"Déjenme hablar, y cuando haya terminado, podrán burlarse" - Job 21:3
"Si tiene prisa, el diablo se mete"- Proverbio turco
“Dios es paciente, porque es eterno”- San Agustín
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Mario Felipe Daza Pérez
Describimos la "paciencia" como la "capacidad" asociada a la "virtud cardinal" de la "fortaleza" al mismo tiempo podemos describirla con la "longanimidad" ("paciencia extraordinaria"), que se entiende como la "facultad" que tiene una persona para sufrir con calma alguna adversidad, es decir, “esperar” con perseverancia, y ánimo una “dificultad”.
Este concepto polivalente es también utilizado en la “psicología cognitiva” y en la “neurociencia” en general para describir “procesos mentales”, del cual filosóficamente se toma, como "entrenamiento" de la "psique", tarea que se da con la "práctica constante" de la “virtud”, tal cual como lo hacían/hacen los "ascetas" o “monjes”, cualidad asociada con la "virtud teologal" de la "esperanza" en cuanto al no "desespero", ante el “infortunio". Lo que debemos "confiar" más bien, es en la "voluntad divina", indistintamente de como lo concibamos, por ello que a veces en el término griego lo asocien con el nombre de "pathos" (afecto emocional), pero sin que esto sea exclusivamente atinado según lo expresado en el “lenguaje latino” con la llamada "patientia" (sufrir), ya que en el primer aspecto lo podemos entender en una noción mucho más amplia.
Se dice "científicamente" que la "paciencia" tiene que ver mucho con el "neurotransmisor" de la "serotonina", es esta "sustancia" la que ayuda en el "mantenimiento" del "estado emocional" de las personas, es la que permite "comportarse" de mejor manera, indistintamente del control de los "ritmos circadianos" o la "regulación de la leptina", por ello que a veces se utilicen indiscriminadamente algunos medicamentos con tal de alterar los valores, lo que genera en sí un "uso indiscriminado" de los llamados "inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina” (ISRS) del cual toman para tratar la "depresión" y hasta las "ansiedades", (Cfr. Okinawa Institute of Science and Technology (OIST) Graduate University, Scientists reveal regions of the brain where serotonin promotes patience. ScienceDaily. Retrieved, 2024 o Miyazaki, K., Miyazaki, KW, Yamanaka, A. et al. L. Nat Comuna, 2018), en todo caso, del cual terminan, "afectando la probabilidad de recompensa y la incertidumbre en el momento al efecto de las neuronas serotoninérgicas sobre la paciencia".
La "paciencia" además de ser una "capacidad" en términos generales también es una “virtud”, pero no tan recordada en el presente, esta, no solo lo encontramos en el plano "cristiano", sino incluso está inmerso en otras religiones, entre ellas el Islam, noción que está relacionado con nombre de "sabr" o "resistencia", en el judaísmo en la narración de Miqueas, en el budismo con el "kshanti" (perdón), en el hinduismo con el "pariksaha" o “sahiṣṇutā” traducidos como "tolerancia", si revisamos todas las "nociones", estas están relacionadas específicamente frente a la "reacción" que tengamos de los "problemas inesperados" en cuanto al tratamiento de "mantenerse inalterado” (en términos helenísticos: "ataraxia"), de no devolver la ofensa, -en la negación de la venganza- sabiendo que muchos de estos resultados siempre llevan a un "bien", por tanto toca esperar con "longanimidad" y "mansedumbre" y de esto se trata, de "purificar el alma", en la “consecución” de una "mayor recompensa" (ver, "catequesis a propósito de un monje rencoroso" de San Pacomio).
De hecho, se expresa nuevamente desde la "neurociencia" que la "carga cognitiva", estable puede mejorar la "paciencia" en lugar de la “impulsividad” que podemos tener por ejemplo con la "ira", que es todo lo contrario, esto implica que frente a las limitaciones que tengamos dentro de las conductas podemos tener ciertas "preferencias temporales" en la toma de decisiones. (Cfr. Jiang T, Dai J. Cognitive load enhances patience rather than impulsivity. Psychon Bull Rev. 2023 Nov 6. doi: 10.3758/s13423-023-02403-1. Epub ahead of print. PMID: 37932578). Mejor dicho, quien tiene “paciencia”, se puede decir que es una persona ecuánime, prudente, fuerte, que difícilmente se aparta de la razón y de la fe, al contrario, de las tristezas y sufrimientos las convierte en "fortaleza", pensemos el caso del Santo Job, quien fue dotado por el "gozo" del "espíritu santo" como un "guerrero", quién consiguió el obsequio de la "gracia", a través de la "espera", en su "buen juicio" evitando toda "necedad" al controlar su "carácter" y "temperamento".
