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27 de agosto de 2023

EL EJERCICIO ESPIRITUAL DEL "EXÁMEN DE CONCIENCIA" (ASKESIS) : UN ESFUERZO PARA EL "AUTOCONOCIMIENTO" (AUTOGNOSIS)


“Una vida sin examen no merece la pena ser vivida”- Sócrates.

“Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida”. - San Agustín.

"Por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad”. - Juan 17, 19

Mario Felipe Daza Pérez

Todos hacemos ejercicios alguna vez en la vida, en el colegio, voluntariamente, ya sea en el gimnasio, corriendo, o practicando uno que otro deporte..., y de la misma forma como existe la "gimnasia" para el cuerpo, también existe para la mente, el cerebro, y el espíritu y uno de estos entrenamientos tiene que ver con el "examinar de la conciencia" como fin de ver las cosas, esto, de analizar cómo estamos por dentro, de que tan manchada o limpia está nuestra alma, cuya finalidad será la vigilancia o no de una "buena salud de anima", por tanto, es este "ejercicio espiritual" sin lugar a dudas la forma de conseguir su depuración, práctica que va a consistir no solo en “movimientos sencillos calisténicos”, sino que está basado en varios "dropset", "restpause", o "series", que te van ayudar a fortificar aún más la "complexión espiritual de tu alma", y entre ellas, el ayuno, la penitencia, el sacrificio, la limosnas, la buenas obras, la oración, eucaristía, etc, esto dependerá de la "intensidad con que lo hagas" y del modo de ver las cosas "del más allá".

El "examen de conciencia" como forma de introspección (es una de las formas de "askesis", noción clásica, referido como "entrenamiento", diferente a su sentido moderno de "ascesis" o "ascetismo") es una práctica generalizada en el seno de las distintas escuelas religiosas y filosóficas de la Antigüedad, por ejemplo, “Sócrates pensaba que, aun cuando sus faltas pudiesen escapar a los demás, jamás escaparían a alguien frente al cual experimenta mayor vergüenza que frente a cualquier otro; y que ese alguien es él mismo, exigencia que él considera fundamental en la vida del hombre: cuidar de su alma para mejorarla", esto es, "dejarse vencer por sí mismo" y de un "llegar a vencerse a sí mismo". (Ver, al respecto, Mondolfo, R., 1954. La conciencia moral en la ética de Sócrates, Platón y Aristóteles).

Como ven, este ejercicio no solo es religioso, ya en la Antigua Grecia e inclusive en la filosofía oriental se hablaba de "examinarnos a nosotros mismos" y sobre todo del modo de "confesarnos", tomado ahora como "sacramento", si nos vamos a Epicuro hacia la referencia de la "corrección de las faltas" precisamente aquellas que cometiéramos contra el "alma", lo mismo que con el "estoicismo" sugirieron de la misma forma el "autoexamen de conciencia", con el fin de ver todo lo que hay por dentro (interioridad), en lo relacionado a las "composturas morales”, todo ello en consecuencia a la "virtud", en nuestro caso "en camino hacia la santidad", coincidencialmente San Ignacio de Loyola lo consideraba como el "ejercicio espiritual" más importante dentro de su obra (texto que tendremos en cuenta para este articulo).

En todo caso, como nuestro enfoque es estoico-cristiano (católico) -neoestoico-, nos tomaremos la osadía de hablar bajo estos dos sentidos, es decir, uno "secular" y otro "cenobita". Lo primero que toca decir es que para comenzar con un "ejercicio espiritual" de "examen de conciencia", debe uno seguidamente "conocerse a sí mismo", aceptando los errores o defectos del pasado (ya sea placeres, deseos, pecados, etc), y luego "mejorarlos", lo que se quiere es que mediante un "análisis introspectivo" usted pueda liberar cargas que no quiera tener, con tal de tener mayor libertad (o felicidad) en su vida, es algo así como un "borrón y cuenta nueva", o "minimalismo concienzudo" pero en el "ámbito espiritual", donde a su vez consigue una "maximización de beneficios".

Si bien existen variopintos "ejercicios espirituales" que podemos hacer con tal de "desintoxicar nuestra alma", a través de una "limpieza del espíritu", el "examen de conciencia" constituye uno de ellos (un verdadero clorox), y el más importante de ellos no sería otro que el de la "confesión", por medio de una persona, o tercero que podrían ser ante tus padres, hermanos, confidentes, psicólogos, o ante usted mismo, pero en este caso último se llamaría "acto de contrición", o "mini confesión" (en caso tal de ser "perfecto"), en todo caso, creería que esta postulación lo debe hacer siempre con alguien que te escuche de verdad (espiritualmente hablando), un profesional, del cual yo preferiría que fuera ante tu "director espiritual", pero sea cual sea, en mi caso, lo haría ante un "sacerdote de confianza", con devoción, y con carismas para "ser confesor" (debes buscarlo), etc, la cual estén revestidos con estas facultades excepcionales.

