Mario Felipe Daza Pérez
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"Principio del saber, es el temor de Yahveh"- Rey David (Salmo 112)
"El temor de Yahveh es el principio de la ciencia; los necios desprecian la sabiduría y la instrucción"- Rey Salomón (Proverbios 1:7)
Indica el Rey Salomón (Proverbios 1:7) que el principio del "don de la ciencia" radica en el "temor de Dios" (es esta "virtud" el "valor rector" de todo el "saber", dice el Rey David en Salmos 112), de este modo, los "necios" son los que la "desprecian" (haciendo lo que les venga en gana, abusando de la "libertad") no solamente en lo lo que se refiere a estos "dones sapienciales", sino que aunado en cuanto a lo destinado al "deber de obediencia", pues, es claro, que, si no temes, y no amas, ¿por qué habría de respetar o guardar respeto por los mandamientos del Señor? Esta disyuntiva es intrínseca a tener o no una "reverencia filial" a la "Santísima Trinidad" (cuelga de un -acto sinérgico-), precisamente, de allí que vaya de la mano con el "don de dones" tal cual como lo es la "sabiduría". En resumen: quien obedece, respeta, reverencia, ama, y teme, es "sabio" por "naturaleza divina".
Sabemos que los "dones" -consolidados- del Espíritu Santo, son siete (7), y también conocemos que la "sabiduría" es el "don de dones" que a la vez nos introduce al "módulo" de los "dones sapienciales", aunque para nosotros el comienzo de todos ellos inicia con el "último", esto, tomando en cuenta su "escala", es decir, el "temor de Dios" no podemos reducirlo solo a la "obediencia-piadosa" sino que sumado a la "humildad" (haciéndonos ver los "gusanillos" que somos, en la miseria que pululan), es una "virtud" que a su vez es opuesta a la "necedad", y este es el "principio básico" regente para poder ingresar al resto de la estructura divina, inclusive, si nos remitimos a los "carismas" y "gracias" (por lo general) pasa lo mismo, por ejemplo, si Jose temo a Dios, (Génesis, cap. 42), no fue solo por la "sabiduría" sino -ex ante- por "el temor" que germinó en gran parte de este gran "don penetrante".
Si nos vamos a la "ciencia" como "materia" tenemos que las personas que dependen de la "fuerza de voluntad" suelen resistir las tentaciones, pasiones, deseos con mayor ahínco, estas, son percibidas como más dignas de confianza que aquellas que utilizan "estrategias de compromiso externos", como un programa de control de ira, la utilización de aparatos, bloqueadores de redes, etc, porque en ultima es "temporal" su efecto, solo será útil mientras que pasa su "efervescencia concupiscible" (véase, Kristal, A. S., & Zlatev, J. J., 2024, en "Going beyond the “self” in self-control: Interpersonal consequences of commitment strategies"). De allí que las las "creencias espirituales", en nuestro caso la "cristiana", influyen en las "conductas" a la hora de "tomar riesgos" ya que nos hacer a ver a Dios, no solo como "castigador", sino como "protector" de nuestra la vida, a la hora de hacer algo o no, correcto o incorrecto, de este modo la "fe" o más bien la sola "creencia", dice el "estudio", se comporta como una "red de seguridad psicológica", centrados en los "intentos", por ejemplo, pensemos en las "caídas" y "levantadas" de nuestros pecados. (véase, White, C., Dean, C., & Laurin, K, 2023, en "Do reminders of God increase willingness to take risks?").
El santo "temor de Dios" (es de "amor" no de "horror"), no se tiene porque si, toca trabajarlo, con base en la "fe", ya que se trata de un "regalo obsequiado" por el Señor, (en hebreo le llaman "yrat ihwh"), cuya "reverencia", (en griego "fobos theou", o "timor domini" en latin), este no solo sería "don" en sí mismo sino un "castigo infundado", por ello que San Agustín haya distinguido el "temor negativo" del que crees que vas al Infierno" (que no es) con el "temor positivo" de que el Espíritu Santo se retire de ti" (que es el verdadero, es decir, el "filial", aunque se confunda con el "servil", recuerden el Magníficat: "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra"), de allí que también vaya de la mano de la "virtud teologal" de la "esperanza", en causa de ese "temor" en que el Señor nos llame a una vocación que no queramos, ese deseo de perseverar, o miedo a perder algo, pero que es sorprendente porque es el mismo "espíritu santo" quien nos controla, nos vuelve dóciles a esas inspiraciones diferente al de la "voluntad humana".
