"Para los tristes las horas transcurren muy lentamente, pero pasan veloces para los que viven alegres" (afflictis lentae, celeres gaudentibus horaes) - Anónimo
"La tristeza benigna, un don de Dios"- San Juan Crisóstomo
"Para librarte de la tristeza aprende a despreciar tanto los honores como el prestigio en el mundo”- San Máximo el Confesor.
"Que la tristeza provenga de los propios pecados, no de las ambiciones insatisfechas. Tiempo feo, pero fértil, si es bien empleado". - San Agustín
Mario Felipe Daza Pérez
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Expresa un trabalenguas famoso que "tres tristes Tigres tragaban trigo en un trigal", comúnmente estamos "tristes" por hechos que nos suceden y que no nos gusta que pasen, ya sea porque el celular se dañó, tal persona amiga no nos habla, el televisor perdió la imagen, un asunto X, Y o Z no ha podido resolverse, sea cualquiera el tema que fuera, material o inmaterial, lo que poco sabemos es que la “tristeza” es una emoción de “sí mismo”, es decir, depende de cómo la sobrellevemos interiormente, por tanto, existen no una (1) sino tres (3) tipos de ellas (causas) que debemos entrar a detallar, y expresar que no todas son "malas", por lo menos existe una (1) que consideraremos "benigna" que es la que debemos mantener en nuestro vivir, y esto nada tiene que ver tampoco con el "lloriqueo" que es independiente o no al “sentimiento” descrito, la cuestión “central” aquí será solo el "dolor interno".
En estos días en el "evangelio" por "Diosidencia" se ha hablado sobre la "tristeza" pero de la "buena", la que llamamos "benigna" (véase, Juan 16) del cual se hace la critica que el “mundo” lo que ofrece son "alegrías" pero “falsas”, mientras que nosotros estemos “entristecidos”, estaremos por tanto “contentos” (le podemos llamar una “paradoja”), esto, por lo que se viene, por ejemplo, la mujer que va a dar luz siente “dolor”, y esta “triste”, pero a la vez “contenta” cuando tenga a su hijo, lo mismo, lo estaremos nosotros que cuando vivamos de verdad, todo según su hora y día, tiempo, entendamos que la "tristeza" que nos expresa el Señor es la que viene del cielo, y no de lo “mundano y esto es un misterio que proviene de la "sabiduría" por ello las suplicas para obtenerla por parte del Espíritu Santo.
Desde el plano de la “psicología” tenemos que la "tristeza" es una "emoción" igual como lo es la “ira”, o su contrapuerta la "alegría", lo mismo el "miedo" por tanto es este "valor" el que puede generar cierto "decaimiento", pero no siempre, con llanto o no, con ello indirectamente podemos obtener: insomnio, dejadez, pérdida de hambre, etc. Estos hechos a su vez están representadas en el desarrollo que hace Hipócrates, respecto a los cuatro (4) humores, que en su tiempo en la edad media fueron considerado como "pecado capital", que fue deslindado como hemos expresado en otro artículo por medio de la vía de la "acedia" (pereza espiritual), lista que fue modificada por San Gregorio Magno, primeramente introducida por Evagrio Póntico, pero que en todo caso tiene que ver no con el "lloriqueo" como se cree, sino con el “dolor” que es “interno” (del ser espiritual), no externo (no del mundo, ni lo físico, véase a Santo Tomas de Aquino, en el “Tratado de las pasiones", entre ellas [modificándolo un poco], concederse algún placer: comer cacao, algún antojo, llorar, hablar con amigos, buscar la verdad, darse un baño de agua [helada], ingresar al sauna/turco, hacer una siesta, o dormir bien, entrenar, meditar, andar descalzo en la naturaleza —earthing—).
Biológicamente el compuesto neuroanatómico que tiene que ver con la asociación hormonal en la segregación de "sustancias" en el cuerpo, para disminuir en este caso la tristeza (que no es lo apropiado del todo, porque es un efecto natural) más si de la depresión, ansiedad, estrés, es la hormona de la "serotonina", que bien es introducida a través del “triptófano”, para activarlo o aumentarla dependerá de la condición de cada quien, por ejemplo comiendo cacao del 100%, haciendo ejercicios aeróbicos de alta intensidad combinados con anaerobios, entre otras "actividades", se ha demostrado, que estas "´prácticas" acrecentará la "modulación cerebral" del lóbulo temporal, y el cerebelo ya esto se ha evidenciado a través de tomografías por emisión de positrones (PET).