En una reciente "investigación" se expresó que ante "un querer algo", como un "deseo" se puede sentir una "impaciencia", por lo que el "no entrenamiento" [en este caso del "espíritu" y de la "mente] podemos terminar escogiendo cualquier cosa (Cfr. Roberts, A. R., Imas, A., & Fishbach, A. Can’t wait to pay: The desire for goal closure increases impatience for costs. Journal of Personality and Social Psychology, 2023), sólo por la "prontitud", aun así no nos deje "réditos", de allí que venga nuevamente el concepto de las "preferencias temporales" anteriormente mencionado lo que en términos "económicos" y "psicológicos" conductuales, no se espera casi nunca para la paga final, que en lo "almático" sería la "recompensa eterna", tomando la "impaciencia de los costos" que sería traslucidos en nuestro caso a las pasiones/vicios, exactamente aplicados a los "apetitos" de la "concupiscencia" en contraste al "resultado" de la "visión beatífica de Dios".
Como sabemos la "paciencia" genera "espera", puede ser "muy dolorosa" en ciertas ocasiones pero puede tener "muchos beneficios", sobre todo cuando se trata de la "práctica de la virtud", sabemos que “limita la comodidad”, pero es precisamente la “zona de confort” la que nos arruina moral y espiritualmente, cuando algo está llegando a su fin, siempre tendemos a estar "impacientes" por ejemplo, ya sea al estar a punto de terminar un ayuno, esto, nos genera más hambre, cuando tienes una necesidad y ves que los semáforos están en rojo y tienes que llegar a algún sitio, todo es una cuestión de "percepción" y no exactamente porque el mundo atente contra ti (pronoia).
Si revisamos otro estudio "científico" se “evidencia” que los "americanos están casi 37 mil millones de horas cada año esperando en fila y el viajero promedio pasa 42 horas al año sentado en el tráfico", en últimas, todos siempre tendremos que esperar por algo, inclusive para la muerte, seas rico, pobre, poderoso o no (Cfr. Roberts, A. R., & Fishbach, A. (2023). Impatience Over Time. Social Psychological and Personality Science) y lo mismo podemos decir de los "animales" ya que esperan menos recompensas con tal de conseguir en menos tiempo sus “comidas”. (Fehr, E. The economics of impatience. Nature, 2002 o Reuben, Ernesto and Sapienza, Paola and Zingales, Luigi, Procrastination and Impatience, 2010).
El problema de la "impaciencia" no es el "vicio" en sí, sino lo que conlleva, a la falta de "preferencias temporales" redirigido a "procrastinaciones", es decir, convertido en buscar "recompensas pequeñas" sabiendo que puedas dar más en dichas “esperas”, como lo es de tener “dejadez” frente a otros temas, en “transformarnos” en "personas perezosas", emplear la "cultura del retraso", el nulo esfuerzo por nuestras tareas, ser "imprudentes" (ya decía Salomón, que la sabiduría se centra en la paciencia y en la prudencia de un hombre), y así eliminar todo tipo de incentivo económico mayor, de esta manera se logra decidir de forma distinta a la de una persona con "sano juicio", incluyendo en este aspecto el aumento del índice de masa corporal (IMC), y estos hechos no solo son valorados desde lo “espiritual” sino también desde la "ciencia conductual", es algo que está demostrado que incluso la "impaciencia" podría generar "obesidad" ya que es asignado a las "compensaciones intemporales irracionales del individuo" a la hora de estar comiendo, por ejemplo "picando", comida chatarra o quedarse “sedentario”. (Cfr. Charles Courtemanche, Garth Heutel, Patrick McAlvanah, Impatience, Incentives and Obesity, The Economic Journal, 2015), de hecho llegando a generar "sesgos cognitivos" (Cfr. Devaine M, Daunizeau J, Learning about and from others' prudence, impatience or laziness: The computational bases of attitude alignment. PLoS Comput Biol, 2017).
