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9 de septiembre de 2023

EN CONTRA DE LA "CONCUPISCENCIA" (EPITHYMIA): EL ORIGEN DE TODOS LOS MALES


"Mas yo, joven sumamente miserable, había llegado a pedirte en los comienzos de la misma adolescencia, «Dame la castidad y continencia, pero no ahora», pues temía que me escucharas pronto y me sanaras presto de la enfermedad de mi concupiscencia, que entonces más quería yo saciar que extinguir”. - San Agustín.

Mario Felipe Daza Pérez

Muchos asocian la palabra “concupiscencia” con el “placer sexual” y esta es apenas una de las formas principales en las que se manifiesta, ya que también puede ser tomado como ese “deseo desmedido” de obtener riquezas y placeres terrenales, o enfatizada también como aquella inclinación hacia "deseos descontrolados". Se dice que una vez Carlo Magno al acercársele un general de su ejército en "estado de embriaguez" con intención para saludarlo y con indignación, le expreso: "aléjate de aquí, das asco", el oficial al sentir tal rechazo, juro no tomar más, y cumplir su palabra. Si recordamos también la historia de Sansón nos podemos dar cuenta que este era considerado como un hombre fuerte y robusto, pero su cuerpo no era compatible con su alma, que era débil, (Jueces 16,1), porque si bien leen el versículo transcrito se dan cuenta que cuando se dirigió a Gaza cayó antes las fauces de una meretriz, ante la "concupiscencia de la carne".

Se indica en el diccionario de la RAE, que la "concupiscencia" (también puede ser entendido en la noción griega como "acrasia" en el -no actuar con buen juicio-, es decir, con descontrol) es ese “deseo ansioso” de bienes materiales, o “apetito desordenado” de placeres sexuales, de las cuales está prohibido por la Ley de Dios, debido a su "perversión". Este sustantivo es considerado como ese “estado de anhelo” (thymos), pero que generalmente es sensual (lo cual incluye la lujuria, y puede que otro pecado capital, como la gula y la avaricia) de lo que en el judaísmo se puede considerar como "yetzer hara" o "inclinación al mal", esto, antes de convertirse en lo que el termino latino se reconoce como "massa damnata", o “multitud condenada”, lo que en el lenguaje musulmán está en el término con la palabra "nafs" en árabe, siendo este concepto no tan preciso. En resumen, como en la mayoría de las palabras en la Biblia que se traducen como el “deseo apasionado" asociado a lo "perverso”.

Si nos vamos a Mateo 5, 27-28, encontramos a la "concupiscencia" como ese "deseo peligroso", inclinado al pecado y apegado a los vicios que está llevando a la "ruina" o "condenación" a mucha gente, entre ellos a jóvenes, dicho enemigo es astuto, porque no se ve, ya que germina como si fuera un grano, y que crece con el tiempo a medida que lo sigas alimentando, por ejemplo, el alcohol, las drogas, prostitución profanado a ese deseo material de conseguir cosas que no necesitas, aun no se lleven a cabo, por tanto, es una conducta que se da incluso en los pensamientos

En la filosofía helenística, en especial en el "estoicismo", con Zenón, su fundador. la "concupiscencia" ("epithymía", está relacionado al "orge" y "eros" distinguido más como juicio ético que religioso) era determinado como uno de los vicios abundantes también de la época, asociados al placer, también a la libido igual como distinguió Crisipo y luego Cicerón. Uno de los más sensatos dentro de esta escuela en época tardía, como lo fue Epicteto, expresaba que se debía luchar a toda costa contra este mal, ya que no solo perturba la parte física sino también el alma.

El gran apóstol San Pablo nos habla en primera de Tesalonicenses 4-5, sobre las cosas que le agradan a Dios y que no, y de lo que negativamente se refiere a es a la "pasión de la concupiscencia", pero no dice cuáles son, entendida esta como apetito, no solo sexual sino también material, lo que hace énfasis es el buscar la santidad y evitar la fornicación. En esta misma escritura se indica que es la voluntad de Dios que todos obtengamos la "santificación", por ello que debamos apartarnos de la impureza, por tanto, dejando a un lado eses deseos o placeres vanos, nadie debe estar engañando a otro ni por encima de otro, para conseguir lo que quiere, amarse los unos a otros.

El mayor estudiador de este término de la "concupiscencia" fue sin lugar a dudas, San Agustín (entendiéndola, como "lujuria pecaminosa", debido a su transmisión generacional -su concepción es metafísica- y no psicológica-, por tanto, todos los tenemos), este ultimo lo introdujo en varios de sus textos, indicándolo cómo el "vicio" desde el "pecado original" y que por tanto nos viene arrastrando hace mucho tiempo atrás. El pensador teniendo en cuenta en sus estudios al principio en Platón, mira en su fundamento principalmente en que el "alma es inmortal", pero que también mientras que se está en tierra su concepción va unida a la carne y al espíritu, ya que es uno solo.

Los ejemplos de la "concupiscencia" son muchos, no solo para los simples pecadores, sino también para los "santos" (y sobre todo estos últimos) se dice que una vez San Francisco Sales, le escupió la cara a una persona que le quiso tentar; Santo Tomas, le tiro un tizón encendido a alguien por lo mismo lo intento, y San Benito se arrojó a los espinos debido a los altos grados de presuntas concupiscencias en sus pensamientos, y también San Pedro, se bañaba con agua helada con tal de controlar este "vicio", otros, acudían a ayunos, mortificaciones, penitencias, etc., por ello, la importancia de estar en gracia de Dios.

