"Todo el que mira a una mujer deseándola ya cometió adulterio con ella en su corazón"
Mateo 5:28
"La pureza de corazón permite reconocer el rostro de Dios"
Benedicto XVI
"Así como el reino del diablo se alcanza en conveniencia con el vicio, al reino de Dios, se llega a través de la ejercitación de las virtudes con corazón puro y conciencia espiritual"
Juan Casiano
Mario Felipe Daza Pérez
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La pureza es un tema que se trata mucho, pero a veces confundido en un solo término, como lo es en el aspecto sexual, y no es solo esto, ya que es tan únicamente una de sus manifestaciones. Dice una bienaventuranza, "dichosos los puros de corazón, porque ellos verán el Reino de Dios" (véase Mateo 5:8), pero esto no significa que el que se mantenga en castidad (hagneia), célibe, continente, sea puro, no, cuando el Evangelio se refiere a serlo, tiene una condición especial que brota del mismo corazón (es noético) del cual discurre en los actos libidinosos, pero tambien de los pensamientos, ideas, labios (véase, Isaías 6:5), y sentidos y extrasentidos de todo tipo, por ello que se hable de una "pureza virginal" como fin último de todo cristiano que se encamine hacia la perfección de la santidad, teniendo en cuenta el autodominio de sí mismo (enkrateia), la templanza o moderación de nuestros actos/pensamientos (sophrosyne), como de cualquier vicio, entre ellos los carnales, o almaticos, como lo es el orgullo que se dice que es una forma de impureza espiritual, dice San Nilo de Sora que es una "arrogancia que se extiende hacia el exterior conforme a la debilidad de la vanidad".
En cuanto a la definición de puro, o de toda pureza, en griego se utiliza la noción de "katharos" (catarsis), libre de toda mácula que contamina el cuerpo, pero también el alma y el espíritu, del cual no significa tanto lo externo, sino lo interno, que por tanto toca el fondo, lo interior. De hecho, en el Evangelio se prohíbe lo primero, por ejemplo en el caso de los leprosos, y de personas no sanas, algo que el mismo Jesús criticaba en contra de los fariseos, (véase, Marcos 7 y 15), no es tanto lo que entre, sino lo que sale del hombre, esto es, las palabras, los gestos, las miradas, la soberbia, etc (concupiscencia), es decir, no solo se refiere a la exteriorización sino también de la que viene de los mismos pensamientos/imaginación de la mente del cual puede ejecutar actos no solo sexuales, sino también de deseos desordenados del alma (acto ejecutivo): intención de matar, robar, fornicar, adulterar, envidiar (véase, 1 Corintios 6:9-10), ya que se cometen en el intelecto (tentativa acabada), en la psyche y por tanto ya es pecado.
Cuando se consigue la purificación del cuerpo, le siguen después la del alma (entre ellos, la mente) y del espíritu, que a su vez van concatenados con el soma y la mente de la persona, y sus niveles de contemplación, entre ellos, primero la catarsis, la iluminación y por último la deificación. La impureza de todo tipo, incluyendo la más recurrente que es la primera, debe ser limpiadas como si se tratara de un lodo, luego se debe seguir a los demás componentes. Todas ellas se basan en alterar las reglas en el abuso de la libertad (extralimitación) del cual se genera no solo faltas, pecados sino también sistemáticamente vicios, que son de difícil desarraigo, de allí que los medios o instrumentos de salvación sean indispensables para su sanación. El hecho de no derramar semen (onanismo), o no tener algún contacto sexual, no quiere decir que no se transgrede el mandamiento porque bien existe la alteración de las facultades mentales, del cual da por hecho su materialización interna.
Muchas veces creemos que cuando no robamos, no fornicamos, o no matamos, no se ha cometido el pecado, cuando ya interiormente, de pensamiento, se ha ejecutado, por ello que se deba detallar todas sus causas, así no se haya modificado la materia, es decir, se toma como cometido en el grado de pensamiento (plano espiritual), no de ejecución material, por lo general tomamos este último aspecto, cuando realmente lo grave está en el interior, y es esto lo que se debe combatir, precisamente para que no se exteriorice, y así poder dominar otras pasiones inherentes a la primera. El beneficio de rechazar imágenes vacuas, malas, e inclusive buenas, es entrenar la psyche, para poder llegar la purificación del corazón, para que de este último brote meramente actos santos, buenos, justos, puros..., sea de la naturaleza que fuera, esto te hace además más fácil luchar contra las tentaciones, y demás acometidas del mundo, de la carne y del demonio.
