"El reino de Dios no consiste en comer y beber (...)". - San Pablo (Romanos 14,17)
"Si deseas dominar el arte de vivir con sabiduría, ¿crees que puedes comer y beber en exceso?” - Epicteto
"Lo insaciable no es la panza sino la falsa creencia de que la panza necesita hartura infinita" - Epicuro
Mario Felipe Daza Pérez
Terminando de leer otro libro de los "estoicos modernos", como lo es el reciente texto de Ryan Holiday titulado: "La disciplina es tu destino" y de la misma forma, conversando con un amigo muy cercano, procesalista, Dr. Marco Quiroz, me pregunta si desde la "experticia disciplinaria", hemos tratado o no "etimológicamente hablando" algo referido a la "disciplina". Por este motivo me ha llamado la atención escribir algo sobre el "contagio del hábito de la disciplina" en cuanto a las diversas profesiones, oficios, y quehaceres de los demás, por tanto, no nos circunscribimos solamente a lo que significa ser un "disciplinarista", sino a todo sujeto que se “someta a la disciplina” ("disciplinae domus").
San Agustín en su texto "Epistolae ad Romanos inchoata expositio" usa la acepción "disciplina" relacionado a la corrección o castigo desde el punto de vista "disciplinario", y lo hace explícitamente cuando inicia el estudio de las "sagradas escrituras", entre ellas "Carta a los Romanos" de San Pablo, cuando dice que “el Señor ama la disciplina” (Hebreos 12: 6-11 o Proverbios 3:11), y por tanto “toca corregir y azotar a todo aquel a quien recibe por hijo y a quien ama”, que ahora está relacionado con el termino griego de "paideia", entendida como "aprendizaje", en todo caso tomado como "sanción" que en el caso de esta "especie del derecho sancionatorio" se refiere a la “pena” que debe seguir por parte de Dios o de los “padres” como “autoridades”, por el "incumplimiento de deberes" [funcionales], en consecución de una búsqueda de un adecuamiento social y espiritual formidable, esto, como si se tratara de una "pena medicinal" (plenamente formativo) determinando lo "ético" (para los profesionales) o "virtuoso" (para los ciudadanos e hijos de Dios).
Si nos vamos a su etimología, la palabra "disciplina" tiene su origen latino en una acepción adecuada a "discipulus" que da entenderse como "alumno" (disc- "aprender", cip- "agarrar", ulus- "célula", "piedrecilla" o "cálculo" y ina- "salina"), en el cual implica la "existencia de un alumno", pero también de un "profesor" (como se dice en la “filosofía zen”: "cuando el discípulo está listo aparece el maestro"), en esto casos argüía Marco Aurelio "se tolerante con los demás, estricto contigo mismo", y este es el destino de todo "disciplinarista" y todo aquel que quiere imponer una "domo de disciplina" (disciplinae domus), en el querer ayudarse a sí mismo y a los demás a conseguir un propósito -identidad- en la vida, objetivo no menor para un "buen jurista" formidable (expresado como aquel "quien se ocupa de la ley"), tomando este último como el que está dedicado a la “interpretación, y aplicación de las leyes”, de la cual no solo incluimos los abogados, sino también a los jueces y demás profesionales del derecho.
Aunque la palabra correcta por utilizar en este artículo no sería "un buen" sino un "excelente jurista", colocamos en el titulo el primer rotulo como si se refiriera a un "ciudadano común", "comerciante", "persona de rango medio", o de "mediana ralea" de lo que quiere expresarse en este ámbito de aquellos que se dedican a esta profesión, ya sea en el ámbito "disciplinario", "civil", "administrativo" o cualesquiera, y hablamos no solo como “arte liberal” sino también en términos generales, del cómo se debe aplicar el "domo del hábito de la disciplina" si es que quiere llegar a tener éxito material y espiritualmente (en conjunto -plano holístico-).
