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30 de julio de 2023

EL "PODER CREADOR" DEL "ESPÍRITU SANTO"


“La sabiduría no entrará en un “alma” mal dispuesta, ni habitará en un “cuerpo esclavo del pecado”. El Espíritu Santo que nos educa huye de la duplicidad; rechaza los pensamientos estúpidos y se paraliza frente a la maldad”. – Sabiduría 1: 4-5

Mario Felipe Daza Pérez

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Si usted indaga, en todas las “culturas”, y “religiones” se expresa que debemos “alimentar el espíritu", e incluso dentro de los no creyentes se indica tener en ciertas ocasiones un "espíritu de guerrero" para salir adelante o afrontar los problemas, pero, ¿Dónde y cómo se consigue ese “espíritu”? Para nuestro propósito ese "pneuma purificador" se obtiene solo con la "santidad" (fe y buenas obras) y la “pureza”, y ese mismo es el que nos ofrece algunos de sus “dones”, “carismas”, y “gozos” debido a su misma "almificación", recuerden el suceso de “pentecostés” (descrita en hechos de los apóstoles) y la venida del “Paraclito”.

El nombre de "espíritu" ha tenido a lo largo del tiempo diferentes términos, entre ellos el de "ruah" que es un concepto judío del cual se refiere como "viento de Dios huracanado" o "soplo impetuoso" (vease, Ezequiel 1,4; Exodo 10, 19; Genesis 3, 8; o Isaias 40, 7), los “griegos” le llamaban, "pneuma", también es relacionado con el nombre de "Paráclito" (parakletos), que significa: "el que está llamado a estar juntos" y es esta última noción la que está determinado en la "ayuda legal" como “intercesor” nuestro del que se desprendía al mismo nivel en las “cortes reales” con el efecto de cumplir una "función jurídica" o “administrativa", por eso es que digamos que el “Espíritu Santo" sea nuestro "abogado", y tenga que ver directamente con esta profesión (“advocatus”), luego fue que lo transliteraron como "consolador" o "poder creador" piénsese en el "veni creator spiritus" entendido este como "Dios mismo". (véase, salmos 139: 7).

Se dice que el "espíritu consolador", "creador", o simplemente: "santo" es la tercera (3°) persona dentro del concepto de la "Santísima Trinidad", llanamente solo este es el que puede “escudriñarlo” todo, ya que es el que nos “limpia” nuestras manchas de las inmoralidades, de los pecados, y por tanto nos transforma hacia una “pureza extrema” en contraste de lo que abunda en estas “tierras mundanas”. En resumen, un "mundano" no se puede "espiritualizar" por sí solo, porque necesita de la "ayuda legal” de este “espíritu", difícil es para aquel que vive de las "culturas actuales", o del "qué dirán", la cual se amarra a “factores determinados” en la música, el arte, el cine, el deporte, el sexo, las drogas, etc, lo que le impide “conocerte asi mismo” y superarse “espiritualmente”.

Si nos vamos al plano de la “filosofía occidental”, precisamente la “griega”, con los denominados “estoicos” tenemos que esta escuela creía en el "espíritu" o "pneuma" -aliento de vida- considerado como integro a un "universo", es decir, tenía una “visión panteísta” de su dios, aun así, estudiaban la "pneumatología", corriente dedicada al estudio del "soplo bendito" o "viento celestial" propio de la "materia". Aunque se hayan referido a este tema no pudieron desarrollar un concepto más amplio tal cual como se obtiene desde el “cristianismo”, precisamente con el tecnicismo de "Espíritu Santo" o "Paráclito", ya que se quedan cortos en explicarlo extensivamente. Lo que se rescata de los primeros [sin estar de acuerdo] es que lo relacionan como una “parte corpórea”, y no “incorpórea” o “inmaterial” tal cual como se describe desde el "catolicismo", que, variando su tesis, compartimos con ellos una relación incipiente, entendiendo en cuanto a que el "espíritu de Dios" está en todas partes, ya que lo es todo, y que bien está alojado en el alma (psique) como su expresión última.