También se cuenta que Teodosio fue una vez a comulgar, pero San Ambrosio (maestro de San Agustín) no lo dejó hacer, debido a sus pecados mortales, a lo que este trayendo como ejemplo al Rey David, como a Salomón, que fue adúltero y ocasionalmente homicida, no le había pasado nada, pues el sacerdote le expresó, que, si era tan bravo de imitarlo en la "concupiscencia", también lo debía hacer en la "penitencia", de allí que los santos no sean reconocidos como "tembleques", sino de "corajes".

El mensaje es salir de la "zona de confort", vivimos en plena vigilancia de nosotros mismos, y viviendo en sobriedad, y, por tanto, de ello que debamos evangelizar no solo en nuestra familia y terreno, sino si se puede en otras ciudades, ya que nadie es profeta en su propia tierra, es necesario que se diga de las verdaderas de la fe, conocernos nosotros mismos para poder hacerlo, con corazón, devoción, obrar y ayuda a los demás. De esta forma sabemos que la lucha no es contra la carne sino contra principados, dominaciones, etc, tal cual como se expresa en Efesios 6.

Me gusta mucho una alocución latina, que utilizan muchos los liberales y libertarios del común y que el gran economista Von Mises utiliza como eslogan (y toda la Escuela Austriaca de Economía, por tanto, no es coincidencia) y es: "Tu ne cede malis, sed contra audentior ito", es decir, no te rindas frente a la adversidad ["concupiscencia"] y enfréntala con mayor audacia, que en este caso seria "sabiduría", se dice que la frase viene de proviene de la Eneida (Siglo I a. C.) del escritor romano Virgilio y también tomado en el estoicismo por Séneca, en sus Cartas morales a Lucilio, frente a todo ello, nunca discutas con las tentaciones, ni dialogues con el "enemigo" porque perderás, solo destrúyelo, aniquílalo, recházalo, con la "vigilancia de los pensamientos", pídele a San José o San Benito que te ayuden o sigue sus métodos.

Así como no podemos atrapar la "conciencia", ni las "corazonadas", tampoco podemos hacerlo con el "aire", y la "concupiscencia" se trata así también, no puedes tomarlo y no trates de jugar con él, porque pierdes, es un verdadero tiquete a la condenación, sería mejor perder un ojo o una mano, que seguir en el vicio recurrente que te estaba llevando a la ruina, ahora, si tu encierras en un recipiente a ese "animal brío", tarde o temprano morirá, lo mismo pasará con los malos deseos o apetitos perversos, por tanto, como toda basura debe ir eliminándose, o suprimiéndose de tal forma que se extinga en vías a la "purificación" lo que va en contra de la "vía unitiva" de la "iluminación".

Toca ser prudente en el aumento de las virtudes, previéndose de todo, aumentando la fe, porque nunca saben ni la hora ni el momento, debes volverte exigente, pues no puedes esconder tus talentos, sino sacarlo y ponerlos al servicio del Dios, porque el que tiene se le dará y le sobrará, eso sí, viviendo con tranquilidad, trabajando todo lo que se pueda, según su capacidad, en la administración de esos dones, muchos que por pereza no hacen nada, y se vuelven apáticos, debemos negarnos a nosotros mismos, para la salvación.

Para Aristóteles este tipo de "lujuria" (constituida como especie de la "concupiscencia") se obtiene por parte del deseo humano, no solo en lo material sino también en lo espiritual, uno para el cuerpo y otro para el alma, es decir que actúa en dos vías, por ello que sea tan peligroso, porque afecta todo la "pisque" y el "nous", por tanto, trasciende la mente, concibiendo de lo que conocemos hoy como adulterio, fornicación, glotonería, avaricia, y entre otros pecados más, como una de sus subespecies, tomado como "soberbia del espíritu", o "inclinación del Yo".

Según la Iglesia, y siguiendo por supuesto a San Agustín, podemos distinguir tres clases de "concupiscencia", en su texto "Confesiones",   aquí, el Obispo de Hipona, menciona algunas, de las más recurrentes, y el primero de ello que tiene que ver con la "mirada libre", o la "curiosidad" (disfrazada cómo de "conocimiento", pero que termina siendo "vana"), el del puro placer de los ojos, como cuando estamos viendo una mujer muy hermosa, y de paso pensamos algún deseo sexual, solo en el pensamiento (o viceversa), y también puede extenderse en otros sentidos, como el olor, el oír, gusto, etc, que se enmascara entonces en el "deleite" no solo "sexual", sino también "material".

Fuente: Elaboración propia

Si por un lado tenemos la "concupiscencia ocular" (concupiscentia oculorum), también de esta se desprende en caso de materializarse o ejecutarse, la "carnal", que se gesta con la "cópula" en lo que tiene que ver con los pecados de la carne en sí misma, y ya no solo del espíritu enfermo, que permanece en nosotros que según Santo Tomas de Aquino se presente como un defecto pero connatural, que debemos eliminar por estar "caídos" desde un inicio y que puede ser grave, porque aun presuntamente saneado se puede extender hasta el matrimonio, por ello que sea importante incluso en estos sacramentos practicar los votos de continencia (como se propone en Mateo 21, 18-22) y castidad, para no permitir quedar subsumidos nuevamente de este mal.

Dice San Agustín en su libro "El matrimonio y la concupiscencia":

"Los que prefieren, por mutuo consentimiento, abstenerse para siempre del uso de la concupiscencia carnal, no rompen el vínculo conyugal; más aún, será tanto más firme cuanto más hayan sido estrechados entre ellos estos pactos, que deben ser guardados amorosa y concordemente; no con los lazos voluptuosos de sus cuerpos, sino con los afectos voluntarios de sus almas".