Si bien existen varias denominaciones de lo que es la "disciplina" entre ellas como, i) aquella que es diseñada como la "doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral" (Diccionario de la Real Academia Española), ii) "entrenamiento que desarrolla el autocontrol, el carácter, el orden y la eficiencia" (Diccionario Webster del Nuevo Mundo), iii) "el entrenamiento que se espera que produzca un carácter o patrón de comportamiento específico, o el que produce una mejora moral o mental (Diccionario del Patrimonio Americano) o iv) "la habilidad para iniciar, continuar y producir el resultado visualizado y planeado en tiempo, lugar, forma y en el nivel consistente de excelencia deseado" (Diccionario del Conocimiento de Alan C. Walter), entre otros, siempre debemos entenderla como aquel “aprendizaje” que requiere sacrificios en esa tarea por desarrollar.
Debemos alegar entonces que no solo a través de estas definiciones citadas se ha entendido a la "disciplina" como una noción sino también como una "deidad" (pagana), una “diosa menor” que fue introducida por el Emperador Adriano (que puede coincidir en lo griego con "eunomia" -buena ley-) dentro del Imperio Romano, que bien “convenía” establecer como derrotero para los soldados de sus ejércitos, con tal de que llevarán a cabos sus tareas, en estos casos para que sus seguidores pudieran guiarse por virtudes, tales como la a) frugalidad, b) severidad y c) fidelidad y en todos sus sentidos, sobre todo en los llamados placeres y en el materialismo. Pero que en términos “helenísticos” lo podemos relacionar a lo mejor con la "paideia", significando este último como ese proceso de formación en la crianza de jóvenes, que en nuestro caso se debe atender hacia los juristas en esa transmisión no solo de saberes teórico-prácticos, sino también en aspectos "éticos" propios de la profesión.
Para el Obispo de Hipona en su texto "De quantitate animae" entiende "disciplina" en varias acepciones (que diremos más adelante) pero generalmente lo reconoce solo a los "conocimientos que son útiles", y que vayan encaminados a la mejora del "espíritu" de allí que lo relacione también en otros textos, como lo fue en "De Trinitate", con la palabra griega epist-m– vinculado con esta "virtud", y también acogido del verbo, "discendo", que significa, "aprender", en últimas es la "sabiduría" el recogimiento del "obrar bien" o del tener una "vida virtuosa", encontrando así el uso de la palabra "disciplina" como sinónimo de "ciencia del bien obrar o de la vida buena", es decir, como sinonimia de "ética Disciplinaria" [disciplina] que viene acompañada de la noción del latín "discendo" o en nuestro caso de la "disciplinae domus" (entendido como desarrollo de un "orden interior" o "disciplina del hogar"), pero relacionado en este al "cristianismo" tal cual como lo es la "Iglesia de Dios" tomando en conjunto con el "logos" (razón) que es Jesucristo como "verdad y la vida".
Hay de aquellos que se dedican a una profesión, área, o experticia que abarque diligencias, prácticas o ejercicios diferentes “sin llegar a tener disciplina”, porque serán los últimos. Una vez dije en Twitter que el colmo de un "disciplinarista es el ser indisciplinado", que, aunque suene rimbombante los hay en montón, el ser disciplinado no se determina solamente en el orden de un proceso, en tener las carpetas por nombres o número de llegadas, los radicados "bien organizaditos", sino en todo sentido de la palabra, material y espiritualmente hablando.
Hagamos lo que hagamos siempre debemos persistir y resistir en nuestros quehaceres, de allí que desde el “estoicismo” o el “cristianismo” se hable de las virtudes (arete) cardinales (cardo, que significa bisagra), del cual debemos comenzar forjando “contigo ti mismo” (gnothi seauton), y esto se consigue "contagiándose" con el "disciplinae domus", solo así vamos a obtener mejores resultados, y de todo aquello de lo que nos es posible, nos resultará ahora más fácil de lo que creeríamos que sería, quitando lo vano de nuestras vidas, adaptándose al entorno, el ambiente, haciendo dietas frugales, ayunos, sacrificios, penitencias, comiendo poco, siendo atleta, vistiendo ropa sencilla y multifuncional, y todo ello con moderación o templanza.
