"La humildad es andar en la verdad"- Santa Teresita
"Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad y el tercero es la humildad”- San Agustín
"¿De qué sirve ganar mil batallas si no puedes vencer tus propias pasiones? La verdadera batalla tiene lugar dentro de nosotros mismos”- Carlo Acutis.
Mario Felipe Daza Pérez
La "humildad" podemos decir de una vez que es una de las "grandes virtudes" dentro de "todas las virtudes" en la ética cristiana, o no cristiana, pensemos en la trayectoria de la "filosofía helenística", sea la que sea, estoica, epicureista, platónica, etc, por tanto, esta característica de los seres humanos resulta muy importante para el "crecer" como persona, sobre todo "espiritualmente" hablando, del cual no solo está vinculado con el "saber callar" cuando sea necesario, sino también del "saber hablar prudentemente". Este no es un valor en sí mismo, sino una extensión de la integridad para los demás, en cuanto al contenido de los otros factores morales cardinales.
"La vida del hombre sobre la tierra es lucha” se menciona en Job 7,1 y que por tanto mientras vivas debe vivir como mercenario hasta el último de tus días. Mejor dicho, el que "persevera alcanza", pero mientras esto pase, "encógete, redúcete, en medida de lo humilde de cristo, no seas que al estirarte te rompas" dice San Agustín. Para este último, todo fundamento de los pecados tiene su origen en la "soberbia", es decir, en la "concupiscencia" (la peor enfermedad del alma), el "querer jugar ser como Dios", y ser el "protagonista" en todo es el mal prioritario de causa de todos los sufrimientos, y esto lo hacemos recurrentemente y ni siquiera explícitamente, sino implícitamente diariamente con nuestros actos.
La "humildad" en concepción a la religiosidad que profeses, sobre toda en la cristiana es "exigente" en cuanto al contenido de este valor, más que en el concebido de forma filosófica seglar, mundano o pagano, que es simplemente o normalmente la de "reconocer" cuando estamos mal, y corregirnos, esta "virtud" se consigue desde "el corazón para el corazón", con práctica, no se puede decir que se tiene con solo "decirlo", o con simplemente "escribirlo" tal cual como lo estamos haciéndolo en este escrito, no basta con esto, pues, es necesario describirlo con actos. Dice el joven beato Carlo Acutis de nada sirve alardear mucho si se tiene o no ya sea palabras, obras, pensamientos, porque lo que importa es la "nobleza, pero del alma", de allí que evoque el concepto de la dignidad humana, de cómo se ama a Dios y a los demás, entonces para ello esta virtud consiste en el "silencio contemplativo".
El comienzo de toda "humildad" inicia desde la vida temprana, y está en el primero reconocer que vinimos sin nada y nos vamos en cenizas, y que por tanto fuimos "creados" con un propósito divino, por tanto, somos "criaturas" con ciertos objetivos, pero en sintonía con la finalidad de Dios. "Orar y trabajar" es una consigna que dice que debe hacerse según las interpretaciones de las reglas de San Benito, y que no vinimos a este mundo a divertirnos, fornicar, robar, sino para cosas más grandes, que bien ahora se ha tomado estos primeros propósitos como el proyecto de cada uno de los que nos quiere mostrar la sociedad actualmente, en sede a los males del "posmodernismo".
Resulta loable que dentro de la "humildad", a pesar de ejercitarse esta gran virtud que tenemos, existen destellos de "soberbia" o de "orgullo" que de vez en cuando nos afecta y es algo que debemos controlar todo el tiempo, porque como sabemos este fue el principal vicio del mundo, el tal llamado "pecado original" del cual viene consigo con la semilla de la autodestrucción, así no lo queramos. Quizás muchas veces que tenemos estos visos, nos damos cuenta posteriormente que actuamos mal, y es ahí la importancia de enmendar el error, para corregirlo y no volverlos a cometer. Que queda claro que nadie es superior a nadie, y pues tenemos que si tenemos mayores aptitudes que otros es porque lo hemos desarrollado o porque bien el "espíritu santo" nos ha dado estas gracias, dones y carismas, pero esto no implica "enaltecerse".