Dice San Filoteo el Sinaíta:
"No debemos enorgullecernos de que nuestro corazón haya sido vaciado de pasiones, sabiendo que ningún ser humano puede ser más puro que los ángeles incorpóreos y que, a causa del orgullo, pasó a ser Lucifer del ángel demonio perdiendo su pureza de corazón: Así, la soberbia de la mente era considerada impureza ante Dios. [...] La mayoría de los monjes [religiosos o no] no miden el daño que sufre el espíritu a causa de los demonios. Luchan por la rectitud de sus acciones, no se preocupan por cuidar su espíritu y pasan su vida en una simplicidad sin desconfianza. En mi opinión, son totalmente inconscientes de las tinieblas de las pasiones interiores porque no tienen la pureza del corazón. A los que están colmados del divino deseo de purificar el ojo de su alma los espera otra operación en Cristo, otro misterio".
No queremos entrar en detalle de esto, porque resulta tan eficaz para la práctica, no sabemos de cuánto tiempo se necesita para rechazar estos pensamientos, pero lo que se debemos dejar claro es que debe ser inmediato a al menos casi enseguida, indistintamente del tiempo que se tome, sin que nunca se llegue afectar las facultades del alma, en el sentido de no tener cierta aceptación y luego deleite de su idea, es allí donde entra el pecado de mente, interior, voluntario, que a su vez puede ser imperfecto o acabado, pero ya es difícil entrar a detallarlo (por ser una línea delgada), en todo caso, usted se debe oponer para que vaya teniendo ejercicios a estos deseos/pasiones, para que evite que se convierta en obra o acción. Por ejemplo, la Biblia nos trae varios ejemplos de ello, entre uno bien destacado es el de desear mujer ajena (Mateo 5:28 o Éxodo 20), en estos casos, ser siempre puro, fiel al corazón es el tema a seguir, la cuestión es que no es lo único porque también se debe hacer frente a las demás faltas que no son estrictamente sexuales u otra naturaleza, como las del habla, omisión, u de otro tipo.
Un problema que tenemos normalmente los hombres (y se debe más que todo por la formación biológica de nuestro cerebro) es desarrollar y tener en cuenta mayormente desarrollado el sentido de la vista, de la cual nos puede generar ciertos problemas espirituales, como lo son las miradas concupiscibles, que puede que no generen malicias en sí misma, pero si la consistencia de la observación de mujeres, lo cual incurre en mayor tentaciones y tambien la aceptación de ciertos pensamientos impuros, y sin necesidad (auto buscados) y aprovechados por el maligno a su propósito, la cual además como último fin podría traer a los actos sexuales, onanismo, fornicación, adulterio, etc, y hasta caer en el vicio de la lujuria, como llegada final indeseada. De allí que la curiosidad sea tremendo problema para todos, y entre ella la mirada curiosa, atraída por la concupiscencia de los ojos, que nos habla tanto San Pablo y que San Agustín nos refiere (que tanto sufrió), como la del cuerpo que se materializa en la carne, con sus vanidades, desnudez, inmodestas, etc.
De esto que sea necesario pedir a Dios la gracia santificante, y en especial el don divino de la castidad, entre ellos, el de los sentidos, en especial el de los ojos como el regalo de la pureza de corazón, esto, para poder permanecer puros de mente y luego en lo noético, y esto es un don que nos suministra Dios si se lo pedimos con sacrificios, bien para poder ver a nuestros hermanos como seres espirituales no como seres carnales, y a esto se le debe sumar los evites a las conversaciones impuras, palabras vulgares, las mentiras, la gula, codicia, etc, vicios en general (logismoi) todo ello va unido a un solo kit del cual recoge la perdición del hombre en la esclavitud del pecado, con razón dice San Pablo en Efesios 5:3: "La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como conviene a los santos". Es que es obvio, si se comienza hablar entre amigos del tema, ver películas, o arte necio, lo más seguro es que habilite tus sentidos de la imaginación, y retrotraer todo lo que has combatido para llegar al estado de la santificación, un retroceso tenaz conforme a la sensualidad u otros temas impuros.