Para obtener "disciplina" se requiere de poco talento -inclusive en lo jurídico-, (aunque puede que tengas muchas aptitudes) de todos modos se necesita de mucha "dedicación continua", y esa es la "vida del filósofo", y del profesional en general, y no es otra cosa que del estar preparado para las carreras que nos da la vida, entre ellas, estar en forma, para ello que sea importante la actividad física, el ejercicio intelectual, de la mente y alma, por esto que sea requerido movernos en todos los ámbitos para dar lo mejor de sí, habituándonos (askesis) a camas duras, sed, hambre, calor, frío, ayunos, abstención a placeres, sufrimientos, y todo esto ofreciéndoselo a Dios, y así es como nos preparamos para la "disciplina", no con lo suave o lo fácil sino con lo sufrido, levantando pesas, practicando artes marciales, leyendo arduamente, trabajado, escribiendo, así vas adquiriendo la "fuerza de voluntad" suficiente para convertirte en un “buen jurista", decía el maestro de Epicteto, el estoico Musonio Rufo: "Entrenaremos el alma y el cuerpo cuando nos acostumbremos al frío, calor, sed, hambre, dureza de la cama, abstención de los placeres y los dolores duraderos" y así es cómo estaremos preparados.
Te vuelves "esclavo de lo inmediato", del aplauso fácil, de lo superfluo y lo vanidoso, eso es lo que te hace débil, cuanto menos deseas, siguiendo a Epicuro "más rico te haces", y por tanto, más libre y poderoso te conviertes porque "te controlas a ti mismo", y lo mejor que todo esto es que se comienza con lo más suave, que es con la limpieza de tu casa, del carro, tendiendo la cama, cocinando, es decir, por lo básico, porque se trata de una "edificación del orden" la cual nos va a permitir crecer, y nos va a dar el inició por las cosas pequeñas, mi mamá decía que "la voluntad se ejercía con pequeñeces", y me colocaba el ejemplo de cerrar el clóset cada vez que sacara un par de zapatos, o camisas de ahí, mete la silla al terminar de comer, ponte la camisa en la mesa, etc, son cosas que parecen tontas pero que no lo son, porque más adelante te servirán para cosas más grandes, el gran Apóstol San Pablo en primera de Corintios 10:23-33 expresaba: "Todo está permitido, pero no todo me conviene. Todo está permitido, pero no todo me hace bien".
La vida es una "lucha" y requiere de mucho "esfuerzo" para salir adelante igual como lo es el "camino a la santidad", y entre ellos, el de las carreras en general, la profesión, u oficios, pero tienes que darte prisa porque no hay tiempo, tratar de ir rápido pero haciéndolo correctamente, en caso tal que quiere ir más deprisa, porque te importa lo que estés haciendo haz aun así podrás hacer una pausa lenta, lo crucial es no "detenerse", "cuanta más prisa menos velocidad" decía Suetonio o mejor "Un comandante seguro, que uno audaz o hacer lo suficientemente rápido lo que se hace lo suficientemente bien" (2023, p. 78). En suma, no corras ve despacio y si lo haces pon más atención (pero para eso debes "ejercitar" esa “ténica”, diría Jim Kwik en su libro, “Sin límites”). La clave de todo esto, es que, "vayas a la velocidad que vayas" es la “práctica” la que te forja, "hacerlo" es una segunda naturaleza, "desenvainar" la espada X veces si toca, hazlo, sea los días que toque hasta que domines el “metodo”, siempre debe existir “la repetición, de la repetidera” (Ley de Hebb: "Las neuronas que se encienden juntas, se mantienen conectadas"), agotadora, enérgica, forzosa, estimulante, motivacional, segura, y sobre todo con "eticidad de trabajo" (philoponia).
