“Si alguno menosprecia la ley o los profetas que Cristo cumplió en su venida, tenle por anticristo. Si alguno dice que el Señor es un simple hombre, es judío, un asesino de Cristo”.
San Ignacio de Antioquía
“Sabrán qué es lo que ahora le “retiene” [katejon], para que se manifieste en su momento oportuno [anticristo]”
2 Tesalonicenses, 2:6
"¿Queremos reconstruir la Iglesia?: ¡Debemos ponernos de rodillas!"
Cardenal Robert Sarah
Mario Felipe Daza Pérez
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El katechon” (o “katejon) es una figura de carácter compleja y ambigua, difícil de comprender, basada en una cita bíblica extraída de la Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses del cual se exclama sobre el poder que “retarda” o “detiene” la venida del Anticristo y, por consiguiente, la confrontación entre las fuerzas del bien y del mal, que precede al retorno del Mesías y el fin de los tiempos. Este “obstáculo”, que llamamos “muralla” se dice además que ya se ha cumplido en cierta parte de la historia, o que se sigue haciendo pero de otro modo, pero nuestra interpretación de lo que vamos a describir es distinto, —escatológicamente hablando— de lo que se ha dicho, es decir, el “impedimento”, de los sucesos, siguen ocurriendo, hasta la “parusía”, que en nuestro caso es la “Iglesia” entendida como “cuerpo místico” y no simplemente como una “autoridad” de la cual ha puesto freno a este “advenimiento”.
Decía Fyodor Dostoevsky “el verdadero anticristo es aquel que niega la existencia de Dios, esparciendo la oscuridad de la duda [confusión] y la incredulidad [racionalismo: filosofías modernas]”, por otra parte, en consonancia con el pensamiento anterior, decía el teólogo y monje bizantino Teodoro el Estudita, el creador de estas corrientes es “el destructor de nuestra vidas, un asesino desde el principio, el que dividió nuestra raza en diez mil (10.000) opiniones, hiriéndola con muchos dardos de pecado, ignorancia y tratando de tragarse al mundo”. Si no lo odiamos, no habrá escapatoria al castigo particular, sino para el mundo entero. En estos casos el “katejon”, como se creyó que era el Imperio Romano, en su tiempo, parece que no caló solo ahí, sino que la “muralla” sigue introducida, diremos que hasta el final de los tiempos.
Este “término”, de “katechon” también ha sido utilizado en política, por ejemplo por Max Weber (indirectamente), Giorgio Agamben (directamente), pero desde otro punto de vista o contexto, en términos más modernos Carl Schmitt, lo concibe como una fuerza de contención que impide el caos y el desorden en el mundo, pero no tomado exactamente en el sentido cristiano, aunque haya sido católico este último autor, más bien lo enfoca precisamente en los estados de excepción y en materia de biopolítica, conforme al mantenimiento del orden, que se da ahora mismo dentro de la religiones, sobre todo en el “catolicismo”, a través de las desgracias instrumentales llamadas: apostasía, blasfemias, etc, y todo esto, le da poder al hombre impío para que se siente en su trono ya que su espíritu anticristiano se eleva, compitiendo con el de los luchadores santos.
El avance de la maldad se está dando desde varios frentes, lo estamos viendo, algunos, otros no, porque se torna imperceptible, por ser “soft”, y a veces “agudo”, su tácticas, entre lo que hay es la “espera” (holding), la puntada, lo fácil, se vive de la mentira, el caos, el engaño, las falsedades, por todos los medios trata de crear confrontaciones, divisiones, iniquidades, injusticias, en contra de la acción directa (aunque sigilosa) del Espíritu Santo, es por tanto, el depósito de la fe, lo que impide su avances, es decir, la real “katejoneada” (es hacerle el “baile del indio”), a la venida de este “espíritu impuro”, buscar su declive, y es por medio del Evangelio, la tradición y la confirmación de las virtudes teologales ya que todo se está demorando, así muchos ingenuos no lo crean.
Estamos en una pelea entre hermanos, entre unos y otros, toda la historia ha sido así de escrita, el maligno se enfurece más porque todo lo que comienza lo termina perdiendo ya que existe solo un “ganador” de estas contiendas, y no son los “anticristianos”, piénsese en la guerra rusa-ucraniana, ambos bandos son cristianos ortodoxos, cuando el enemigo es otro, o el conflicto israelí, palestino, árabe, cuando la disputa es interna, es decir, sionista, ni siquiera los judíos radicales están de acuerdo con sus políticas, y asi sucesivamente se vuelve “diacrónica” y “sincrónica”, pueden así tomar cualquier parte de la historia y revisarla, entiéndase que cuando surgen dentro de las revoluciones estas contiendas, entre ellas la última, la francesa, que trajo consigo el “liberalismo”, “progresismo” y subliberalismos/sectas, como la masonería, y demás corrientes anti-logos, puso en enfrentamiento una falsa disputa entre derecha-izquierda cuando la causa original no es esa, debido a que no se trata de lo uno o lo otro, creando una “falsa dicotomía”, ni de algo tercero, sino de algo inicial, que se surtió a partir de la “tradición” de un “derecho” que “natural” es creado por Dios.