La "humildad", como su nombre etimológicamente lo indica, proviene de la palabra "humus", que sería algo así como "tierra" o "barro", que no es otra cosa que el "rebajamiento de uno mismo", el renunciar, la abnegación, la penitencia, el sacrificio, del cual no significa eliminar tajantemente el "yo" sino de saberlo controlar en mano de la libertad de esta virtud, conforme a la propensión del "bienestar del otro", como si se tratara de ti mismo. Por ello que no podamos hablar de una verdadera "inteligencia" sino va acompañada de este valor, del cual en ciertas veces tienes que ceder aun teniendo la razón.
De nada sirve ir a misa todos los días, estar en supuesta gracia (porque no lo estarás, sino practicas las virtudes), reces el rosario, comulgues diariamente, o te creas el más puritano, sino eres "humilde" y "obediente", pues, no llegarás a la santidad. La mejor forma de trabajar la está "virtud" es a través de la "humillación" que no debe ser externa per se, en primera medida, sino interior, es decir, no se trata de ponerte en vergüenza ipsofactamente, sino de saberlo hacer propiamente con "prudencia", aunque puede que esta última lleve a la primera pero no necesariamente.
La "humildad" es lo que llama el Padre y psicólogo Chad Ripperger como "libertad", pero no solo en los placeres, sino que dentro del "juicio" que se centra en el "autodominio" y la "disciplina del control" de nuestras "pasiones interiores", sino es así, es "falsa". Tenemos que "Aidos", en la mitología helenística, era la "daimona", de la timidez, vergüenza y de esta "humildad", pero que en nada se representaba como lo determinan hoy los cristianos o bien como lo hizo cristo, está más bien, determinaba según su "fuerza sobrenatural", la oposición a que los humanos no cometieran errores, y esto no tiene nada que ver esta forma con esta "virtud", es más bien "orgullo" en sí mismo. Los griegos la relacionaban tal cual con "ignorancia", o "falta de capacidad" por ello que veamos entre los "filósofos helenistas", cierta arrogancia en sus planteamientos, sea cual fuere, uno más que otro, algunos en menor medida, como en los "estoicos", por tanto, este valor se sobresale con el "cristianismo", como "el que dota de libertad al hombre en búsqueda de la verdad".
Ya decía Sócrates, “el orgullo divide a los hombres, la humildad los une”, indicaba el Obispo de Hipona que fue el primero pecado el que hizo que los ángeles "recuerden a Lucifer" se convirtieran en "demonios" y el segundo, al contrario, el que hace que los hombres sean como "ángeles", siguiendo esta argumentación de que vale jactarse de glorias, altivez, y soberbia sobre todo a causa de riquezas materiales, cuando son estos vicios los que te harán caer. Uno siempre debe cuidar su alma como si se tratara de la vida misma, porque es eso, uno no espera el fracaso espiritual sino su ganancia y de allí venga la "sabiduría" que está de la mano con la "humildad", para este caso el famoso Cura de Ars expresaba que esta "virtud" es para el "alma como la cadena del Rosario", que si se rompe si caen todas ellas, y sin esta se pierden las otras, es decir, las demás virtudes, si reviamos Filipenses 2:3-5 nos evoca también algo parecido "no hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús".
San Agustín hace de la humildad un "estilo de vida", "una forma de ser y de relacionarse consigo mismo, con Dios y con los demás", de esta manera no debemos mal entenderla como el decirle "si a todo", o bien, querer hacer todo lo que otros te digan, porque si no pasaras como una mala gente o soberbia, tampoco se refiere a una baja autoestima o indignación, ni falta de coraje, al contrario, es actuar a través de la renuncia, abnegación, y reproche de uno mismo, en pro del "conocimiento de ti mismo". Toda persona sometida a esta virtud debe estar centrada en la búsqueda de la verdad, dice el Obispo de Hipona en su sermón 70 que: "La sabiduría entonces sería la clave intermedia entre humildad y la verdad" y por tanto no de la falsedad, no entendida solo en los "juicios erróneos pronunciados" sino de los engaños del que te somete de acuerdo a tu personalidad con tal de "ensalzarte", esto no es más que un vacío de tu corazón y de la virtud.
