Por, Mario Felipe Daza Pérez
“Después de ser amigo, hay que confiar; antes de serlo hay que recapacitar” - Séneca
Decía Aristóteles en “Ética a Nicómaco” en su Libro XI, Capitulo X, que “los que tienen muchos amigos y se muestran íntimos de todos, pasan por no ser amigos de nadie”. Precisamente, discutiendo con varios conocidos, estos me han preguntado que cuántos amigos he tenido y les he respondido que “no sé”, pueda ser esta una contestación difícil sabiendo que el “concepto de amistad” no está claro en estos tiempos, y muchos menos si tomamos en cuenta aquella anotación de Publilio Siro que expresa: “La amistad que acaba no había comenzado”.
Es sabido, como nos muestra Séneca en “Carta a Lucilio” que: “El sabio quiere tener amigos, y vecinos, y camaradas, pero se basta consigo mismo”, aun así, siguiendo con Aristóteles tenemos que para este “uno no puede ser amigo de un gran número de personas, sin hacer ningún esfuerzo exagerado por agradarlas y siendo sólo para ellas un hombre de bien en toda la extensión de la palabra. Pero ser amigo de uno porque es virtuoso y amarle por sí mismo, es un sentimiento que no puede extenderse nunca a muchas personas”.
Siempre hemos creído que el concepto de “amistad” es muy amplio, porque todo el tiempo pasamos diciendo que este u otro es “mi amigo”, “mi hermano”, y puede que nunca terminan siendo nada de eso, sino más bien lo que converge entre ellos pueden ser los meros intereses que se causan por cualquier medio o índole, sean estos benignos, malignos o recíprocos, de todos modos, el sentido de esta palabra puede ser tratada de mejor manera desde la “filosofía helenística” desde un punto de vista “material” y no simplemente “semántico”, pues, porque para estos últimos (en cualquiera de sus escuelas) el concepto de amistad ha sido tratado con mayor profundidad conforme a sus distintas clases, de lo que hoy en día su división ha desaparecido.
Siguiendo con este argumento, “un amigo” es una noción que abarca mucho y poco a la vez, porque significa algo comprometedor pero que de la misma manera se le dice a cualquiera sin serlo, siendo este solo conocido o no, de todos modos en el diario vivir se trata de cualquier forma según su uso material, lo que no debería ser, porque tiene el mismo tratamiento semántico, por ello, creemos que se debe acudir nuevamente a los griegos para determinar las clases de amistades y no caer en este error.
Como siempre destaco en los escritos y entre ellos, menciono que algunas de sus corrientes dentro de la característica “helenística” encontramos una filosofía llamada “estoica” que nos parece la más acertada, esto, para tener en cuenta un concepto más concreto de la vida, y además de poder utilizar la noción de “amor” de varias formas, también como lo fue tomada por Aristóteles en el texto ya anteriormente citado, pero que a pesar no pertenecer a este método, se tornó muy parecida dejando así sentados unas clases de amistades que nos sirven para referirnos a su diferenciación en este escrito. Veamos.
El “amor” en los estoicos (como en la mayoría de las corrientes de ese estilo) distinguen este concepto de cuatro modos a saber: 1) ágape, 2) eros, 3) storge y 4) philia.
1. Ágape: Es el sentir de ese amor por los más cercano (vínculos consanguíneos), desde el punto de vista antiguo (amor por la familia en sentido estricto), que luego para los cristianos lo transforman como ese hacer el bien para los demás (ser tratados como hermanos).
2. Eros: Tentativamente tendría que ver con el “placer sexual” como muchos creerían, pero va muchos más allá que eso, tiene que ver con la “belleza”, pero más que todo con la “interior” de la persona que vemos, es decir con su “admiración”, “carisma”, “respeto”, etc., es como esa “atracción por su personalidad”, lo que, indistintamente vaya de la mano o no con ese deseo carnal, que sería lo “exterior”.
3. Storge: Puede ser reducido también al amor (pero irreflexivo) por las cosas que más nos gusta y no solo por devoción a los más allegados, por ejemplo, al club de béisbol que tanto nos llama la atención, aquella banda musical que toca los fines de semana, la nación de la que perteneces “patriotismo” (ser orgullosamente colombiano, británico, venezolano, etc.).
4. Philia: (que es el concepto que nos interesa en este escrito), es el “común” y del cual todos confundimos, que sería ese “amor” por la familia (en sentido amplio), como lo es por los “verdaderos amigos” y la comunidad en general.
De esta forma la clasificación anteriormente tratada la podríamos representar gráficamente de la siguiente manera:
Siendo entonces la “amistad” un tipo de “amor”, referida a la “philia” tentativamente, tenemos que nace no solo cuando las cosas van “bien” sino sobre todo cuando van “mal”, esto es frente a las adversidades. Así un verdadero “amigo” (desde el punto de vista estoico) es aquel que comparte esas “virtudes recíprocas” (“spoudaios” -hombres valiosos-) que se tiene de las realidades en que vivimos. De esta manera un “criminal” podría compartir una presunta amistad con otro, pero por intereses recíprocos y no apalancados en el carácter moral de esta integridad, por lo cual se saldría del concepto.