Revisando el “Génesis”, el periodo cuando Satanás tentó a Eva, le propuso conocer el bien y el mal (tener el don de la ciencia) como de la sabiduría plena, que Dios sólo tenía únicamente (los engañó, como lo sigue haciendo), esto fue causado por unas “faltas” que podemos considerar meramente espirituales, tal cual como lo es el “orgullo” (como especie) y la soberbia (como género) y manifestación de otras, que podemos denominar ahora, “concupiscencia”, entre los que se destaca las ya mencionadas, “envidia” y “curiosidad”, entre estas la “vanidad”, en suma, de la “desobediencia”. Una vez que se “peca” por parte del ser humano, se activan por así decirlo otros pecados, atribuidos a la carne y a los sentidos, como los ojos, a los placeres, entre ellos sexuales, cuestión que se aprovecharán con mayor ahínco para exterminar la obra del Creador (son sus herramientas de trabajo).
Cuando Dios nos hizo a imagen y semejanza, esto se traduce no en su aspecto corporal, que no es el relevante, sino en su parte espiritual, almático, en cuanto a lo que supone el “intelecto” (nous) que aún seguimos manteniendo, igual que los ángeles, pero en diferentes sentidos, —cuantitativa y cualitativamente—, referente a sus grados, e información entregada, sea iluminada o entenebrecida. Al abrirse los sentidos, se conoció la ausencia del bien (lo que llamamos mal) y con ello surge el titulado “pecado intergeneracional” y demás vicios (logismoi) que hoy conocemos que antes no existían y que ahora deben ser combatidos hasta el último minuto y segundo de nuestras vidas (por ello que se pida sabiamente la “gracia de la perseverancia final de la fe”).
La “muerte” (en doble sentido) no existía antes de las “faltas”, fue introducida por nuestros primeros padres, luego con el tiempo fuimos perdiendo no sólo aspectos biológicos de nuestro ser, por ejemplo, anteriormente las personas eran más longevas (véase los casos de Matusalén, Enoc, Set, Noé, etc), sino que también se irían degradando con el pasar de las eras el componente espiritual, o sino echen un ojo a su alrededor, actualmente es el “racionalismo” el que impera (como corriente maligna) en nuestra sociedad, mas no de la “razón” (es diferente) esto hace por supuesto que cerremos más los “ojos del alma” hacia la verdad, al conocimiento divino (gnosis), y esto no lo ha querido Dios así, sino que el “tentador” se ha empecinado para que así suceda sobre todo en estos tiempos (ya que se le está acabando el ciclo) por ello que la oración, la penitencia, la mortificación, lo que llamamos “ascesis” corte esta “marca preternatural”.
Luego de ser implementado la “muerte”, dado que todo lo de Dios, no solo es bello (pulchrum), en cuanto a su creación, sino “ordenado”, “disciplinado”, y se predica el “disciplinarismo”, en todas las cosas, se debía recomponer la falta, por ello, que hasta el día de hoy, aún no se ha restaurado por completo, por esto que se haya instaurado una “plan salvífico” que todos debemos cumplir así seamos “rebeldes”, y este es el “sistema de redención”. A ser no más ahora que “polvo” y “cenizas”, vivimos “desbalanceados”, en cuanto al camino a la “inmortalidad” ya que su cauce está comprometida, pero el “salvador” nos ha dado la “solución” para restaurarlo sus “cauces” pero debemos pagar como instrumento por medio del cuerpo y un espíritu santo en “colaboración”, en cargue de nuestra propia cruz, y nadie se salva de esto, así se “condene”, cada quien debe poner su parte, según la voluntad de la Santísima Trinidad, en el camino, en caso tal de obedecer (Serviam Deus) nos daremos cuenta de ese “rol”, que pueda que coincida con nuestros objetivos trazados o no en este vida de peregrinaje obedeciendo/desobedeciendo.
Después de la caída, el “enemigo” (en todos sus sentidos instrumentales) ha querido utilizar las mismas tácticas con diferentes enfoques (según la época) para conseguir su cometido, por ello, que para que eso no pasará a través la fase de la historia, se haya enviado al “mesías” (hijo) para eliminar esta situación, proponiendo la contra como “némesis” a lo realizado a ese “desajuste”. Desde aquí se comienza a trazar en el “Evangelio” el camino a seguir, con tal de saber encaminarnos a la vida eterna, a través del acogimiento de la verdad, por esto, que ante tales actos de soberbia, se entrenará la humildad (requisito sine qua non), ante los placeres sexuales, la castidad, ante la avaricia, la caridad, y así sucesivamente, tal cual como lo hizo Cristo, así, es que no “moriremos”, y tendremos el mismo acontecimiento que se tuvo en un inicio, o al menos parecidamente, no lo sabemos a ciencia cierta, ya que es un “misterio,” lo que si se promete dentro de ello es la “resurrección” que según Santa Hildegarda se debe cumplir con unas “plazas” coloquialmente hablando para abarcar el “fin de los tiempos”, en cuanto a “corredenciones”.