El "don de temor de Dios" (visto como una "virtud") en el sentido correcto es una "herramienta" clave para la "purificación de nuestra conciencia" ergo, de "luz de nuestra alma", y esto lo hace el "Espíritu Santo" (alma -mente- de nuestra alma] y "guardián de otras virtudes", como lo es la modestia, prudencia y templanza, es, mejor dicho, un "punto de equilibrio" del "exceso", por ejemplo de la comida que acabamos de ingerir, de la "bebeta" de alcohol, o de la continencia de cometer lujuria, y no por castigo (que podría ser o no) sino por "amor a Dios", por no querer defraudarlo, y todo esto se debe en gran parte por culpa de no controlar nuestras pasiones/deseos (que viene desde el "pecado original). Queriendo ser entonces "cristianos perfectos" y por tanto "virtuosos", es la "sindéresis" las que nos permitirá ahondar lo que es bueno o malo, conservándonos siempre en la "obediencia-piadosa" cobijado en la "humildad", nos tocará "discernir" en ello que debamos hacer/pensar/decir permitiéndonos ser "sensible" con lo "incorrecto", "modulando" la "concupiscencia", y el "desorden" de nuestra vida a lo mínimo/nulo.
En la "venida de Cristo" (redención) al mundo fue claro "El" en expresar que ahora vendría el "Espíritu Santo" sobre nosotros (santificación), esto, antes de que se dé su gloria final (parusía), es decir nos visitará con su "unción", por ello, todo esto de hacer "reverencia" ser "temerosos" como lo contempla el "veni creator spiritus" o la "secuencia del pentecostés" y este es el fin para seguir su i) camino, ii) verdad y iii) vida eterna, ya trazada por el "Mesías", trabajo que viene desde Jesús, y que ahora lo hace, iluminándonos, guiándonos, enseñándonos, etc, con los objetivos que tenemos pendiente en la tierra, hasta la "perseverancia final de la fe", por tanto, somos la prolongación de su acción, y el es el que decide en últimas cómo/cuándo/que prepara para cada uno de nosotros, según nuestras capacidades/condiciones (en ese cargue de la "Cruz"), por ello que sea importante acrecentar el "santo temor de Dios", como "deber de obediencia, lealtad, piedad, humildad", tomado como "soldados" o "mercenarios" (Job 7:1) que "luchan", pero también fundados en los valores humanos de "fidelidad" (relación especial de sujeción), "disciplina", etc, en suma, los que son "movidos" por este "paráclito" como "morada", son en verdad los "hijos de Dios".
No solo San Francisco de Asís tuvo "dones", esto, ni contar los innumerables santos de la Iglesia (oriental, occidental, copta, rusa, etc), todos, léase bien, "todos" venimos con esos "dones" ya sea biológicos, genéticos, pero a su vez "espirituales", sino que estos formalmente se consignan en el "bautismo", es decir, se activan con la "gracia de Dios" (dulce huésped del alma -dulcis hospes animae-). Ahora, para que se active "materialmente" hablando se debe comenzar a "ejercitar" esa "santa reverencia" con "obediencia-piadosa" a través de la "fe" obtenida "humildemente" en nuestra vida a través de esa "unción" re-recibida en la "confirmación" o "rebautismo" pero "formal" otra vez, más no "material" ya que la "gracia santificante" en últimas, dependerá de nosotros en unión con la voluntad de la "Santísima Trinidad" (sinergismo). De este modo, sí estamos "dotados" de las mejores "herramientas" e "instrumentos" (dones, carismas, gracias) debemos "luchar" para alcanzar todas sus potencias y actos (facultades) el trabajo conjunto a la "práctica de las virtud", solo de esta forma se ordenará nuestra vida, según la condición/capacidad/grado de cada uno, esto, de acuerdo al "cultive" del "deseo" que tengamos del querer "aumentar" las "virtudes teologales".