Estar “tristes” en la forma “benigna” te permite, mejorar rápidamente el "dolor" porque recompones el problema y te fortalece, es decir consigues la "sympatheia" (bienestar mental), no solo analizado desde un punto de vista cognitivo-conductual, sino “espiritual”, esto, te permitirá enfocarte en tus habilidades que son fuertes y redirigirlas a aquellas que están endebles, la cual te da alivio, porque ves y sientes que tiene solución, es decir, te llenas de optimismo, por ello que sea bueno además de hacer oraciones frecuentes, confesarte, y decir las faltas constantes que tienes ante tu confesor, esto, para poder liberarte de una vez por todas de ese vicio, pecado o falta que te tiene mermando, en este caso de "tristeza maligna", pereza, acedia, aridez, etc, (Véase, Murphy ST, Cheavens JS, Strunk DR. Framing an intervention as focused on one 's strength: Does framing enhance therapeutic benefit? J Clin Psychol. 2022).
Si leen Lucas 7 se menciona a una "pecadora" que con sus lágrimas moja los pies de Cristo, y los seca, pues, no podríamos saber a simple vista que fue un "arrepentimiento" o no, pero sí que hay inmerso en esta historia una “tristeza”, que según el evangelio nos relata, lo que si podemos comprender “es que no se lavó con agua sino que son sus propias lágrimas”, por el "amor" (caridad) que sentía por el Señor, de este modo debemos tener claro que el "abatimiento" que tenía ella, era “indicio” de un "real arrepentimiento", que va de lejos a la "tristeza maligna" del porqué no ha comprado el último iPhone, o porque no te ha salido un negocio para poder viajar por la Bahamas por crucero, nada de eso, aquí el perdón es "espiritual" no "material".
Sabemos muy bien que la "tristeza" en si no es pecado (al menos lo fue en su sentido "capital"), pero indirectamente afecta, no pasa lo mismo con la ira (que sí lo es, cuando es "sistemático"), pero aún puede tener el efecto contrario enérgico de un comportamiento agresivo frente a una situación, dándose al revés. Todos en la vida hemos tenido episodios de tristeza (distimia), unas veces se manifiestan y otras no, lo que importa es cómo afrontarla, la cuestión es saber cómo sobrellevarla, no permitir que se convierte en “vicio”, y esto es peligroso porque se puede transformar en pereza, ansiedad, depresiones, etc, en todo caso existen niveles para tratarlas estas "causas", no solo con “psicoterapia”, sino también con “almaterapia”, es decir, con oración, confesión, mortificación, ayuno y penitencia, entre otras.
Muchos se preocupan por la "tristeza" en sí, pero en diversas investigaciones se ha demostrado que la "ira" es más perjudicial que la misma "congoja", ya que aumenta la inflamación neuro sistémica, y está en línea en desarrollar enfermedades metabólicas, incluyendo las coronarias, y el cáncer, en cambio estar "triste" de forma “benigna” (dependiendo el enfoque como se plantee) hará más bien que haya una mejor "recomposición" del problema a tratar, desde el punto de vista de la “psicoterapia”, o más bien “almaterapia” como si de enfermedad del alma se tratara, haciendo que los objetivos propuestos se puedan alcanzar, de hecho, en ocasiones "escuchar música triste" puede ser de ayuda, para conseguir un "corazón contrito" lo cual conlleva a una “paradoja”, ya que permiten modelar las emociones convergentes, de allí que otro estudio se exprese que: “conmoverse provoca tristeza y la tristeza provoca conmoción” (véase, Barlow MA, Wrosch C, Gouin JP, Kunzmann U. Is anger, but not sadness, associated with chronic inflammation and illness in older adulthood? Psychol Aging. 2019 y Schubert E (2024) Liking music with and without sadness: Testing the direct effect hypothesis of pleasurable negative emotion).