De este modo el "pneuma" se constituye en el alma humana (psique), que es un fragmento del "pneuma hagios" que es el "alma de Dios" que bien no podría determinarse desde la física cuántica como una estructura de la “materia” ya que su origen es divino, indistintamente de su “creación”. Los “cristianos” pensamos que los objetos inanimados e incluso los vivos no humanos no tienen alma-espiritualizable, como puede ser un perro, un gato, pero esto será objeto análisis se centrará en otro artículo, pero en todo caso, el “concepto” de esta corriente filosófica griega se puede decir que sirvió como base para algunos padres/doctos de la Iglesia, en lo que concierne a la noción de "Espíritu divino" de lo que Cleantes y Zenón de Citio se referían como "fuego creativo".

Es tanto el “poder creativo del Espíritu Santo (del que llaman “pneuma hagios”) que te permite abrir el “entendimiento” por “grados”, como también de la que puede surgir de la entrega de la “sabiduría necesaria” para comprender las cosas que no puedas hacer por tu propia cuenta, sobre todo de los engaños y de los pensamientos estúpidos y negativos (véase, Sabiduría 1:5), por ello que sea entendida este mismo "espíritu" como la "luz” que “ilumina” nuestros “corazones", entendido como ese "abogado intercesor" que viene en “nuestro auxilio” para ayudarnos en nuestros momentos más difíciles, entrando como "fuego divino", transformándonos en seres puros, limpio de manchas.

De lo que ha sido nuestros “testimonios” debemos pedirle diariamente al “Paráclito” la entrega/maximización de sus “santos dones”, ya sea en canciones, consagraciones e himnos, es a este mismo "soplo celestial" el que nos entrega sus “dotes” colmandolos así de un “espíritu santo” durante la permanencia terrenal, esto, con tal de llenarnos de más sabiduría, entendimiento, consejo, piedad, temor, etc, desarrolló con mayor alcance gracias a este “defensor gratuito”, y del que ahora bajo su "consolación" nos falta aún descubrir, entre ellos, el de la "ciencia" y el de "temor de Dios", de allí que le solicitamos a nuestro "intercesor" como colega y espíritu amigo y de amor, conocerlo mayormente bajo la voluntad y los designios del Señor, con tal de disponer libremente de las “verdades de la fe”.

Como ya hemos anotado, es este "Espíritu Santo" que aparece a su vez como ese "Paráclito" que es nuestro defensor, abogado, guía, el que nos ayuda a iluminarnos, fortificarse, santificarnos, purificarnos, etc, "enviando su soplo, viento... divino, y es así que serán creados y renovarás la faz de la tierra" (véase, Salmos 104), que bien se inicia y acrecienta con los sacramentos del “bautismo” y la “confirmación” de allí que sentamos bases de sus “dones”, y de más “virtudes”, como las "teologales" (fe, esperanza, y caridad) esto teniéndolo en cuenta como posibilidad de “santificarnos” igual como pasa con las "cardinales", también explicado desde de las demás corrientes helenísticas (prudencia, templanza, justicia y fortaleza).

De los "siete dones" otorgados por el "Espíritu Santo" o "Paráclito", se sitúan como relación con este mismo, para vivir en armonía con su “vida divina”, pero para esto se necesita de una "firmeza espiritual". De esta manera puede que a ciertas personas se les conceda algunos de ellos o bien todos, o en medida o grados, como puede suceder con el de "sabiduría" que trata de mirar las cosas como las ve Dios, es una "sabiduría infusa" distinta a la que se dispone con la "humana" (por ejemplo “filosofía griega”), que también se puede dar mutuamente (ambas), pero que está relacionado intrínsecamente con su “obrar”, mejor dicho con su revelación, de la que va anejo a su vez con los otros “dones”, como es el de "inteligencia" o "entendimiento" de conocer la palabra o sus pensamientos, en suma, lo uno lleva a lo otro.

