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26 de julio de 2023

SUSPENDE EL JUICIO (EPOCHÉ): "PIENSA ANTES DE JUZGAR"



Mario Felipe Daza Pérez

@mariodaza


"Señor, dame la fuerza de cambiar las cosas que puedo cambiar, la paciencia para aceptar las que no puedo cambiar y la sabiduría para descubrir la diferencia entre ellas" (...). - Tomas Moro


Parafraseando a Viktor Frankl, específicamente en su texto: “El hombre en busca de sentido” expresa este, que es muy importante la “vigilancia de los pensamientos” porque no muy bien manejados pueden llevarte al declive de tu interior, por lo que propone que en cada acción que tomes sea el correcto para tus propósitos sin que llegare a transgredir tu dignidad y libertad interna que a la final son los únicos principios, valores, en el ser humano que son inquebrantables. Dentro de su experiencia personal, recuérdese, si han leído el libro, él estuvo en un estado fuerte cuando se encontraba como prisionero en los campos de concentración nazi, de allí que haya propuesto luego su teoría de la “logoterapia”, o piénsese también de los que han estado secuestrados por la Guerrilla, o que peor de los que han permanecidos encarcelados en su propia mente, y que no se liberan por ataduras culturales propuestas por dogmas nefastos, como la del “progresismo”.


En estos momentos estamos llamados a aumentar la capacidad de resistir, aguantar, y soportar de lo que se viene para nosotros en lo relacionado a las ideas "marxistas culturales" que están imbuyendo a la sociedad ya sea desde el plano artístico, cineasta, musical, etc, del que no solo está recomponiendo todos estos puntos en contra sino también la relación del hombre con el verdadero progreso de la humanidad que es la base de la espiritualidad y su relación con Dios (estamos creando "hombres masas" en términos de Ortega y Gasset) hacia su salvación, indistintamente de la religión o de la corriente filosófica que profeses.


Se dice que el "juzgador" siempre debe mirarse a sí mismo primero antes de acusar a otro, de allí la importancia de lo que he venido recalcando a partir de los ejercicios de la mente, del cuerpo y del espíritu con tal de conseguir estar en sintonía con Dios, ya decía Marco Aurelio que "cuánto tiempo se ahorra quien no mira lo que hace el vecino o dice lo que hace el otro", aquí el problema no es el hablar mal del prójimo sino el “conocerse a sí mismo”, el “aceptarse” y “superarse”, mejor dicho, "nunca mires la paja de tu hermano que tiene en su ojo, más bien mira la viga que tiene en el tuyo", eso se dice en Lucas 6:41, también Carl Jung expresa que “solo lo que aceptamos los hechos podemos ser transformados, en cambio los que ponen resistencia persisten en su error”.


Por otro lado, para el monje ortodoxo San Serafín de Sarov indica que no deberíamos acusar a nuestros prójimos, ya que primero debemos "conocernos a nosotros mismos", más bien el que está ocupado haciéndolo, es porque no está gestionando el oficio mismo, el que obra en sus labores no tiene tiempo para eso, de este modo, “júzgate a ti mismo” y así mismo dejarás de mirar a los demás, si te toca reprochar algo que sea la acción y no el que comete la falta lo que debas endilgar, desde esta perspectiva el que se debe odiar es al “enemigo” que fue el indujo la tentación (Ver al respecto, "Su vida y enseñanzas" del Obispo Alejandro Mileant).


Si estudian la “práctica del silencio”, tal cual como se ha dicho a lo largo de muchos años en la filosofía occidental y oriental constituye esta una herramienta indispensable para el progreso humano, que debe ejercitarse o entrenarse como los músculos en el gimnasio, su uso permitirá mejorar el habla y sobre todo la escucha. Debemos concedernos de este modo no hablar mal del otro, peor aun cuando no está contigo, la única forma válida de aceptarlo sería decírselo de frente, sin tapujos, pero con amor y sin soberbia para que aprenda de sus errores, esa es la única forma justificable. Y si no sabes que decir, mejor quedarse callado a pesar de estar molesto, e inclusive se podría decir que, si bien este no es un don del Espíritu Santo es un "carisma celestial de orden y disciplina".


