"Consérvate puro" - 1 Timoteo 5:22
"Dios imperará sobre el hombre, y el alma sobre el cuerpo" - San Agustín
Mario Felipe Daza Pérez
Me gusta comenzar los escritos siempre con el pensamiento de San Agustín, bien no solo porque lo considero como mi "alter ego" de lo que fue mi transformación del "agnosticismo", al "estoicismo" y luego al "cristianismo" sino porque tambien sus escritos representan una "sabiduría plena" única, igual como sucedió con la rúbrica de otros grandes Santos, solo por mencionar algunos entre ellos Santo Tomas, San Gregorio o Santa Teresa de Ávila. Cuenta el obispo de Hipona en su texto la "ciudad de Dios" que la finalidad del ser humano (telos) son dos vertientes una que deviene del i) "mal" (vicios, pecados, etc) y otra del ii) bien (es decir, de la "santidad"). Dentro del primer enfoque nos encontramos con el "origen de todos los males" tal cual como lo es la "concupiscencia", y dentro de ella varias vertientes y una destacada en especial que es la que da origen al mal uso de los demás "sentidos" denominado como "oculus carnis".
Si queremos conformar una "ciudad santa" debemos rechazar todo tipo de "concupiscencia" y entre ellas la llamada "concupiscentia oculorum" o como lo hemos denominado nosotros "mirada vana" que consiste en no poder permitir conseguir la "visión beatífica de Dios" (visio Dei), y esto sucede porque es un impedimento, para la "gloria" y la "gracia" adquirida, de allí que tenga bastante protagonismo la "construcción" de nuestra "conciencia" (consaber) de la cual va anejo a lo que queramos edificar nosotros a) corporal, b) mental y c) espiritualmente, dentro de la consolidación de las tres (3) dimensiones del hombre, de acuerdo a su "experiencia" y "mística" (si se quiere), quedando todo entorno o ambiente guardado en la "memoria del subconsciente" y "proyección de sus quehaceres".
Siguiendo al "maestro de Tagaste", para este la "concupiscencia" se "ejecuta" o "materializa" en la "carne", pero antes de que ello sucede, esta vez sus "potencias" en los "sentidos", y pues el más prominente de todos ellos es el "ojo", del cual tiene su resultado final en el "alma" misma. Pues, lo que comenzó con una "mirada vana" o "vista curiosa" terminará mal, ya que el contorno estará disfrazado de "buenas intenciones", pero al lastre lo que lleva es a un "deleite" de un "apetito" que juega en contra tuya, esto, a fin de satisfacer las "curiosidades carnales". El problema de esto no está en "conocer" o "saber" lo que hay, sino en ir más allá, de esta "sensibilidad", exactamente destinado en procurar "llenar los ojos", luego, de "basura inmoral", que bien quedarán en el "baúl de los recuerdos" y por tanto hará parte a corto/mediano/largo plazo de tu "conciencia" y sobre todo de la "inconsciencia" que es la que domina los pensamientos.
La "acción de todos los sentidos" (que no diremos esta vez que son cinco (5), porque se ha demostrado científicamente que hay más y puede que las restantes no conocidas tengan relación con el "espíritu") puede llevar a la "distracción" de tus propósitos, y sin que te des cuenta contamina tu "vida espiritual" y material en un abrir y cerrar los ojos (literalmente hablando), es la "luz" que irradias la que debe ser tratado con cuidado, esto, como la más íntimo de tu ser ("lux incorporea") en contraste con la vivencia "mundana" (lux corpórea) que bien contamina. Para el primer caso que es el "ojo del alma" (lo que llaman los de "nueva era": "tercer ojo", que no es lo mismo y ni estamos de acuerdo), aquí tomado como "oculus mentis" es el que te permite ver la "realidad" de las cosas y lo "escondido del cuerpo" (oculus corporis), es el primer elemento el que permite transmitir la "contemplatio", y la segunda la que nos impide según como llevemos la "vida" según el "oculus Dei".