"Cuanto más grande seas, más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor, porque el poder del Señor es grande y él es glorificado por los humildes” se dice en Eclesiástico 3, 18-20. Cuando tengas "actos de soberbia" o de "orgullo" recuerden recitar el "Magníficat" que es una oración misma entregada por la misma Virgen Maria, aquí claramente se nota como la "humildad" vence al "enemigo" con creces, sobre todo cuando dice "proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava", por tanto este acto no es solo es individual sino colectivo la cual se transmitirá de "generación en generación" solo por la razón de haber sido declarada como una "esclava de la humildad".
Dios, no tolera a los "soberbios" sino que más bien "enaltece a los humildes de corazón", llenándolo de bienes, y no necesariamente de riquezas materiales, sino espirituales, les abunda de "misericordia", y no solo a quien lo contempla sino también a todas sus descendencias. Esta oración si lo leen varias veces es tan poderosa que el "enemigo" le molesta tanto debido a su contundencia, ya que su devoción es contraria a lo que demostró este de su "echada" del reino por "orgulloso". Pues, recuerden, siempre como ha dicho el gran San Benito, "cuando veas en ti algo bueno, atribúyelo a Dios, no a ti mismo", nunca digas que lo bueno viene por ti, sino que es a través de lo celestial, y veras que reconociéndolo te irá mejor, olvídate de ti mismo, practica la sencillez (el desapego) y todo correrá por cuenta del "espíritu santo".
¡Ay de quienes se reconocen a sí mismo como “humildes"! Señores esta característica no viene porque el otro lo diga o no, sino que proviene de un "acto del corazón", ya San Agustín decía que esta "virtud" es algo "extraño" debido a que al "momento mismo de creer tenerla ya la hemos perdido", precisamente esto se debe al jactarnos de serlos cuando hacemos una obra de caridad y de expresar ciertas palabras o contemplar ciertos pensamientos, por tanto, el analizar "ex ante" el "ser humilde" está mal y menos cuando no viene por "amor a Dios", en cambio actuar de acuerdo a lo correcto, por medio de esta diferencia con el prójimo es lo óptimo para conseguirlo.
Ejemplos de humildad de "santos", podemos destacar muchos, pero en esta ocasión queremos hacer referencia al caso del joven beato Carlo Acutis, del quién practicó esta "virtud" en su "máximo esplendor" hasta sus últimos días. Siempre trato de ser mejor cada día, este decía, repetidamente que "su lucha era contra el mismo", no frente a los demás. Leyendo un texto referido a su vida de Nicola Gori, referido a él como "un genio de la informática en el cielo", nos informa de su gran devoción, testimonio, apostolado, inteligencia, para convertir a los demás y de su fe, indistintamente de las investigaciones marianas y de milagros eucarísticos que hacía, pensaba que lo más valioso era la presencia Dios, ya que nos ha regalado lo más sagrado que no es otra cosa que "la autopista para llegar al reino del cielo", su "cuerpo místico", de allí que dijera también que el "rosario era la vía más corta" para alcanzarlo, según lo comentado por el "ciberapóstol".
El que está relacionado con Dios y metido solo en él, no tiene tiempo para pensar en sí mismo, decía San Gregorio Magno, pues el dedicarse a uno mismo no está mal, la cuestión es que todo el tiempo lo estés haciendo, es ahí donde comienza a tener pensamientos soberbios sobre el "yo", el que es grande vive "humillándose", para no recordar que es "grande", solo a los "humildes" se les llena de gracia, y esto se hace solo "conociéndose a sí mismo".
Según San Benito (Cfr. La Santa Regla, cap. VII) existen doce (12) grados para alcanzar la humildad y son los siguientes:
- El temor a Dios.
- No amar su propia voluntad, ni complacer sus gustos.
- Ser obediente hasta la muerte.
- Tener paciencia, no quejarse, no desistir. Perseverar hasta el final.
- No ocultar la verdad, los pensamientos ni las acciones. Confesarse frecuentemente.
- Contentarse incluso con lo vil y despreciable. Aceptar los retos.
- Sentirse inferior a los demás. Humillarse desde el corazón.
- Cumplir las reglas de la comunidad o seguir el ejemplo bueno de los demás.
- No permitir que su lengua hable, guardar silencio, saber escuchar.
- No reírse fácilmente, ni prontamente.
- Hablar siempre del corazón, con pocas y juiciosas palabras.
- Demostrar la "humildad", no decirlo, ni comentarlo con nadie.
