Mario Felipe Daza Pérez
“Si exijo demasiado a mi rebaño en el camino [discretio], todos morirán en un día”- Génesis 33:13
Dice Virginia Raquel Azcuy (2001) que la palabra latina “discretio” (siendo propagado por Gregorio el Grande para la "vida monástica" siguiendo a San Benito de Nursia), proviene del griego “diakrisis”, que se distingue a su vez del concepto “discernere”, o “diakrinein” que significa "cortar", "separar", "distinguir", "decidir". “Discretio” entonces es la capacidad de "discernir" y "decidir". (Cfr. La influencia de la espiritualidad benedictina en Edith Stein).
De este modo la "discreción" es la forma elegante por el cual el seglar, oblato, monje, etc, "distingue" o "discierne" en ayuda en la toma de decisión de el mismo o de otros a través de los "ojos del espíritu" ya sean en las diferentes "hipótesis" u "orientaciones" que tomaren en el comportamiento dentro de las "distintas posibilidades" que hay de actuar, hablar, obrar, pensar, callar..., según las circunstancias para el caso en concreto, mejor dicho, es un "juicio ex ante prudente o moderado" que deben hacer u "operación mental" anterior a la ejecución de una tarea, objetivo, acción u omisión ya sea para eventos negativos (vicios) o positivos (virtudes).
Este clase de "discernimiento" que llamamos de "discreción" proviene más que todo del líder, pastor, apóstol, jefe, abad, prior o de quien dirige el rebaño, es una "virtud discrecional" del cual permite "guiar" o "conducir" a sus ovejas hacia el bien (primordialmente), precisamente se trata de ser "el ojo dentro del ojo", en el conjunto tal cual como lo dejó plasmado San Benito en su Santa Regla (mencionado tres veces), por ello que nos interese explorar para esta ocasión las ideas teológicas-místicas de Edith Stein, debido a que tienen una "vocación benedictina-carmelita", (de la cual pretendemos tambien inculcarnos), pues bien, el propósito de esta "santa", sería saber cuándo hacer las cosas ya sea para callar, hablar o actuar, determinado como el "bien" de "poder distinguir" entre lo uno y lo otro, secreto que debe orientar todas las almas en especial las cristianas ("discretio benedictina").
Diremos que la "discreción" es una forma del "discernimiento", veámoslo entonces como una "subvirtud", que debe llevarnos a la "vía" no solo de la espiritualidad sino tambien de lo "sobrenatural”, ya que esta solo se consigue cuando opera el "Espíritu Santo" en su "plenitud", "integralmente", visto como un "soplo intenso", siendo este no un "don" en estricto sentido que se le asemeja como tal, sino envuelto en un método propio de la "virtud" del cual es importante "ejercer" sobre todo en la vida en comunidad y no solo en el ámbito "ermitaño", "don" que va unido con la "prudencia" (entendida esta como "inteligencia práctica"), aunque tambien referida a otras virtudes, tal cual vista como "huellas" de todas las restantes, tomada desde la "sabiduría de la experiencia" y del "sabio juicio" y de "la decisión" y conectada si se quiere con la "ciencia del amor" [o de lo que llama Santa Teresa Benedicta de la Cruz como "ciencia de la cruz".
Teniendo claro entonces que la "discretio" lleva consigo en pininos la virtud de la "prudencia" y el don de la "sabiduría", de este modo podemos entender de mejor forma, según lo ya concebido tambien en otros santos como Santo Tomas (tomando a los "dominicos" -"veritas"-), San Agustín, bien que sigue Edith Stein (sobre todo el primero), nos muestra la necesidad de "buscar la verdad" del misterio de Cristo a través de la "regla benedictina" conectándolo con la "espiritualidad carmelita" ("virgo benedicta"), por tanto, teniendo como referencia primaria a nuestro guía San Benito de Nursia, no solo en las liturgias, sino tambien en su vida, en el orden y la disciplina mental, espiritual, corporal y del hogar (ya sea en solitario o en matrimonio, como "oblatos" o "cenobitas") pero eso si, siempre con la mirada puesta en el "Monte Carmelo", en su advocación de la "Virgen del Carmen".