Si tenemos en cuenta entonces esta "dicotomía" nos encontramos que estamos enfrentados según nuestra "voluntad" (en gran parte) de la lucha entre "carne" y "espíritu", que en un tercer sentido habría algo así como un "oculus imaginations" que bien presenta ya no San Agustín, sino autores o teólogos, entrelazados como aquel ni lo uno ni lo otro (oculus spiritalis) de esto se deriva de una "conexión divina", (Ver, Prósperi, G, 2017. Lux corpórea, lux incorpórea: El ojo de la carne y el ojo del alma en Agustín de Hipona. Revista Española de Filosofía Medieval, 24, 19-33. En Memoria Académica), que bien, en últimas no compartimos esta distinción, por ser ajena al pensamiento de nuestro "alter ego".
Se expresa en Eclesiástico 9, 8-9 que uno debe apartar los "ojos" de una "mujer muy compuesta, hermosa" en el mundo moderno (voluptuosa), o "ajena", por este error expresa el "espíritu santo" que fue que muchos que se desviaron de sus "propósitos" o llegaron rápido a la muerte. Entre más escales moralmente (espiritualmente) mucho más será la tentación, por eso que se requiere tener el control de los "ojos" (en todo el sentido de la palabra), que bien tiene su "eco" por supuesto cuando se materializa en la carne, y por último en el "alma" (como ven, todos los caminos indican el mismo camino). En el sermón 313A, indica San Agustín que es precisamente "la concupiscencia de la carne" como se identifica con el "placer"; y es la "concupiscencia de los ojos", acompañada de la curiosidad, la que trae la "ambición mundana", y entre ellas, el primer pecado capital la "soberbia", ahora, dice este, "quien vence estas tres cosas no le queda absolutamente ningún deseo que vencer. Muchas son las ramas, pero raíces no hay más que tres".
Si nos ceñimos a una de las tres variaciones de la "concupiscencias" antes descritas que nos trae el "santo maestro", la que queda como primera base es la "curiosidad" pero no cualquiera, sino aquella que es "lasciva", la que llamamos "vana" que entra por los "ojos", que bien se consigue fácilmente a través de los shows, cantinas, competiciones, espectáculos, bailes, sitios, premios y un gran número de eventos sociales, del cual encontramos todo tipo de inmundicias, entre ellas vulgaridades, tentaciones (boca), olores (olfato) y corrupción de los demás sentidos del cuerpo, del cual tiene su reflejo en el "espíritu", y que trabaja en "llavería" además con los "deseos de la carne" en conjunto con la llamada mencionada "soberbia" u "orgullo" mismo. Ahora, si quieres llenarte de "gracias" no solo debes evitar este tipo de "reuniones" sino tambien "ablandarlas" (morigerarlas) con tal de "vencer" estas "pasiones ligeras".
Son los "deleites" sobre todo de la "carne" los que están llevando más a la ruina al "ser humano" y no porque sean los "peores", sino a que son los mayormente "consumados", y estos tienen su efecto precisamente en los sentidos, ya sea en el oído, habla, olfato, tacto, etc, y ahora "vista", en la "luz del alma" creemos que este último es el más importante y peligroso para la "consumación" del resto y para la materialización de la "carne" misma, seguido de la "curiosidad" y la "vanidad" que se centra en "conocer" o "saber" no lo bueno, lo "inteligible" sino lo malo, vicioso, pecaminoso y es allí donde surge el problema.
Existe un dicho popular que dice "la curiosidad mató al gato", el asunto no solo es que mate a este "animal" metafóricamente hablando, sino que tambien acabe poco a poco con las "potencias del alma" y el "desarrollo cognoscitivo" de las personas, tambien existe otro refrán que dice "que todo entra por los ojos", y no es este exactamente la "mirada misma" (porque si es un problema dice la palabra que debes arrancártelo, Mateo 18:9) sino la curiosidad desenfrenada por el "deseo vano", o "vicioso" o "excesivo" lo que "jode", ya que no te permite en ver lo hermoso sino lo que es "árido" u "horrendo" o "desnudo" que ahora se presentan frente a tus ojos de una forma "lujuriosa" anteponiendo la "carne" sobre el "espíritu", evitando así todo conocer de la verdad (don de la ciencia" -scientia-), o del "conocimiento divino" (don de la sabiduría -sapientia-), tomados como "esencias inteligibles".