Dentro del “orden” (arché) existen unas reglas, y excepciones a la misma, una organización, jerárquica de las cosas, que se debe respetar y que nadie puede incumplir, ni siquiera la Santísima Trinidad lo hace, pudiéndolo hacer, porque para eso son los parámetros que ha establecido dentro del “disciplinarismo” (creó un “estado de derecho”, por así decirlo) estableciendo dentro de ese “logos”, permitiendo, lo que llamamos “mal” pero no introducido por Él, sino que existe por otros, de allí que se exija un cuadro normativo que respetar, que se dio pura, justa, y sabiamente, pero que el hombre faltó, igual que lo hizo su “determinador”, el rebelde mayor, Satanás, y lo siguen haciendo sus secuaces, de allí que la “causalidad axiomática” sea la generalización de los actos, y que solo las intervenciones celestiales, (divina providencia) sean los actos particularizados que conocemos como “milagros”, que nosotros le llamamos “Diosidencias”, que no son casualidades, sino “causalidades divinas”, pero esto ya es otro tema, lo que queremos recalcar en resumen es que el mal existe no por Dios, sino por el hombre mismo debido a la alteración en la configuración de la armonía-equilibrio (ordo).
Muchas veces somos “engañados” por otros, pero también por nosotros mismos, creyendo que algo es verdad (lo que llaman “sesgos” puede ser en realidad alteraciones del alma), y esto se debe principalmente a dos (2) motivos, una, la “ignorancia”, y otra el “pecado”, que puede que en este segundo aspecto no tengamos que ver cuando se trata de una “falta intergeneracional”, pero esto no es excusa para “actualizarse” (buscar la “sanación”), poniéndose en oración/penitencia para destruir el primer punto, en estos casos, el “logos”, que es Cristo, precisamente vino al mundo, no solo como Dios, sino como “hijo del hombre” para salvarnos de estas aberraciones. Dentro de sus muchísimos misterios y justificaciones que pueda tener su venida, entre ellos, está el de querer mostrarnos el “camino” para no caer en tentación, y no ser más burlas de los “demonios”, como obstáculo a la “liberalización”, en estos aspectos, las “responsabilidades” variaría según los deberes, y según su justicia, ya “Él” sabrá el modo de redimirlo, por tanto, no podemos ver con ojos humanos dichas “operaciones”, porque no las entenderemos.
Entiéndase que nuestro enemigo no es el otro humano que nos dice groserías, ni nos hace la falta, ni nunca lo ha sido, estos tan son solo “instrumentos” que se utilizan para la “maldad” (causado por el mismo intelecto, y que es influido por factores), de allí que Jesucristo nos mande a amar el “enemigo” porque conoce su causa, naturaleza, de lo que pasa, sabe quién es el verdadero ruin, el maligno, el mundo, la carne, los pecados, los vicios, todo esto está conectado con la “ignorancia” (esto no es óbice para aplicar una “justicia humana), y es lo que nos condena, es esclavitud, cosa a las que nos han determinados los “iconoclastas”, como lo fue Satanás, o ahora las “revolucionarios” que proclaman libertad como el “liberalismo” o demás corrientes que son contrarias a la verdad profesada en el “Evangelio”. Entiéndase que Dios no fuerza a nadie a seguirlo, cada quien tiene bajo su libre voluntad el deber de hacerlo (sinergismo) o no.
Cuando se anuncia una “tribulación”, lo que llamamos castigo, aunque humanamente suene mal, es un bien, porque en la antropología cristiana, no existe en dicho caso tal concepto, sino lo que se conoce como ausencia del bien, aunque fuera así, la misericordia y la justicia no podemos concebirla del mismo modo que la nuestra, por ejemplo, cuando se dio la devastación del arca de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra, aunque se tome como algo espeluznante, en dichos actos existe bondad, en querer corregir lo torcido, lo que está fuera del orden, lo que corresponde a la muerte de sus habitantes ya se deja a su divina majestad considerar quién se salva o no (eternamente), porque sepan que la vida verdadera no es esta, sino la siguiente (somos “homo viator”), por esto que se sea enfático en el “Evangelio” en no apegarnos a lo terreno, sino a lo espiritual que es el verdadero tesoro.
Sepamos que nada se mueve, si Dios no lo autoriza, existen unos parámetros, límites divinos, frente a todo, también en cuanto a las operaciones del maligno (mente, cuerpo y mundo), todo se da, y en excepción según lo que determina la “divina providencia”, la belleza, la perfección, la disciplina es su derrotero, si actuaremos con elevación de espíritu nos diéramos mas cuenta de estas cosas y de otras no visibles para el ojo humano, y esto pasa porque cada vez más estamos cerrados a pesar de la “razón” a un “racionalismo” que es “burdo”, actuamos como el mulo, desajustados como “necios”, insertos en el carro que tiene la cabrilla desbalanceada, tirando para un lado (concupiscencia), entiéndase, que el “ser” sólo “racional” nos lleva a la “condenación”, es seguir siendo “ignorantes” (anula los “dones sapienciales”), y por tanto adoptar una vida contraria a la Fe, a la verdad.