Para aprovechar estos “beneficios” la "contrición" siempre debe ser "pura", el "arrepentimiento" debe ser “real" una verdadera tristeza de los pecados cometidos, en el pasado o presente, no es esperar el momento para hacerlo, porque existe sospecha de que no sea real. Ahora, la “tristeza” aunque desde el enfoque del que lo queramos encauzar puede ser buena, aunque no es posible mantenerlo en el tiempo, porque no es nuestro estado natural, es la excepción a lo que debemos sentir siempre que se nos venga el "apetito negativo del alma", a ese mal interior, que es propio de ti, no de los demás. Entendamos que no es estar publicando nuestras “aflicciones” en “redes sociales”, si es así ya comienzas mal su tratamiento, y puedes recaer en depresión, ansiedad, envidias, acedia, angustias, y otras "causas" no aprovechables para el espíritu, y por tanto para el cuerpo, porque tiene que ver además con la "pereza" al estar "triste" y con "flojera" a hacer actividades cotidianas, como el ejercicio físico y mental, como de la piedad: oración.
La “tristeza”, no solo puede ir ligada a enfermedades del cuerpo y del espíritu (propiamente), sino también a otros sentimientos y pecados del alma, como la envidia, la codicia, o los celos, debido que con su componente da un paupérrimo “estado almático” de lo que se concibe, esto lo que hace es que esa "infelicidad" se atrase a otros escenarios, a enemigos del alma, por ello que sea peligroso, al volver en un subestado de tristeza, como melancólico, desesperado, acongojado, estos hechos pueden ser usados en tu contra, ya que ciertas acciones de la “pysche” son trabajados desde la mente, por el enemigo, con los pensamientos, de allí, lo que pienses es crucial para lo que vayas hacer, decir, etc, por eso lo de la "fortaleza", como "don" y "virtud", debes pedirlo y trabajarlo, pero primeramente rechazando lo que es del mundo, lo "mundano", y alejándonos de él es un buen remedio, ya decía San Ignacio de Loyola: "Odia lo que el mundo busca y busca lo que evita".
Esta “tristeza” en el sentido “negativo”, convierte al alma, en un arrastre para el "progreso espiritual", sobre todo para la "práctica de la virtud", porque no la deja avanzar, es como si tuviera un rastrillo dentro, porque no camina, los movimientos y las potencias se detienen, o al menos se desaceleran mucho, de allí que desde el antiguo testamento el Rey David, desde los salmos nos invita a estar alegres, a servir al Señor con "alegría" (Serviam Deus), véase Salmos 31:11, 69,5 99:1, 104:3, entre otros, si, la tristeza tiene sus matices, igual que la alegría, y pareciera que esta última fuera solo positivo, pero no, de hecho dentro de la "alegría" podemos encontrar un "valor negativo" que es denominado "alegría" con "malicia", o también puede referirse el ponerse "contento por el daño ajeno", (que en Alemania le tienen nombre propio: "schadenfreude").
Sentirse solo, pensar que los amigos se han alejado, que te faltan propósitos, la muerte de amigos, y familiares, estar triste porque vas a fracasar en el trabajo, no concebir un proyecto personal, no poder casarse, todos estos supuestos problemas pueden ser tratadas con terapias cognitivos-conductuales, como la que hoy se reviven a partir del estoicismo pero no es tan bueno porque lo que se trabaja aquí desde el plano espiritual, es más que todo una "indiferencia", es por tanto "pañitos al agua", no una solución como la que proponen en los “apotegmas" los "Padres del Desierto”, es una ayuda que llena tu alma, y que solo puede ser colmado por el "Espíritu Santo", de allí que la tristezas malas o indiferentes, sean "nefastas", una que otra en mayor medida, pero que a la final no te resuelven, porque provienen del “mundo” no de Dios.
Veamos sus clases (causas):
- Tristeza mundana (común o malvada): Es la que proviene de las "cosas del mundo", y puede ser la más peligrosa porque nos hace caer en nuestro sentido de la vida, como la pérdida o daño de un bien material o no conseguir tal viaje esperado, por faltarme ese bien que tanto anhelo, el cambio del carro, y demás superficialidades/banalidades de que ofrece lo terrenal, muchas veces nos sentimos agobiados, cansados y perdidos que lo primero que hacemos en pretenderse llenarnos con más "mundo" yendo a un centro comercial a distraernos, cuando allí su contenido es "consumista", cobijándose en el alcohol, en las drogas, etc, y así no se consigue la "alegría" esperada.