Describiendo que la verdadera concepción de la "discretio" es el del "conocimiento sobrenatural" esto no implica que se puede ver de otras maneras esta "espiritualidad", ya que a la final va a ser el "Espíritu Santo" y sus dones, carismas quien dotará de estas gracias a los demás, de lo que San Benito llama "discretione perspicua", ocupada transversalmente o interdisciplinariamente (dentro de las profesiones, artes u oficios) conforme a las demás virtudes, porque la atraviesa como un todo (holísticamente) consiguiendo de si la conexión de la mente-corazón de lo que se denomina en la "ciencia" como "coherencia biológica" del cual se obtiene a través de un "elevado estado superior de espiritualidad" (misticismo), en el que "gratuitamente" se integra con el el amor a Dios y al prójimo, y en la práctica de las virtudes, entre ellas de la humildad, caridad, paciencia, mansedumbre, etc (Cfr. Edith Stein: “Sancta discretio en la dirección espiritual).
Ahora, ya no refiriéndonos como Edith Stein (Cfr, Escritos espirituales), sino explícitamente como "Santa Teresa Benedicta de la Cruz" tomamos de ella que fue precisamente en su último trabajo en el Carmelo de Colonia, donde se consiguió el "discernimiento de espíritus" anejo a la "sabiduría" y a la "prudencia" como "ladrillos" para su construcción hacia el conocimiento no solo de lo "sobrenatural" sino tambien de lo "ordinario", traducida entonces como "sabia moderación de juicio" o "sabia prudencia" (le llama en alemán: "weise masshaltung"), esto, de acuerdo a la escogencia de lo que es "correcto" para el espíritu. Colocando un ejemplo abierto y general, podemos decir que la "ganancia" por parte de los honorarios recibidos en nuestra profesión de cualquier arte liberal (en mi caso de abogado) debe ser gastado o no en ciertos aspectos cotidianos de la vida, sino que tambien guardado para eventos futuros o ciertos proyectos, de allí que el "discernimiento" de lo que se deba hacer "correctamente" es lo que nos debe indicar la decisión a tomar y esto se transmite únicamente a través de un "Espíritu Santo".
Ya sea de la forma conceptual como tomemos la "santa discretio" entendida esta como virtud, subvirtud, don extra, gracia, carisma, o como quieran definirlo es importante siempre resaltar sus cualidades, esto, debido a que no existe una "concepción explícita" de su "ubicación ontológica", lo que si podemos decir es que surge con unas "características propias" que se deben indicar en lo que juega en esta clase de "discernimiento", porque bien se manifiesta con lo que se conoce como el "ojo del espíritu" guiado por la "luz divina del Espíritu Santo", de lo que San Benito de Nursia llama la "magna visio".
Por ello que la Santa Regla de San Benito nos muestre un camino a seguir dentro de esta mística , y ahora "carmelita" referenciada por Santa Teresa de la Cruz, de lo que se denomina como “discretione perspicua”, o discreción imbuida dentro de la "santidad benedictina" que no solo se toma como lo propio del "silencio interior" sino que va muchos más allá que eso. Si se nota esta "discreción" nada tiene que ver con el "ingenio" o "sagacidad" humana, que bien puede utilizarse de forma oscura a diferencia de la luz divina que lo penetra todo en torno a la verdad y no la falsedad, sino que yendo más allá se refiere a forma de decidir "sabiamente" a través del "ojo perfecto del Espíritu Santo".
Como escribimos arriba, de los distintos escritos de esta religiosa alemana se fundaron muchas veces en la vida interior de Santo Tomas y San Juan de la Cruz, en algunas ocasiones en San Agustín (ver De Trinitae) y otros padres y doctores de la Iglesia, del cual nosotros aquí ahora podemos rescatar en esa unión permanente con Dios, es decir, en la "visión beatífica" de ver las cosas, que bien se consiguió con sus textos, teniendo como meta la "contemplación divina" conseguida a través de Santa Teresa de Ávila ya sea en el plano filosófico y teológico, en la "búsqueda de la verdad" o los "misterios de la fe", en lo que se denomina como la "metafísica espiritualista" o "virtualidad ontológica" a la luz de la "gracia santificante" en "camino hacia la santidad" en el encuentro de ese "silencio interior" que tambien marca como dijimos San Benito en su "Santa Regla".
Es en ese "silencio interior" (en sinonimia del "castillo interior" de Santa Teresa de Ávila) el que abre paso a la "contemplación" del cual permite que el "alma" se "fortalezca" a través de la oración, la liturgia, la "práctica de las virtudes", "ejercicios espirituales" y sobre todo en la consecución de sus "grados" ("ontología católica"), como si se tratara de "niveles de ver la verdad" transmitida a través de esa "teología mística" y con un "perfilamiento carmelita" se podrá tener dicho éxito, que bien habiendo otros métodos pero del cual nosotros tambien nos podemos inclinar hacia la "perfección cristiana", evento que nos permitirá conseguir esta "santa discretio" en camino hacia ese "vía hacia el discernimiento sobrenatural" y que si bien se puede conseguir con otras escuelas como la "benedictina" tomando como ejemplo la "santa regla" en "plena sintonía" con "Jesucristo" ("crisoterapia"), tambien se puede tomar de otra forma, con los dominicos, franciscana, cartuja, etc.