El “concepto de amistad” es un “truco semántico” que utilizamos para arropar a los que son verdaderamente y no son nuestros amigos. Podemos decir de este modo, que alguien que nos beneficie podemos tratarlo como tal, como aquel que nos toma de vez en cuando para algo en específico, o aquella pareja que no tienen nada pero que a la final se acuestan, a la ligera, tocaría definir formalmente que son, porque materialmente ya se sabrá si es amor, amistad, familia, o intereses que pueden verse influidos por cosas que no son o lo son, del cual podrían existir discrepancias sustanciales pero que lingüísticamente son lo mismo, pero que no deberían serlo.
De allí que Aristóteles[1] (lo podemos encontrar nuevamente en Ética a Nicómaco, en su libro VIII y IX) haya tratado este tema de la “philia” no solo como simple “amigos” sino que también asemejándolos al tema de la “familia”, por ello que creemos que los “verdaderos amigos” debamos tratarlos como tal, como si lo fueran, aunque en la familia haya personas que no lo sean materialmente. Por eso que Epicteto (como también Seneca[2]) relata de cierta forma un ejemplo con la historia entre Eteocles y Polinices como aquella relación de una supuesta amistad-hermandad, que termino mal[3].
Para ahondar más en el tema, tenemos que para el filósofo estagirita existen tres tipos de amistad dentro de esta clasificación que hemos hecho ya de la 4) “philía” (como subtipo de las clases de “amor”) que son 4.1) de utilidad, 4.2) de placer y 4.3) de los buenos.
4.1. Amistad de utilidad: Se refiere a los que se tratan cuando existen intereses recíprocos, como cuando voy a tomarme un café a un sitio saludable y me atiende el vendedor, en el lugar donde me corto las uñas con la manicurista, etc., todos ellos están basados en transacciones, esto quiere decir que cuando termine esa relación, se acabará la amistad de este tipo, indistintamente que siga existiendo o no un trato cordial con estas personas. Decía precisamente Epicuro en “Sentencias Vaticanas” que: “Toda amistad debe ser buscada por sí misma, tiene sin embargo su origen en la utilidad”.
4.2. Amistad de placer: Es aquel que está basado en ese deseo recíproco pero visto no solo como quien nos gusta (parecido al “eros” y el “storge”), sino tratado también con quien compartimos por ejemplo cierta afición de equipo, de juegos, etc., aquel cuyo fin es “dopaminérgicos”, y no meramente “material”. En el epicureísmo, se distinguía el mero placer sexual (afrodisía) del amor (eros) verdadero, ocasionado de ese deseo que aquí distinguimos, por otra parte, desde el estoicismo Marco Aurelio hablaba en Meditaciones del “mero frotis” frente al primer caso. En esta clase puede que le digamos a alguien que sea conocido, y nos refiramos a él como “amigo” pero puede que no lo sea y que también se termina esa relación cuando acaba ese deseo, quedando de la misma forma que la ramificación anterior, en el trato cordial o agrado
4.3. Amistad de la buena: Por último, tenemos la que es valiosa por sí misma, referida a la que es “virtuosa”, de las cuales se benefician por los intereses mutuos, pero “morales”, por ello que la relación de personalidad, el carácter, el carisma, el liderazgo, el orden, la disciplina, etc., sean importantes como “criterios éticos” que bien que no tienen que ver necesariamente con el aspecto material -aunque podrían coincidir-.
De esta forma la subclasificación anteriormente tratada la podríamos representar gráficamente de la siguiente manera:
De lo anterior podemos extraer que los que los “amigos” considerados “de los buenos”, puedan serlo no solo los conocidos, y de las cuales puede coincidir con los de placer y utilidad, sino también un familiar o no, de este modo un primo puede ser amigo tuyo, aunque tengo por cierto otro tipo de relación con el “ágape” o el “storge”, que sin duda nosotros los estoicos avalamos y creemos que sería la única clase de amistad verdadera de la que las además Pigliucci en el texto “Como ser un estoico” llamaría: “indiferentes preferidos” (2021, p. 190), que a diferencia de esta últimas, la primera se distingue “por tener que cultivarse, esto, mientras que no afecten las virtudes e integridad moral recíprocas y siempre y cuando sea con vocación de permanencia (hexis)”.
Para concluir, los “buenos amigos” son “virtuosos”, y componen por supuesto esa reciprocidad que debe ser permanente, pero antes que esto pase debe existir una amor por uno mismo, antes no, (philautia) de allí que luego de este paso si pueda haber un reconocimiento de esta cualidad, de la que debe ser tratada voluntariamente (oikeiosis) en el sentido genuino de la palabra en el que se consigue como un medio para conseguir una vida feliz (eudaimonia) en conseguimiento de esa sabiduría práctica (phronēsis), centrado en los buenos sentimientos hacia el otro (eupatheia).
[1] Al respecto se puede revisar,
Palomar Torralbo, Agustín. (2014). «La philía Como investigación fenomenológica
Particular Del Saber práctico En Aristóteles: Significado Y fundamentación».
Franciscanum 56 (162):51-73. https://doi.org/10.21500/01201468.785.
[2] Al respecto se puede revisar,
Beltrán Serra, Joaquín (2007). La amistad y el amor en el epistolario de
Séneca. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 2008, 28, núm. 1
17-41.
[3] Al respecto se puede revisar, Martí Sánchez, Miguel (2017). Amistad y reconocimiento. Sobre la philía aristotélica. Lo que Aristóteles vio y Hegel pasó por alto. Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XXII-Nº2 (2017), pp. 37-49. ISSN: 1136-4076 Departamento de Filosofía, Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras Campus de Teatinos, E-29071 Málaga (España).
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