Dice Juan Pablo II, en una Audiencia, del 16 de abril de 1980, "Cristo apela al corazón del hombre", explícitamente indica: "No sólo respecto a la configuración del ethos evangélico, sino también respecto al modo de ver al hombre. Por lo tanto, no es sólo la razón ética, sino también la antropológica" y esto por supuesto tiene su origen de la triple concupiscencia que nos refiere San Pablo, la de la i) carne, ii) los ojos y iii) la soberbia, ya que el cuerpo se vuelve poderoso pero el espíritu débil (y debe ser al revés), como el que mira para desear ya cometió pecado, por el hecho de desear riquezas, poderes, pero también por mujeres, es así como los hombres se extravían de sus caminos (véase Eclesiástico, 9:8-9), por tanto debemos buscar siempre al Señor con la sencillez de corazón, como niño (véase, Sabiduría 1:1), pidámosle a Dios que nos dé un corazón puro, en todo sentido (véase, Salmos 50:12) o con la frecuente e incesante Oración de Jesús, la invocación de su santo nombre, como lo dice San Hesiquio de Batos, San Isaac el Sirio u otros grandes santos, sin esto no es posible limpiar y purificar nuestro ser.
En síntesis, para poder corregir y sanar los otros elementos de la antropología humana en su composición total tal cual como lo es el alma y el espíritu, primero debemos comenzar por nuestro cuerpo, purificándolo de sus deseos carnales, luego educando el corazón por medio de los instrumentos de lamente, en especial del espíritu y la lucha ascética, al rechazar los pensamientos, purificar la pysche, y estos a su vez se impulsan por la oración y una vida sacramentada, atrayendo la gracia necesaria para repelerlos, así nos lo confirma los Padres del Desierto y de la Iglesia, en la aplicación de la "ciencia de las ciencias" o "arte de la oración", entre los tres (3) tipos de pensamientos a combatir, es decir, aquellos que vienen de Dios: Iluminación del Santo Espíritu (de muchas maneras) del cual podemos aceptar, y otros como los del hombre, por sus realidades (aciertos o desaciertos), o los que vienen de los demonios: Mala influencia (dañar el hombre, hacerlo caer) todos ellos deben ser discernidos.
De esta manera, es incompatible ser militante, atleta, y no hacer uso de las armas, de toda la disciplina ascética, como del discernimiento, en este caso espiritual, esto nos sirve para ganar batallas, y hasta la guerra (perseverancia final), siempre manteniendo a toda costa, dentro de los que nos corresponde, la "gracia", de ello precede cierto esfuerzo, propio o ajeno, para conseguir la santidad, es decir, es el "scopos" (objetivo) y telos (finalidad) de todo cristiano, como lo es llegar a la meta, y en esto implica ante todo una "guerra total", no como la concebimos en la actualidad, sino verdadera, en contra de los enemigos del hombre, que no solo lo son los mismos hombres (instrumentos) sino los del alma y el espíritu, entre ellos los vicios, los pensamientos impuros, el Diablo, los pecados, la separación de Dios, esto sí que es perverso. Todo camino hacia la virtud, la santidad, a lo justo, conlleva riesgos, peligros, de caer, pero este no es el problema sino el no levantarse, persistir, hasta resistir y vencer, y esto es lo que quiere Cristo para ti, para que venzas al mundo, la carne y el reino de los demonios.
Por ello que la Santísima Trinidad nos haya dotado de medios para vencer estas pesadillas mientras vivíamos (homo viator), entre ellos, el ayuno, la mortificación, la vigilia, la lectura sana, la oración, la eucaristía, la confesión, etc, todo esto, bien utilizado, con obediencia/humildad/caridad, nos dará el sustento necesario para salir adelante, ya que el Reino de Dios le pertenece quien hace se violencia contra sí mismo (kenosis, fronema), esto es un elemento para conseguir la pureza de todo tipo, pero por niveles, grados y fines, cuyo objetivo es la pureza de corazón, mejor dicho, el "skopos dioko", de un atleta será siempre la verdad (parresia, magnanimidad, valentía, etc), todo atleta de Cristo, tiende a la perfección, dice Juan Casiano (véase, "Conversaciones para iniciarse a la vida espiritual", p. 22) que este es la meta de nuestros actos y deseos y por ello deseamos vivir en soledad interna (desierto interior, hesychia), combatiendo contra todo vicio, placer, deseo, por esto es que los instrumentos divinos deben orientarse, para lograr la dirección correcta, sana, orthos-doxa.