Muchos son los "males" del mundo, sería imposible tratarlos todos, pero trayendo a colación este en especial, tal cual como lo es la "mirada vana" que puede ser entendida como una especie de las "concupiscencias" no como un todo, sino una forma de ella, en cuanto a sus sentidos, en este caso en entrada a los "ojos". De esta forma podríamos describir que todo "adulterio", "fornicación", "masturbación" antes que se convierta en una ejecución o materialización, tendría que darse primero en una "vista" y luego "pensamiento", bien determinado en una "mirada distraída" y "recreativa", en contra de esa "visión del alma" a la imagen del cuerpo que está en la memoria guardada; por último, es la "atención de la voluntad" la que tiene perfecto unión del "objeto sensible" con el sentido de lo que es la misma voluntad (libre albedrío) a la unión de la imagen que está en el "baúl de los recuerdos" con esas "miradas de pensamiento" que se tuvieron.
Me dirán que lo que está mal no es el pensar así, es decir, "imaginativamente" que solo lo será cuando "materializas el acto" o lo "intentas ejecutar" (como en el derecho penal), pero olvidan que nosotros como seres humanos además de ser "materia" o "sustancia anímica" (otros dirán que "energía") somos "espíritus" de este modo, la conciencia no se le puede esconder nada, y menos al corazón (el "espíritu santo" lo sabe todo), este último trabaja sincréticamente con todos los órganos del cuerpo, incluyendo el cerebro, y que por tanto infiere lo que estamos pensando o no, y lo que nos puede perjudicar no solo respecto a los pensamientos negativos, u obscuros sino tambien "morbosos" la cual nos dañan nuestro ser interior (castillo interior), visto entonces como" perfume oloroso" o ya sea como uno "putrefacto" dependiendo de nuestros "deseos" o "intereses".
Cuando reclamamos la presencia del "espíritu santo" en nuestras vidas, esto, visto como esa "lux corpórea" en contraposición de ese "oculos corporis", este nos exige a su vez un "control de los pensamientos", y por tanto de las "miradas", que son las antesala a las ideas, que reflejamos en nuestras mentes (oculus mentis) que sería visto una vez más como el "ojo del espíritu", o "vista del alma", que en todo caso hagamos lo que hagamos queda impregnada en la "substancia corpórea" a través del "óculo" como "impresión" de "objetos" creados a partir de la "sensibilidad" negativa o positiva hacia algo exterior. De dichas visiones se extrae la "potencia" e "influencia" de como recibimos dichas "señales" en nuestro "cerebro" y por supuesto en el "corazón" (bidireccional), de hecho, en reciente investigación realizada con estimulación magnética transcraneal (EMT) se estableció que los latidos (fase sistólica -vasos distendidos-) tiene su "eco" en la "actividad cerebral" y su "excitabilidad cortical/corticoespinal" como del "sistema motor", en suma, el trabajo de ambos esta articulado para la acción/ percepción en tan solo es de 0.8 segundos. (Ver, Al E, Stephani T, Engelhardt M, Haegens S, Villringer A, et al., 2023. Cardiac activity impacts cortical motor excitability. PLOS Biology 21(11).
Ahora nos quieren mostrar, en contra del "pundonor", la "pudicia" que uno tiene "libertad sexual" y que es bueno es "descubrirse", no hay mayor falacia que esta, lo que uno debe abrirse es al "conocimiento" y la "verdad" que solo es entregada por un "espíritu santo", no es estar esclavizado a la "parte sexual", que tarde o temprano se da en el desarrollo de la vida, lastimosamente, fue esto uno de los deseos por los que nos dejamos llevar por la sociedad, cuando más joven y por ancestros, al expresarnos que esto "era normal". Lo que sí podemos indicar de una vez es que es más bien un "acto anormal" en el sentido de ver las cosas en cuanto al tema del "eros" o "erótico desde la vía somática del cuerpo. Si se da cuenta, uno va por la calle, y los desnudos ya parecen algo casual, y bien que lo debería hacer, pero como se nota quien lo "aprecia" es de forma "lujuriosa" y no como "arte" o "estilo" (véase, "concupiscencia de los ojos: El desnudo femenino en México 1897-1927 de Alba Gonzalez Reyes, 2009, Universidad Veracruzana).