Nos gusta colocar siempre ejemplos, pero como uno de ellos, tenemos al "buen jurista" que quisiera conseguir todos sus objetivos en su vida como en sus “casos profesionales”, que es claro, pero en esta ocasión pondremos como modelo a una "santa", tal cual como lo fue "Santa Teresita" que a pesar de sus limitaciones siempre hizo lo mejor de sí, para tener "disciplina" y de dotarse de una "sabiduría divina", es decir, de una "verdadera sabiduría", desde el momento que entró a la "orden de las benedictinas", siempre trato de ser la primera, ya que era muy inteligente, y pasó casi toda su vida leyendo, pensando en Dios y la eternidad y la "brevedad de la vida", su personaje preferido era la Santa “Juana de Arco" del cual creía también estar llamada para la "gloria" -como nosotros-, esto, con el fin de imitar el sueño de pertenecer al "orden carmelita descalza" en el camino hacia la "santidad".
Indagamos ahora si algún "buen jurista" este buscando la "santidad" por mencionar si alguien lo quiere ser, la cual sería el primer comienzo de todo esto, pues, el "conocerse a sí mismo", "aceptar sus errores", y luego "superarlos", hace parte de la "lucha perseverante" de no solamente conocerse y de no mentirse la cual es primordial para todos nosotros, y por supuesto él siendo sincero consigo es lo inicial (ver, Santa Teresita: Vida de Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia de Maxence Van Der Meersch, 2017, p. 122). Ahora, para llevar una "vida espiritual" se necesita de "mucha energía", entre ellos, del fortalecimiento de cuerpo y mente (véase a Santa Hildegarda), por tanto, se debe cumplir con todos los ejercicios, obligaciones, deberes y de más, para conseguirlo ("disciplinarismo", entendida como “actitud”), pero resultando a la vez, a) dóciles, b) humildes y c) obedientes a la voluntad de Dios y en especial en permanente introspección (interiorización) -examen de conciencia- de los pensamientos, deseos, omisiones y actos diarios, tomando como ruta además la mortificación en la vida (hasta la soportable) con el fin de conseguir la "virtud plena", que no necesariamente esta en los ayunos o en la penitencia estrictamente, sino en la i) "humildad" y la ii) "caridad" (p. 2017, 177).
Para "Santa Teresita", no es la "perfección" lo que Dios pide, sino el "esfuerzo" a esa "perfección" y eso es la "santidad" y esta está hasta el alcance del más vil sujeto siempre y cuando se lo proponga, por mucho que diga que es imposible (2017, p. 136). Dios no necesita obras, sino "obras con amor", y hay una ciencia que no conoce y es del cálculo por ser "misericordioso". La humildad en este caso es la "verdad", el no mentirse, que nada tiene que ver con la modestia, solo esto te permitirá ser un "buen jurista disciplinado", esta decía, "no soy una santa, son un alma que Dios ha colmado de gracias", (2017, p. 140), las "humillaciones" vienen del fondo del alma no de la parte exterior, la "caridad" cubre la multitud de nuestros pecados, ningún pensamiento es sublime sino está acompañado de "obras" por ello es que sea considerada como la "patrona de los escritores" (y de nosotros que escribimos artículos y libros), de allí que pusiera hincapié en la dotación de la "fuerza interior" que no cualquiera tiene, sino aquel que consiga un "hábito o un domo de la disciplina férrea" (que se obtiene biológicamente través de estímulo de los “ganglios basales” y el “tronco encefálico”) con el fin de que puedas "autogobernarte" (enkrateia) y con más razón ahora sabiendo cómo funciona el "cerebro" nos da la gran ventaja a comparación de otrora de cómo se organiza la mente, científicamente hablando (biohacking).