¿De qué nos sirve hablar más del político, o de la ciudad y de otros asuntos que no podemos controlar cuando en últimas nos estamos haciendo daño nosotros mismos? Ya Epicteto había escrito sobre ello en su Manual, que según Arriano o en el Enquiridión se conoce como la “dicotomía del control”, si algo no puedo controlarlo para que hablo de ello: “La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no”.


Lo mismo sucede cuando vemos noticias a diario y nos quejamos de la situación cuando no hacemos nada para enmendar ello y lo peor es que no se puede hacer nada o compruébelo usted mismo, y trate de hablar con su presidente sobre un proyecto que tiene en mente, saben que lo dejaran tirado, porque no hay acceso, porque no les interesa, es difícil llegará el, etc, esto no significa ser pesimista, sino al contrario es un llamado a fortalecer el valor cristiano o virtud estoica del "coraje", que se necesita pero para cosas importantes y que verdaderamente usted puedas realizar.


El fin del control es el tener “dominio sobre sí mismo”, más que del otro, cuando se hable trata de que sea sobre ideas, y no sobre personas, y cuando se diga, intenta de que se haga objetivamente sin ningún tipo de formulaciones subjetivas que lleven a irritarte, lo que debes evitar en todo momento es el juzgamiento sin fundamento pero sobre todo sin proponer su corrección y que este último tenga implicaciones en cambios positivos, para la mejora de las temperamentos, personalidades, conocimiento propio, o ajeno.


Antes de emitir un juicio cuando hablemos, propongamos un tema de interés, analicemos primero que se trate de un tema relevante social, cultural, académico, etc, lo segundo es determinar si lo que decimos se puede controlar o no, o bien al menos si se pueda hacer algo al respecto que este en nuestro alcance, si se puede, debemos tener el “coraje” de enmendarlo como hermanos o ciudadanos del mundo, sino, no tiene gracia, y por último si se consigue los dos últimos puntos, el mensaje debe ser transmitido con "amor y devoción", con tal de permitir que se muestre "compromiso" en lo que queremos mejorar, bien ya sea educándonos, o formando a los demás, pero siempre transmitiendo como si se tratara de un corazón de niño.


Se dice en Mateo 7:1 "No juzguéis para que no seas juzgado", uno de los errores comunes en nosotros los seres humanos es no ser “disciplinados” y por supuestos no seguir reglas, todos tenemos claro que vivimos en una sociedad en el que interactuamos a diario con otros, esto implica ejercer derechos, aceptar obligaciones, asumir deberes, y asimismo tener claro que con el actuar se atrae unas consecuencias la cual implica tomar una acción-reacción (causalidad), del que jamás debes arrepentirte, aun, si lo hiciste mal, otra cosa es enmendarlo, por tanto, el conocerse y el respetarse a sí mismo debe ir de la mano con tu conducta, por ello que sea menester que antes de “emitir un juicio” te permitas conocer tus pensamientos, o bien “suspender el juicio” (epoché) hasta tanto no estés seguro de lo que vas a decir.


La "desconfianza" es una “cosa jodida” se diría coloquialmente, no debemos desconfiar de nosotros mismos, porque si bien es algo que sucede a menudo en muchas personas, este "vicio" te permite edificar poco a poco el ejercicio de la virtud, te hace ver lo que necesitas mejorar, y te muestra los "miedos" que te tienen atado a ti, como lo que te atemoriza en temas en concreto: hablar en público, viajar en avión, interactuar con demás, etc, ahora, esta es una cosa notoria, de la que podemos identificar mediatamente, esto, en cuanto a nosotros, pero frente a los demás la cosa cambia, porque existen personas que nos perjudican con su habla, con sus juicios tóxicos, criticas destructivas y demás, y lo que debemos hacer es sobrellevarlos, sobre todo aun si son de nuestra propia familia, esto, siempre comprendiendo el contexto, tratando de ser pacifista, en últimas alejándote de esta clase de gente hasta que reaccionen o recapaciten, pero nunca utilizando la violencia física, emocional, verbal, etc.