Lo que es importante de la "santa discretio" que nos propone la santa "Teresa de la Cruz" es ese "sello de la santidad benedictina", ahora, trasladado tambien a la "mística carmelita", del cual tomamos a su vez del elemento del "discernimiento", el "don" de distinguir" cuando se deba hacer algo o no, callar, o escuchar, el deber de tener cierta discreción en las cosas de la vida, y allí es donde la propia "discreción natural" (humana) se puede confundir con la "perspicacia, ingenio o sagacidad" a diferencia de la "discreción sobrenatural" ("discierne" que es la que nos interesa) que se consigue prioritariamente por "infusión" y no por "adherencia", el primero es entregado por el "espíritu santo" como huésped y no por búsqueda por parte de la persona misma, tal cual como sucede con las "virtudes cardinales" y no "teologales" (fe, esperanza y caridad).
Se debe aclarar una vez más que esta "inteligencia del hombre" no tiene nada que ver con la "discreción" que aquí entablamos que se torna en su forma "espiritual" o "divina", por ello que Santa Teresa Benedicta de la Cruz, distinguiera ("discierne"), tres (3) grados de "conocimiento" para "entender a Dios" en estos aspectos, conforme al "don del discernimiento" en su línea de la "santa discretio", que son:
- El conocimiento natural (búsqueda misma)
- La fe como modo ordinario de conocer sobrenaturalmente a Dios (adquirida)
- La experiencia sobrenatural como vía extraordinaria (infusa)
De este última como hemos dicho se desprende los otros dos, (Ur-theologe) y Dios seria tomado entonces como el "primer teólogo" que se revela a sí mismo, teniendo en cuenta que el hombre es un pasajero por este mundo ("homo viator"), que bien se sube por "grados" (o niveles) hacia el conocimiento hacia Dios, pues, dado que no todos los "carmelitas" son "místicos", por ello que la escriba sobre la "ciencia de la cruz", algo así como la "ciencia del corazón" (que bien trataremos en otro artículo), del cual debe tener encuentro especial para con el Señor, aquí que se designe elementos de lo que podemos llamar de "psicología cristiana", como el construido por Santa Teresa de Ávila con su texto "castillo interior", o San Juan con "Subida del monte Carmelo" referido a su parte más profunda de su ser o su interior, igual como le sucedió con otros grandes santos, entre ellos a San Agustín o San Benito, que bien se conectaron interiormente con el Señor.
De este modo solo es la "fe" (vista como "radicalidad") y como "virtud teologal", la que nos puede permitir tener una "experiencia sobrenatural" como "vía extraordinaria de las cosas" (lo mismo que el "ágape"), y entre ellas del "conocimiento hacia Dios", por tanto, una "discreción" tambien de que hacer por amor (caridad) a Dios, nos revela este propósito. Algo que en lo básico no se consigue solo con el "conocimiento natural", que es entendido como "enriquecimiento del contenido" de lo que estaba vacío antes de conocer el camino místico (pero que es un inicio), y que luego viene de la etapa intuitiva, corazonada, inconsciente del "conocimiento incognoscible", que no viene ya por el mero razonamiento, análisis de las cosas ni por deducción (mera voluntad), sino porque te lo han puesto (vía unitiva) en tu mente (consciencia infusa), pensemos en las "locuciones internas" por ejemplo o para mal, con "las tentaciones" del "enemigo".
Si se dan cuenta, no se puede conseguir una "sabiduría", "ciencia", o "conocimiento sobrenatural" así no más, si no tenemos ciertos pasos consigo:
- Si no se busca o más bien desea este "discernimiento", comienzas mal, pues, no es algo que está a la vuelta de la esquina, y no es porque un día quisiste tenerlo y ya, querido "tradicionalista" así tengas la voluntad no por si viene solo;
- Si no se pide con "suplicas" por medio de oraciones y penitencias tampoco lo vas a "obtener", para ello que se requiera tambien de "esfuerzos extras" tales como el "aumento de la fe", la "caridad" misma que solo por acción divina es posible conseguir, es decir son "virtudes infusas" y no "adquiridas", que solo el Señor te llena según las promesas y deseos que te haga de acuerdo a tus capacidades y dones;
- Tener "carismas sobrenaturales" no implica per se, experiencias divinas o viceversa, la gran mística se basa en el descanso en ti de Dios y viceversa (es "bidireccional"), como "gracia" en la habitación en tu corazón, vista como reposo (y puede que pase o no).