Si nos vamos al "don de consejo", se obtiene que se trata del dejarse instruir por Dios la “consciencia”, el de ser dóciles a sus inspiraciones, también puede significar en "poder ayudar a los demás" como puede suceder a los más necesitados, por ejemplo, cuando suceden momentos situacionales de X, Y o Z motivos y se torne estos actos para guardar cierta prudencia frente a una actuación determinada, es allí donde se debe obrar con “gracia”, y puede que en esta etapa se nos "ilumine la mente", frente a diferentes realidades que debemos estar prestos a resolver, que de la misma forma como pasa con el "don de fortaleza" que significa el “poder resistir” o “aguantar” a los hechos adversos teniendo el valor de afrontarlos, ante e ese "dominio propio" o "temperancia".

De los "dones" más difíciles de conseguir como se ha dicho arriba y que quisiéramos ampliar desde el panorama personal es el de "ciencia", que va más allá del "don del entendimiento", que es el de “discernir” lo falso de lo verdadero conforme al “conocimiento dado”, como base de la “sabiduría divina”, esto implica que para tener esta “gracia” se necesita de estos otros dos. De allí que venga el "don de piedad" y el de "temor de Dios" (que es otro que les hace falta a numerosas personas presuntamente "cristianas") en la cual nos abre el paso por el deseo de tener una relación íntima con Dios, ligado a la oración, al ayuno, penitencia, sacrificios y de la convivencia para con los demás, ayudándole a entrar al "mundo espiritual", haciéndonos cierta “empatía” de comprensión de los otros, como del respeto amoroso en pro de las cosas del Señor.

Una vez conectado con los "dones” del “Espíritu Santo", usted, en mayor o menor medida, según su concesión, debe buscar la forma de conseguir su “maximización”, de esta forma tendremos unos “gozos” o “frutos” mayores, que son los actos que el "Paráclito" produce en nosotros como fieles suyos, y que son permanentes, aquí ya no son siete (7) como lo son los descritos sino doce (12), y entre ellos encontramos: la caridad, la paz, la longanimidad, —el gozo en estricto sentido—, la continencia, la castidad, la paciencia, la benignidad, la modestia, la fidelidad, la bondad, y la mansedumbre.

Además de los "dones", y los "gozos" que puedes recibir a través del "Paráclito", que aunque siendo sinónimos podemos hablar/escribir de unos "carismas" que son otros “dotes” entregados por el "Espíritu Santo", a ciertas personas en específico, de lo que se traduce para temas en particular, como lo puede ser, el "interpretar lenguas", "discernir espíritus", "leer las almas", "curación o sanación", "profecía", "revelación", "bilocación", "milagros", etc, esto, según su querer y voluntad (1 Cor, 12, 8-11), en todo caso terminan siendo “obra” de un mismo y solo espíritu y no de varios y puede que quien lo reciba sea tomado para asuntos en concreto en favor de las “verdaderas de la fe”, o la “edificación de la Iglesia”. No sobra decir que quien lo detenta debe ser acogido estos “deberes divinos” con responsabilidad.

Para terminar, si nos remitimos a la primera Carta a los Corintios, en su capítulo 12 se dice que nadie puede decir: "Jesús es el Señor", sino con un “espíritu santo”, en resumen, si no hay “pureza no hay salvación”. Nosotros hemos sido “bautizados” en el "único Espíritu" para que formáramos un solo cuerpo con “Él”, fuéramos judíos, griegos, ateos, agnósticos, escépticos, esclavos, libres, etc, por tanto, todos debemos beber del único “Espíritu” sea lo que profeses, que, siguiendo a San Cirilo de Jerusalén, lo debemos ejercitar en la “conversión” ya que, a diferencia de Jesús, que vino con los dones del "ruah", a nosotros los hombres, nos toca después del “nacimiento” acogerlos (formalmente, —sacramentos—) y desarrollarlos (materialmente —fe y buenas obras—) según la voluntad del "Paráclito” por ello que recomendamos que para ejecutar o adelantar su venida al "alma", te permitas realizar una "limpieza" o “purificación” tal cual, debas abrir el corazón colocándote dócil a sus “santas inspiraciones”, conforme a su “consagración” e “himnos” que no es otro que el "veni creator spiritus".