno, analiza que en todas las peleas que te asigne el Señor debe ser destinada para que lo derrotes y vayas así sumando éxitos, logros, coronas, dentro de tu salvación en el grado de santidad que vayas obteniendo con el tiempo, indistintamente de que caigas, eso no quita lo ganado. De hecho, la Santísima Trinidad te permite caer en algunas ocasiones, para que te vuelvas a levantar más fuerte, en otros casos para que no caigas en pecados peores como la soberbia o la fornicación espiritual, los Padres del Desierto dicen que quienes no tienen pensamientos impuros, no hay en ellos esperanza de salvación, y si no los tienes es porque lo más seguro es que ya sean conscientes en tu nous o ya los cometes materialmente y por eso te dejan en paz.
Quien no se opone, ya sea i) renunciando, ii) rechazando o iii) reprendiendo los pensamientos impuros peca con el cuerpo tarde o temprano, pero primero se integra por supuesto a la mente [pensamientos] consintiéndolos, es claro que quien está bañado en la lujuria los demonios no lo molestan porque ya los cometes no tienen necesidad alguna de hacerlo, es por eso que nuestra alma, sobre todo lo que somos acometidos por este mal, debemos estar preparados como bomberos cuando nos acecha el fuego para dar la batalla dura y pura, porque a veces no sabemos cuándo llega, ni cuándo se va, a pesar de no buscarlo y en otras estando en ocasiones de pecados, restringimos lo más que podamos nuestros sentidos, como la lengua, los oídos, el tacto, mayormente la mirada, para no vestirnos de una vanagloria, apetito libidinosos, esto es, haciendo vigilias, trabajo riguroso, quitando el ocio de su vida, minimizándolos y actuando con oración/penitencia humilde/pura, por ello que debamos pedir mucho el don de la fortaleza, no para que no los quite de encima (a menos que sea su voluntad) sino para guerrear. A veces llega por días/semanas/meses, hasta años, es allí donde debe uno fortalecerse, antes que caer, defenderse con la gracia o con la invocación del Santo Nombre de Jesús/rosario, y demás armas entregadas desde arriba.
“No cedas al Diablo y no ceses en tu lucha” dicen normalmente los Padres del Desierto en sus apotegmas, pues el soldado al ser constante en su ascesis, los demonios se alejan de su presa, y esto es un llamado a no tener miedo, a no ocultarnos de pensamiento ni de acto, en la defensa misma de la actuación ortodoxa, porque lo demás es trinchera para el maligno sobre todo cuando se trata de combate de impureza, en el que muchas veces puede durar mucho tiempo, de allí que tengamos recaídas, mortificaciones, y busquemos luego un desierto interno, y como atleta nos vamos vigorizando, en la firmeza, en el crecimiento, junto con la gracia de Dios. Rechacemos la podredumbre, si, somos combatientes, más no extirpadores de los pensamientos, por esto que debamos pelear hasta el final, quitando la pereza, la negligencia, el olvido, no bajemos la guardia, la vigilancia, y aunque nos hieran en ciertas ocasiones, al contrario, revistamos de la espada de la palabra y la coraza de la verdad con valentía, magnanimidad, con parresia.
i ) Desapego, ii) desierto interior y iii) hesiquia engendran pureza, pero creemos en todo caso que la confesión frecuente, es el mayor sacramento para limpiar nuestro cuerpo y alma, y por tanto nuestro intelecto (nous) que es lo que conocemos como metanoia, que es la verdad conversión misma, el nous que está en el corazón son los ojos del alma del cual llevan a la theosis. El cerebro tan solo percibe los sentidos y los traduce, por esto es que la vida espiritual debe estar de la mano de esa codificación material de la mano con la vida mistérica (sacramental), ascética, y hesicasta, de acuerdo al ejercicio de las virtudes, con tal de conseguir la gracia del Espíritu Santo y mantenerla. El atleta, como lo somos nosotros, intentaremos por todos los medios, caminos y vías, llegar a la verdad, para instruirnos hacia el camino de la economía de la salvación, para estar siempre imbuido en comunión con Dios.
Terminemos este articulo con una oración dedicada a San Rafael Arcángel y una jaculatoria (la repetimos mínimo tres veces) para que él nos ayude a limpiar y a sanar todo tipo de impureza de cuerpo y alma, sobre todo del intelecto (nous):
"Glorioso Arcángel San Rafael, jefe de los ángeles, vencedor de Asmodeo y de todos los demonios, asísteme en todas mis necesidades, guíame y protégeme, tal cual como socorriste al joven Tobías, y al amigo San Juan de Dios, dado que eres la medicina de Dios, te ruego humildemente que sanes mi cuerpo y alma e intelecto de toda impureza como de todos los males que me afligen, de este modo te pido una angelical pureza para ser morada del Espíritu Santo".
3x: ¡San Rafael Arcángel, medicina de Dios, sananos y protégenos!
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