Si conocen como actúa Dios, ven que en "Él" todo es perfecto, su plan, acción, orden, disciplina, etc, y de este modo los valores, y las virtudes. Decía Santo Tomas de Aquino, la "caridad" es la "reina de las virtudes", pero a nuestro juicio no es el comienzo de su "práctica" como si lo es el "temor de Dios" de la cual dirige hacia la "sabiduría" y demás "dones sapienciales", es la "virtud" a su vez "engranaje" de las demás, es la causa, la raíz, el logos (amor), mejor dicho el "abono" de todos las anteriores, esto quiere decir, que si lo posees en mayor o menor medida, tienes un "gran potencial" de contar con el resto, o al menos se te va a facilitar obtenerlos, sabemos que una madre podrá conocer que es lo mejor para su hijo, y no una persona del común, ya que no lo comprendería, y esto se debe porque su pensamiento no viene de la mente (psyche), sino del alma -pneuma- (corazón -scientia amoris-), esto se debe al "santo amor por Dios", como al prójimo, de allí que sea los "dones" de "temor-caridad" quienes aumenten los otros "dones", incluyendo los "infusos" y hasta podrán aparecer "carismas" (en caso de no tener alguno, en su defecto se "maximizarán"), por tanto, seamos "obedientes-piadosos", y "dóciles" al "espíritu santo" que el es quién "sabe" que es lo mejor para nosotros.
Podríamos poner una "escala de valores" pero creemos que como equivocadamente lo hacen en los textos, toman "verticalmente" los "dones", les asignan una "jerarquía" que no nos parecen correcta, esto se deberían analizar "horizontalmente" en este caso, si observamos la "sabiduría" siendo este, el "don de los dones" no podemos expresar que es "más alto" que el "santo temor de Señor", sino que cada uno deberá enjuiciarse según su perspectiva, de hecho, el primero no se puede "obtener" sino se consigue el segundo, para que se den cuenta de la importancia de este último, y así sucesivamente no podemos decir que la "ciencia" o el "entendimiento" sean "superiores", sino que lo son por medio de su "función" la "sabiduría" de este modo se comportará como el "órgano rector" (una vez activa) que organiza todo, incluyendo la misma "inteligencia" pero por eso es elevado sobre las demás, sino el que comienzo "material" de los mismos, mas no "formal".
Digamos ahora, que estamos equivocados y digamos que "si", el "temor de Dios" es el inferior de todos los "dones", el "don" más bajo de la "escala valorativa", esto, desde el "punto de vista jerárquico", pero es que vamos a lo mismo, no puedes obtener los demás dones, sino comienzas con el “ínfimo” que sería presuntamente este, el de la "reverencia al Señor", ¿Cómo puedes tener entonces entendimiento, o sabiduría perfecta, sino respetas, obedeces a Dios?, no es lógico, ni divino, pero a la final tiene sus grados, ¿Cómo entonces tener desprecio por el pecado, voluntad para no cometer ya el mal y entre ellos vencer a las tentaciones? De allí que debamos "practicar las virtudes" con mayor "ascesis", corregir nuestras faltas, y deficiencias morales, de esta manera tendremos otra victoria verídica en contra de los planes del i) maligno (acciones/operaciones ordinarias y extraordinarias), de la ii) carne (castidad, continencia), y el iii) mundo (desprendimiento por lo material).