Las personas por lo general somos "impacientes", pero estas "causas" se deben más que todo por la "falta de entrenamiento", ya que queremos todo enseguida, cuando existen momentos en que la “espera” es beneficiosa para nuestro entorno, inclusive el "retraso en un vuelo" puede salvarnos la vida, de allí que debamos tener no solo nuestra "alma" alineada con lo "espiritual" sino también nuestro cuerpo fortalecido, físicamente hablando y la mente centrada en las cosas que nos importa, por eso que el cerebro como todo nuestra biología entra en una “conjunción sana" determinados con "hábitos saludables" del cual involucra una "serotonina estable", con tal de poder afrontar las “dificultades” o “adversidades” ante la utilización de la "paciencia" como "capacidad" y como “virtud”, la cual se presenta como "fruto del Espíritu Santo" en su estado más puro que es el de la "longanimidad".
Todo se puede soportar con "paciencia", los insultos, improperios, deshonores, malos pensamientos, e inclusive los moribundos antes de morir aceptan beneficiosamente su "muerte", lo importante es que no nos creamos dioses para sostenernos en nosotros mismos, siempre debemos pedir "ayuda divina", para la "calma", de allí que venga la "longanimidad" (entendida como "paciencia extraordinaria") la cual se refleja precisamente con el dominio (enkrateia) de las pasiones/deseos/vicios o incomodidades, y no solo frente a los duelos, sufrimientos, etc, y esto es ser un "guerrero", fuerte, del cual como “virtud” se practica más que todo cuando se trata de cosas/situaciones que no podemos "controlar" (lo que los "estoicos" llaman "dicotomía del control"), pensemos en una enfermedad, un dolor intenso como una "tortícolis", la "espera" en estos momentos está en saber "abandonarse" no en ti, sino en Dios, por muy feo, difícil que sea la "problemática", de allí que debamos tener "esperanza" teologalmente hablando, ya que a la final se tendrá de la "recompensa eterna".
Existe algo que debemos aclarar y es que la "paciencia" aunque sea una "capacidad" también es una “virtud” que es distinta en su “contenido” dentro de lo que se concibe en otras “religiones”, como las que se ofrecen desde las "orbitas paganas" entre ellas las “corrientes helenísticas” como la "estoica", puesto que su relación no sea espiritual sino solo mental, de este modo una está centrado en el "alma" y otra en la "carne" (Romanos 8:6), de hecho, el sinvergüenza de Diógenes el Cínico hablaba con respecto a esta "fortaleza" como una "resignación", indistintamente que tratemos algunos temas en comunes, no existe algo igual como lo es el "desprecio por lo mundano" o lo “material", el "perdón", el "no vengarse de los enemigos", sino del “amor hacia ellos", como lo predicaban correctamente los "padres del desierto" y los "doctores de la Iglesia" uno debe aquí “ejercitarse” para tambien pelear contra las “tentaciones” e “influencias” malignas pensemos nuevamente en el caso de Job, cuyo "dolor" es distinto al que propusieron los filósofos griegos, no se trata "indiferencia" o "apatía" (por falta de conocimiento de la "scientia amoris" o "scientia crucis" que nos trae el "evangelio"), sino de "saber sufrir" ante un "gozo divino", ni tampoco se trata de ser un "desesperado nihilista", sino la de completar una "verdadera paciencia guerrera", en la búsqueda constante en encontrarse "consigo mismo", en consonancia con la "voluntad de Dios": ¡Kyrie Eleison!
Ahora si la "paciencia" siendo una "capacidad" en conjunto con la "fortaleza" como una "virtud" nos toca "ejercitarla" hasta sus últimas instancias, lo que se debe tener es cuidado con el exceso de ella, a que no nos vaya a llevar un "desequilibrio" o "descompensación" de otros "valores", del cual toca también "controlar" (ya decía Edmund Burke, “existe un límite en que la paciencia deja de ser una virtud”), por ejemplo como cuando tocamos el "coraje", o la "valentía" ante la "templanza", la "diligencia" de hacer las cosas correctamente, podemos volvernos inclusive "arrogantes" y "apáticos", totalmente unos "psicorigidos" de nuestra posición, "mojigatos" de creer que todo nos lo merecemos, lo que va en contra de lo que realmente queremos "construir", de allí que lo uno lleve a lo otro, como se dice en derecho, lo "accesorio conlleva a la suerte de lo principal", pues de lo que se trata únicamente es de mantenerse “preservante”, ante las cosas adversas, difíciles, duras, que bien parece una acción pasiva, sino todo lo contraria es un “activismo” de la vida, como combate, en esa lucha como "mercenarios".