Indica San Gregorio Palamas:
"No basta con liberarse de los pecados corporales, sino que también hay que purificar la energía interior que habita en el alma, pues de nuestro corazón salen “los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias” (Mc 7,21), etc., que son los que mueven a las personas".
Todo en el sistema de justicia divino, como de la economía de la salvación (oikonomia) debe estar encaminado a la purificación primero del cuerpo, luego del alma y por último del espíritu (del cual va anejo al segundo), no son excluyentes, por ello es que deba estar conectado la catarsis, junto con la theoria, que es el grado de contemplación divino (iluminación de conciencia), del cual se da por grados para poder vencer las tentaciones, y tener cierto control sobre los pensamientos en los vicios que tenemos: gula, lujuria, ira, etc, en esto se destaca que se debe pedir siempre a Dios, el don del discernimiento, sobre todo espiritual para poder distinguir lo bueno, de lo malo, el trigo de la cizaña, lo nocivo de lo beneficioso, lo vicioso de lo virtuoso, lo diabólico de lo divino, etc. Dice Juan Casiano que este don no es terrenal sino el mayor premio de la gracia divina, (ibid., p. 64), esto nos hace ver no solo las carencias, sino también los excesos, como lo puede ser el abuso del ayuno, de la vigilia, etc.
Cuando una persona llega a la pureza de corazón, del cual significa amor puro, no hay lugar para la arrogancia, envidia, celo, codicia, nada de eso, trata de imitar a Cristo en su conducta, y por tanto los malos pensamientos que brotan de el, son mayoritariamente santos, buenos, correctos, sanos, justos..., de allí que este deseo, tenga que ver con la virtud teologal de la caridad, pero para llegar a ella debemos purificar primero nuestro cuerpo sobre todo de la gula y la lujuria (las pasiones carnales), y luego de los pensamientos (almaticos) en rechazos de lo que se presenta en nuestras mentes, dejando a un lado el espíritu vagabundo, ocioso, o de piloto automático, haciendo que de nuestra alma se active el recuerdo permanente de Dios (evitando el no olvido). El ayuno, la lectura santa, etc, puede servir para ir instruyéndonos en estos caminos pero todo está en la práctica continua con tal de llegar a la cima de la montaña, y para esto necesitamos de las tentaciones, para que luego puedan ser aborrecidas y ganas como premios, en caso tal que no se tengan y esto se debe a varias causas, entre ellas, porque ya cometes actos impuros exteriormente, (que es la principal) y no hay necesidad o porque las aceptas (interiormente), es decir, no luchas (estas "game over").
Frente San Isaac el sirio expresa lo siguiente:
"Si alguien no se enfrenta a las tentaciones, no alcanzará la sabiduría del espíritu. Y sin una lectura diligente, no reconocerá el debilitamiento de sus pensamientos. Sin el aquietamiento de la mente, el intelecto no se adentrará en los misterios ocultos. Sin la fuerza de la fe, el alma no puede tener valor y valentía en las tentaciones. Sin el claro sentido de la protección de Dios, el corazón no puede esperar en Él. Y si el alma no puede gustar los sufrimientos de Cristo con entendimiento, no puede tener comunión con Él".
Todo esta conectado, de este modo nadie que sea impuro de corazón, podrá ver la cara del Señor, realmente hasta que no se purifique no solo de la carne, sino también de la mente, y lo noético (al menos que Él quiera, esto es otra cosa), dice Éxodo 33:20: "No podrás ver mi rostro en esta ocasión, no sea que mi ira se encienda también en contra de ti y te destruya a ti y a tu pueblo". Un buen comienzo para esto no solo es alejar lo carnal, sino también el espíritu mundano que lo acompaña, para comenzar a trabajar la mente y llegar al fin-final de la carrera toda alma espiritual que se debe basar en el amor, la caridad, el ágape por Dios y por el prójimo (amar a nuestros enemigos inclusive). De allí que se debe tener en cuenta el control de los pensamientos como herramientas, no tanto huyendo de ellos, sino rechazándolos con valentía, con templanza, de allí que se mejore no tanto la cantidad de las ideas (porque puede que disminuyen o no) sino de calidad, que es lo que se quiere ir reemplazando (desplazando), de lo mundano a lo divino: santo, justo, provechoso, de allí radica nuestra libre voluntad (esfuerzo).