- Tristeza indiferente (falsa): Es la que se propone sobre todo en la filosofía greco-romana, en especial desde la escuela cínica, epicúreos hasta los estoicos, que es la determinada al causa-efecto, por cosas del "destino", esto es, aceptar los hechos tal cual como vienen, como la muerte de un ser querido, la pérdida material, etc, es el por tanto no hacer nada respecto a ello y seguir tu vida y esta no es la solución cristiana, si bien sabemos que todos vamos a morir, esto no es óbice para tomar dichas "malas conductas" para mejorar, lo que ellos quisieron de nosotros, piénsese "padres", en el sentido de la "virtud", lo esencial es poder “superarnos”, esto con el fin de llegar a la "salvación" no a la condena, o a la simple muerte corporal porque para esta filosofía pagana el morir es el regreso "universo" (visión panteísta), mas no se obtiene de ella ninguna “vida eterna”.
- Tristeza espiritual (benigna): Que le llamaremos también en términos griegos (ya que constituye una "polisemia"): "sympatheia" solo para describir una parte de sus subelementos (que la podemos asociar solamente en este caso al "bienestar mental" mas no "almático") puede estar acompañado del "lloriqueo" o no, lo que sí es cierto es que siempre viene acompañada del “dolor” pero no físico, sino "espiritual", aquel que es "interno" (del ser) no externo (del mundo), y que bien se relaciona de la misma sabiduría, y por tanto del Santo temor de Dios, del conocimiento y la ciencia de saber los misterios de la Fe, en cuanto a los pasos otorgados por la pasión de Cristo y muestreo en el "camino, la verdad y la vida", en cuanto a la redención de nuestros pecados, del que puede entrelazarse como una "tristeza santa" según lo expresado por los padres/doctos de la Iglesia.
Marco Aurelio en su libro "Meditaciones" tendría mucho que decir al respecto de la "tristeza" y el "dolor", pero si extraemos tan solamente una de sus frases, este expresa "tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos, date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza” lo mismo encontramos en las Cartas que escribe Séneca, este indica “sufrimos más en nuestra imaginación que en la realidad”, consideran ambos que solo radica en ti cambiar las cosas, porque el poder está en tu ser no en otra persona que sea crea “superior” y que lo es (Dios). Epicteto en su "Enquiridión" arguye a su vez "te conviertes en eso a lo que le prestas atención", si notamos sus “indiferencias” en "divergencia" de los "cristianos" no se trata de "dejarlo así" sin poner algo más allá, "metafísico", es decir una "trascendencia espiritual", porque no les importa lo ocurrido en el pasado, sino que no lo recuerdes para no volverlo a cometer, —lo que es distinto— y no simplemente se trata porque "ya sucedieron", aunque estemos de acuerdo en "derramar lágrimas" o no, puede que no se proponga un "modelo de arrepentimiento real”, es decir "contrito", y solo se basen en una "buena conciencia" de lo que “les parece a cada uno” (parecido a la estructura budista) pero solo del presente, olvidando todo, centrándote en lo que eres nada más, no porque te duela (dolor interior) ni tampoco por amor a la "Santisima Trinidad".
En este escenario la "tristeza santa" que proponemos los "cristianos", la "benigna" no solo está enfocada en una "solución real", "espiritual", para el "alma", sino que también compone un sentido "cognitivo-conductual" en cuanto al trato de una "psicoterapia" para la mente, es por ello que la "sympatheia" aquí tenga que ser visto, no solo como un "bienestar mental" como lo hemos definido sino que sumado al religioso, tiene que ser elaborada como la construcción de las emociones no solo de lo "triste" sino también de lo "alegre" porque este último tambien podría llevar a problemas, sobre todo cuando es "falso", igual como sucede con el llanto, el sufrimiento, la carcajada, etc. Veamos, cómo la veamos, siempre debemos propender por este último "tipo de tristeza", que proviene de la “ciencia de la cruz” (scientia crucis), de su cargue, una que es espiritual que permite purificar nuestra alma, sufrir no porque sea un "mal" ni tampoco por "indiferencia", sino un bien por las "faltas de los pecados" cometidos. Este sentimiento visto de esta forma nos permite conocernos mejor, examinarnos, para poder identificar qué está incorrecto y que es lo que tiene ese remordimiento en la "causa mundana", y no de la "divina providencia", que es la que hemos "descuidado".