James Clear en su bestseller define los "hábitos atómicos" (gran parte adecuado a los "estímulos externos" de Skinner y demás “teorías cognitivas y conductistas”), como esa "rutina" o "práctica" por la cual se realiza una "respuesta automática" a una "situación específica", en una cantidad extremadamente pequeña de una cosa, que hace parte de un “sistema mayor”. Puede que muchas de las operaciones que hagamos tengan que ver con el cerebro, y sus hemisferios, pero lo que sí está claro es que, dentro de ese “hardware” y “software”, el primer programa en correr es en el hipotálamo, en el cual regula la supervivencia, el hambre, la sed, las funciones sexuales y la homeostasis, y también segrega endorfinas cuestión que tiene que ver con el "placer" y no necesariamente relacionado a los "inmediatos" o "vicios". Por otro lado, y en este mismo sentido Maria Lilian Mujica Rivas (2005) endilga a San Agustín la definición del "habitus", que viene de "habere" en una de sus acepciones, tomada como una “cualidad del alma” y un ejemplo de esto es la comprensión de una disciplina que es asegurada con la práctica del que también se puede dejar de tener, es decir, se puede convertir en algo "malo", “como sucede con el conocimiento que, si no se tiene, se es ignorante". (Ver, la dimensión pedagógica del término disciplina en San Agustín, Revista Española de Pedagogía, vol. 63, N.° 231, mayo-agosto 2005, págs. 309-323).
"Buenos juristas", no busquen la perfección, porque se van a frustrar, lo que debes conseguir como dice la santa anteriormente aludida es el "esfuerzo" o Aristóteles, la "excelencia", mirar lo primero es un "vicio mundano" que lleva a la ruina, y este se comienza a gestar con lo "impecable", lo contrario a este error es la "humildad" que es la "verdad misma" planificada hacia el conocimiento y la "sabiduría plena", en consonancia con el "trabajo" de la i) mente, el ii) cuerpo y el iii) alma, sin separación alguna de este "trinomio" consigues una "armonía trascendental", o como diría Ryan Holiday, "la disciplina en este caso no sería un castigo, ya que sería una forma de -evitar el castigo-, más bien hacemos porque nos queremos, nos valoramos a nosotros mismos. Uno debe dejar que gobierna la mente y no el cuerpo, conquista el placer y hazte superior al dolor de la disciplina" [y no del dolor del arrepentimiento] (2023, p. 170).
Expresa Santo Tomas, "se necesita más valor para soportar los acontecimientos que para superarlos" esto, referido a la "virtud de la fortaleza", por otro lado decía San Pablo en Romanos 14,17, "el reino de Dios no consiste en comer y beber, sino justicia, paz y gozo en el espíritu santo", por tanto, nuestra obligación es tener el “cuerpo listo” para la pelea, cuidándolo, exigiéndole y conservándolo en condiciones para que dé el mejor rendimiento para el servicio del Señor (2017, p. 178) esto, te permitirá hacer al máximo tus quehaceres y objetivos, en este caso como disciplinaristas, civilistas, procesalistas, administrativas, abogados en general, jueces, sacerdotes, etc, en ese "deber de exigirte" en la medida que estemos hechos. El "asceta" no se puede comparar con el "hombre casado", o el "trabajador común y corriente" tampoco se puede seguir las mismas "reglas de vida" porque son diferentes, como del intelectual con el que vive en castidad absoluta, como el que pierde su dignidad con el hombre razonable, decía San Jerónimo, "hay quienes prefieren el ayuno, a la caridad, la falta de sueño al buen ejercicio de las actividades de su cuerpo", cualquiera que lo quiera hacer no le queda otro camino que entrar en el "camino de la disciplina", no hay otra manera y el dominio de sus instintos será su vía, y el "ascetismo" (ascesis) es ejemplo de ello, si y solo si cuando se hace inteligentemente, ya que su longevidad va de la mano con una "vida rigurosa" (ejemplos sobran, San Charbel, San Benito, San Serafín, etc).