La "paciencia" como ya hemos anotado puede tener muchas semejanzas como "capacidad" con la "virtud" no solo con la "fortaleza", sino también con el "fruto" de la “mansedumbre” y pues con la misma "longanimidad" que es una especie de "paciencia extra", en todo caso se puede referir también a la bondad, a la compasión, piedad como a la caridad que tuvo/tiene Cristo por nosotros, en cuanto a nuestros pecados, y todo se debe al “amor” que nos tiene Dios para con nosotros, en todo caso de los "sufrimientos" acaecidos, que tuvo Jesús en la Cruz, ante la "concupiscencias", de las que tiene que ver con el ámbito humano, con la "paciencia espiritual" que no es "honor" a los "apetitos lujuriosos" constantemente cometidos, es este "acicate" el que nos servirá para la "purificación” de nuestras almas".
De aquí, que debamos distinguir la "paciencia" falsa" de la "verdadera", algo de lo que nos describe San Agustín en su sermón "Paciencia", del cual expresa que muchas personas pueden estar justificadas no en una "espera correcta", sino en un "supuesto sufrimiento" que causa cualquier tipo de riqueza o inmoralidad a coste de otros, con tal de colmar sus pasiones/deseos, esto, con tal de llevar una "vida buena", "mundana", en gasto de la "vida eterna", por eso que muchas personas sobre todo ateas/agnósticas/escépticas no creen en este último elemento antropológico, llegándose a considerar ya sea explícita o implícitamente "autodioses", y es allí donde la "paciencia" de la "que es" llene no lo "material" o la "materia" sino nuestras "almas", es decir, no son las "propiedades" o el "dinero" el que lo hace, es la "elevación del espíritu" que es uno solo, unido con la de Dios.
Cuando hablamos de "paciencia" o de "longanimidad" como un "fruto" desde el punto de vista de lo "espiritual" su "valor" es totalmente contrario a lo "carnal" o la "humano", este último se consigue falsamente para obtener ciertos bienes, o que por "indiferencia" como lo destacaban los "estoicos" y la mayoría de los filósofos greco-romanos en la "apatía" (en algunos casos "apatheia"), sino más bien se centra en el crecimiento de nuestro "espíritu" a su mayor plenitud, y se da como cuando practicamos la "humillación", mortificamos "nuestro cuerpo", sufrimos de alguna enfermedad tranquilamente, o un duelo por muerte de un familiar/amigo, de todo ello se debe aceptar cosas buenas, mejor dicho, se debe "superar" dichos actos para conseguir algo mejor, espiritualmente hablando, por muy mal que nos parezca en el plano terrenal, tal cual como les pasó a los profetas, los apóstoles, o los santos.
Expresa San Agustín, en su capítulo XI sobre el "sermón" de la "Paciencia":
"El santo Job toleró a este demonio cuando fue atormentado con ambas tentaciones, pero en ambas salió victorioso con el vigor constante de la paciencia y con las armas de la piedad. Primero perdió cuanto tenía, pero con el cuerpo ileso, para que cayese el ánimo, antes de atormentarle en la carne, al quitarle las cosas que más suelen estimar los hombres, y dijese contra Dios algo, al perder aquellas cosas por las que se pensaba que Job servía a Dios. Fue afligido también con la pérdida instantánea de todos sus hijos, de modo que los que recibió uno a uno, los perdiera de una vez, como si su mayor número no se le hubiera otorgado para mostrar la plena felicidad, sino para acumular calamidad. Al padecer todas estas cosas, permaneció inconmovible en su Dios, apegado a su divina voluntad, pues a Dios no podía perderle sino por su propia voluntad. Perdió las cosas, pero retuvo al que se las quitó para encontrar en él lo que permanece para siempre. Pues tampoco se las había quitado el que tuvo voluntad de dañar, sino el que había dado la potestad de tentar".