El "arrepentimiento", ese que es contrario a la "arrogancia", "soberbia", "sinvergüenza" de haber cometido una "falta", nos permite reevaluar lo que estamos haciendo a diario y a cada momento —examinarnos—, no porque llores quiera decir que algo ande mal o bien, sino la enmienda, la propuesta de no hacer aquello o esto, es el "dolor interno", repetimos, de no cometerlo nuevamente, este es el que vale, el que proviene del corazón (scientia amoris) y todo ello es el que va a permitir su desdoblamiento, evitando el aburrimiento, la ira, la malquerencia, mal humor, indiferencia (tristeza indiferente), desaliento (tristeza maligna), acedia, o mejor, un estancamiento en lo espiritual, te hace avanzar en la piedad, porque haces las oraciones y penitencias con mayor amor —caridad— (tristeza benigna).
Como todos conocen, la contra, y la solución a la “tristeza”, ya sea la "indiferente", o "maligna", es la "alegría" pero del "gozo espiritual", mas no de lo que ofrece el "mundo" (nuevo carro, mujeres, regalos, glorias, etc) es la primera la que es necesaria para "salvarse", aun así no es "correcto" estarlo todo el tiempo y además porque el cuerpo no lo permite, existen momentos entonces de "alegría", o “estados alegres”, que no permitirán la "acedia" o la "aridez" que es "peligroso" para nuestra alma, ya que estas se van introduciendo como la "polilla" o el "comején" comiendo la “madera almática”, hasta llegar a endurecer el corazón nuevamente (por ello menester realizar la "oración de Jesús —filocalia—), y lo que necesitamos es el revés, colocarlo blando, esto es, "suavecito". Mientras que vivas entonces, trata de mantenerte alegre, hagas lo que hagas, indistintamente de que tengas tus situaciones de tristezas no santas, mientras que pervivamos alegres el tiempo pasara rápido ni nos daremos cuenta de ello (afflictis lentae, celeres gaudentibus horeaes), y eso contribuye a la lucha que vivimos diariamente (Job 7:1), no con el mundo que es una de los frentes, sino el lado a lo que se expone en Efesios 6, ya decía San Ambrosio: "La tierra es el campo de entrenamiento del hombre, el cielo es su corona".
Hace años le preguntaron al Anciano Padre (ortodoxo serbio) Tadej de Vitónica desde la “experiencia espiritual”, ¿Cuál es el sentido de nuestra vida?, este explica que es la “restauración al estado original”, obteniendo para ello primero la "gracia del Espíritu Santo" (igual como pensaba San Serafín de Sarov) para poder mantenernos en este estado de paz, tranquilidad, en resumen, volver al "seno de nuestro Señor", como éramos antes del "pecado original" y afirma que por eso debemos estar siempre "alegres", y "quietos" (actitud hesicasta) contentos, libres de cualquier mal, sobre todo en los pensamientos que penetran nuestras almas, hasta la eternidad. (Véase en YouTube, "Interview with father Tadej", minuto 16 en adelante) de allí que siempre pequemos primero por la mente, antes que el cuerpo, ya que los seres caídos no tienen cuerpo sino espíritu, no pueden actuar por nosotros, en cambio nosotros sí, materializando nuestros pensamientos en "acción", en esto radica que deberíamos ser "buenos", por nuestro propio bien y no por el de los demás.
La “tristeza” no es algo que le compete solo a los que se sienten solos, a los “mundanos”, al que está en las drogas, sino a todos, según los niveles, clases, modos, circunstancias, es una “emoción humana” que debe ser tratada mental, corporal y espiritualmente por ello que deba también ejercitarse como la mayoría de las virtudes, vicios, faltas. Este "valor" tambien le cobija a los monjes, porque entra a través del pensamiento llegando al corazón, y cuando se consolida como vicio, tortura el alma, porque es algo que solo puede ser vivida por esa persona, más nadie le puede ayudar, tiene que pelear contra los "demonios" que le acechan, y es un asunto que debe ser combatido desde que el hombre es corrupto (pecado original), debemos esforzándonos hasta lo último a llegar al estado normal y sano, y se hace es "salvándonos" por eso que sea bueno consolidar la "tristeza buena" o "santa", haciendo que Cristo viva en nosotros (San Pablo) en nuestro corazón, ya lo dice en 2 de Corintios 7:10, "En efecto, la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; más la tristeza del mundo produce la muerte, por vuestra paciencia seáis coronados en la vida futura por la eternidad. Ser paciente. La vida pasará como un sueño".