En estos casos, la maximización de los "desnudos" se ejecuta fácilmente con la "pornografia" que está en todas partes en la web, "no se le escapa a nadie" ("ni se le niega a nadie"), solo es "googlear" y ya, pues, la libertad aquí más bien seria, es la "responsabilidad y el deber de no acceder a estos canales", que bien estimulan lo "fácil" y además de estar demostrado de ser perverso para los "sistemas de recompensa del cerebro", entre ellos la "dopamina", esto, te va haciendo mayormente perezoso en búsqueda de una "relación seria" y otras cosas que puedan motivarse para seguir adelante. Por tanto, debes morigerar (hasta el punto de eliminar) entonces la "curiosidad" poco a poco, quedándonos así tan solo con lo esencial y poniendo "coto" por supuesto a la "ambición humana" (valga la redundancia), para ir cerrando el "oculos carnis" e ir abriendo el "ojo del alma" (oculus mentis) que es la parte "santa" y "espiritual" (mística), evitando así que el "cuerpo" prevalezca sobre el "alma".
Los "ojos" como han notado son como las "lámparas del cuerpo" deben estar "alumbradas" para ver algo más allá, no solo en lo "material", que es lo superfluo, como el "deseo" por algo, alguien u otros, precisamente se indica en 1 Juan 2:15-16 que no se debe amar "el mundo así no más, ni lo que hay en él", si alguien lo hace, lo divino se va, ya que lo está en él no le pertenece, ni le interesa, pues si el siendo superior no le importa, ¿por qué a ti sí? que se supone que eres cristiano, y esto mismo pasa cuando "no controlamos nuestras pasiones", o ya sea en la concupiscencia de la carne, la de ojos (concupiscentia oculorum), soberbia y demás en jactancia de las riquezas que bien no son para nada "riquezas espirituales".
Es indiferente que mires a alguien una primera vez o no, pero voltear otra vez podría ser pecado (no necesariamente), pero si es debido al "deleite" sí que se pueda causar cuando la intención es esa "mirada vana". Queridos amigos, la "inmoralidad" sobre todo la "sexual" son el día a día en el mundo actual (modernista), ya una simple "vista" no es considerada como algo "honorable", sino a veces "lascivo" o "lujurioso", que en muchos casos "incomoda", que mal viene con la codicia o avaricia del cuerpo, o de los "deseos" (por eso que ahora se hable de la "teología del cuerpo"), y del "desenfreno" del "yo" (autorrealización) achacando los grados del espíritu, sobreponiendo la "arrogancia" de tus "quereres", por ello que San Francisco de Sales (Ver, "Introducción a la vida devota) contemple la "castidad" como la "humildad" del cuerpo, y la "humildad" como la "salvación del alma".
Este gran santo nos dice que no mantener esta "castidad" sería corromper todo, ya que los "cuerpos humanos" son como los "vasos de cristal" muy frágiles, que pueden llegar a romperse, y si te tocan, no pueden mantener cierta frescura, ni siquiera en el "acariciar" o en el "bromear", de allí que los sentidos deban ser utilizados de la mejor forma, ya que estos "brotan del corazón de un manantial", y dice en el texto "querida Filotea" es "impúdico" hablar, oler, ver, cuando el corazón tiene "deleite" en estas "miradas", no se debe ni nombrar la "fornicación" o de los "malos deseos" con los amigos/familiares/conocidos, por ejemplo las "abejas" se alejan de lo "putrefacto" o de los "malos olores" cuando lo notan y pues nadie quiere tocar algo que esta "sucio" (por tanto, no trates con gente "impúdica", evitarlas, al revés anda con gente con el mismo pensamiento que tú y que sea virtuosa) de la misma forma cuando algo no está "puro" (Ver, el texto de Tertuliano, denominado: "La pudicia") la cercanía con el Señor se aleja las "gracias" de esta "espiritualidad".