La sinergia existente entre la voluntad de Dios y del hombre es perfecta, se necesita de ambos para la “salvación”, no porque el Señor no pueda hacerlo solo (estirando ya no el dedo, sino el brazo), sino que dentro de su orden establecido (disciplinarismo), dispuso que el ser humano también fuera colaborador de su obra, a pesar, de haberse caído. La salvación en estos aspectos dependen de la “libertad del hombre”, no de la “esclavitud” de los pecados, faltas o vicios, la salida a este problema es la “predestinación” pero distinta a la entendida por los “pelagianos”, es horizontal, no vertical, el “hijo del hombre” nos rescata, y lo hace porque así lo quiso al ser parecido a nosotros, nos quiere ayudar con base en el amor, la caridad, (scientia amoris) del cual se resumen todo los mandamientos en cuanto a lo que es su cumplimiento-plenitud de la obediencia-humildad (scientia crucis).
Cuando llenamos nuestra vida de “ascesis”, y una “contemplatio” en “comunión” a los pensamientos de Dios, nos sentimos llenos de esa “luz no creada”, iluminada, transfigurada, infusa, que es propio del Reino de Dios, esto no nos permite que el enemigo nos aceche (por un tiempo), por ello la importancia de “orar sin cesar”, constantemente (realizar la oración noética, con tal de conseguir la “permanencia”), ya que esto nos dará ventajas sobre los “enemigos del alma”, sobre todo en contra de los espíritus inmundos, invisibles, que se esconden, que bajo su seducción muda quieren hacernos pecar para luego caer en las desgracias de los vicios, una y otra vez, por tanto, cuidemos de nuestros pensamientos, sentidos, y finalmente del alma, para que no se manche más, ya decía San Juan la Escalera, “donde hay pecado es porque hubo orgullo de por medio”, y esto es algo que los “bellacos” no resisten, la “humildad”, debemos hacer todo lo posible para adquirirla como fuera, porque todos ellos son soberbios.
La base de la de la “civilización” está cimentada en la “tradición” que nos traen nuestros antepasados hasta la fecha, en estos casos la escolástica y otrora la patrística, fueron desarrollados una “escuela de virtudes” que fue comenzada por los monjes en oriente, y luego llevado a occidente, no sólo en cuanto a los avances moralistas objetivos (que hoy se tornan relativamente moralizados, y en cierto caso “intersubjetivos”) sino también referente a los temas de estudio, y entre ellos lo de la ciencia, del cual el “ateísmo” quiere ahora apropiarse, cuando no es de ello, lo que existe es un “cientificismo” de las cosas, con tal de querer apartarse de la fe a como dé lugar, como la de la razón misma. El hombre al apartarse del “logos”, prefiere los “dioses” como el “racionalismo”, esto nos “ilustra” a seguir el camino de la “esclavitud” de la “perdición” no de la “libertad”, centrada en lo que conocemos falsamente como “liberalismo” (falsa etiqueta), sea de izquierda o derecha, trayendo consigo la misma solución de eliminación de la “antropología” del ser humano, piénsese en lo que llaman ahora como “cultura woke” por un lado y por el otro el supuesto progreso del “transhumanismo: antihumanismo”. Veamos.
El “katejon”, en estos aspectos puede ser vista como una “autoridad civil-política”, pero ante todo “espiritual” que enfoca al “alma” a ser “depositario de la fe”, en unión a un “cuerpo místico”, del cual se incluyen el orden, la disciplina, el “disciplinarismo”, y su secuencia, de lo que llamamos ahora “ortodoxos”, “fieles”, “discípulos”, “radicales” (o pongan el nombre que quieran), en conjunción de todos los “practicantes”, nosotros, desde las primeras generaciones hemos impedido “intergeneracionalmente” arribarse el mal, en contra del triunfo de la Iglesia militante-purgante, pare seguir a la triunfante y así detener el anticristianismo, el reinado de los impíos, por esto que los “malvados” quieran destruir por varios frentes lo construido por el “cristianismo”, en lo social, político, jurídico, y todas sus estructuras administrativas, todo ello porque su entorno es parecido al reino de los Cielos, ya que todo lo que desate/ate aquí, tambien será allá y viceversa (véase, Mateo 16:19), es una lucha que se entiende “bidireccional” i) material y ii) espiritual, del cual al final el Triunfo deberá darse para los Inmaculado Corazones de Jesús y Maria, pero esto es un imperativo categórico que debemos conseguir con trabajo arduo, disciplina, orden, y con la intervención final de lo que sería San Miguel Arcángel (recordemos Efesios 6), ya que el combate no es contra carne, y sangre solamente sino mayormente contra demonios: principados, dominaciones y potestades, no en vano que Leon XIII haya creado (con intervención divina) la oración que le da fuerza al príncipe de la milicia celestial.
Además de renovar nuestra confirmación de la fe, tener de presente la práctica de los sacramentos, hacer lecturas santas, de la Biblia, necesitamos de la intervención de la Madre María, la Reina del Cielo, la renovación del bautismo, del Credo, y renuncia formal/tacita de Satanás de su Reino, para ello que recemos constantemente, preferiblemente en latín, por lo menos siete (7x) veces al día, ya que significa —plenitud— la siguiente oración compuesta por el sumo pontífice mencionado: “Sancte Míchaël archángele, defénde nos in praélio; contra nequítiam et insídias diáboli esto præsídium. Ímperet illi Deus, súpplices deprecámur: tuque princeps milítiæ cœlestis, Sátanam aliósque spíritus malignos, qui ad perditiónem animárum pervagántur in mundo, divína virtúte in inférnum detrúde”. Amen.