No podemos entrar nuevamente en esas discusiones que ya fueron refutadas en el pasado con las denominadas ideas maniqueas, pelagianas, arrianas, y demás que fueron desvirtuadas y que ahora quieren resurgir con otros nombres, sobre todo bajo la etiqueta del "protestantismo", y también de la "nueva era", del que algunas sectas determinan que evitar el pecado es casi imposible y terminan flexibilizando las reglas a su acomodo, subjetivamente, y no objetivamente, del cual les hace aún nunca superar la "concupiscencia", lo que le será imposible entonces conseguir la "gracia de Dios" y por tanto el grado de santidad.

Esta la llamada "concupiscencia de la carne", que corresponde como ya indicamos anteriormente, tiene que ver dar un paso más allá, al hecho de lo que los ojos por curiosidad "morbosearon" o "desearon" no solo en el aspecto sexual, sino también material, por ejemplo, con la "envidia", haciendo de ellos alguna activación de los demás sentidos, este tipo, no importa si la persona es soltera o casada (aunque en este ultima es menor, si se da la copula en su "estado divino", esto dentro de la postlapsaria, como orden social), puede ser cometida por cualquiera, porque su grado dependerá de su "perversión", pero que tendrá mayor efecto por supuesto cuando se trate de "actos sexuales" y esto se debe más que todo no como elemento emocional solamente, sino por "falta de voluntad" que no es "educada".

No me puedo considerar un "puritano", ni creo que nunca lo seré, humildemente trato de esforzarme para llegar a ese estado, porque la perfección solo se conseguirá cuando tengas la "santidad plena", que en este caso sería cuando estés "muerto", pues, el placer o el deseo derivado de este "vicio", pululara todo el tiempo mientras vivas, por ello, que debas aplicar la "prudencia", y la "sabiduría", con tal de minimizar estos costos, en lo relacionado sobre todo las pasiones, debes saber detener el pensamiento y por supuesto la acción, que bien actúa como una semilla, que no le debes regar ni dejar crecer, debes rechazar desde el inicio cualquier tormento para tu mente, cuerpo y alma, tal cual como se dice en Eclesiástico 18, 27-33) "el hombre sabio es precavido en todo, en la ocasión de pecar se anda con cuidado, tus deseos refrena, no consientas todos tus anhelos, ni te complazcas de la buena vida [encuentra la incomodidad], en suma, no te empobrezcas festejando con dinero prestado, cuando nada tienes en la bolsa".

Nadie puede decir que la tentación viene de Dios, y somos tentados porque el Señor permite su consentimiento, esto es falso, no hay excusa para escabullirse de estos deseos si bien tu no los rechazas, todos estamos expuestos a este mal, solo depende de ti, hacerte a un lado frente ello, cada uno es camino de sus propias "concupiscencias", lo que le mata es la necedad, el curiosear, aniquílalo con la buena voluntad, ya se dice en Gálatas 5-17, "Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne ya que tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais, Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, etc". (Gálatas 5. 17-19).

Si nos damos cuentas, la "carne" tiene sus propios apetitos, lo mismo el "espíritu", y pueden que ambas tengan comunes y que cuando se unen, el mal del espíritu será mucho más terrible, pensemos en las "orgias", la "envidia", "embriaguez", que no solo nubla la mente en las decisiones, sino también afecta el cuerpo y ensucia el alma, en contra de los gozos del espíritu santo, lo que debemos luchar entonces es en contra de esa "concupiscencia" que se gesta desde la infancia, y que va originado desde nuestro antepasados, sanando intergeneracionalmente, a pesar de que hayamos sido bautizados, queda el renuente en nuestra psiquis que debemos batallar hasta al final de nuestra vidas, por ello la importancia de la "perseverancia", y quien lo haga "gana".

Antes, se decía que con Marcial, en el siglo primero se hablaba ya de tres tipos de "concupiscencias", uno referido al amor de las riquezas (philoploutía), otro al de los honores (philotimia) y por último a los placeres (philedonía) -este ultimo distinguido en lo ya referido-, la mayoría de los filósofos, historiadores, poetas greco-romanos hacían esta diferenciación, de lo que luego los monjes del desierto y los padres de la Iglesia también identificaron como males en contra de la visión beatífica, y por tanto, por ello que hayan adoptado el modelo asceta y de purificación, que en cierto modo comprometieron su "santificación", en relación a estas vías depravadas, o de caminos mundanos, vanos, en sombra de las semilla del pecado.

De las "concupiscencias actuales" identificables, podemos mencionar dentro de la subclasificación aquellos que son ocasionales de las habituales, que en todo caso lleva a la propensión de los deseos, ya sea comenzando como una semilla, o ya sea en las ramitas, pero que en nuestro caso es base de los demás pecados. Como con ella contrae al tercer tipo, relacionado a la "soberbia de la vida", que es el primer error por medio del cual "Lucifer" cayó, y de allí se derivaron los demás "vicios" (que aquí ahora colocamos de último, como sorpresa), pero que comenzó por supuesto como una "concupiscencias de los sentidos", tal cual como se describe en primera carta de Juan 2-16, cuando se expresó, "porqué todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo".