Dejemos la "falsa alegría” a un lado, arropémonos de la "verdadera tristeza", la "santa", la "benigna", vista por el arrepentimiento de nuestros pecados, tratada como enfermedad del alma, de lo mejor de sí mismo, no de la sonrisa errónea, ni tampoco del lloriqueo mentiroso, quien está "triste" en su sentido negativo, por lo general tiene "pereza", ya decía Séneca que "nada necesita menos esfuerzo que estar triste", ya que es fácil "achantarse", sobre todo para hacerse la víctima, y recular a los problemas a la solución de las trabas que nos cubren, el abatimiento del alma, que puede llevar a convertirnos en un pesimista para todo momento, y por supuesto dirigirnos a la arrogancia, a la soberbia, al "egoísmo", cuando fue Jesús mismo el que no trajo la resurrección con su gloria (recuerden hoy día de la "ascensión" de celebración) y así vamos a estar si lo seguimos en su camino a la cruz, hasta el final de nuestras vidas. La "tristeza" igual que la "lujuria" (guardando las proporciones) está controlado por un "espíritu" que debemos vencer que nos oscurece, y que debemos arrancar de nuestras almas cada vez que llegue, a menos que sea en su modalidad santa, y benigna del cual quiere recobrar las causas del pecado para poder arreglarlas con el fin de hacer mayor bien, actos de piedad, mortificación, oración, volvernos más mansos, humildes, etc.
Si la "tristeza" nos llega a apagar el alma, se convierte en "acedía", un pecado capital (aunque ya eliminado por San Gregorio Magno, se le conoce también como el "demonio del medio día"), si persiste, puede volverse "árido", que significa estar inerte espiritualmente, no podemos permitir esto, debemos luchar, y vencer con todas las armas, con el corazón, que es el que da mayor alumbre a nuestras vidas, y no tanto el cuerpo, —mortifícalo— es este primero quien da el empuje, para seguir trabajando, quitando la tristeza maligna e indiferente que nos propone el mundo, lo falso, comienza a orar, a discernir qué es lo que nos da congoja y elimínalo, pues, no puede ser porque tu vecino tiene carro nuevo y tú no, tampoco porque no has comprado una casa nueva, o ese viaje querido, eso es vano querido hermano, la "fuerza" debe venir para conseguir la paz y tranquilidad pero para el alma, no para tu placeres y deseos, estos últimos se desprecian, teniendo lo necesario, la subsistencia, pero comienza por los pensamientos, quitando todo vicio de la mente, antes de que se ejecute, que no de miedo perder las cosas materiales, porque el Señor no desampara a los "justos".
“Quien huye de los apetitos del mundo, se eleva más allá de toda tristeza terrenal”, expresa San Máximo el Confesor, si quieres curarte de la "tristeza", no estés pendiente al mundo, ni la carne, ni lo que ofrece la farándula, las redes sociales, todo ellos debes despreciarlo, para poder liberarte de esa "congoja", no te aferras/apegues a ella, porque perderás tu alma, el que se aleja de esas cosas expresa Evagrio Póntico, "crea una fortaleza inexpugnable para el demonio de la tristeza", porque tenemos claro que estar triste no es otra cosa que no tener placer deseado, del "aguante" de lo "material", un enemigo que es latente para tu vida, y por tanto que trae "ruina moral", hombres que son esclavos de sus propios vicios, al honor, honra, el qué dirán, y al no presentarse algún día o época se siente triste, de allí que esté relacionado esta "emoción" con muchos otros estados, como la ya hemos mencionado, o ahora a la "vanagloria", si te liberas de todo esto no te frustras, y por tanto, existirá una ausencia de "tristeza" más no, de alegría, del gozo de la “hesiquia del alma”.