Ser "riguroso" o "estricto" no implica entonces vestir mal, lo que será siempre reprochable es anteponer las marcas o las “vanidades” antes que las vestimentas mismas, una persona barbona, y con rotos en sus atuendos difícilmente será disciplinada porque no se fija en sí mismo, y mucho menos será en los demás, debemos hacerlo con sencillez, no se trata de una exhibición de quien tiene la tela más cara, no, así seas rico, eso no importa, de hecho cuanto mayor lo seas debes buscar siempre la "incomodidad" (como hacia Séneca) para conseguir así más disciplina en tu vida, y esto se hace con la "pureza moral", que nos falta aún a muchos, el "sacrificio" de este modo nos "entrena", y nos da la forma propicia para "luchar", lo mismo que gestionando tus labores, y todo esto te será necesario para construir las “virtudes”, ahora, cuando te toque descansar o recuperarte, no es bueno estar trabajando mucho, o dormir poco, sino según lo que corresponda, debes cuidar la salud, y aumentar el rendimiento, el sueño da más sueño, no te creas invencible, para dominarlo estas "técnicas" se necesita también de ejercicio mental y corporal, acuéstate temprano, y levántate temprano.
Ya decía Tolstoi, "los que creen que pueden llevar una -vida espiritual elevada- con un cuerpo lleno de ociosidades y lujos se equivocan", la materia aquí no es importante para desarrollar la disciplina, se requiere de mucho espíritu, y de guerrero, el “cuerpo es un templo”, que no es tuyo sino que se debe construir en alojamiento de un espíritu [santo], y el "camino perseverante" es la única vía para llegar, no el corto o lleno de atajos, o de "placeres inmediatos", es el "dominio interior" el que te la da fuerza para enderezarse, "es el poder sobre uno mismo", sujeto de un i) cuerpo sano, ii) una mente ingeniosa y un iii) alma indomable, esto es lo que te fortalecerá, y que todo ello te sirva para tener un espíritu dotado, de compromiso, resistencia y fuerza y sobre todo inteligente, es decir, eficiente datado de a) templanza, b) moderación y c) humildad.
Como ven, la "disciplina" no solo implica "ejercicios corporales" como muchos creen, sino "espirituales" y "mentales" en mayor medida, pero también el saber callar, cuando hablar, escuchar, etc, lo ideal de este "hábito" (Charles Duhigg, expresa que se debe escribir ya de la "ciencia del hábito", con miles de fórmulas), no es el “qué”, ni el “porqué”, sino el "como lo hacen" y de la final de "quienes somos", ejemplos sobran, una vez más, solo para mencionar uno, estudiemos la vida Napoleón Bonaparte y otras figuras de la historia del que no consideraba la materia como un fin en sí mismo sino su "gloria". De este modo, ellos sabían que el dinero es una herramienta que podría ser peligrosa, esto, dependiendo de cómo lo utilizas, ya que puede dificultar tu camino hacia la "virtud", el primer problema está en que gastes más de lo que te ingresa, y sobre todo en cuestiones “vanas”, para evitarlo trata de ser mejor cada día, siempre, delega, y busca personas que te ayuden, no tiene sentido hacer todo uno mismo, además de dejar de ser egocéntrico (el mayor problema capital, hoy en día -la soberbia-), trata de ser puntual, obediente, diligente y amable con los demás, y pon límites a la estupidez, vulgaridad, inmadurez, a las redes sociales, a la gratificación inmediata, fiestas, etc, se reservado, se paciente, si ustedes miran, los felices no tienen por qué estar contando que lo son, pase lo que pase siempre da lo mejor de ti como un "buen jurista".
Siguiendo nuevamente a Holiday este dice que Platón expresaba que los mejores líderes no querían el poder, y esto era porque no lo necesitaban, ya que el dominio de sus apetitos y "egos" los hacia más fuerte, con libertad, independiente, menos corruptible y tranquilos, ellos más que todo se centraban en los que les importaba, que no eran los títulos, el poder, ni la riqueza y tampoco el control de los demás, no es lo que se tiene, "es lo que eliges ser" o "quien eliges seguir siendo", por ello es que el "autocontrol" requiera de "disciplina" y que además este "hábito" de ser un "ejercicio espiritual" arraigado a la "virtud de la justicia" se trata de un acto de "fuerza de voluntad" (ya se habla incluso de un "músculo", a propósito revisar los trabajos de Todd Heatherton).