Si resistes con audacia, o bien con "sabiduría" a estas "concupiscencia", podemos expresar que consigues la "pureza" en su "plenitud", y por tanto, la "gracia" indicada para la "amistad con Dios", después de ello, no hay campo para otro pecado, porque bien no habrá semilla que deriva de otro más (al respecto, ver "Sobre la dimensión del Alma de San Agustín), y esto se hace por supuesto con la "continencia" y en su máxima expresión con la "castidad" como gozos del "espíritu santo", evitando toda tentación de curiosear, a lo vano, no estar pendiente de mirar o oler, sin justificación alguna, con tal del hecho de conocer más, ante la "vigilancia del pensamiento", y de lo que los griegos hablaban como "demon" -relacionado aquí con "Asmodeo", con tal de sanar las enfermedades del cuerpo y el alma.

Para resumir, todo comienza por la "concupiscencia de los ojos", la tentación más mortal hacia la "concupiscencia de la carne", que se gestó desde los al borde la humanidad con Lucifer cuando cayó debido a su "orgullo" (soberbia) referido a ese deseo vano y curioso de deleitarse por medio, y a través de lo terrenal, es decir por los "sentidos" disfrazado con el don de "conocimiento" y "ciencia" de querer saber más, cualquiera que sea de la base de los tres va a dar lugar por supuesto a los demás pecados, que, según Santo Tomas, seria a desórdenes tan graves como la gula o la lujuria, como origen incluso de la avaricia, la vanagloria de los que Evagrio Póntico denomina como los "ocho espíritus malvados", y por lo que en general el "enemigo" tienta no solo por este mismo espíritu sino también por la carne, a donde más le convenga.

En la identificación de las "tres concupiscencias", sería ahora muy importante que, dentro de nuestras oraciones, penitencias, sacrificios, etc, pidamos no solo "sabiduría", sino también el "discernimiento de espíritu", con tal saber cuándo el "enemigo" nos quiere tentar por la carne o por el espíritu, y es allí donde nace el "origen de estos males" porque no se oponen entre sí, es decir, se encuentran, y si tú las rechazas te dejarán de mortificar "hasta otro tanto tiempo", esto, sin nunca acabar hasta el último momento de tu vida, de allí la "perseverancia", y el "poder del control" y de la "dominación" hasta el "final de los tiempos".

4 de agosto de 2023

SOBRE LA INMORTALIDAD DEL "ALMA" (PSYCHÉ)


"No hagas de tu cuerpo la tumba de tu alma". - Pitágoras

"Un hijo con una vida desordenada, irreligiosa y alejada de los sacramentos es una tormentosa espina para las almas que le han dado la vida corporal".- Don Dulindo Ruotolo

Mario Felipe Daza Pérez

En esta ocasión escribiremos sobre el "alma", destinándolo como ese tercer elemento en el pilar de la "plenitud humana", que junto con las otras dos fases llegan a complementar según nuestra visión, la "mente" y el "cuerpo" del cual hacen de esa unión, una "perfección espiritual", que de acuerdo a esto se debe "ejercitar" para llegar a la "imperturbabilidad", "ataraxia", o "santidad", (como quieran llamarle), en todo caso, el punto a tratar en esta entrada resulta el más espinoso, curioso, y más místico entre los tres.

Si ya bien los griegos se han referido a este "trinomio" en diferentes facetas, modos, colores, y sabores..., nosotros propondremos nuestra tesis de lo que significa y de cómo se diferencia el último de ellos, es decir, el "alma" del "espíritu", indistintamente como lo representan los demás, pero para ello, y para hacer mejor de este análisis, tendremos en cuenta dos textos en especial, uno de ellos uno de San Agustín, llamado igual que el nombre de este artículo: "Sobre la inmortalidad del alma" (escrito en el 387) y otro titulado la "Teoría de los incorporales en el Estoicismo Antiguo" de Emile Brehier (publicado en el 2011), sin dejar atrás otros, que por su importancia conviene  agregar.

A los primeros filósofos griegos, aquellos que vivieron antes de cristo, sobre todo los situados en la ciudad de Mileto y los llamados "sabios de Grecia", se les suele conocer bajo el epíteto de los primeros "físicos" en la historia occidental, entre ellos porque no solo estudiaban los elementos de la tierra, su origen, etc., sino también a la denominada "physis" que no es otra cosa que el "alma", distinto a lo que llamamos hoy "espíritu" (pneuma) conceptos que normalmente lo llegamos a confundir a menudo como si se tratara de uno solo. 

Si tomamos el texto de Don Dolindo Ruotolo (1982) titulado "El purgatorio: La última de las misericordias de Dios", expone el sacerdote una diferencia entre los dos conceptos enunciados en el párrafo anterior, para este, el "alma" es toda "forma espiritual" que como otras está sujeta a la vida del cuerpo entero y a cada una de sus partes, y permanece en ella hasta tanto haya aún una célula viva todavía capaz de ser activada por el "alma", solo cuando va en decadencia es que comienza el resultado de la destrucción del cuerpo y por ende de su separación, esto, nos da entender que el "espíritu" integra al "alma", por tanto, es la que hace que se "purifique" (actúa como filtro).

Uno de los primeros "problemas filosóficos" a florecer en la humanidad fue el de diferenciar las distintas teorías existentes sobre el "género humano", entre ellos, los que surgieron a partir de la i) lógica, la ii) ética (ahora, "virtudes") junto con la primera de todas ellas la iii) "física", que es la que nos interesa en este escrito, desde la filosofía occidental, por ello, que coloquemos pensamientos de algunos los pensadores griegos en cuanto al tema del "alma" con el fin de tener mayor claridad sobre el tema. 