Aunque nadie dude que sea bueno reconocer los "propios límites", fundamentos indispensables del "equilibrio psíquico" y de la "madurez humana", uno de los valores más olvidados o silenciados en nuestra cultura es el de la humildad si se han dado cuenta. Hagamos como San Agustín que bien hizo de esta "virtud" un "estilo de vida" (igual como para mucho lo es el "minimalismo", el "estoicismo"), una forma de ser de cómo y) "relacionarse consigo mismo", ii) con Dios y iii) con los demás. "No vayas en pos de tus concupiscencias" dice San Benito y también dice en este mismo capítulo citado "apresúrate en cortar los deseos de la carne", esto, antes que sea demasiado tarde.
Debemos reconocernos tal cual como somos, no creernos más que otros, por el mero hecho de solo existir, o por tener títulos que no valen nada para el "mundo espiritual", contar con maestrías o doctorados no te hará mejor persona, ni siquiera académica y profesionalmente hablando, por lo que habla de ti es lo que escribes y hables de acuerdo a "lo poco que sabes", esos cartones son "meros formalismos estatales" y de "vitrina" para la entrada de un puesto o posición social en general, ahora, si tienes algunos, por el solo hecho de creer que has estudiado en mayor medida que el resto, tampoco te hará más sabio, más bien te hará ocultar la verdad de lo que es la realidad. Al aceptar nuestra propia situación y errores nos da libertad de escoger y nos quita el "juicio nublado de la mente", para poder movernos de lo que realmente queremos, conociéndonos como pecadores, viciosos, manchados, débiles, etc, con el fin de luego "superarnos" con esta "aceptación".
Dice San Agustín en su sermón 137,4, "conoce lo que eres". Exactamente indica "conócete débil, conócete hombre, conócete pecador, conoce ser Dios quien justifica, conócete manchado", si miramos bien, solo la "humildad" que es la "reina de las virtudes" es la que nos propicia, el encuentro no solo con Dios, sino "contigo mismo", del cual se reconoce la virtud dentro de ese "crecimiento espiritual" que quieres construir, y esto sí que es la verdadera "ciencia", de lo que contrario, regirás en el "camino de los soberbios", mantenido en ese "apego" a la "excelencia", que se deriva del "liberum arbitrium" que es el que nos carcome hasta el final de nuestras vidas. Igual como el "orgullo" que nace de un pecado capital y original: "concupiscencia", la modestia como género del "valor antípoda" proviene del conocimiento. Debemos tener claro siempre lo que es "verdad", en este caso nuestra voluntad no es negociable y no debe estar sometida a nada y menos a un vicio, escoger lo que es correcto una vez que conoces la situación entre las opciones existentes es la "inteligencia" que debemos desarrollar.
Como dijimos en el parágrafo anterior la "voluntad de conocer siempre la verdad" no debe estar sometida a nada, y menos al "apego del que dirán", Santo Tomas en su texto "Suma Teológica", creía que ir hacia ella sería un "intermedio entre el defecto y el exceso", ya que siempre "toda libertad" lleva a la "virtud", porque es la comprendida en la "disciplina del autocontrol". Muchos creen en la actualidad, y sobre dentro del "posmodernismo" que ser "libre" es hacer lo que venga en gana, cuando la verdadera "libertad" se nutre en el marco de lo que hacemos dentro de esa "templanza" y "moderación", nunca en afectación del "juicio", deben ser entonces las "facultades mentales" las que deben estar subordinadas en "contra del placer" y del "vicio mundano".
Siguiendo con Santo Tomas en su mismo texto, dice que el "orgullo", está relacionado con el "apetito irascible", y este a su vez con el "pecado capital" de la "ira", del cual consiste en "buscar algo más" de lo que se puede obtener intelectualmente hablando, pura mera necedad, es pretender tener capacidades superiores de lo que realmente uno tiene, y esto se combate juzgándonos permanentemente a través de un minucioso "examen de conciencia" y "buena confesión", solo de esta forma nos permitirá "conocernos mejor" y ver que "mejorar" o "superar", rechazando así de llevar una vida llena de "mentiras", "engaños", y "vanidades".