Uno de los presagios que vemos al debilitamiento a este “katechon” son, además de la apostasía, la blasfemia, y la impiedad en sentido generalizado causando internamente como el comején, un hinchazón, que son a veces introducidos por los mismos sacerdotes y obispos, y afuera por los judíos, masones, musulmanes, satánicos, antirreligiosos, anticristianos, etc, en cuanto a querer su desprestigio, a esto le sumamos el enfoque de sectas, sobre todo protestantes (de todas las más 30.000 denominaciones existentes), intentando montar una presunta verdad pero acomodada, basado en clubes de intereses privados, como de cismas, entre otros, grupos católicos apartados de los dogmas, la consolidación de la nueva era, todo ello aumentado su furor desde el siglo XIX en adelante, determinados en técnicas de infiltración, es decir, militares, espirituales de todo tipo, paganas, panteístas, racionalistas, quitando de por medio la “ortodoxia” (cuerpo místico comprometido), con grupos de presión, feminismos, cultura woke, animalismo, etc.
No sabremos a ciencia cierta hasta cuándo podremos hacer esta “retención”, o “contención” pero en ultimas nuestro fin será siempre “luchar” hasta lo último, ese es el llamado, por muy difícil que lo sea, a pesar de tener casi todos los pronósticos en contra, sobre todo de tener absolutamente desfavorables sobre lo que pasa en el mundo, en cuanto a la maximización del racionalismo (que es creer tener mayor inteligencia profana, y sin sesgos) y de las ideas posmodernas, cada vez que hay más escándalos en la Iglesia (autoridad) esto hace que avance el mal en otros frente, en cuanto a su impiedad, lo que permite la contención de la misma (es su cuerpo místico) lo que son fieles, en su terreno ortodoxo, que del cual no pueden retroceder ni un milímetro, el espíritu anticristiano no se detiene, lo mismo nosotros con nuestras fuerzas, debemos sumarlas, lo que estamos al pie del cañón, deberemos defender esa barrera espiritual que tiene que aguantar como “centinelas” (Ezequiel 3:17-21) hasta su final, hasta su “intervención divina”.
Si rebobinamos, todo esto ha tenido una secuencia, intergeneracional que es muy difícil de compilar pero desde la caída del hombre (Adán) y luego de toda la humanidad (Eva) ha venido “involucionando” en cuanto al aspecto moral, contrario al racionalismo que ha venido “evolucionando” desde la época primitiva hasta nuestro tipos, edad contemporánea, colándose a través del pensamiento de las ideas, cada vez más radicales en cuanto al “antropocentrismo”, es tan así que ya estamos hablando de una quinta revolución industrial (5.0), y además del fenómeno del “transhumanismo”, hacia la “anti-humanidad”, buscando una “singularidad” que no vino por sí solo sino por mera construcción social, achacando y tirando por la basura la doctrina de la fe, creando una doctrina falsa, propia, atea, del hombre modernista, en cuanto al camino de la “autoendiosiación”, comenzada con la liberalización de todo “perjuicio material” y “perjuicio almático”.
Con la llegada de este gran salto y último estoque de la humanidad, en la “era de la máquinas”, se presenta, la mayor liberalización de la razón para pasárselo a otros seres (objetos) que no siendo hombres, van a tener el control de nuestras vidas, así existen unas presuntas reglas inalterables, son en estos contornos donde se compondrán completamente de la naturaleza de la creación, el orden, su belleza, y todo su “sistema”. Este aumento de brecha permitirá, acabar la contención, retención de la impiedad (katechon), véase, (José Alberto Villasana Munguía, “Katejon: El que retrasa la manifestación pública del Anticristo”, Abacar Ediciones). El renacentista antropocentrista, humanista, antes y durante su estancia, el protestantismo, forjó con mayor ahínco la liberalización de la doctrina de la fe (e inserto todos sus ideas en los movimientos modernistas dentro y fuera de la Iglesia), se abrió la puerta (brecha) para comenzar una “gran revolución” de las tesis devenidas de la “tradición”, lo que espiritualmente fue aprovechada por “anticristos”, teniendo en cuenta una nueva técnica, consistente en “instrumentos softs” ya no duros de las cosas, en cuanto a su cultura, sin dejar afuera otros enfoques de ataque del maligno como lo son el “belicismo”.
Con la cultura woke, el posmodernismo, la masonería, el liberalismo, el talmudismo, la ilustración, el racionalismo en pleno (vista como género), se estaría calando mayormente el desarrollo de la mentira, la confusión, el error en pasta, llegando hasta su auge del “comunismo” y en su versión menos dura como lo es el “socialismo”, el “capitalismo de Estado” o de “amiguetes”, que aún tenemos vestigios de estos elementos a gran escala —culturalmente hablando—, a esto le sumamos la teoría del queer, los feminismos, la perversión del lenguaje, el animalismo, el ambientalismo, y demás basuras como el ecumenismo espiritual finalizado con la nueva era, y un panteísmo actualizado, todo conectados bajo un mismo espíritu anticatólico, ambiente “laicizado” que comenzó intensamente desde las apariciones de las revoluciones, tal como lo hizo por primera su líder principal, el “soberbio mayor” y ahora lo continúan sus “hijos”.