Lo que si debemos dejar claro de una vez es que existen diversas teorías acerca de este asunto, entre ellos, -como ya hemos anotado- los que consideran que el "alma" y "espíritu" es lo mismo, o de los que expresan que esta nunca se separa del cuerpo, que cuando uno muere fallece junto a sus restos o de todo expresión que quede, o bien que cuando una fallece esta se va y se une junto al universo otra vez (arché) -visión panteísta-, hay otros que consideran que esta hace parte de la mente misma, sobre todo de su lado "inconsciente", lo tratan como si fuera lo mismo, entre ellas Brian Tracy, Joseph Murphy, Napoleon Hill, etc., y alguno que otro pensador moderno, por tanto surgen de estas argumentos monistas, dualistas, e integracionista, inclusive escépticos o híbridos toda clase de argumento.

Nuestra tesis "neoestoica" (mezcla de estoicismo y cristianismo, -hasta ahora-), es el de defender primero que todo, que la "filosofía griega" -en mayor parte- es compatible en que el "alma" es "inmortal", y por tanto no muere, con el cuerpo, e inclusive podemos decir que el cuerpo coge la forma del alma, y no viceversa, este planteamiento es de acuerdo también con el resto de los cristianos y creería que, con la mayoría de los religiosos, por tanto, hasta aquí no habría problema alguno. 

Colocando "ají picante" al asunto diremos también que el "espíritu" y el "alma" son distintos, (como muchos confunden) y de la misma forma expresaremos que esta hace un elemento independiente de la "mente", y el "cuerpo", distanciándonos de muchos filósofos que creen que es imperecedero ya que se sitúa en la mente (y algunos neurocientíficos explican que se aloja en el cerebro), y no es así (al menos no está demostrado hasta el momento). Veamos.

Se dice que una de las constantes después de Aristóteles es el "rechazo de todo lo incorpóreo e ininteligible", esto, no pasa lo mismo al menos con los "estoicos" que comprendieron que hasta el "alma" tiene una forma corpórea, y uno de estos pensadores que podemos rescatar es a Crisipo cuando definió la idea de "seres indefinidos" (2011, p. 18), lo mismo Cleantes que determinaba que el "alma" era un cuerpo, de la misma forma este consideraba su "incorporeidad". Compartimos la tesis del primero en este caso, es decir, que la muerte es la separación del "alma" y "cuerpo" (p. 22) -incluyendo la mente-, en este caso, "lo incorporal no toca el cuerpo" (p. 25) en este conjunto con la "teoría de lo expresable" justificamos lo dicho desde un punto de vista de la "espiritualidad" y no "materialista".

En aristas, los "estoicos" siguen muy bien a Aristóteles (al respecto se pueden leer, "Acerca del alma" o "Sobre el alma", libro que no haremos referencia profunda en esta ocasión), sobre todo en cuanto a lo concerniente a los fundamentos de la "física", como a los aspectos relacionados a la "lógica" y la "ética", distinguiéndose, a que no hay nada vacío en el mundo, sino a que esta todo unido (2011, p. 73) y que el tiempo es el intervalo del movimiento del mundo (2011, p. 90). Frente a esto decía Crisipo que solo existe el presente y es limitado, y el pasado y el futuro solo subsiste pero no es absoluto, considerándolo como ilusión, sin límites (2011, 92), determinándolo entonces como algo "incorporal" igual que la noción del "alma", destinado entonces como lo "expresable", junto con el vacío, el lugar, y el tiempo, siendo entonces una teoría del "estoicismo místico", dándole sus primeros pininos a la justificación moral y "religiosa" del "cristianismo", despreciándo lo construido, esto, según Proclo (2011, p. 101).

Frente al enfoque anterior, y tomando ahora a San Agustín, este nos indica que la "razón" viene del "alma", entendiéndose de esta misma y no del "cuerpo", dice que la primera lo hace y se aparta del segundo eslabón (387, punto 1). De esta manera la "razonabilidad" es inmutable y el "cuerpo" es "mutable", por tanto la "zona almática" proviene de esta y son inseparables, pero está sujeto a los cambios, no quitando su carácter de "inmortal", y haciendo subsistir en ello alguna noción "viva", junto con la razón, que también es imperecedera (387, punto 3), siendo una sustancia, del cual lo que se "razona" también se une a ella, anteponiéndose siempre al cuerpo en cualquier circunstancia, ya que podría subsistir sin necesidad de esta forma, y además de por ser "vida" en sí.

"El alma no es la organización del cuerpo, sino que la vida es el alma, y puesto que ningún ser deja su propio ser, ya que lo que la vida abandone muere, luego el alma no puede morir" (387, punto 10). El "alma sabia" dice el Obispo de Hipona que está en una esencia plena y cierta, pero cuando está dotada de la verdad se convierte en "sapientísima", por lo que es un error decir que se destruye esta, aún teniendo en cuenta del que nunca querrá ser cuerpo, aunque se transforme tal cual como lo somos ahora en esta dimensión, en caso tal que el "cuerpo" llegare a ser más poderoso que el primero, seria por las mismas pasiones, no por lo que sería conveniente a tener en la vida eterna.

Si nos siguen el hilo, lo que se busca entonces es la "constitución de un alma racional" en términos de Platón, pero aquí sería más útil utilizar el término de "alma sabia", y solo lo que está encima de ella es Dios, que en caso de sentir su lado corpóreo, en su unión este es el que recibe las razones sublimes y eternas de su existencia inmutables que no están en el espacio, en cuanto a que es superior al cuerpo. De este modo el "alma se hace cuerpo por el "alma", y es allí donde lo "vivifica" dándole la forma para que sea tomado a su medida, no lo pierde, se perdería si convierte en algo corpóreo que no lo es, estando en todas sus partes en el integro plano que no puede ser nunca un "alma irracional" o no "sabia".