El "temor" abarca muchas cosas, no solo está -atado negativamente- por perder lo propio, construido bajo el halo de lo que significa este mundo material sino además de lo llevamos incluso en el miedo a perder la vida, como el reflejado del "cuerpo bonito", así, estamos más preocupado por la "estética" que por nuestro "ser interior" porque precisamente no se ve, cuando es mucho más importante que todo lo anterior. Seamos claros, el "espíritu" se ejercita más que la imagen del cual nos preocupa y es muy duro, porque es con "ascesis" que se hace, es un "entrenamiento" que requiere de mucha práctica/disciplina espiritual continua, aún así no llegamos ni siquiera a obtenerla completamente (porque no nos da el tiempo o morimos corporalmente), de allí que necesitamos siempre de "ayuda divina" para conseguirlo, pensemos nuevamente en el caso de Job (cap. 26), este personaje nunca renegó de Dios, al contrario lo "dignificó" en todo lugar, aunque no haya llegado a entender su "entendimiento", pero esto es porque no era su problema, pero si lo era el "temer", simplemente "amar" a Dios.
El "temor de Dios" es tan importante como hemos dicho, que es la "puerta de entrada" formalmente hablando a los demás "dones", sobre todo de los llamados "sapienciales", entiéndase que no hay "sabiduría" sino se tiene "reverencia", "temererosidad", "amor filial" hacia Dios (timor Domini sanctus), de esta manera, para el "maligno" le resulta difícil entrar/molestar a un hombre que es "temeroso de Dios" porque siempre "anda en la jugada", es "atento", es "constante", un natural "vigilante de las virtudes", del no querer ejecutar errores, y si los comete, esta presto a enmendarlos, a levantarse del mal, si bien este se trata a veces de un miedo por sus consecuencias esa no es su realidad, sino que lo debe ser el "afecto" para con la "Santísima trinidad" es decir, por amor, por ser hijos directos, como los que tienen sus parientes con sus padres, por el "bien espiritual en sí mismo", no por ser meramente "esclavos", -aunque asi nos consideremos o no- (véase, El magníficat), mejor dicho, lo es por "agradar al Señor", "no apartarnos de él" (actos de piedad), "no escondernos de su rostro".
Muchas personas dicen "creer en Dios", pero no tienen "fe", e inclusive de los que medio la tenemos expresamos que no llegamos a cometer tal o dicho acto por miedo al "castigo mundano" que nos puede "repercutir" acá en la tierra (cuando ese nunca ha sido el problema). Al final terminamos ejecutando la falta y luego puede que "arrepintiéndonos" -presuntamente- de lo sucedido, más bien que nos suceda por -protección de Dios-, lo que le aconteció Judas Iscariote que vendió a Jesús, pero que luego llegó a arrepentirse, queriendo devolver las 30 monedas al sanedrín, pero esto es un "arrepentimiento falso" porque fue ante el "mundo", no ante Dios, su maestro (confesión), verdadero, hubiese sido aquel que se da como "gracias" a la "morada" del Espíritu Santo", que indiscutiblemente el "apóstol traidor" no tenía, ya que estaba influenciado por el "maligno", no por el amor, el servir al prójimo, al Señor, por tanto es el "miedo" (temor positivo) a que se nos aparte el verdadero "terror" que debemos presenciar.
"Todo en Dios y nada sin Él", es la conjunción de una infinidad de cosas que debe influir, entre ellos, planes, dones, gracias, carismas, etc, en este caso "el temor" tampoco viene por sí solo, debe ser "visto" como un "instrumento" pero de "organización" de las "virtudes", sobre todo de las "cardinales" (y en general) que a la larga llevan a su vez a otros elementos, por ejemplo, cuando aplicamos la humillación, la castidad, templanza, mortificación, lo hacemos para que el Señor en su gran gracia nos cobije, nos perdone y por tanto no se olvide de nosotros, queriendo mostrarnos ante él, para que no nos abandone, es una forma de ponerle tatequieto a los "corrupciones" (deteniendo los "actos de concupiscencia"), ¿y cómo?, no haciéndolo, pensando que si lo ejecuto pierdo el "amor de Dios", y esta es una forma de purificar nuestro interior, (2 de Corintios 7:1) sobre todo nuestra conciencia y alma, del cual comienza con el desprecio por lo material, entre ellas, las riquezas, el poder, la vanagloria..., es decir, todo aquello que es ajeno al "Espíritu Santo", buscando siempre las "cosas" por lo "divino", pero entonces ¿Cómo medirlo? según los "frutos" o "gozos" que nos vaya arrojando y las "buenas obras" que vayamos realizando.