Desde un punto de vista apofática como catafatico, es posible ver el rostro de Dios, ya sea desde el intelecto, o como revelación, a través de las energías divinas (increadas), o experiencias místicas, pero para ello es imprescindible si o si, tener pureza de corazón, por tanto, podemos conocer, y extraer algo de la razón misma, pero la verdadera ciencia está en los misterios divinos, no en la teologización, pero si en la espiritualidad, por ello que el hesicasmo sea una buena salida para encontrarnos con el Señor, purificando no solo lo carnal, sino también nuestra alma, en sintonía con la práctica de la virtud, y por último del espíritu llegando a la vida sacramental/espiritual, contemplativa/mística, que le llaman deificada (theosis), en comunión con la Santísima Trinidad.
En otra entrada de este Blog, titulada "Los logismoi: ¿Cómo combatir los malos pensamientos y no morir en el intento?", que puede leer aquí, dijimos lo siguiente:
Las faltas, los vicios, ante todo son causados por pensamientos malos (logismoi) que atacarán a la vida del “asceta” en la vida práctica, estos no nos permiten llevar una vida contemplativa (hesiquia), por lo menos no los impiden con la puesta del “fantaseo” o “imágenes” en la “mente” (phantasia), por ello, que se deba requerir al solicitud/entrenamiento del “discernimiento”, para “combatir” este tipo de situación, de todo lo que se genera/entra en la memoria, entendimiento, voluntad, dentro de nuestra “libertad sinérgica”, de allí que el “maligno” trate siempre llevar al pecado, causados no por pensamientos propios (que es distinto), sino ideas del pasado (en muchos casos) en “bodega de tu alma” (recuerdos), que son utilizadas por los “demonios” como contrarespuesta a tu oración, penitencia o mortificación.Al “crearse imágenes” en tu “cabeza”, nos podría llevar a perturbar la “comunicación infusa” que puede ocurrir con Dios (al día tenemos alrededor unos 6200 pensamientos, es decir, 4,3 pensamientos por minuto y no la media de 45.14 como se cree, se desmiente el mito de los 60.000, véase, Tseng, J., Poppenk, J. Brain en “meta-state transitions demarcate thoughts across task contexts exposing the mental noise of trait neuroticism”, 2020, se asegura que mucho más de la mitad son “involuntarios”, “negativos” o “repetitivos”), es por eso que sea inherente tratar de rechazar, defenderse de este tipo de pensamiento desde un inicio para ir entrenando, porque sus operaciones espirituales no son casuales, sino causales directas determinados por los “bellacos demonios”, llamadas “acciones ordinarias”: “tentaciones”, debemos de allí que debamos recurrir a la “recuperación” del terreno perdido en caso tal de caer, y trazar una “metodología” para una contraofensiva o construir una inexpugnable muralla almática-espiritual, ya que si no lo hacemos podremos claudicar y eso es lo que quiere precisamente el “maligno”.
En todo ello es donde entra el discernimiento que debes ejercitar, pero sobre todo pedir, para saber sus causas, y esto se hace es con práctica, a la hora de tener un pensamiento se debe examinar de dónde sale y su autor, para así estar preparados para ataques posteriores, o bienaventurados como los que vienen del Señor, alegrándonos, sin caer nunca en la vanagloria, porque también podemos ser engañados por mucho discernir que tengamos, no debemos estar confiados sino vigilantes, sobrios, hesicastas, una vez que entra un pensamiento rechazarlo, o recibirlo como debe, sin entristecernos, ni con euforia, arrogancia, jactancia, sino con justicia-piedad, como se dice 1 de Juan 4:1: "Queridos, no os fieis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo". Esto se consigue con el esfuerzo, en especial del arrepentimiento, la contrición de corazón y la penitencia por nuestros pecados, tal cual como lo asegura San Paisio Velichkovski (véase, tambien Maria Egipciaca), sobre todo en lo que se refiere a la superación, la lucha de los enemigos invisibles, la consecución de la oración sin cese, cuyo beneficio para el alma brotan la pureza del corazón, como semilla, dirigidos a los frutos espirituales (obras).