Como dijimos al inicio de este escrito y si recuerdan, se mencionó a Tales de Mileto, y comentamos que así como muchos otros, fueron llamados unos "sabios", este fue considerado como el primero que se ocupó de la astronomía. Y además en afirmar que las "almas eran inmortales" (incluso en seres inanimados) a diferencia de la concepción cristiana, que no lo cree así. Por otro lado, según Cicerón y sobre todo San Agustín expresan que más bien fue Ferecides de Siros el primero en determinar sobre la "inmortalidad del alma", con esto nos queremos referir que este tema no es nuevo, y que su origen tiene incluso sus bases griegas.

No obstante la creencia en el "alma inmortal" y "divina" no estaba, en aquellos siglos, parece ser que los primeros en tratar con ellos fueron los milesios, tomándolos como elemento material de la materia, como lo fue con el tema del agua, aire, etc., de la misma forma podríamos extendernos a otros "presocráticos" entre ellos a Anaximandro, Anaxímenes, en todo caso fue Tales, como base principal, el que primero que buscó una respuesta racional a la pregunta de cuál es el origen, es decir el "arché" de varias anclajes de la "física" y entre ellas el de la "psique" y el "pneuma", incluso, llegando a aceptar la existencia de Dioses (paganismo). 

Para los estoicos el "Theos", significado como Dios, o lo "divino" [naturaleza] era considerar como aquel quién ponía el "orden del universo" y le otorgaba a los seres humanos el libre albedrio y la razón en comparación del resto de animales. Entre los practicantes de esta filosofía, estaban los que se consideraban politeístas y monistas, entre los primeros, tenemos a Marco Aurelio (Meditaciones, 9.1.1) y a Seneca (Epístolas 107,12) y dentro de los segundo a Epicteto: "Subordine mi impulso a la divinidad" (Discursos, 41.89), este ultimo estimaba que el "ser supremo debía ser personalista", y se refería como el "verdadero padre" (Discursos 1.6,3.24), indistintamente fuera Zeus, Dios, Naturaleza o los Dioses, bien porque en este tiempo no existía una concepción clara del cristianismo, lo que se tenían diáfano era (sobre todo en este) que todo estaba organizado por una "materia" que era superior y que era creado por este ente, igual como lo consideraba Cleantes a pesar de no tener en cuenta su "transcendencia" a diferencia de las actuales religiones abrahámicas, por lo que en todo caso debían "obediencia a ellos". 

Los "peripatéticos" o seguidores de Aristóteles, como lo fue Critolao de Faselide apoyaba la idea sobre la "incorruptibilidad del alma", lo mismo Aristoxeno de Tarento que creía que el alma y el cuerpo se relacionaban con la misma armonía como si se tratara de un instrumento musical, en cambio Dicearco de Mesina, defendía el "monismo antropológico" de lo que lleva a negar la inmortalidad del alma, ya que según este era inseparable al cuerpo. Su maestro antecesor como lo fue Platón, en cambio, como el resto de los "sabios griegos" expresaban que el "alma era inmortal" e "incorpórea" y que esta a su vez revestía en su transmigración a muchos cuerpos y que en fin decía que tenía un "principio aritmético", mientras que el cuerpo lo tiene "geométrico".

Siguiendo con Platón, este distinguía una diferencia entre "alma" y "cuerpo", para la primera noción decía que dentro de ella, existía un ideal de justicia, prudencia, valor, inteligencia y para el segundo, en cambio, de belleza, buena constitución, salud, vigor, decía que "las almas vulgares carecen de destino" y que "el conocimiento [por lo espiritual] es el alimento del alma". Según este último filosofo siguiendo en lectura a Diógenes de Laercio (véase el Mito del Carro Alado), este mismo elemento se dividía en tres: i) "racional" (que aquí la podemos equiparar como "sabia"), ii) apetitiva e iii) irascible (estas dos últimas para nosotros es de la "concupiscencia", la cual se torna como "irracional" o "no sabia"), la primera es la responsable de pensar, y calcular (véase, los siete dones del espíritu santo) la segunda la que trae el deseo de comer y de ahuyentarse (véase pecados capitales), y la ultima de no tener valor, tener pena, pereza, enfurecerse (véase pecados mortales), esto, en contra de las "virtudes cardinales".  

Y así consecutivamente podemos seguir con otros filósofos griegos (leyendo a Diógenes de Laercio), de distintas escuelas, como por ejemplo Anaxágoras del cual expresaba que "las almas nunca mueren, pero siempre al abandonar una morada, ingresan a otra" (como si se tratara de una "reencarnación"), o a Sócrates que expresaba que "las almas ruines solo se dejan conquistar mediante regalos", "el mal uso del lenguaje introduce el mal en nuestra alma", "el paso del tiempo arruga tu piel, pero la falta de entusiasmo arruga tu alma", "la envidia es la úlcera del alma", como también tomando a uno de los "primeros Sabios de Grecia", Biante de Priene que indicaba que "es enfermedad del alma desear lo imposible y no acordarse de las desgracias ajenas", como ven contenidos distintos a la visión del "alma" desde la visión cristiana, que es mucha más profunda.