Expresa el obispo exorcista italiano, ya fallecido Andrea Gemma, en su texto, “Io Vescobo Esorcista” que dentro de la escala mencionada fue el segundo elemento o tercero (según la concepción que se tenga), es decir el “mundo”, y su acción “lo mundano”, lo que ha hecho de lo que aparentemente llamado “neutro” sea tomado como “mayor campo de acción” para el “maligno” y sus “bellacos”, en esta caso la posmodernidad, la secularización, que trajo como último eslabón el liberalismo, ha dado el gran último salto, desde antes con un preámbulo en el terreno material, del llamado “protestantismo” (que fue un gran golpe a la Iglesia), para luego seguir hasta llegar, a la “ilustración”, “ideas comunistas”, “socialistas”, y la consolidación de los años 60 (hippies, drogas, libertad sexual, degradación de lo moral) sumado a este veneno el “racionalismo burdo”, dando a entender que todo lo de Dios ahora es “irracional”, y lo único que interesa el “hombre”, y su “singularidad”
En el presente no son solo existen ya unas herejías (porque siempre han existido después de la aparición del cristianismo a partir de los hechos de los apóstoles), sino una “revivificación” de las herejías combatidas, pero actualizadas y otras que serían camufladas, parece ser, que la “guerra espiritual” estuviera perdida, debido a la gran “impotencia” que tenemos los fieles para detenerlo, por tanto, lo que aquí solo hacemos nosotros dentro del orden la justicia está destinado a la “contención” mientras que se dé la “intervención divina” o el “arma” para su “recuperación” (como ya ha pasado a lo largo del tiempo (piénsese Constantino, Santo Domingo de Guzmán, Simón Stock, la Medalla Milagrosa, la Medalla de San Benito, la intervención de María en la Guerra de Lepanto, etc).
Desde que la vida del hombre ha sido corrompida como si tratara de un virus que infecta todo, un comején que está comiendo todo por dentro y fuera, en estos casos la idea/concepto de la libertad ha sido una de las peores nociones sintetizadas para el ser humano para nuestros días, ya que ahora está empacada en cajas de doctrinas falsas, cuyo etiqueta se impuso apenas hace unos siglos, esto, en cuanto a lo que significa las supuestas revoluciones pro-homine a su “favor”, lo que ha calado es el invento de nuevos dioses (idolatrías), una clase de neopaganismo, todos bajo un mismo fin (del cual se incluyen ateos), y es la mera “destrucción” de lo “creado”, esto, nos hace volver donde empezamos a la “corrupción original” que se vuelve imparable del “ser humano” (“involución”, es un “big crunch”, en términos astrofísicos) llevándonos al totazo final una “caída” que será estrepitosa.
Lo que vemos hoy en día, descaradamente, es la “negación de la fe”, abiertamente, ya sea explícita (juegos olímpicos de Francia) o implícitamente (pecados, faltas, vicios, tibieza), y le echamos la culpa casi en todo a todas las etiquetas que trajo consigo el “liberalismo” ya que ha rayado en la “eficacia” de carcomer todo lo “espiritual”, causando acedia y aridez. El “entendimiento” en este caso de la “razón” ha sido permeada por exceso con materia basura (conciencia dolosa) y ya no tanto por defecto (ignorancia) dejando de buscar, la fe ha sido obstruido y echado a un lado, cuando precisamente es inseparable de lo razonable, ya sea en su versión clásica (con Sócrates) o crítica, (como lo determinaba Popper en la Sociedad abierta y sus enemigos y Lógica de la investigación). Otro problema es que dentro de esta “etiqueta” del “intelectualismo”, “progresismo”, “racionalismo”, se quede permeable, como una “veleta” (un día decimos sí y otras no), a esto le sumamos el creernos superior a los demás (arrogancia), por ejemplo, yéndonos en contra de la “tradición” (historia).
Tenemos muchos enemigos en común, no solo nuestros vicios, faltas, pecados entran dentro de este problema (sanación interna), sino lo que llamamos “demonios” (lucha constante), sino el “mundo” (defensa externa), principalmente contra nosotros mismos, cuando no renunciamos a nuestros placeres somos “contrincantes”, “afeminados” (según Chad Ripperger), estamos ante una constante pelea, de todos contra todos, de diversos flancos, carnales, mentales, espirituales, que se presenta del cual el alma es su centro, lo que tú representas en esencia como “sustancia”, por ello que debas liberarse en todo momento de todo estas circunstancias aplicando la “ascesis”, con tal de no perecer, es por ello que con el “maligno” (en cualquiera de sus representaciones) no se puede “dialogar”, ni tratar aunque sepamos que en la práctica lo que se hace es totalmente contrario a la “realidad”, es decir, se vive no solo conversando con los “bellacos”, sino aceptando, expresa o tácitamente sus planteamientos con conciencia o inconsciencia.