De este modo podemos hablar entonces de una "contemplación adquirida" y una "contemplación infusa", en todo caso una "experiencia o contemplación mística" que se da con la búsqueda y el encuentro de Dios, que bien nace con la "ciencia del corazón" desde el "interior de tu alma" y creemos que para conseguir esta, el más fácil y recorrido método es el "carmelitano", sumado al "benedictino", sin quitar de por medio las distintas escuelas existentes, "dominicos", "franciscanos", "agustino", "cartuja", etc y ahora si se mezcla con otros "métodos cristianos" sería mejor para la consecución del conocimiento del Espíritu de Dios y de la verdad.
Algo que obstaculiza normalmente esta "experiencia" o "camino" hacia el "conocimiento" divino, es vivir constantemente en lo mundano, formar ídolos y otros cosas (adorar falsos dioses, tener como prioritario el dinero o las vanidades), como la persecución por el dinero, la lujuria, y esto no te permite vivir la "pasión de Cristo", ese "elemento cognitivo sobrenatural" que te permite ir más allá, de la experiencia que propone el "método carmelitano", desde un punto de vista ya sea "cenobita-mística" dentro de lo que hemos enmarcado como "espiritualidad steineriana" o "teresina benedictina" hacia la "perfección cristiana", siendo propia dicho objeto del "corazón", es decir, del "amor divino hacia los demás", en la "unidad de Dios", que es lo único que importa dentro de su "vida benedictina".
Si el conocimiento natural lo podemos concebir como aquella percepción de la realidad de lo que vemos, pero que tiene sus limitaciones, como por ejemplo sobre la vida y la muerte, aunque valioso no resuelve lo que queremos saber que es "la verdad", aunque se profundiza con la "ciencia humana" (que bien podría ser afección del "racionalismo" y con ello el "ateísmo") esto no nos lleva a nada. Por otro lado, el "conocimiento sobrenatural", sobre la existencia de la eternidad o de lo que nos espera no se consigue por el simple hecho de solo estudiar o leer libros (o de creerse un "teólogo" del montón), sino que el de poder ver lo invisible dentro del "mundo visible", y esta última cualidad se aumenta con el tiempo, según tu fe, caridad y otras virtudes adquiridas e infusas, puestas por Dios por encima de todo (se necesitan "teólogos arrodillados"), que con su "designio" te irá revelando revelando más cosas, y mostrando "nuevas etapas de la realidad".
Puede que el "conocimiento natural", este dotado de cierta inteligencia y de los sentidos, por ejemplo un abogado que tiene una solución para un caso en particular que a ningún otro jurista se le había ocurrido, pues, no ha tenido "descubrimiento alguno", sino que junto con un análisis desarrolla "argumentos" plausibles que resultan convincente, pero no por la "parte sobrenatural" que viene de la nada, sino que está dado por el encuentro personal con Dios, y esta es la "experiencia mística" que describe la filosofa Edith Stein o ya Santa Teresa Benedicta, vista como "intimidad" la cual es superar el primer tipo de conocimiento en todo sentido de la "profundidad del alma" que es la esencia divina (mihi vivere Christus est: "mi vivir es Cristo"). En suma, entre "más virtud" mayor es el progreso hacia la "perfección" y la "santidad" y la "vía" hacia el "conocimiento sobrenatural" de la "santa discretio".
Por tanto, la "santa discretio" puede ser concebido como el camino hacia a ese "conocimiento sobrenatural" que tanto deseamos y que se nos antepone como un verdadero saber en el que debemos estar de presente en la consecución con el "Espíritu Santo", donde el "alma" y el "espíritu" debe estar entregada y libre para recibir al "soplo" de este "salado huésped" (no me gusta el término "dulce") que va en sintonía con la "teología mística contemporánea", por ello que se diga que el cristiano del futuro [o más bien del presente] deba ser místico. En estos casos, la influencia religiosa de la "espiritualidad benedictina" que nos propone Santa Teresa Benedicta de la Cruz es una ventaja ya nos amplía entonces la "vía" para este "entendimiento divino", y sobre todo en lo que atañe el "don del discernimiento" en su versión de la "discretio", también en términos "carmelitas".
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