Si lo detectamos de una vez ¿cuál es esa paciencia falsa o verdadera? tendremos en cuenta la detección en saber distinguir [discernir] la “tolerancia” que debemos tener ante el "sufrimiento" no de la “indiferencia” sino del “gozo”, que en si solo es buena, pero depende de cómo se haga y de qué se trate. No será correcta aquella devenida de la lujuria, envidia, codicia, o ira, que se “espera” a través del delito o la inmoralidad, cuya distinción está en la "causa", que no viene de Dios, como un gran "don", ni tampoco como un "fruto" del "Espíritu Santo", que por tanto no se puede tomar como si fuera una "fuerza humana," sino que se consigue por "ayuda superior", dejando el "orgullo" de los “cobardes”, sino que tomando el “coraje” de los “justos” reconociendo humildemente que proviene del amor, de la caridad del Señor de nosotros para el prójimo, que a su vez tiene su línea con el libre albedrío imbuido en la "scientia amoris", es decir en nuestros "corazones".
Nuevamente el Obispo de Hipona indica en su capítulo XVII del libro ya citado:
"Ahora bien, el amor del mundo tiene su origen en el albedrío de la voluntad, su crecimiento en el deleite del placer y su confirmación en el lazo de la costumbre. En cambio, la caridad de Dios se ha difundido en nuestros corazones, no de nuestra cosecha, sino por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Así pues, la paciencia de los justos procede de aquel que difunde en ellos la caridad. Y por eso, el origen de la paciencia verdadera de los justos es el mismo que el origen de la caridad de Dios en ellos. Y la fuente de la paciencia falsa de los malvados es la misma que la fuente del amor al mundo que hay en ellos. Y por eso dice el apóstol Juan: no améis al mundo ni las cosas que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él, porque todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y ambición del siglo, cosas que no proceden del Padre, sino del mundo. Cuanto más violenta y ardiente fuere en el hombre esa concupiscencia, que no procede del Padre, sino del mundo, tanto mejor se tolerarán las molestias y dolores por lo que se desea. Y, por tanto, como ya dijimos, esta paciencia no desciende de arriba. En cambio, la paciencia de los hombres piadosos viene de arriba, desciende del Padre de las luces. Por tanto, aquélla es terrena, ésta celeste, aquélla animal, ésta espiritual, aquélla diabólica ésta deífica. Porque la concupiscencia, que hace que los pecadores sufren todo con pertinacia, es del mundo, pero la caridad, que hace que los que viven rectamente toleren todo con fortaleza, es de Dios. Por eso, para esa paciencia falsa puede bastar la voluntad humana, sin la ayuda divina, y es tanto más fuerte cuanto más apasionada, y tanto mejor tolera los males cuanto ella se hace peor. Por el contrario, para la paciencia verdadera no se basta la voluntad humana si no es ayudada e inflamada desde arriba, porque el Espíritu Santo es su fuego, y si no se enciende con él, para amar el bien impasible, no puede tolerar el mal que padece".
Cuando hablamos por último de esta, "paciencia espiritual" o la "longanimidad", que es la “buena en sí misma”, estamos claros que viene no solo por el "fruto" sino por "gracia" es decir, es "infusa", pero adquirida como "regalo de Dios", y no precisamente porque tengamos el "deseo". De igual manera, está constituida como una "caridad" del Señor para nosotros, aunque creemos que sin una "gracia santificante" no será posible conseguir lo segundo porque habrá como una especie de "bloqueo" u "obstáculo" para “alcanzarlo”, ya que se trata de un "gozo" del Espíritu Santo para aquellas almas que están arraigadas en él, como un "prisma”.
Cosa contraria sucede con la “paciencia concupiscible”, o la “falsa” que es la “mundana”, “animal”, “terrenal”, “humana”, etc, que es "insana", que está llena de la "espera" de los "bienes temporales" pero lejana a su vez de los "bienes permanentes", esta última de la que tienen ciertamente los bienaventurados los “pobres de espíritu” (Mateo 5:3), los “pobres de hambre”, los “pobres de materia”, los “pobres de lo material”, pero que a la vez han sido llenados de una “felicidad eterna”, “deificante”, de aquí que la "tolerancia", "calma" se “convierta” en alegría a su vez, ya que el Señor a quien “ama” realmente le impone "disciplina", y le hace "soportar" ["sufrimientos"] con tal de hacerlo "santo".