De nada sirve el cuerpo, o poco para los “entrenamientos” del “alma”, como dice San Pablo (véase 1 Timoteo 4:8), cuando se trata de “combates espirituales”, aquí los “ejercicios almaticos”, se traduce bajo la naturaleza de la elevación del espíritu, que por voluntad propia y libre debes ejercer a través de la oración, penitencia, mortificación (ascesis) y la práctica sacramental, no se puede tener una lucha tú a tú (face to face), con el enemigo, porque siempre vas a perder, ya que esto hace parte además de su terreno orgulloso, es consigna del sistema disciplinario de Dios, que le pidas siempre ayuda para vencerlo (sinergia), de allí que se necesita siempre de la gracia santificante (colaboracionismo), ya Orígenes (véase, De Principiis, III, 2, 4-5.) expresaba “los pensamientos surgen de nuestro corazón a veces de lo que hemos anidado en él, pero otras, por la potencias no del Señor, sino de la fuerza contraria”.
Debemos considerar que nuestro enemigo es el “impío revoltoso”, porque en verdad lo es, aquel hombre que rechaza la doctrina del Evangelio dolosamente. Se debe aclarar que aunque Jesucristo en estos casos nos envíe amar al enemigo, estos no es aplicable en este contexto, aquí se debe entender en dos significados esta idea y se basa en que las conceptualizaciones son totalmente distintos, es decir, no hay que ser enemigo de ningún hombre humano en principio, toca “amarlo”, pero sí se deber enemigo de su espíritu apóstata, blasfemo…, aquel que es contrario a la verdad, no solo espiritualmente hablando, como lo sería en contra de los demonios, sino también en contra de ese ser que lo hace con repugnancia, un apóstata de la verdad con conciencia, una personificación propia del maligno.
Los enemigos de Dios, son los mismos que el de nosotros, siempre y cuando compartamos el mismo “espíritu santo”, lo que pasa es que Él no tiene enemigo (dentro del arché), porque es Dios, en cambio nosotros sí, el odio del diablo y sus bellacos es “unilateral”, porque no puede vencerlo, pero si a nosotros, por ello que la Santísima Trinidad esté de por medio para que eso no suceda (se necesita de voluntarismo más gracia). Es curioso porque en otras religiones esto no sucede ni siquiera tanto como en el judaísmo primitivo, aunque encontramos algunos rasgos en Proverbios 24:17, 25:21 o 1 de Samuel 24:26, se “obliga amar al “enemigo”, y esto es lo único que nos sostiene como “Iglesia”, la gracia del Espíritu Santo, que es poderoso, fuerte, e inmortal “pero no con los cimientos del Imperio Romano ni de los supuestos dados en el siglo I” (véase, Philipp Vielhauer, Introducción al nuevo testamento, los apócrifos y los padres apostólicos, 1991, Ediciones Sígueme, 1991).
San Agustín fue consecuente a su tiempo cuando expresó que se debía al Imperio Romano esta “retención”, que fue consumado hasta su “martirio”, el mismo San Pablo expresa que no se trata de un “anticristo” como tal, sino “hombre u hombres de impiedad”, que puede ser uno —singular— o muchos, un —grupo— (inclusive una máquina-robot, como van las cosas) en todo caso que estará acompañado del “anticristo” que en realidad no es una persona, sino el “espíritu” que se ha venido calando desde el principio de los tiempos que siempre varía su fuerza (en tamaño y proporción), y la acción en el mundo que por lo que parece está más fuerte en estos días, y esto lo decimos por las señales que están dando desde adentro y de afuera de la Iglesia, conforme a este “reinado de impiedad” que parece que comenzará a coronarse, ya que está avanzando, por tanto las murallas se están resquebrajando (piénsese en los Señor de los Anillos, como el “Abismo de Helm” o “Minas Tirith”).
No podemos permitir que las fuerzas de Sauron (Diablo), los Uruk-hai (demonios) y otros orcos (secuaces humanos) entren en la fortaleza, debemos ser “ortodoxos”, “radicales”, y acrecentar la pujanza de ese “katejon” para que no suceda más su avance, el asedio, a pesar de estar ahí cerca, y ya lastimadas sus columnas, debemos “mantenernos” hasta el final de los tiempos, estemos en este plano o no, como peregrinos, polvo y cenizas, gusanillos, nuestro espíritu santo debe estar en expansión en la palabra, en las acciones, se debe ejercer en apostolados, misiones, tareas, evangelizaciones (depende de ese “rol”, “condición”, “capacidad” de cada uno) que sería “lo que detiene” (to katechon) y contrarreste con la ayuda del Espíritu Santo “el que detiene” (ho katechôn), la confirmación de la fe (fidei depositum), dando autoridad a la Iglesia Católica (sin adjetivos), sobre la la venida de estos malvados, en su plenitud, aunque existen ya y operen (en el mismo sentido fue aceptada esta idea en partes por Teodoreto de Ciro, Juan Crisostomo, Efrain el Sirio y Juan Damasceno).
Cristo cuando vino al mundo no solo llegó a confirmar la ley de los profetas y darle plenitud a los mandamientos, sino que hizo muchas cosas más que sabremos según los estudios que hagamos y otras que no, por ser un misterio, además de la redención total y mayor, todo el que no crea en Él y en esto, expresa San Ignacio de Antioquía, se deberá considerar como “anticristo”, todo el que rechace su naturaleza, es judío (dice este último), que en los tiempos actuales podríamos llamarlos “impío”, para abarcar un mayor número de denominaciones, en su totalidad, un “asesino de cristo”. A pesar de San Agustín, decía que se tratara (siendo un coherente para su época) del Imperio Romano el tal “katechon”, este confesaba que “no tenía idea de lo que quiso decir San Pablo”, humildemente reconociendo lo que vendría, pero que ahora podríamos interpretar, de qué se trata este hombre del pecado e hijo de la perdición, y de sus manifestaciones liberalizadores, posmodernistas, racionalistas, etc.