Se menciona en Job, 31, "Había hecho yo un pacto con mis ojos, y no miraba a ninguna doncella [mujer voluptuosa o ajena]. ¿No ve él mis caminos, no cuenta todos mis pasos? (...) Si acaso me he apartado del camino, y permití que mis ojos guiaran mis sentidos", de la cual consideraba tambien la "concupiscencia ocular" un acto malvado, igual que matar, codiciar, y otros pecados mortales. Si nos vamos a Segundo de Pedro 2:14, este se refiere a "tener ojos llenos de adulterio", arguye que uno se debe mantener en "no mirar mujeres por mirar", y menos con sea por "lujuria", esto, solo permitirá que el "ojo del alma" observe (oculus mentis) lo que es, pues de lo contrario de hacerlo de manera "lasciva" es cometer "adulterio" o "fornicación" en estricto sentido, según sea el caso, ya que el "corazón" lo percibirá como tal, en resumen, es un "adulterio” de este “órgano" cuya reacción se obtiene desde el "primer mirar para desear".
San Agustín en el capítulo IV de su "regla" indica que uno no debe agradar a otros con su "vestimenta" ni sus "vanidades", sino por medio de la "virtud" y que al andar por ahí por ejemplo en la calle siempre debas mantener fijados tus "ojos" centrado en lo importante, y no desviarse a lo "superfluo" resguardando así la "santidad" permanentemente. Los "ojos" de uno de este modo, por ejemplo, cuando estamos en el gimnasio se puede fijar en "mujeres voluptuosas o ajenas" por tanto, no te enganchas con ninguna so pena de estar "deleitándose" o "pecando" con la mirada en vía a ese naciente "apetito desordenado", "excitándose" de tal forma que pueda permitirte "materializar el acto carnal".
Expresa el Obispo de Hipona, resaltando sobre este "análisis" en su punto VI: 4-5 que:
"No digáis que tenéis el alma casta si tenéis deshonestos los ojos, porque los ojos deshonestos denuncian un corazón impuro. Y cuando, aun sin decirse nada, los corazones, con miradas mutuas, se manifiestan deshonestos recíprocamente y se complacen ambos en el ardor de la concupiscencia carnal, se pierde la castidad de la conducta, aunque los cuerpos permanezcan libres de profanación impura. Y el que fija los ojos en una mujer y se deleita en ser mirado por ella, no crea que nadie lo observa cuando hace esto; ciertamente es visto, y por quienes no sospecha que lo ven. Pero admitamos que todo queda oculto y ningún hombre lo ve, ¿Qué sucede con aquel que observa desde arriba y a quien nada le puede quedar oculto? ¿Pensaremos acaso que no ve por el hecho de que lo ve con tanta paciencia como sabiduría? Viva, pues, el religioso en el temor de desagradar a Dios y no busque agradar pecaminosamente a una mujer. Considere que Dios es testigo de todo, antes de querer mirar con malicia a una mujer. Porque también en este asunto se nos recomienda el temor de Dios, según está escrito: "Es abominable al Señor el que fija la mirada".
En este apartado el Santo de Tagaste nos indica que estés ya sea en la Iglesia, o en cualquier lugar del mundo por ejemplo en el "gimnasio", en "bailes" o en la "calle", donde haya "mujeres" sobre todo "voluptuosas" y "ajenas", debes custodiar todo el tiempo la "pureza" (del corazón) en este caso de los sentidos, pero mayormente de la "vista", evitando "curiosear" por algo que no se te ha perdido, recuerda que solo Dios (a través del Espíritu Santo) habita en ti, y lo escudriña todo, y así mismo cómo te protege te reprocha toda conducta, especialmente cuando tienes "miradas vanas" del que debe corregirse inmediatamente al concebirse, trabajándose paulatinamente con penitencia, mortificaciones, ejercicios ya sea en grados leves a severos hasta que enmienda el error, ya que si lo permites con el "silencio" estarías autorizando otras "entradas malignas" más adelante, por tanto, debes tratarlo como si fuera una "herida del alma" y del "corazón" y no simplemente como un hecho aislado de la "mente".