En Grecia se refieren al "temor de Dios" (de lo que los judíos ortodoxos llaman "jaredim", en el islam "Taqwā") como "disidaimonia", "theosebeia" o "eusebie" (en todo caso, visto, como "personificación de espíritus" dentro de la religión greco-romana) tomada de forma no positiva (temor negativo), diferente al estar alerta (eulabeia), cuya significancia es la sumisión pero a sus "dioses" pero de forma pagana, no caritativa, amorosa, de allí que "ateos" como Sam Harris, crean que desde el "plano psicológico" se trate más bien de "reverencia" como si fuera un "síndrome de Estocolmo" o una clase de "terrorismo espiritual", como lo afirma Boyd Purcell (véase, Spiritual Terrorism: Spiritual Abuse from the Womb to the Tomb Paperback, 2008) quizás por la "presunción" de querer invocar las "religiones" en el abuso de sus "consignas" en lo que se refiere a la negación de sus actos del "castigo eterno", (dicotomía: "sino haces esto o aquello, tienes esta consecuencia"), más bien podríamos decir que se evidencia de una verdadera "temerosidad", o "respeto hacia las cosas divinas", en cumplimiento de sus "mandatos" según el "conocimiento infuso" de la voluntad de "Él" impuesto, del cual se "ejecuta" con "amor", cuestión no compartida lo por los necios (por desconocimiento místico).
El "temor de Dios" como buen principio, valor, virtud, y don lleva a otros senderos, como hemos mencionado, además de convertirte en un ser mayormente piadoso, también lo hará con la caridad, ya que lo perfecciona, además te alejará de los excesos y contemplarás la "moderación", te permitirá además reconciliarte con el Señor en un momento mucho más rápido (como atajo), pensemos en el evento de los "ninivitas" ante el mandado al profeta Jonas (cap. 3), el pueblo llegó a arrepentirse, luego de un periodo de ayuno/oración, fueron perdonados del "castigo" (temor), por tanto se puede decir que es una "bienaventuranza" que el "alma" este "reverenciado al amor" porque así se repele todas las tentaciones del maligno, mejor dicho le saben a nada, sabiendo que "El" si es quien ejerce el "real castigo", nos hace apartar del mal camino (actos de piedad), ya que somos propensos a cometer errores sabiendo de nuestras "debilidades".
Tácitamente, el que cumple los mandamientos, se aparta del mal (piadoso, por excelencia), y desprecia el pecado, podemos decir, en suma, que es "temeroso de Dios", de allí que se derive que pueda vislumbrar (aunque no siempre) que es una persona obediente, justa, misericordiosa, fiel, leal, mejor dicho un "soldado" que cumple con las órdenes impartidas a voluntad del mandamás (Serviam Deus), está "atento" de no querer disgustarlo, ofenderlo, de querer estar siempre con "Él", en las "buenas" y las "malas", de "ofrecerse permanentemente" en su santa presencia, creciendo espiritualmente en su amor divino, "atándonos" como "servidores" suyos en una "relación especial de sujeción" que no es "terrenal" sino "sobrehumano", "divino", del cual nace del "espíritu del amor filial" del Padre, verdadero e hijo, pero educado en la "disciplina del temor de Dios", "ungido" del "Espíritu Santo".
Cuando decimos que el "temor a Dios" tiene una gran relevancia junto a otras virtudes significa una gran diferencia abismal de los valores humanos, un cambio para con los divinos, ya que si no se tiene una "reverencia filial" de nada sirve lo que hacemos, porque sería trabajar para otro, para el mal, para uno mismo, pero a consecuencia de la nada, no del amor, de la salvación, sino de la perdición, de construir un "castillo de naipes", falso, es la caridad entonces de quien funda ese "temer" con un "vínculo intrínseco" en el "miedo", de cuando hacemos algo que no es correcto, y no es porque seamos "bobos", o "arrogantes", sino que debes de temer en verdad, a la "Santísima trinidad" ya que estos actos harán "salvaguardarnos" mental y "almaticamente" de no caer en "desgracia".