La escatología de todo esto se centra en la “impiedad”, “iniquidad” y en la “acción”, en una total hipocresía, falsa piedad, etc, del caos, el desorden, todo ello será el sustento, de todo lo que sucede, conforme, a lo que sería esa “espera” (holding) que otros podrán pensar que es propia del maligno su cuarto de hora para saber en qué momento preciso atacar, pero no lo creemos así, es decir del tiempo de Dios determinar cuándo se levanta ese “katejon” (que no parece ya condicional, como algunas profecías), pero no ya que es una fuerza que lo supera, como la es del “espíritu santo” (de los fieles), y que proviene condicionalmente de lo que suceda por parte de sus discípulos, soldados, ortodoxos, etc, a través de la gracia, con la oración, súplica, penitencia, a pesar de querer hacerlo, para limpiar todo ello, y también del mal, para acabar con ello, lo que inhibe está “asma espiritual”, el juicio final no lo sabemos, nos queda muy grande para nuestra mente, pero sí sabemos que está cerca (según los tiempos dados por Señor).
Cada vez que queremos saber algo leemos el apocalipsis o el evangelio de San Juan, pero podemos tener por seguro que existen hechos repetitivos aun escatológicos, no solo que están en el nuevo testamento, sino que aún siguen vivitos y coleando en el viejo (cíclicos), y que pueden ser repetitivas en el tiempo, aunque hayan pasado, los niveles de anticristo por tanto varían, no existe una sola clasificación ni una personificación única, es un espíritu de niveles, cuando se refiere a ello, en cambio la impiedad aunque sea inmaterial, es cuantificable en el sentido de la maldad puesta en acción por parte de este sujeto anticristiano, lo que pasa es que lo “obstaculizante” (katechon) se lo impide que en este caso es la Iglesia en el sentido místico (son “espíritus santos”, una conjunción centrado en una sola fuera) como la Iglesia Católica (en sentido de autoridad, confirmación de la Fe (véase, San Justino).
La Iglesia entendida en el sentido formal (Católica) y material (fieles, ortodoxos, tradicionalistas, radicales, etc) está compuesto en su “cuerpo místico” (unión de todos los santos y justos que existen o han existido), que es lo que impide el avance de la impiedad, de la maldad, y esto es otro obstáculo pero para la maldad, por ello que quieran quitarlo de encima este “tapón”, con tanta abominación, apostasía, blasfemia, lo cual le dará lugar a su falsas promesas, que seguro aparecerá en oriente o del norte (como puede predecir Jeremías), y esto, va en consonancia con lo poco que se conoce del tercer secreto de Fátima, y la revelación de nuestra Señora de la Salette, la beata Ana Emmerick, Maria Julie Jahenny, el Padre Pio, etc, de lo que la “retención” será removida, no solo materialmente, sino espiritualmente para darle a una guerra relámpago (blitzkrieg) a todo lo piadoso, como forma de purificación de tanto mal (que nos hace ver que sea necesario).
La tierra, como terreno adjunto del Reino de los Cielos, es parte de su Imperio, y como toda maleza querrá que la cizaña (impíos), crezca con ella, junto con el trigo (justos), pero esto no es óbice para que al final no termine arrancándolo y dejando lo último, tal como lo establece escatológicamente en Mateo 13:47-53 saldrán los “ángeles” y separarán los malos de los buenos, y los echarán al horno del fuego, y todo ello porque el espíritu del anticristo (racionalismo, culturismo woke, y demás modas mundanas) se han apoderado de este mundo, que terminó siendo mayormente materialista y racionalista (ateo/agnóstico) más que espiritual como al inicio de los tiempos, tal cual como lo era antes, y que ahora se ha venido perdiendo ese potencial/movimiento/operación, debido a ese apego dentro del reinado consumista, y ministerios de la impiedad.
Por último, el llamado de Cristo, es ser “vigilantes”, con todo, interna-externamente, de todas las cosas, ser un depositario de la fe, militante, mercenario, legionario de su palabra, predicar con la verdad, estar siempre alertas de las insidias del maligno y sus secuaces, con discernimiento, entendimiento y sabiduría, sabiendo destacar el trigo de la cizaña, lo bueno de lo malo, esperando en “gracia” la intervención de Dios, coincida con tu tiempo o no, pero dejando en cuanto al cuerpo de resistencia místico, el “katechon” necesario a la resistencia contra el mal, la manifestación está cerca como el espíritu del anticristo, solo es saber qué bando escoger, depende de ti (una parte), pero solo el Señor es el que vencerá (solo para Él es la Gloria) evitando el mundo, la carne, como dice San Ignacio de Loyola (General de la Compañía de Jesús): Odiando o que el mundo busca y buscando lo que evita”.
Recordemos que, aunque el “katejon” sea removido, esa muralla, contención seguirá en pie y las puertas del infierno no prevalecerán, y al final el Corazón Inmaculado de Jesús y Maria, triunfará.