El “estoico moderno”, Ryan Holiday, tiene muchos libros escritos sobre “estoicismo”, entre ellos uno que se titula: "El ego es mi enemigo" que desde la visión cristiana se puede transliterar como "La soberbia es mi enemiga", un pecado capital y mortal que desmoraliza al creador como también al prójimo, por ello que sea importante siempre “conocernos a nosotros mismos”, en víspera de purificarnos y poder ayudar a los demás pero que en últimas no lo puedes hacer si terminas juzgando continuamente a tu congéneres, bien como lo dice Wayne Dyer: "Cuando juzgas a los demás, no los defines a ellos sino a ti mismo", eso dice más de ti, que del otro que estas refiriéndote, en cambio sí siempre te refieras con pensamientos positivos estarás echando al mundo una vibra o frecuencia de atracción para otros, creando así focos convincentes mostrados con el ejemplo.


Para “suspender el juicio”(epoché) o dar cabida a la aplicación del “pensar antes de juzgar”, propongo unas herramientas claves para definir esta situación, la primera el “ayuno del habla” lo que te permite múltiples beneficios entre ellos el conseguir la "purificación del alma", con esta práctica ya sea programada por momentos, horas, días, (ya dependerá de tu objetivo) te permitirá también debilitar ese mal hábito de tu ser, y te "limpiara el corazón" hacia la toma de una virtud más pura, lo cual significara un filtro hacia la expresión, que siguiendo nuevamente a San Serafín de Sarov podría tratarse como: “El no sentir ni odio ni ira a una persona que está enemistada con nosotros, por el contrario hay que amarlo y tratar de hacerle tanto bien como nos sea posible, como Dios nos enseña: Amad a vuestros enemigos... haced bien a los que os aborrecen", por tanto debemos amar al prójimo, aun así no esté perjudicando, en este caso injuriando con sus palabras o prejuicios, que son más difíciles de destruir que el mismo átomo decía Einstein, por tanto, una vez dicho afrentas, se debe oír, mas no escuchar, y abstenerse de decir algo, es decir, poner un "stand-by" a la respuesta automática, y por tanto abrazar con amor a esa persona indistintamente como se comparta.


Desde la “experiencia” francamente puede decir que (como muchos otros me seguirán la corriente) no me gusta que hablen mal de mí, o que me lleven la contraria en algo que estoy diciendo porque creo tener la razón, pero eso es un “juicio equivocado” que viene de la “soberbia” misma o del “ego” de la persona, si bien existe una sola verdad (al respecto se puede leer el texto de San Agustín titulado: "Contra los académicos" [una crítica a ciertos platónicos y escépticos]), los comentarios contrarios deben ser respetados sin llegar a desconocer los otros planteamientos sin groserías o desaires, lo que hay que enmarcar comedidamente es la “contrariedad del argumento”, utilizando la retórica, mayéutica, métodos interpretativos, etc, pero con amor, sin nunca creerse superior, y esto sí que es una tarea difícil de conseguir y que debe de ejercitarse a diario, por tanto, debemos de este modo superar el miedo a que nos "enjuicien" porque para eso nacimos: ya sea para controvertir, dialogar, discutir, no para quedarnos achantados en las camas o sillas sin hacer nada, dejemos la dependencia de lo que digan de los demás, como decimos en la costa, sin importarnos un comino el "larinlaran" o “el qué dirán”, ya lo decía Aristóteles: “La única forma de no ser criticado es no haciendo nada, no diciendo nada y no siendo nadie”.