Téngalo claro una vez más, el "temor" va asociado con el "amor", es decir, a la piedad, misericordia, perdón, arrepentimiento, indulgencia..., pero también a la "justicia", es esta "reverencia" quién te preservará cuando toque "ejecutar" el "juzgamiento" (juicio final), evita así un castigo mayor, o una "justicia rigurosa" prefiere entonces que lo hagas mejor frente a estos "comportamientos" adecuadamente por la vida de la "virtud", como la "caridad" y no del "miedo" en sí, del cual conduce por ejemplo a no obedecer sus leyes o preceptos divinos (impiedad) porque no hay nada que hacer, pues, para conseguirlo, debemos ejercitarnos a diario (practicar la ascesis), en estos casos la "humillación", la "penitencia", los "sacramentos", el "ayuno", la "oración", el "arrepentimiento contrito" son todos ellos, -diría San Serafín de Sarov-, "medios" para alcanzar la "morada" del "Espíritu Santo", serán entonces "herramientas claves", para conseguir ese "temor reverencial" si es que quieres la "santidad".
En el Sermón 347 y 348 describe el "Temor de Dios" San Agustín en los siguientes términos, -"cuanto la caridad crece [y la esperanza], tanto el "temor" disminuye"-, veamos:
"No dudo, hermanos amadisimos, que el temor de Dios ha echado raíces en vuestros corazones, que os llevará a la verdadera y sólida fortaleza. Aunque se llame fuerte a quien no teme a nadie, es fortaleza descaminada la de quien no quiere temer, en primer lugar, a Dios, para, temiéndolo, escucharle; escuchándolo, amarlo, y amándolo, no temerlo. Entonces será fortísimo en verdad, no con la dureza de la soberbia, sino con la seguridad de la justicia. Así está escrito: El temor del Señor, esperanza de fortaleza. Cuando se teme la pena con que se amenaza, se aprende a amar el premio que se promete. De esta manera, por temor a la pena, se mantiene una vida santa; con la vida santa se adquiere una buena conciencia a fin de no temer pena alguna, gracias a ella. Por lo tanto, aprenda a temer quien quiere no temer. Aprenda a vivir preocupado temporalmente quien quiere gozar de seguridad eterna. Pues como dice Juan: El temor no habita en la caridad, sino que la caridad perfecta arroja fuera el temor. Lo dijo ciertamente y con verdad.
En consecuencia, si no quieres temer, mira primero si posees ya la caridad perfecta, que arroja fuera el temor. Si excluyes el temor antes de lograr esa perfección, la soberbia hincha y la caridad no edifica. Igual que en la buena salud se ahuyenta al hambre con el alimento y no con el hastío, así también en el alma santa el temor ha de ser expulsado no con la vanidad, sino con la caridad".
A la final, el que cree, el que tiene fe-caridad-esperanza, el que realiza buenas obras se "salva", por tanto, el que teme, esta alerta, vigila, se cerciora todo el tiempo de no cometer errores, (a pesar de que los hagas o no), siempre contará con la "ayuda divina" solo es "pedir". En estos casos cuando se "teme" como dice San Benito en su "Santa Regla" debe ser entonces entendida como "amor", y no por "miedo" sino por "respeto", "obediencia", "fidelidad", "lealtad". En estos casos, señores/as, cuando cometemos un "pecado", "falta", puede que este no nos afecte inmediatamente, la cuestión de este "mal" es que se llegue a convertir en "vicio", y esto sí que es un "verdadero problema", podría ser hasta una "blasfemia al Espíritu Santo", de allí que el "temor de Dios" sea el indicativo, controlador, medidor correcto y perfecto para saber si estamos actuando bien o no, ya que nos pone en -alerta sensorial- (en la mente y alma) de nuestra "conducta".