Sea lo uno o lo otro, tomando a San Agustín, para nuestro propósito, por supuesto debemos seguir la consigna "por mi alma subiré a Dios" ya que esta es la única forma de santificarse, de la misma forma los invito a "buscar la pureza" de sus almas en su máxima expresión, que según el Obispo de Hipona se presentan en tres facultades en la consecución de este tercer elemento y son: i) la memoria -consciencia- e -inconsciencia-, ii) inteligencia o entendimiento y iii) voluntad [disciplina], tres poderes inseparables a la "sustancia espiritual" que muchos han denigrado no solo algunos "filósofos griegos", sino también recordemos a Nietzsche, quien creía que esta era una invención de la gente en contra del cuerpo en negación de la vida, más bien expresemos tajantemente que es la "negación de la muerte", ya que a partir de esta noción se comienza a construir la "concepción de la vida".

Si ya se han dado cuenta el "alma" (pysche) tiene una connotación distinta a la del "espíritu" (pneuma), el primero se sitúa como un "aire frio", el segundo como un "soplo", de este modo el "espíritu" es el elemento que le da al hombre la habilidad para tener una relación íntima con Dios ("pneuma hagios", es decir, un "espíritu santo"). Por lo que siempre que se use la palabra “espíritu”, nos debemos referir a la "parte inmaterial" del hombre que bien se “conecta” con el Señor, quien en sí mismo es ese "espíritu" (Juan 4:24). Desde el punto de vista de la Iglesia, en especial en un mensaje del Papa Juan Pablo II (1990) publicado como "L'Osservatore Romano" se dijo que hasta los animales poseen un "soplo vital" que viene recibido de esta unción, pero que es denominada como "sentiente", de allí que venga su nombre "animal", que es "anima" en latín (algo contrario manifiesta la mística María Simma en su texto "Sáquenos de aquí").

A la postre, la palabra “alma” se refiere no solamente a la "parte inmaterial del hombre", sino también a la parte material. A diferencia de que el hombre tenga un “espíritu”, es a su vez un alma en sí misma. En si, su significado más básico, la palabra “alma” significa “vida”, por tanto, cuando uno muere, es cuando uno comienza a nacer de verdad. El "alma" es entonces la "esencia del ser humano", "es lo que somos" en ultimas, y el "espíritu" es el aspecto de la humanidad que nos conecta con Dios conforme a esa "alma" intrínseca que tenemos.

Bueno, si el "alma" es creada por Dios en el momento de la "concepción" (como se refiere ahora nuestra tesis), el "espíritu" en cambio se consigue en vida, por ejemplo, el de un "espíritu santo" puede que tu u otros lo tengan o no, ya que se ejercita, en el primer aspecto hablamos tan solo de un elemento, en cambio para el segundo de una "purificación", esto, aunque los dos sean considerados eternos. Pues entonces es el "pneuma" el que determina si es blanco o negro (no hay grises) según las actitudes que vayas teniendo en vida en tu relación con Dios y tus acciones, emociones, pensamientos, etc., pero que nace como si se tratara de una "tabula rasa", y la comienzas a ensuciar o mantener limpia según obras y demás gracias del Señor, en este caso, San Pablo diría en la Carta a los Corintios, que la acción aquí para con Dios determinara lo importante que es para la vida humana, es decir, de aquel actuar que ha sido posible solo por la redención, sacrificios, penitencias, oraciones, alabanzas, en pro de tener un "espíritu" en convertirte en un ser "espiritual," el de haber sido renovado por el "Espíritu Santo" para llegar a una "alma santificada".

Las personas que viven una vida pegada a las cosas terrenales, por lo general son infelices, tan solo anhelan los deseos del cuerpo y no del alma; por ello que siguiendo a San Pablo este nos dice que esta clase de personas podamos considerarla como "psiquikoi", en cambio la que están en permanente armonía con Dios, son tituladas como "pneumatikoi", es decir, personas que están en gracia con el espíritu santo, que es, cuando el "alma" penetra a todo átomo y célula de todo cuerpo humano, y está preparada para morir en cualquier momento, pues termina siendo el enlace entre el "cuerpo físico" con el "espíritu" (que es una etapa intermedia), en el cual en este último se graba cada momento de tu vida en el alma (conciencia, memoria, etc), de cada minuto, segundo, de lo que hiciste en vida, como en rendición de cuenta al final.

La confusión generada de estos conceptos místicos normalmente se da porque lo tratamos como igual, y no lo es, por ejemplo cuando cometemos un pecado o varios pecados mortales, nos damos cuenta que el "alma" se ensucia, pero también el "espíritu", que es este último el que permita que se desintoxique, actúa como un filtro que hace que se vacié esa "alma" que es univoca, y que una vez limpiada todo tipo de aspereza, podemos decir que tenemos un alma racional (Platón), o, sabia (San Agustín), pero esto solo lo podemos conseguir con un "espíritu santo" (Pneuma Hagios), puro, en santidad, de allí que lo uno lleve a lo otro.

De allí que no compartamos el "modelo cientificista" que explica que el alma está en el cerebro (en especial dicen que en el encéfalo, otro que la glándula pineal, etc), si la "pysque", la definimos como esa fuerza divina" designada por Dios a un individuo durante su vida, hasta su culmen en la muerte, la cual se separa hasta allí, este puede ser unido como baremo con la mente (conciencia e inconsciencia, entendida como la "voz de Dios") pero que termina interfiriéndose a través del espíritu en cuanto a los momentos vivificados en el plano en que permaneció en tierra, es de este modo que podamos entenderla, es lo mismo que determinar científicamente el amor que sentimos hacia alguien, no se puede, ni comprobar empíricamente a través de un órgano, como el corazón, porque no lo vas a encontrar, simplemente esta, pero es distinta a esa materia o sustancia.