Si revisamos desde la antigüedad hasta la fecha, muy poco se ha avanzado con el desarrollo del término de la "concupiscencia" desde el punto de vista no solo "teológico", sino también "antropológico" y ahora "psicológico", del cual es importante abordar con tal de ayudar a muchas personas a salir de sus "agalladuras morales", en lo que respecta en el "campo sexual", esto, tal cual como pasa con la "masturbación" o la "pornografía" que es un gran "imperio del mal", que si bien lleva muchos "beneficios económicos" a las personas interesadas en esta "industria perversa", de la misma está dirigiendo a la ruina a la "sociedad juvenil" (y hasta adulta), desde el punto de vista “somática” y de "libertades" ya que nos volvemos "esclavos del sexo y sus apetitos", sin no estar demás decir que abre tambien "ventanas" en el "mundo preternatural". En suma, el "concupiscere" que viene del latín cuyo significado es el "desear desenfrenadamente" algo/alguien ya sea destinado en esa "ansiedad" frente algún vicio o "bien aparente", que esta desde el inicio del hombre (originalidad del pecado), no hay otra forma de salir de él, no solo defendiéndonos, sino que, atacándolo, alejándose del objeto del cual nos causa molestias para nuestra virtuosa conciencia, pero tambien expresando lo malo que es, y trabajándolo espiritualmente.
Hoy en día discutir sobre "castidad" es ser "bobo" o bien "no ser consciente" de la sociedad en que vivimos de lo que significa este "lío", del cual se mueve infortunadamente por el "morbo" más que todo en el "plano sexual". Aquí son las "virtudes" lo último en acordarnos ya que para nosotros no son tan importantes, como lo es ahora la "autorrealización". Recordemos las hazañas del antiguo Saulo convertido en "Pablo de Tarso", este, tenía una vida llena de "pecados", de "concupiscencias", que igual a San Agustín (véase, Confesiones X, XXXIV, 51 o "El matrimonio y la concupiscencia") querían evitar a toda costa pero que al mismo tiempo les costaba, ya que eran "esclavos" de los "vicios" no solo de lo que "ejecutamos" sino tambien de las "obras del pensamiento" y en este caso de las "miradas vanas", determinados como "apetitos concupiscibles" que ahora podemos evitar o rechazar según el caso, con oración y mortificaciones, tratando de "vencernos a nosotros mismos", ejercitándonos hacia lo correcto y lo virtuoso, tal como lo han hecho estos grandes santos.
Por "gracia divina" nadie puede ver el "estado actual de su alma" (cierta algunas excepciones de "taumaturgos") pero creamos que si lo pudiéramos hacer, estaríamos avergonzado de lo manchada que podría estar el "espíritu", a causa de los "males de la concupiscencia", ya sea de la carne, de la soberbia o en este caso de la "curiosidad de los sentidos", especialmente de la "mirada vana" aumentado por el "deleite" de nuestros gustos que bien o no materializados son un "mal" para nuestra perfección cristiana, e inclusive secular (véase, estoica, u otra filosofía occidental). De estos tres tipos de "concupiscencias" descritas si bien la "ocular" no es la más peligrosa, si es la "inicial" y la que deriva a la "carnal" que bien nace del "apetito" de conocer o saber pero no de lo hermoso, bueno, correcto, sino de lo "vano", aquí los "ojos" (derivado de la "imaginación") son el principal "instrumento" de esa "ruina" inserta en la "sensibilidad" de las cosas u objetos que vemos, esto sin desconocer de la misma "arrogancia" que puede derivarse producto del "orgullo" de nuestras miradas o actos.
La "moderación", o bien la "templanza" como virtud, es la "herramienta clave" para contrarrestar estos pormenores, sobre todo en lo que se refiera para el ejercicio de la castidad, en este caso de la "humildad del alma" o del "ojo del espíritu", bien para evitar ese "adulterio del corazón". Ahora, nada hacemos si "nublamos la mente" ya sea con drogas como el alcohol o la cocaína, ya que lo más seguro es que podrías perder el "control sobre ti mismo", y sobre el "dominio en general", y de esto se desprende entonces la "apetencia sexual" que renace como "león rugiente", porque bien estos males nunca desaparecen hasta la muerte sino que se "controlan", es aquí, necesario nuevamente el "autocontrol" de los sentidos en su plenitud, olfato, tacto, oídos, miradas, etc, para batallar con la "impureza" y la "lujuriosidad" ya sea ocular y carnal como "disuasorios" para su materialización.