Expresa San Agustín, en los Sermones 42.3 y 254.1-7 (en ese orden):
"Triste, creo yo, por algún ayuno que estaba realizando, o por algún hambre que padecía. Porque el ayuno es algo voluntario, mientras que el hambre es impuesta por la necesidad. ¿Por qué, dice, voy andando triste, mientras mi enemigo me hostiga? Ando triste, el enemigo me hostiga a diario con tentaciones, incitándome a lo que está mal que amemos, o a que temamos lo que no debemos temer; y al luchar el alma contra ambas cosas, aunque no caiga, sí se tambalea, y de ahí le viene la tristeza. La causa de tu tristeza es el pecado; que la bondad sea la causa de tu alegría"."El tiempo de alegría va precedido de un tiempo de tristeza, es decir, primero llega el tiempo de tristeza, y luego el de la alegría; primero el tiempo de la fatiga, y luego el del descanso; primero el de la desgracia, y luego el de la felicidad, pues la tristeza es como el estiércol. El estiércol, si no está en su sitio, es porquería. La tristeza por motivos mundanos causa la muerte, No sólo es nulo el fruto, sino también enorme el daño. Dígase lo mismo de las restantes cosas que producen gozo mundano, y que es largo enumerar. Veo que otro está triste, gime y llora. Veo gran cantidad de estiércol. Éste es, en verdad, el tiempo de la tristeza fructuosa; el tiempo de dolernos y estar tristes por nuestra condición mortal, la abundancia de tentaciones, las insinuaciones de los pecados, la oposición de los deseos y las contiendas de la concupiscencia, siempre en ebullición contra los buenos pensamientos".
El ortodoxo San Juan Jacobo de Coziba expresaba que el hombre que en verdad está arrepentido no espera llegar hasta el final de sus días, el estar enfermo, grave, moribundo, o en la peor situación del mundo para luego "arrepentirse" de sus pecados, sino que todo el tiempo como "sujeto" está ejercitando la "contrición", buscando así la pronta confesión de sus faltas, esto es, no pretende que se le muera la madre, el familiar, el amigo, para luego cambiar, tampoco se detiene a que llegue la depresión, la ansiedad, para modificar su comportamiento, pues, si sabemos y tenemos conocimiento de estos acontecimientos son estos los que acaban el "espíritu", pues, vayamos a su causa y venzamos los pensamientos con mayor acción, rechazándolos (por ejemplo, con la "oración de Jesús"), no con borracheras, lujurias, exceso, lo que trae esto es mayor "tristeza maligna", se necesita, es "alegría en gozo", contemplando en oración, penitencia, liberándonos del pecado, en meditación, de los misterios de Dios, y es así como estamos llamados a “llorar” pero en la “tristeza benigna”.
Hermano, hermana, ¿estás triste porque ya no puedes codiciar? ¿estas triste porque ya no puedes tener sexo con otras mujeres/hombres? ¿estas triste porque no posees esos bienes que tenías antes? ¿estás triste porque ya no odias? Pues alégrate, porque has salido de la "esclavitud". Si nos vamos también a la "neurociencia" tenemos que estar "triste" en el sentido "benigno", "santo" esto, nos puede ayudar para salir de las "emociones negativas", porque nos da salida, en la recuperación de las "congojas" y nos permite trazar una metodología a seguir para cambiar y transformarse en un "sujeto virtuoso", para sí evitar una "recaída", mejor dicho, se trata de un constante “recableo neuronal”, (ver, Farb NAS, Desormeau P, Anderson AK, Segal ZV. Static and treatment-responsive brain biomarkers of depression relapse vulnerability following prophylactic psychotherapy: Evidence from a randomized control trial. Neuroimage Clin).
Ya hemos tenido claro que la “tristeza benigna” es la "ideal", sobre todo cuando sufrimos por "nuestros pecados/faltas", esto, con el fin de no volver a cometerlo, de los males que fueron para nuestras vidas, y familias, ahora se reconforta en un "bien", recordemos lo que hicimos mal pero solamente para reforzar el pensamiento de desprecio hacia ellos, por tanto la "tristeza" es un sentimiento bueno, que bien tratado es un “don que Dios”, "virtud" que nos ha puesto el Señor solo para esto, que como muchas cosas, no hemos sabido utilizar para bien, como el sexo, la glotonería, la codicias, las cosas. Ahora, igual que en los sentimientos y los deseos se debe hacer uso en el momento propicio y de la forma adecuada, ya dejemos de "mamar gallo" instruyámonos en ser "personas virtuosas", desaprendamos lo que desde niño nos enseñaron los maleducados, sinvergüenzas, dejemos a un lado la sociedad, el "mundo" de que lo nos dice que está está a la "moda" y este si es el único abatimiento que debemos tener para no volver a sentirlos, si, lloremos, entristezcámonos, pero con "contrición" por aquellas "fechorías", "malas andanzas", no por los problemas financieros, materiales que a la larga tendrán solución, en cambio no para la "prontitud espiritual".