Este "examen de conciencia" una vez anotado en una hoja, o bloc, se debe hacer teniendo en cuentas los deberes, responsabilidades, o virtudes transgredidas, pero también los pecados mortales, y capitales cometidos, (revisar en Google cuales son y anotarlos), por ello que sea bueno que ustedes mismos analicen minuciosamente los diez mandamientos de la Ley de Dios y de los que se deriven de estos, indistintamente de que sean religiosos o no, porque de allí que se muestren más o menos las conductas a los "valores éticos seculares" que deban seguirse en esta "vida terrenal", (y si creen en la "eterna", con más razón), además, como saben la "sociedad occidental" en la que nos regentamos se comenzó a gestar a partir de la "idealización de los sabios de Grecia" y del mismo modo con el cimiento de "valores cristianos" del cual es algo innegable hoy en día, y esta es la mayor justificación.

Una vez anotado esto, ya sea el test, quiz, taller, o examen, es mejor realizarlo particularmente, y no generalmente porque podría traer no solo problemas sociales, sino personales, es algo íntimo, deba hacerse con la mayor diligencia posible, y antes de hacerlo siempre invoque al espíritu santo (epíclesis) para que le ilumine y le recuerde todas sus faltas (recomiendo el "veni creator spiritus", búscalo en Google), sobre todas las que ya no tiene razón o memoria, y que por tanto son las que más nos mortifican en vida, como dice San Ignacio, "lo que te permite quitar defectos, y negligencias sobre ejercicios y adiciones", (p. 39), por ejemplo, si soy soberbio y pretendo trabajar la humildad debo reconocer ese error conscientemente y decirlo, con tal de no volverlo a repetir, podemos decir lo mismo de la no moderación, la gula, el abstenerse de ingerir ciertos alimentos, con el fin de "apagar las tentaciones" con miras de conseguir el "gozo espiritual".

En esta ocasión no hablaremos detalladamente de los mandamientos de la ley de Dios ni los pecados capitales y demás que son mortales, que bien podrán buscar fácilmente en internet, porque será objeto de análisis de otro artículo (relacionado al sacramento), generalmente solo nos referimos a que se necesita para realizar este "ejercicio espiritual" de "examen de conciencia", requiere entonces de conocerlos nosotros mismos, que además de esto como menciona San Ignacio de Loyola, están relacionados a las "potencias del animal y los sentidos corporales", en razón a conocer de esta forma, i) el cómo, ii) el cuándo, iii) el dónde, y iv) el modo de cometerlos. Y es muy importante, que se realice este examen frecuentemente, indistintamente si se hace diario, semanal, o mensual, lo importante es que se recurra a él, y también cuando se crea que se haya cometido una "falta" o "faltas", esto evitaría que el "enemigo" no te ataque, debidos a esos placeres, deseos, que pueden corromperse y comprometerte, del cual dichos vicios terminarían arruinando la "salud del alma", tratándolos con remordiendo hasta su último momento en el lugar más recóndito de tu mente, en suma, "en la limpieza de la casa está el orden" (disciplinae domus), y por supuesto que también dentro del espíritu.

De este modo, el método de espiritualidad que nos enseña San Ignacio de Loyola en su texto nos sirve de base, para realizar un "examen de conciencia", pero de "forma contemplativa" la cual nos es muy útil, por ello que le dé mayor énfasis el santo al "amor de las acciones" que al efecto de las palabras, de la amistad con los pobres, la importancia a la "gratitud", de hacer lo mejor para el prójimo, ya sea por medio de la relación con Dios, pero también ajenos que lugar a su acercamiento, como lo que hacemos con la historia, el derecho, la antropología, la ciencia, etc, este dimensiona anotaciones que suponen la atención al "punto de confesión" (discreción de espíritus) bajo la "pasión de cristo", durante un periodo de cuatro semanas, o treinta días (aunque puede durar más según su intensidad).

Los "ejercicios espirituales", en este caso enfocado al "examen de conciencia", lo que trata es de prepararnos para llevarnos a una "vida contemplativa", abierta al trabajo del alma, que bien son muchos, y que aquí hacemos enfoque al "acto de confesar", que creemos que deber ser la primera acción frente a los demás, para luego comenzar a trabajar a "purificar el alma" (con los actos deliberados y semideliberados -que son aún más difícil de auscultar-), en consecución del "espíritu creador", esto, además nos lleva a interiorizar sobre no solo nuestros pecados, sino errores, defectos del pasado y presente (graves, con conocimiento, y pleno consentimiento -voluntad-), para evitar luego, acciones no deseadas para el futuro quitando así, como diría este mismo santo mencionado "todo desorden, afección, egoísmo, apego", que van en contravía con un "espíritu santo" (pneuma hagios) con tal de buscar una voluntad divina.