Hasta aquí podemos dejar claro algunos puntos, primero, que no toda mirada, conlleva a la "lujuriosidad", ya depende con que "corazonada" miremos a esa persona (s) derivada de esos actos del "ojos del espíritu", que son propios del "corazón", y no simplemente como órgano entendida como solo "latidos", es decir, no vistas como un "aspicere" ya que esta no siempre lleva un "videre"; segundo, pues, así como existe "moralidad del cuerpo" (carnal) tambien existe para las emociones, o pensamientos y ahora para la "mirada", en este último caso no todo "exhibicionismo" puede ser reflejado como "indecorosa" esto será dependiendo de la circunstancia, como quien se cambia delante de su hermano o esposa, pero no frente al público: y tercero aquí el "pudor" marca una "línea clave" para saber distinguir (discernir) lo uno con lo otro, exactamente diferenciar cuando se trata de una "inmoralidad o no".
Retrocediendo poco, si sabemos que nada muy bueno habita en nosotros, teniendo en cuenta nuestro pasado, hacer el bien será nuestro destino, el querer hacer lo correcto y lo virtuoso es el camino, y el no hacerlo es lo indeseable, como dice San Pablo en Romanos 7,8 "puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero" , es allí donde opera sabiamente el "vencimiento de nosotros mismos" y el "autoconocimiento" con miras a "superarte", aquí es donde se resalta la "castidad" del "cómo" pueda darte una mano con tal de superar este "vicio" o "enfermedad del alma" que bien comienza con las "miradas vanas" y la "curiosidad" de saber y conocer cosas que "no son hermosas", sino "réditos" para la "materialización" de la "concupiscencia carnal" (oculis carnis) ya sea en "obra" o "pensamiento" (observando donde no debes, leer inmoralidades, asistir a espectáculos bochornosos, utilizar palabras incorrectas, entablar conversaciones superfluas, etc) del cual va en contravía de la "pureza" de esa "alma racional".
Se debe entender de una vez que el "ojo de la carne" es una cosa, que es el que tenemos contundente con nuestros sentidos, y otro muy diferente es el "ojo del espíritu" (que es difícil de conseguir pero no imposible) y que se obtiene neurocardiológicamente con el "sentir" de los "latidos del corazón" ("oculus animae"), que se puede extraer en la estructura de una "conciencia pura", fuera de toda "impureza concupiscible", relajada de los "apetitos sensibles" del ser humano, por ello que sea menester permanentemente la i) "oración constante" y dentro de ello la ii) "meditación" concebida como "contemplatio" dentro de una metodología de las escuelas cristianas (las que usted desee), del cual nosotros nos suscribimos con la "carmelita" o la "benedictina", esto, con tal de abrir este "ojo del alma" y cerrar poco a poco la del cuerpo, por ello que "Cristo" nos dé una mano para este propósito como "amigo íntimo" nuestro dentro de la "Visio Dei" que él nos tiene para nosotros, en la apertura de la "verdadera realidad" (como se diría "coloquialmente": "saliendo de la Matrix"), en contraposición de esa ceguera en la que estamos y que tenemos, desde el inicio de nuestras vidas (con el pecado original -concupiscencia- y ancestral/generacionalmente).
Ya una vez dominada este sentir ("sentientis"), tratado por el pensar dentro de nuestra conciencia ("cogitantis" o "consaber") es cuando se comienza a ver la realidad tal cual como Dios quiere, no impidiendo aquellas "notas del mundo", o dentro de lo "sensitivo", sino en la "transmutación" hacia una visión de la mente acorde en su plenitud, del cual la componen el a) conocimiento de lo material y b) del intelecto de lo divino, bien como se edifica ese "castillo interior" denominado como "lux incorporea", distinguido en especie como ese "ojo del alma", que se da cuando luchamos contra esos "apetitos concupiscibles" en esta ocasión en la batalla de la "concupiscencia ocular" ("concupisecentia oculorum") que se transgrede a través de las "marionetas" de "nuestros sentido" en especial profanados por la "vista" y que luego tiene su efecto en el "pensamiento", es decir dentro de la "conciencia de la inconsciencia", y que probablemente se materializaría en la "ejecución de los actos carnales" y esto lo que nos impediría entonces, tener la "visión [conocimiento] beatífica de Dios" que tanto queremos.
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