Ahora, desde esta perspectiva he comenzado a importarme un poco los comentarios de los demás independiente de como sean, sobre todo cuando son tóxicos, los tomo en cuenta para darme cuenta de algo y es el “deber de mejorar”, pero esto solo será cierto, valido, y justificable si quien lo enmienda -recalco- lo hace con "amor". Es claro que desde el pasado debemos perdonarnos (sanación interna) y perdonar (ejercer el carisma del perdón), tomando lo mejor y pues no viviendo de él. Una vez conocido esto, debemos aceptar estos defectos, pecados, inmoralidades para “superarte”, y para consiguiente no volverlo a cometer, teniendo en cuenta un “control de tus emociones” (apatheia) y de dominio propio (enkrateia), esto, sin que llegasen a perturbar tu i) mente ii) cuerpo y iii) alma, (imperturbabilidad), llegando a cambiar tus estados y tomando decisiones ahora que nos permitan salir adelante y puedan posibilitar “conocerte a ti mismo” (gnothi seauton) creando así "consciencia" de la “suspensión del juicio” (epoché) o en términos estoicos la "inalterabilidad de los emociones" en la purificación del alma (ataraxia).


De lo expresado anteriormente debemos entender que “quien habla de los demás” y aún más sin darse cuenta -inconscientemente-, dice más de sí mismo que del otro, si bien todos lo hemos hecho en algún momento, esta no es una virtud por sí misma, sino un vicio, por otro lado, quien lo realiza se puede leer que no está contento con su propia visión sino la de los demás, es decir, es un "wanna be", un total "aparentador moral", esto nos da el criterio de saber que no ejercita en ninguna impronta de valores ya sean estoicos, cristianos, orientales, etc, o la que sea que se inmiscuya, no sigue una “filosofía de vida”, además de ser considerado incluso como “soberbio”, pero a la lastre termina siendo “debilucho”, y que en últimas según la práctica son las personas que terminan siendo más necesitadas en el “tratamiento espiritual”, como “mental”.


En una sociedad como la nuestra, llena de “ruidos”, como la que se presentan ahora mostrándose a través de las "redes sociales" y demás plataformas web, tenemos que el modo de ver las cosas han cambiado para bien y para mal, esto depende del uso que le demos, en este sentido hacer ayunos, silencio…, permitirá, redescubrir nuestro camino por el mundo, además facultará conseguir una “higiene mental, corporal y espiritual” de nuestro interior, lo que significara una forma de vernos por dentro microscópicamente, en contraste con el “autoritarismo de la charlatanería” y de los chismes que van por el mundo.


Si queremos juzgar a través de la “comprensión” deberíamos implementar también, si se quiere, una “regla secular” distinta a la cristiana (para lo que no lo son) para que sea tenida en cuenta conforme a esa empatía para las personas a “enjuiciar”, esto es, en el saber elegir las palabras con las que se va a reprender, haciéndolo con "devoción" y "amor", teniendo de presente en todo caso la “suspensión del juicio” (epoché) en el cual podemos emplear, que para este enfoque podríamos seguir, como lo es el “criterio de Pirrón”, el escéptico, o mejor los “tres filtros de Sócrates” que consiste en conocer si lo que vas a decir, es i) verdad, no sea una mentira ii) bueno, compondrá las cosas y iii) útil, va a servir de algo.


Quedaría visualizado de la siguiente manera:



Para terminar, si lo que queremos, es “cambiar las mentes” de las personas, amigos y familiares, etc, debemos primero “conocernos a nosotros mismos”, luego si ir por los demás, y para esa modificación se requiere de primero “suspender el enjuiciamiento” mientras que lo que vaya a decir, se encuentre con los filtros de la verdad, el amor o bondad y la utilidad de lo que se quiere corregir, si no sirve de nada, más bien dentro del contexto propuesto, te delataría, ya decía Anaxágoras: "El silencio es mejor que proferir palabras sin sentido"; "El mejor remedio para la provocación es el silencio" o "Cállate o di algo mejor que el silencio".