Debemos aclarar algo y es que los pensamientos divagan muchas veces por nuestra propia culpa, es decir, hábitos, es decir, a veces por lo errores en que caemos se penetran en nuestra alma, pero en otras ocasiones son introducidos por el maligno por perjuicio, pero que Dios paradójicamente los utiliza para nuestro beneficio si le llegamos a rechazar, esto es, para purificar nuestra mente, en transición hacia la purificación del corazón, por lo general, la Santísima Trinidad cuando lo permite sabe de nuestras capacidades y condiciones, caemos, no por su culpa, sino por la nuestra, al no resistir, huir, luchar, o falta de humildad, y todo esto dependerá de la calidad de nuestros pensamientos, imaginaciones, se aclaran o entenebrecen, porque es que la fuente que los genera son noéticos, y la única forma de hacerlo es así, para que se convierta todos ellos en santos, justos..., por eso además de la importancia de recitar la oración incesante, el santo rosario, la lectura santa, hermanos, se necesita de un combate mental, vida sacramentada, meditación, contemplatio (hesicasmo), medio distintos, ayunos, vigilias, vigilancia (nepsis) constante, evitando la ignorancia, el espíritu carnal, la negligencia, y el olvido de Dios.
Ahora, todo lo que tenemos en nuestra mente puede ser catalogado por basura, no solo por lo que escuchamos a diario, conversaciones vanas, sino por lo que vemos en las redes sociales, y todo lo que implica los sentidos, estamos en una sociedad hiper materializada, que nos corrompe, que no hay necesidad del maligno tentarnos, nosotros mismos caemos redondos cuando no nos entrenamos en el espíritu, por ejemplo, cuando pasamos todo el día viendo televisión, leyendo libros necios, comiendo a cada rato, igual puede decirse de lo contrario, cuando hacemos ayunos sin sentido, vigilas que sobrepasan nuestra capacidad, etc, todo esto viene de nuestra propia soberbia, hombre concupiscible, del cual aparta al alma de la verdad, y nos aleja del pegamento divino de la virtud que no es otro que la humildad/obediencia. Sépase que cada vez que la impureza saca la cabeza de víbora toca darle manduco, hasta que se elimine su nido, dejar de alimentarlos es una y otra rechazarlos, golpeándolos.
En este sentido expresa el teólogo ortodoxo, J.L. Larchet en su inisigne texto: "Terapéuticas de las Enfermedades Espirituales", "Por lo tanto conviene luchar contra los pensamientos si se quiere poner fin a los pecados externos e internos y librar las almas de las pasiones, sería inútil combatir las pasiones luchando únicamente contra sus manifestaciones externas, pues [todas ellas] tienen su raíz en los pensamientos y si estos subsisten en el alma, inevitablemente otros actos se derivaran de ellas" (p. 450). Citando Eclesiástico (Siracides) en su capitulo 23 en sus versículos 2 a 3, que extendemos hasta el 6 nos dice: "¿Quién aplicará el látigo a mis pensamientos, y a mi corazón la disciplina de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni pasen por alto mis pecados? No sea que mis yerros aumenten, y que abunden mis pecados, que caiga yo ante mis adversarios, y de mí se ría mi enemigo. Señor, Padre y Dios de mi vida, no permitas que mi mirada sea altanera, aparta de mí la pasión Que no se apoderen de mí lo placeres ni el sexo; ¡no me entregues a mis pasiones impuras!"
Dice San Agatón: “La actividad del cuerpo es como una hoja; la actividad interior -esto es el trabajo espiritual- es el fruto”, entre otros casos los monjes de Egipto, como San Nilo, Evagrio Póntico, y antes Orígenes se refieren a los logismoi, como vicios que distraen al monje, pensamientos que brotan del corazón, en ciertas ocasiones, o que llegan al alma apartando la atención debida/requería hacia Dios, de este modo Hesiquio de Jerusalén indica cuatro (4) formas para ejercitarnos en esta vida, la primera es resistir a estas pésimas ideas, segundo tener el corazón quieto, libre de toda falsa imagen, tercero, orar (mentalmente), invocando el santo nombre de Jesús, y cuarto pensar en la muerte, llegando siempre al recogimiento interior, al hesicasmo, según sus capacidades/condiciones, esto es la vigilancia, anticipándose a estos golpes almaticos-espirituales dentro de la vida ascética en la unificación hacia lo noético en comunión con la Santisima Trinidad.