La finalidad, del "ejercicio espiritual" del "examen de conciencia" es tener el deber de mantener una alma limpia dotado de responsabilidad individual, e ir mejorándola poco a poco, como se dice en 1 de Corintios 11:31, "si nos examináramos nosotros mismos, no seríamos juzgados", con esta "askesis" o reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud conseguiremos la "plenitud", ya Platón aplicaba estos efectos al ámbito de la moral para referirse a la "actividad del alma" en pos de su liberación de lo corporal, a fin de regresar a su lugar de origen, que en últimas significa seguir a Dios. En el texto de San Ignacio de Loyola si vemos, su objetivo más bien es el de ayudar a uno a "superarse a sí mismo" y "regular la propia vida" de tal manera que ninguna decisión se tome bajo la influencia de un "apego desordenado".

Si revisamos la Biblia, fue San Pablo en primero de Corintios 11:28-31, el que mandó a que los "obedientes" realizarán un "examen de conciencia" cada vez que recibían la Sagrada Comunión, explícitamente comento: "Pero que cada uno se -examine a sí mismo-, y así coma de ese pan, y beba de esa copa. Porque el que come y bebe indignamente, come y bebe condenación para sí mismo... Porque si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados". Secularmente, Pitágoras decía en el texto, "Versos Áureos", que "no consientas el sueño en tus tiernos párpados antes de repasar por tres veces cada tarea del día, también tenemos reminiscencia en que el Emperador Estoico, Marco Aurelio repasaba estos versos del filósofo griego porque Epicteto, su filósofo de inflexión toma de sus palabras en sus Disertaciones ciertas palabras como algo personal. Lo mismo hacía Cicerón, en su libro "Sobre la Vejez", decía que "recordaba siempre por la noche todas las acciones realizadas a lo largo del día para ejercitar la memoria, atribuyéndole como ejercicios de la mente”.

La "askesis" en este sentido particular, y clásico es una actividad interior del pensamiento y de la voluntad” que debemos realizar, todos, con tal de ir liberando más el espíritu para ir puliendo con mayor esplendor la virtud. Si nos vamos nuevamente a los filósofos greco-romanos, tenemos que Quinto Sextio, combinaba el estoicismo con el pitagorismo, hacía un estricto autoexamen al final del día, decía este: “El espíritu a diario ha de ser llamado a rendir cuentas: "¿qué defecto te has curado hoy?", "¿a qué vicio te has opuesto?" ", "¿en qué aspecto eres mejor?" Por supuesto, Séneca también tenía este hábito. Nos lo dice en su libro "De la ira", indicaba: “Yo hago uso de esta facultad y a diario defiendo ante mí mi causa. Cuando han retirado de mi vista la luz examinó toda mi jornada, repaso mis hechos y mis dichos: nada me oculto yo, nada pasó por alto" y "Coloca todas tus faltas delante de tus ojos, ponte cara a cara contigo mismo, como si fueras otra persona, y luego llora por tus faltas".

De allí que San Ignacio de Loyola describiera un "método de examen devocional de conciencia" de cinco puntos en su obra "Ejercicios espirituales" en 1524:
  • En el primero, los seguidores agradecen a Dios por los beneficios recibidos.
  • En el segundo, pide la "gracia" y "carismas" para conocer y corregir sus faltas
  • En el tercero, pasa revista, anotando las faltas que ha cometido ya sea de acto, palabra, pensamiento u omisión.
  • En el cuarto, piden perdón a Dios; y
  • En el quinto, consideraba su enmienda y penitencia.
Por ello es que el santo dijera que para realizar estos cinco puntos debieras tener claro, las faltas cometidas, como las graves y leves, clasificadas como aquellas que atentan contra i) Dios, ii) el prójimo y iii) a ti mismo, con tal de verificar luego en tu "haber concienzudo" cual tendrías pendiente por mejorar. El Padre Pio en su gran misión de "confesor", decía, que la "confesión" era el "baño del alma" y habría que hacerlo al menos cada ocho días (la Iglesia sugiere en su catecismo efectuarlo una vez al año, la Virgen en Medjugorje una vez al mes y San Miguel en sus confesiones a la vidente Lorena, cada quince días), fueron los primeros cristianos que recibían la comunión con frecuencia, quienes tenían la costumbre de hacer el "examen de conciencia", explayándose como práctica diaria en la vida y sobre todo en el andar monástico, como pudo haber acontecido con San Basilio, San Agustín, San Benito, San Bernardo, etc., luego que los laicos también quienes con mayor frecuencia avanzarían hacia la contemplación de la virtud, y del esfuerzo hacia el "autoconocimiento" (autognosis).