Ejemplo de "falta" o de "falsa humildad", y sobre todo de "humillación" lo podemos encontrar en los mismos sacerdotes, obispos y demás laicos, que se jactan de ser "castos", o de "ayunar", "comulgar" más que los demás, "hacer más" penitencias, rezos, pero con su lengua o comportamientos terminan resultando siendo "soberbios" con sus actos, lo cual resulta incongruente con su ministerio, apostolado, misión, etc, ya que con sus deberes deberían ser una muestra de arrastre hacia sus seguidores.
Como ven es la "humildad", la virtud que te da la "claridad mental", de permitirte "decidir sabiamente", de escoger si lo que vas hacer es correcto o no, y esto se debe porque te quitas todo "trapo sucio" que te mantiene nublado en cuanto a una decisión. Es claro, que todos hemos tenido en algún momento, y seguro que lo seguiremos teniendo de “actos de soberbia”, o de “orgullo”, por tanto, toca resistir hasta lo último, y aguantar, ¡con tal de llevar una vida! llena de virtudes!, no dejándose alterar por las "tentaciones" y "deseos desenfrenados". Lo contrario del arrogante que lleva una vida de mentiras, creyendo que alentándose a sí mismo conseguirá la victoria, sí, pero de lo "mundano", empeorando en últimas las cosas, porque lo que tratará es de "maquillar" el "estar bien con el mismo" dentro del camino del "narcisismo", despreciando con ello la "tranquilidad", y la "paz".
Una de las "herramientas" ideales para llevar a cabo los "topes o grados de humildad" distintos a lo que se refiere San Benito, lo conseguimos concretamente con el "camino de la humillación", para ello que sea importante pedirle a Dios, a tu ángel de la guarda, santos de tu devoción y a la misma virgen María "esclava de la humildad" que nos den la gracia necesaria de "negarnos a nosotros mismos", -cuando corresponda-, decir de vez en cuando interiormente, ¡no hombre, no soy tan especial como dicen que soy!, ¡no soy tan excelente abogado como ustedes expresan!, pero dígalo con el corazón, no solo por decirlo, te consideres así o no, ya lo dice el Señor, "entre más grande seas, más humildes debemos ser".
La humildad como hemos dicho no equivale a rebajarse del todo, sino valorarse en la medida justa según la situación, pues, por ello el mejor acto que podrás hacer es el de la "humillación" o más bien el de "confesarse con la verdad". De este modo, tenemos entonces dos métodos claves para conseguir esta "excelencia":
- Humillación externa: que es la que sentimos cuando alguien nos deja en el suelo (humus) o en ridículo, en desprecio, calumniados, olvidados, etc, refiriéndose a nosotros mismos como un mal, o puede acontecer que lo hagas tú mismo voluntariamente, y reconozcas tales actos de error y de más, tomándose como aceptación y superación.
- Humillación interna (las más importante) es sentirse inferior a otros, por la razón de querer la verdad, en cuanto a los hechos presentados. Es el conseguir que, ante una honra, lisonja, alabe, aplaude, o amor hacia otros, ellos o estos sean preferidos antes que a uno mismo.
Dice San Benito que cuando se haya conseguidos los "grados de humildad" suficiente o este nivel de humillación en nuestro caso es cuando se comienza a ver y a sentir el "verdadero amor hacia Dios", gestando dicha "virtud" hacia la "automatización", por así decirlo, dentro del "habito de lo natural" y la "costumbre" de buscar y pensar en él todo el tiempo en el Señor, ya no por el "temor al Infierno", o del "Purgatorio", sino por la adoración y alabe del cielo, referido como consecución en la práctica de estos valores cardinales y teologales, del cual como recompensa el "espíritu santo" se dignara a manifestar a través de su "poderoso soplo", sintiendo de este los gozos, dones, carismas y demás gracias consoladores en nuestras vidas, limpiando así todo tipo de vicios y pecados, llegándote a santificar.
En suma "entre más virtud, más humildad", recuerden que "orgullo es apego", trata el desapego, no busques justificaciones, dilaciones, enredos, enfados, excusas, si algo está mal, está mal y punto, acepta la verdad, admítelo de una vez, solo de esta forma nos hará libres la vida, cuando lo reconozcamos, líbrate del que dirán, sanate interiormente, humillándote desea corregir todo el tiempo tu parte interna, y deja que los demás lo sepan y punto, así evitarás todo tipo de "estupidez mundana".
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