Dice San Teófanes el Recluso, que las pasiones no se manifiestan en nosotros gratuitamente, sino por algo, y principalmente es porque aún no somos puros, pero de ellos podemos sacar provecho para purificarnos, (véase, ¿Qué es la vida espiritual y cómo perseverar en ella, p. 226), el problema es que no la rechazamos, sino que la aceptamos, y se comienza a arraigar, indistintamente de su causa, pues ya se dice en Romanos 8:7: "Toda consideración carnal (pasional) es enemistad con Dios", por tanto la voluntad, el esfuerzo, entran en acción, para comenzar a desplazar pensamientos inocuos por aquellos saludables, santos, por ello es que tengamos que utilizar la ira, la iracunda que es santa, para no caer en la trampa, de la imaginación, el meollo de esto es que el pensar genera a veces deseos/placeres cuando lo aceptamos, de allí que el entrenamiento de apártanos nos lleva al buen camino, lejos de la acción-reacción, esto es de la impureza, entre ellos la mental. Debemos hacer uso de los medios, instrumentos para repeler los ataques, resistir, luchar (interiormente), y crear así una conciencia de lo justo de la moral cristiana-católica-ortodoxa.
Hagamos la Oración de Jesús en ese/este instante:
"Señor Jesús-Cristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador" o su forma breve: "Señor Jesús-Cristo, ten piedad de mi", o composiciones diferentes, "Señor Jesús-Cristo, sálvame", "Dios ven en mi auxilio, Señor, apresúrate en socorrerme", etc, la que usted prefiera, construya, mejor si es con el Evangelio, o con los Salmos, pero recuerde dirigirse siempre con devoción, con el alma, golpea la tentación, el pensamiento invocando el nombre de Cristo, expúlsalo, con la doxología, y veras como todo vuelve a la normalidad, se tranquiliza todo, de hecho, con el solo nombre es suficiente, ya dependerá de ti la actitud, así afirman los Santos Padres, y la monástica, pensemos el San Juan Kolobos o el Enano (de Egipto), quien decía que antes de que le llegara ya tenía la oración en la mente (en la boca de los pensamientos) se adelantaba a los hechos, porque atendía la mente a su rezo (lo que llaman ahora prosoche), pero siempre con humildad/obediencia, recordando la muerte diariamente (memento mori), la quietud (hesyquia), dentro del proceso de la lucha interna, en la contemplación, en la cooperación, esfuerzo para la consecución de la gracia santificante esto hace parte de la economía de la salvación.
Si se dan cuenta, casi todo los santos orientales, y entre ellos los hesicastas, solo por mencionar uno, el Santo Paisos del Monthe Athos, se refieren a los mismos remedios, este último nos regala para ello una formula breve para purificar el corazón, la misma receta de siempre, pero que muy poco hacemos y que repetimos incansablemente, y esta no es otra que la Oración de Jesus, que ya nos acabamos de referir:
"Señor Jesus-Cristo, hijo de Dios, ten piedad de mi, pecador"
Indica el monje que es así como se purifica todo, desde el cuerpo, hasta el espíritu, pasando por la mente, expresa tajantemente que "se echa afuera todo el lastre acumulado en el corazon", pero dicha actividad debe verse/practicarse en conjunto on la humildad, la renuncia a si mismo, como al odio por otro (amar al enemigo incluso), el amor (caridad), la manifestación de nuestros pensamientos, la ascesis y la oración continua.
Téngase claro que sin esfuerzo hacia lo divino, no conseguimos nada, y la gracia no crece (en caso de tenerla) o no se consigue, a menos que por misericordia te la de por ciertos motivos desconocidos, causales o misteriosos (pero no es la regla general), en todo caso, todo el que quiere crecer en santidad debe cooperar para la salvación de todas las almas, incluyendo la suya, la de su prójimo, incluso la de su enemigo, y esto es lo que quiere Dios. La purificación progresa, según la medida de sus medios, entre ellos el de la oración, invocando su santo nombre, y la vida sacramental, una vez que llegue los pensamientos se deben resistir y expulsar, como una fiera que entra a tu casa, vea que con el enemigo no se dialoga, se destruye, se elimina, lo mismo que este tipo de ideas, se irrumpe con la gracia, o con el esfuerzo para su consecución, hasta que no dejen de salir quiere decir que nuestro corazón aun no es puro, porque es lo que brota, mientras que exista la voluntad debemos arrepentirnos, llorar, purificarnos, hacer penitencias, pedir ayuda, etc. Entendamos que el camino hacia la pureza de corazón está lleno de muchos obstáculos, y luchas, y por supuesto que con la ayuda de la Santisima Trinidad podremos salir avante.
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