Si ven, mucho se habla en estos tiempos del "sacramento de la penitencia o del perdón" pero casi nadie se "confiesa", y entre de los muchos argumentos que hay es que "los sacerdotes son más pecadores que uno", pueda que sea cierto o no, pero lo peor no es esto, lo horripilante es que los mismos "confesores" se han vuelto perezosos para cumplir con esta labor, ya que no quieren, practicarlo, toca perseguirlos, y eso sí que pone la tarea difícil, por ello, que muchos hayan recurrido a la evaluación de sus actuaciones por sí mismo [o abandonando la Iglesia], no solo como un "acto de contrición" sino también como "examen de conciencia" cuando se sienta haber cometido, vicios, o actos contrarios a su fe o a los proyectos irrestrictos de la vida.

La Iglesia en estos casos, diferencia los pecados, como i) mortales, que pueden ser grave o gravísimos, y a otros como ii) veniales que son leve, igual como pasa en el derecho civil o también en el derecho disciplinario, dichos "tipos" están dividido en faltas, en una "bifurcación" y no "tripartición" de la misma, ahora, para que se considere como tal, tales conductas no solo se necesita de que el "sujeto pecador" [disciplinable] lo haya realizado y ya, sino que además se requiere de otros requisitos, veamos, en una "dogmática de la faltas en contra de la fe", tenemos que si decimos una vulgaridad este puede ser borrado sin la participación de un tercero (autoridad eclesiástica) siempre y cuando comulgues, hagas una obra de caridad, tengas indulgencias, realices un acto de contrición completo, etc, aquí será importante no solo el "conocimiento" [acto cognoscitivo] de lo que haces o digas, sino analizar "el conocer", es decir, el observar si está mal o no (que es -actualizable-) anejo al "anhelar cometerlo" con "plena voluntad", es decir, que este reunido las verdaderas características del "dolo", lo mismo puede suceder con los denominados "pecados capitales".

Es decir para saber si un acto u omisión ya sea material o intelectual estuvo mal, toca recorrer el "ejercicio espiritual" de pensar si lo que hicimos ese día o en ese momento se somete a algún pecado o vicio, por ejemplo, un deseo o "pensamiento impuro", que sería una falta descrita "contra ti mismo", perteneciente a la "lujuria" y esta a su vez a la "concupiscencia", no basta entonces de que exista y lo tengas en la mente, porque puede ser también una "tentación", se necesita entonces que sea un i) acto de hacer o dejar de hacer (y además el no hacer nada para quitarlos de tu "psiquis"), ii) con conocimiento de que eso está mal, con respecto a lo que presuntamente estás haciendo, además, iii) está la condición de que consientas que ese acto plenamente cometido lo quieres realizar aunque sea mentalmente (es decir, que "yo" lo quiera hacer de todos modos sabiendo de esta conducta -voluntad-), ahora, si falta una de estas características se convierte en "pecado venial" o simplemente "no es pecado", en estos casos iv) debe tomarse siempre (como elemento subjetivo -adicional-) una "plena deliberación" y un "deleite" en ese cometimiento para que lo sea, al menos que exista una retractación casi inmediata de los hechos en estos casos (extinción de la acción).

Para terminar, puede que los límites para comprender que está mal o no en unos casos sea difícil reconocerlos, es siempre bueno auscultar dentro de nuestra conciencia que es lo correcto, ya que este "ejercicio espiritual" que hemos descrito, tiene grandes beneficios, el hacer una "examen de conciencia" trae por supuesto ventajas múltiples, pero entre los principales está en el de "salvarte de las enfermedades del alma", sobre todo con el más concurrido de este nuevo siglo, que no es otro que el de la "concupiscencia"; por otro lado te permitirá estar en alerta constantes de los errores, defectos, vicios, pecados de la vida, y esto nos traerá mayor "sensibilidad al espíritu" para reconocer de lo que es virtuoso o no para tu vida interior, y es el "autoconocimiento", o "autognosis", (concepto acuñado por Dilthey en 1966 en su texto: "Introducción a las ciencias del Espíritu), el que permitirá la elevación del espíritu [santo], en perspectiva desde las "nociones agustinianas" en una "búsqueda de lo trascendental" o la "mística".