Hemos sido siempre enfáticos en nuestros escritos que debemos tener "fuerza" no solo en la i) "mente", ii) "cuerpo" sino también en el iii) "espíritu", para conseguir un "alma limpia" o perseverante (karteria), en la "resistencia" en la lucha de la vida, así es, que si se consigue esa disciplina que tanto queremos para ser unos "buenos juristas", esto no quita que podamos ser flexible de vez en cuando en lo excepcional, pero no dejando que esto se nos convierta en generalidades, por tanto, no es "rigidez en estricto sentido", figúrense como el estoico, Catón el Viejo que sirvió siendo un "atleta", "buen jurista" y un "cónsul" al mismo tiempo, cumpliendo siempre con las "reglas de entrenamiento" hasta el final de su vida, con "precoz austeridad y sencillez", consiguiendo para él como ciudadano, padre, y abogado el "mayor autodominio" del cual se requiere para una permanente vigilancia física, mental y espiritual.
En cuanto a mi testimonio personal intento conservar la “disciplina”, como un "disciplinarista nato" -ejercicio profesional y actitud- (sería el colmo que no lo fuera), alimentándome nutritivamente dos veces al día, haciendo ejercicio dos veces al día, asistiendo a misas dos veces al día, ayunando mínimo 16 horas al día, y el domingo 24 horas (o una vez a la semana), el no beber alcohol (y si lo hago es muy poco), el no fumar (que nunca lo hecho), no consumir drogas de ningún tipo (a excepto del alcohol que muy poco lo hago -semiabstemio-), por otro lado el de practicar la continencia y castidad (este último, hasta ahora), trato de sentirme "excelente" y con pensamiento positivo (sin descuidar la "visualización negativa) a diario y dar lo mejor de mi hasta morir, tengo a control mis instintos y trata de no pecar y mantener a raya mis “virtudes”, esto es, hasta su máximo esplendor, y así como mucho de ustedes quieren un "orden en sus vidas" (disciplinae domus) así mismo quiero compartir mis hábitos con los demás, en suma, “contagiar” a quienes quieran seguir el ejemplo, haciendo siempre de nuestras tareas diarias -incluyendo las laborales- un modelo a seguir con tal de ayudar a los más necesitados.
Mientras que el "éxito" lo podemos controlar con nuestros "hábitos" que no son otra cosa que "programas constantes" con "picos dopaminérgicos", son los comportamientos lo que atribuyen esta idea, y no la “suerte”, los primeros matemáticamente hablando son el "interés compuesto" de la superación, adecuado a la repetición, "somos lo que hacemos repetidamente", y es así como consigues la “excelencia” no con actos sino con el "habere", decía Aristóteles, es decir, con la "repetidera", pero que a la larga puede ser producente o contraproducente dependiendo de cómo lo sitúes, buscar la "identidad" y el "sentido de pertenencia" será aquí lo importante, mira el enfoque, la cuestión no es manejar es convertirte en conductor, la cuestión no es estudiar leyes es convertirte en abogado, etc, pero para ello toca quitar las distracciones de encima, y además rodearte de personas mejores que tú al menos con tus mismos patrones, crear un ambiente propicio para ello -entorno-, creando unas reglas para que no te contamines, tratando de imitar a los que tú quieres seguir, en últimas, tomando la "ley del menor esfuerzo" o de la "eficiencia" porque cuando quieras ver, ya todo estará "automatizado".