Otra cosa es que hablemos de la "mente del alma", como aquella que tiene el "purgante" ya que conserva toda su actividad consciente e inconsciente en otro plano, así mismo como el entendimiento ya que posee un campo más abierto al conocimiento, porque no está frenada por el cuerpo, y se encuentra en contacto más directo con las obras de Dios. (1982, p. 55, Don Dolindo). En estos casos, el "alma purgante" recoge todos los recuerdos porque conserva la facultad de la memoria que era alojada en el cerebro y que fue llenada en vida a través del espíritu por medio de acciones, emociones, obras, sacrificios, pecados, etc.

El "alma", en efecto, mantiene en ella misma la huella de su vida terrenal a través del espíritu santo o no, "sin peligro de amnesia", o de "olvidos", porque cada día de su vida terrenal está escrito en la página de la conciencia con carácter indeleble: cada palabra, cada pensamiento, cada deseo, cada acción, viven en la memoria. De allí que sea absurdo hablar de la "reencarnación" (tal cual como pensaba Anaxágoras) diciendo que el alma ha vivido otras vidas de las cuales se ha olvidado y de las cuales ya no tiene conciencia. (1982, p. 56)

En este caso el "alma sabia" es contrario al "alma concupiscible" o a la condenada, llena pasiones, placeres y deseos sensibles, y no la llena de "sapiencia" la que no está destinada a la salvación eterna, de esta forma, así como hay cuerpos obesos, delgados, pequeños grandes, definidos, existe almas grandes, musculosas, nutridas, etc, eso dependiendo del "espíritu" que nutrió en vida, y por ende este será el resultado de lo que fue y como hizo para que fuera gigante o chico, de allí que se evoque entonces el dualismo cuerpo-alma concebidos como dos sustancias irreconciliables, del que nosotros definimos más bien como "trialismo", manifestados como: i) "mente", ii) "cuerpo" y iii) "alma".

Por tanto, pide siempre "salud del alma" que es lo más importante sobre todo en esta vida y de lo que vendrá más adelante (Gran Aviso), es lo que está más congestionados en estos tiempos, alimentar el espíritu será el refugio del estado (iluminación de conciencias), como fin para evitar esa "sequedad" que tienen muchos, y que tuve en el pasado, que bien viéndolo de otro modo, se conserva, se limpia, o se hidratada, no dejándolo enfermar, dado que su grado de ilimitada, inmaterial, inmortal requiere de su mayor conexión con Dios, en contra de los pecados mortales y capitales, de la que los "anti-atomistas", entre ellos Heráclito ligaba a la "inmortalidad del alma", precisamente al conocimiento (igual que Platón), en nuestro caso al "entendimiento", "sabiduría", "ciencia", etc, dados por Dios concebidas a las verdades de la fe a través del "espíritu santo".

Es una sorpresa para mal y ciertamente terrible si mures, y el "alma" está en pecado mortal, piénsese en la "concupiscencia" debido a que este vuelve horriblemente su figura. Ahora, si el alma está en gracia de Dios, pero manchada de pequeñas culpas, y deformada por las imperfecciones, experimenta una gran confusión la cuestión es diferente, pero "salvable". 

El problema está en el "alma condenada" (1982, p. 7) de lo que significa como un "estado de muerte espiritual", en cambio la "alma sabia", se mantiene en gracia, aunque este un poco manchada, se recuperara, porque tiende siempre a Dios, esto, por el amor que le tiene, que le atrae, y del que busca de cualquier modo "licito" y "moralmente" purificarse, suplicando misericordia, así sea contra marea, causado por el mismo.

Si el "alma es salvada", se "purifica", a pesar de sus defectos, estrictamente, lo hará en proporción a su grado de santidad, según la medida que haya tenido de su espíritu, por ello que ambos se consideren inmortales, pero también unidos. De este modo, los sufragios, penitencias, oraciones, celebraciones, etc, que se haga en esta vida mortal tiene sus consecuencias de modo indirecto a través del sistema cerebral en cuanto, a las "grabaciones memorísticas del alma", o si se quiere de su salud, en "gracia de Dios", hasta subir hasta su último peldaño espiritual ya sea acá en la tierra o en el purgatorio.

Así es la cosa, que podemos describir unos "estados espirituales del alma" que se miden por grados, hasta su último eslabón ya sea en la tierra, en el purgatorio o en cielo (según su grado de santidad), de allí definiremos si ese "alma" estuvo santa, en desgracia, en gracia, manchada, con impurezas, algunas manchas o no, de ahí que se considere entonces al "alma" como "contemplativa" y no solo como "descriptiva".

Para terminar, el "alma" bajo estas aristas ya descritas se convierte en un "cuerpo divino", como si se tratara de un "cuerpo terrenal", pero ahora "espiritualizado", es decir, el "espíritu" es lo que fue el alma terrenal, la cual siempre es la misma, de la que se integra y va de la mano del alma misma, es decir, del "espíritu en un estado más puro". Para simplificar más las cosas, mientras que el "alma" es el "objeto" o la "sustancia", el "espíritu" es la "subsustancia", del cual está llenándose o vaciándose según las imperfecciones o perfecciones que haya tenido en su vida [o en el purgatorio], y que tiene su repercusión en la reparación en última instancia de toda deuda para con el "alma", si fue avaro, ahora será con la caridad, ante la lujuria será la castidad o continencia, si fue de gula será con la moderación, si fue con la envidia será con la gratitud, si fue con la pereza será con los hábitos saludables y la acción, y así sucesivamente, solo de este modo se conseguirá un "alma sabia" y por tanto "santa" llenada del "espíritu santo" y en "salvación" para la vida eterna.