El "hábito de la disciplina" en cualquier persona, como en un jurista es "integral" como han analizado ya, no se consigue entonces por sí solo, ni dedicándose meramente a lo que se proyecta, necesita de más cosas, aptitudes duras y blandas y trabajarlas duro, puede que alguno u otros tengan mejor genética o funciones epigenéticas en cuanto a la escritura, oratoria, aprendizaje, pero eso no lo sabes hasta que no lo practiques, al aplicar el correcto programa o subprograma puede que determines mejor tus habilidades para ese campo u oficio que aquella u otra persona que presuntamente es "superior" que tú, por eso es imprescindible que antes revises a lo que te vayas a desempeñar: derecho civil, administrativo, penal, disciplinario, etc, en todo caso, haga lo que hagas debes ser "repetitivo", son las acciones a tomar hasta el final las que te mejoran, haz que el trabajo se amolde a ti y tú no a él, vuélvete un maestro o experto con la "práctica compulsiva".
El "adquirir disciplina" en cualquier ámbito, pero en especial en lo jurídico es parecido a lo que se relata en la "paradoja de Sorites o del montón" que proponían los filósofos griegos, entre ellos, los megáricos, uno de estos, Eubulides o Zenón de Elea, y nos referimos como cuando alguien pregunta cuando un rico es rico, o un sabio es sabio o una pila de arena deja ser ese conjunto de granos, no lo sabemos, de la misma forma como lo serían los "hábitos", solo lo trabajas hasta que lo son, ¿Cuándo lo seria o no? La respuesta es cuando lo “domines”, es decir, cuando tengas el auto-control de aquello que “trabajaste ferozmente”.
En lo nuestro, la "disciplina" puede ser referido a varias cosas, como ya hemos dicho en el punto de las definiciones, ya sea como una “reglas de conducta” que el observador debe tomar con tal de funcionar dentro de una organización, so pena de atribuirle una sanción, por lo que estos "códigos de conducta", serán acogidos según el tema por abordar por el "disciplinarista", pensemos en las "Reglas de San Benito" para los "órdenes benedictinas" en las abadías, aquí la "autodisciplina" en este caso espiritual será la capacidad que tengan sus miembros derivado de esa "relación especial de sujeción" en poder llevar a cabo las tareas referidas por el abad y sus maestros, convirtiendo entonces sus comportamientos en "hábitos", como la que expone San Agustín en su texto "Contra los Académicos", referido este como la "disciplina de la sabiduría" que más que un "habitus" es una actitud por la búsqueda del conocimiento de la verdad de lo humano y divino (lo que llamamos nosotros como "sabiduría plena").
Trayendo a colación nuevamente a San Agustín dentro de sus abundantes obras este trato la "disciplina" desde varios ámbitos entre ellos vinculadas a la moral, sabiduría, intelectualismo, ciencia, educación, etc, (ver, de Libera arbitrio, De ordine o De Trinitate) pensaba que "obrar mal" no es otra cosa que estar "fuera de la disciplina misma", como se va esta última es un "bien en sí mismo" éticamente hablando, cuestión que va en contra de los "vicios" y "placeres inmediatos" ya que enseña lo que debe hacerse (el cómo) y no su justificación (y no el por qué).
"Contagiarse de la disciplina" es una forma de sustituir lo que conocemos como "motivación" que en poco tiene que ver con el "hábito", son los "comportamientos virtuosos" los que adecuan a uno, no las ganas, o escoges el "dolor del arrepentimiento" o el "dolor de salir adelante con esmero”, busca los medios y los caminos para conseguirlo es el derrotero y olvídate de los resultados (que a lo mejor serán los mejores, pero haz como si no los consiguieras -visualización negativa-) ya que todo es "entrenamiento".
Como hemos citado múltiples veces, tener una "casa disciplinada" o un "orden interior" (disciplinae domus), es una manera "contemplativa" de alistar nuestro templo del cuerpo y el espíritu [santo], que bien viene asociado a los sietes dones otorgados por Dios y a sus doces gozos, dando así la luz de conocimiento, inteligencia, entendimiento y sabiduría [plena], que nos regala esta “substancia divina” a través de sus gracias y carismas, en la potencialización no solo de sus aptitudes, dotes, aprendizajes, comportamientos, sino también, en lo que se refiere en la mejora de una conducta virtuosa y de sus hábitos, incluyendo la "disciplina", eliminando para nosotros todo lo que es “vano” para nuestras vidas.
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